Mons. Pedro Ronchino

 
Apóstol de la unidad (18 de Junio de 1928 - 1 de julio de 2020)

Monseñor Pedro Luis Ronchino nació en Rosario (Santa Fe) el 18 de junio de 1928. Hijo de inmigrantes italianos ingresó a la Obra Salesiana en 1937. En 1954 fue ordenado sacerdote y enseguida se trasladó a Turín para hacer el doctorado en Filosofía que consiguió en 1957. De regreso a la Argentina. Ocupó distintos cargos y funciones dentro de la Obra Salesiana hasta que en 1975 se trasladó a Comodoro Rivadavia para ser el vicario general de la diócesis acompañando a Mons. Moure, también salesiano quien fallece en 1992. Pedro Ronchino pasa a ser el administrador apostólico hasta el año siguiente cuando es nombrado obispo y asume como tal en marzo de 1993. Gobernó la diócesis hasta el 2005 cuando renunció al cargo por la edad. 

Cuando fue emérito, a los 76 años, llegó a Rosario y estaba al servicio de los sacerdotes salesianos ancianos. Su testimonio de servicio y humildad era reconocido por todos.

Tenía una gran humanidad. Muy lúcido como pensamiento, con un carácter jovial que de alguna manera ocultaba su formación doctoral, era siempre un entusiasta animador de los encuentros que realizaban los obispos amigos dos veces al año, con motivo de las reuniones de la Conferencia Episcopal. Era él quién tenía la lista de invitados y se acercaba personalmente a cada uno para recordarle la cita, sin temores de ser identificado con el Movimiento. Era un apóstol de la unidad. 

La última reunión a la cual participó, ya muy afectada su memoria decía, riéndose de sí mismo, que tenía la lista para invitar pero que no sabía quiénes eran esas personas. Mons. Agustín Radrizzani recuerda que él venía con su papelito y le preguntaba durante la cena quienes eran los nombres de la lista y él les indicaba donde estaban sentados. Luego Ronchino iba a invitarlos, uno a uno.

Impresionaba escucharlo repetir, varias veces, que debíamos tener Jesús en medio. Casi como una idea central que en el difuminarse de su memoria permanecía grabada indeleble en su alma.

Al paso de los años fue teniendo un desgaste en su salud, con un significativo deterioro neurológico. Esto llevó a la decisión de trasladarlo en el 2016 a la Enfermería del Inspectorado de Casa Zatti en Córdoba, dentro de un colegio Salesiano.

Mientras pudo hacerlo, todos los recreos bajaba al patio para estar con los chicos, su felicidad y razón de vida era permanecer en la esencia de su Carisma.

Monseñor Radrizzani lo define como un “niño evangélico” y así lo recordamos: ocurrente, alegre, en permanente donación, con un chiste siempre pronto para expresar su cercanía y su amor sincero. Seguramente ha sido ese niño interior que habitaba en él lo que le ha permitido hacer propio el carisma, centrar su vida en la unidad y ganarse el afecto de todos aquellos que lo han conocido, sobre todo de los miembros de los focolares que han tenido el regalo de estarle cerca.

Sus hermanos salesianos dicen: “Ahora estarás cara a cara con Aquel con el que tanto hablabas frente al Sagrario, conocerás en persona a quien anunciabas.”

Falleció el 1 de julio de 2020 a la edad de 92 años. Queremos darle un gracias enorme a Mons. Pedro porqué con su vida nos ha hecho intuir que el Reino de los Cielos es de aquellos que poseen un alma similar a la suya. En este tiempo en el cuál tenemos tanta necesidad de sabiduría y de acompañamiento él nos puede dar una mano grande.  

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