Aníbal Isola

 
Con fidelidad mariana (7 de enero de 1940 - 27 de abril de 2010)

Aníbal Isola, había nacido en Buenos Aires, el 7 de enero de 1940. Conoció el Movimiento de los Focolares en 1977 junto con su esposa Adita, en la Mariápolis permanente de O’Higgins. Enseguida había quedado sorprendido por el clima que reinaba allí y de este modo, después de profundizar en la espiritualidad de la unidad, se lo comunicaba a Chiara Lubich en una carta: “Es irresistible este modo de vivir el amor recíproco (…) Siento en lo más profundo, de modo inconfundible la vocación a ser focolarino casado, vocación que siempre he deseado y que personalmente me parecía una locura; ¿Cómo consagrarse a Dios en el matrimonio? Pero desde febrero, cuando te hemos conocido, le agradecemos al Señor porque existe esta posibilidad”. Y en 1978: “Dios no solamente me ‘ha llamado’ sino que siento también que me llama en cada paso, cada día. Es una vocación fresca y siento, aún más en las caídas, que Él me llama a la santidad. (…) ¡que estupendo será cuando lleguemos frente a Él, cara a cara, purificados de todo! En 1980 empezó a formar parte del focolar como focolarino casado“.

La familia Isola

Con Adita, también ella focolarina casada y con sus siete hijos, ha formado una hermosa familia, desarrollando diversas tareas en el Movimiento. Aníbal, hasta el 2008 fue el encargado para el Movimiento Parroquial en Buenos Aires.

Su característica más sobresaliente era la fidelidad al focolar y al Movimiento. Muy mariano, se encargaba especialmente de los focolarinos más jóvenes.

En su Santo Viaje la presencia de Jesús crucificado nunca faltó. Como consecuencia de una fiebre reumática contraída a los 10 años, tuvo problemas cardíacos que lo marcaron durante toda la vida y por los cuales tuvo que hacer algunas intervenciones quirúrgicas. Así se expresaba en 1981 cuando tuvo que operarse nuevamente: “la noticia hoy no nos hace llorar; más bien en mi caso me hace agradecerle a Dios constantemente por el hecho de ser un instrumento suyo. Me doy a Él porque le pertenezco, para que su proyecto sobre mí y a través mío sobre la humanidad que me rodea, se realice plenamente”. Y el día anterior a la operación: “sé que no soy digno de decirlo de este modo, pero siento que Jesús me pide que pruebe la crucifixión, la muerte y la resurrección con una medida mínima pero que para mi alma es algo enorme. Y me siento muy feliz”.

Luego siguieron años de compromiso en el Movimiento y también de compartir alegrías y dolores.

También en su familia se presentaron situaciones de salud delicada que han podido superar juntos, gracias a la adhesión de todos al proyecto de Dios y sostenidos por la unidad de la comunidad. Chiara les estaba cercana en cada paso. Aníbal y Adita, con agradecimiento escribían: “cuando todo comenzó, nos dijiste que teníamos que remar con los dos remos y así hemos sentido que el ‘yugo es ligero y la carga liviana’. Ha sido tu pueblo que nos lo hizo sentir así”.

Aníbal falleció el 27 de abril de 2010 y nos deja como herencia su Palabra de Vida¹: “Miren hacia él y quedarán resplandecientes, y sus rostros no se avergonzarán”. (Sal 34, 6), que vivió hasta el final.

 

¹ Frase de las Escrituras que había recibido de Chiara Lubich como lema para su vida

Normas(500)