Mercedes (Mecha) Murruaga

 
(19 de noviembre de 1941 - 25 de octubre de 2016)

Mercedes (Mecha) Muruaga, focolarina de Buenos Aires, entre las primeras en Argentina, partió para el Cielo el 25 de octubre a causa de una inesperada descompensación cardíaca. Su Palabra de Vida era: “Antes que todo mantengan entre ustedes la mutua y continua caridad” (1Pt 4,8).

Mecha nació en Tucumán, en 1941 en una familia cristiana de 4 hijos. Su papá falleció cuando ella tenía 11 años. De niña es introvertida, pero al mismo tiempo muy atenta a las necesidades de los demás. En la búsqueda desde su adolescencia, defiende con decisión sus opiniones y en la Universidad discute sobre la religión con una compañera de la facultad que por fin logra invitarla a una Mariápolis. Así, a los 21 años, Mecha encuentra lo que tanto había buscado y se despliega todo lo positivo que tenía en si.

Profundiza el carisma y pronto se da cuenta que Jesús la llama. Dejando sueños y proyectos, parte en barco a Italia con otras jóvenes argentinas para comenzar la formación al focolar.

Luego de terminar el período de formación se traslada a Portugal y sucesivamente a Francia. “Estoy viajando a Paris – escribe en 1976 a Chiara Lubichy siento que mi alma se ha ensanchado. Quisiera amar a cada persona que encontraré en esta zona con el mismo amor de Dios. Para mí más que nunca es evidente el ‘céntuplo’ prometido por Jesús y quisiera testimoniar a todos con la vida esta realidad”.

Con Silvana Veronesi (una de las primeras compañeras de Chiara Lubich) en su visita a Buenos Aires

Continuando el Santo Viaje, crece su amor a Jesús Abandonado. En sus cartas a Chiara leemos: “En el ‘estrechado a sí’ encontré el amor al Esposo más fuerte, más sólido. Un amor más vivo, más dinámico, que me sacia plenamente” (junio ’76).

Y todavía: “Antes le pedía a Jesús de amarlo con todo mi ser, pero estaba muy tomada por el trabajo para Él, por el que hacer. Ahora puedo darle mi amor más puro, porque no cuenta tanto trabajar para Él, sino saber preferirlo” (julio ’78).

Cuando regresa a Argentina: “Jesús me quiere toda para Él, exclusivamente Suya, por lo tanto ‘perder’ es una gimnasia continua… nada tiene valor, sólo Dios, el Amor” (abril 1979). “Quiere de mí este ‘fuego’ que Él mismo me pone adentro para donarlo a cada persona” (octubre ’80).

Mecha vive con impulso por el “que todos sean uno” en los focolares de Tucumán, Córdoba, Mendoza y Buenos Aires, haciendo fructificar sus talentos para amar y contribuyendo con pasión a la construcción de la Obra.

Es una persona sin medias tintas, amante del arte y la naturaleza; de una gran humildad y sensible a lo social. Por años en Buenos Aires acompaña a las adherentes, generando espacios de formación para ellas. Comunica el Ideal con todos los medios y poniendo de relieve la revista Ciudad Nueva. En el 1994 escribe: “Tengo el profundo deseo de superar los obstáculos y de sumergirme en el Ideal genuino. Sí, Chiara, un sí nuevo a Su voluntad, para llevar a Él un pueblo de santos”.

Con su focolar en Buenos Aires.

Con Chiara y en el focolar Mecha comparte cada paso y cada desafío: “Siento una soledad que llamaría a una unión más profunda con Él, pero no es siempre fácil llegar a eso. Me veo subiendo a una montaña enorme que se hace cada vez más empinada; miro hacia arriba y todavía falta tanto camino, miro hacia abajo y estoy en la mitad del camino. En estas circunstancias la Desolada me sostiene y me alienta” (junio ’84). En el 2003 confía: “En el corazón tengo la confirmación muy fuerte de que la vocación no fue sólo un don gratuito de Dios para sacarme de la oscuridad y la mediocridad, sino que fue un llamado a llevar el carisma, a testimoniar Su luz y Su amor. Él, precisamente Él, me eligió. ¿Por qué precisamente yo? Quizás lo comprenderé en el Paraíso”.

 

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