Las 14 comunidades presentes (de Entre Ríos y Santa Fe) fueron desde meses protagonistas en una comunión de tiempo, talentos, alimentos que generó esta experiencia de una red, con nudos estrechos, que sostenía a cada uno….
La comunidad de Paraná abrió sus casas, ofreció sus autos para trasladar a los mariapolitas.
De esta manera, no sólo creció el amor en el dar y recibir, sino que logramos abaratar mucho los costos. Los jóvenes durmieron en carpas. Cubrimos los turnos de la cocina, ahorrando así personal de servicio. Con esta dinámica no faltaron las dificultades, pero se volvían una ocasión para concretizar el amor más verdadero.
Entre las experiencias más significativas, de luz y esperanza para nuestras sociedades contemporáneas era muy elocuente el testimonio de “ser familia”, de la unidad entre las generaciones: niños; adolescentes, jóvenes, adultos y varios ancianos compartiendo juegos, momentos de trabajo y comunión.
En el programa dedicamos dos horas para “construir concretamente la ciudad de María”, cada uno en lo que podía: quien preparaba alfajores para vender y lo recaudado compartir con los niños que viven en la costa del Paraná cercana en dificultad; las señoras adultas y algunas abuelas tejieron colchas par Caritas ; otros ayudando al párroco en la misión pastoral del barrio; quienes preparando la liturgia para la Mariápolis, quienes realizaron trabajos de mantenimiento en el Seminario Arquidiocesano, otros visitaron a los niños internados en el hospital, etc. Visitando estos rincones de la ciudad, parecía que la Mariápolis -“trasladándonse”- llegaba a todos. Hacíamos concretas, aún si en tan breve tiempo, las palabras del Papa Francisco de una Iglesia “en salida, juntos”!
La conclusión de la Mariápolis estuvo en manos de los Chicos por la Unidad involucrándonos a todos en el Run4 Unity. Cada mariapolita contribuyó a su modo: pintando las remeras con el logo, preparando los carteles, la merienda; etc. Hasta una niña de dos años y una abuela corrieron en el trayecto más breve; un joven con un handicap –ayudado por otros dos- pudo concluir la carrera como tanto deseaba.
Una mariapolita que venía por primera vez dijo: “Gracias por todo lo que me han dado! Fue una experiencia extraordinaria en lo “ordinario”….
¡No se podía definir de un modo mejor esta maravillosa experiencia de Dios que es cada Mariápolis!
(Con la colaboración de Focolares Paraná)