Aurora Concepción Gutiérrez Fernández

 
Bajo perfil, concreta, presente, atenta… (17 de julio de 1945 - 21 de Octubre de 2013)

“Silenciosa, tímida, bajo perfil, concreta, presente, atenta, con miedo a molestar, los que tuvimos la oportunidad de conocerla más de cerca podemos decir que era luchadora, férrea, sagaz, pensante, apasionada por la humanidad, con miedos sí, pero también con propuestas para superarlos y una confianza ciega en lo que se discernía junto a sus compañeras para estar segura de los pasos a dar”. Así la recuerdan en su núcleo de voluntarias.

Con Ricardo, su esposo, tuvieron 3 hijos -Stella Maris, Mariángeles y Christian- que tanto amó y tenía siempre la pregunta de si se lo habría demostrado lo suficiente. Y también madre de muchos más que acompaño, formó, en grupos de niños que, con su esposo, tuvieron en crianza durante períodos conviviendo y ocupándose personalmente de cada uno; y no solo de lo que espiritualmente podía ofrecerles, sino también de la ropita que les faltaba, de su formación escolar, de su economía para que no les falte lo básico, haciendo malabares con presencia concreta y forjadora de iniciativas cuando se trataba de dar una mano a alguien.

Esposa fiel y compañera hasta lo último, no tenía duda alguna que cuando dos o más se reunían en el nombre de Jesús, Él estaba presente como lo prometió. Así fue también cuando con el tiempo decayó su salud, totalmente involucrada, cuerpo y alma, en lo que en ese momento había que hacer. Como si para ella no existiera el dolor, el futuro incierto, se introducía con concentración en lo que Dios le pedía en el presente, siendo testimonio de que lo que importa es amar.

Cuando supo que estaba enferma le escribió a María Voce (Emaús), presidente del Movimiento contándole: “después de la operación, sentí que se me pedía la vida concretamente, se la entregué a Dios y sentí que me la devolvía renovada”. Después agrega: “algunas veces se torna complicado, y entonces llega el punto de decir mi sí total y esto se vuelve un juego entre Él y yo. El ofrecimiento y el amor de todos los que me rodean me permiten recomenzar siempre confiando plenamente en el amor de Dios. Mi ofrecimiento es para que todos sean uno”.

A los pocos días recibe la respuesta, que entre otras cosas dice: “Estoy muy contenta de saberte circundada del amor de tu familia natural y de la comunidad. Te agradezco por tu permanente compromiso de vivir por la Obra y por el fuerte testimonio que das a todos los que te están cercanos. (…) ¡Tengamos a Jesús en Medio nuestro más que nunca! Con un abrazo, Emmaus”.

Aurora nos dejó el 21 de octubre de 2013.

Su Palabra de vida era: “El que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mc 3, 35).

 

 

Normas(500)