Ana Saavedra

 
Testimonio de Dios Amor (6 de septiembre de 1934 - 23 de febrero de 2018)

¡Qué difícil y a la vez qué gracia tratar de resumir en pocas palabras la vida apasionada y ejemplar de Ana Saavedra, una cristiana totalitaria y radical de la Iglesia!

Ana nació en Córdoba el 6 de septiembre de 1934. Conoció el Ideal de la Unidad siendo muy joven, y desde el primer momento adhirió con pasión al carisma con una entrega, inteligencia, capacidad y amor inmenso por Jesús y María, su Madre. Lo abrazó y siguió a Chiara Lubich con la fidelidad de una hija dilecta.

Siempre que fue necesario tuvo el coraje de ir contracorriente, pero siempre con amor, siendo testigo y no maestro. Todo en su ser hacía visible la presencia de María, que como una madre, cuida y protege a cada uno de sus hijos, con un amor único y especial.
Tenía también  una belleza física que decía mucho de su vida interior: elegante, distinguida pero sin hacer ostentación.

Hace unos años su salud había comenzado a deteriorarse poco a poco, pero nunca lo hacía sentir, no quería ser un peso para nadie, aún cuando le tocó llevar algunas privaciones debido a la situación económica, supo despojarse de todo con alegría y rápidamente como si nunca hubiera tenido nada. Su familia y hermanas de los Focolares siempre acudían a sus necesidades y ella con gran humildad lo agradecía. Cuando la situación económica fue próspera para ella, su generosidad siempre se hizo conocer.

Cada una de las personas que la han conocido, siempre tienen algo para donar de aquello que Ana le dijera en su momento. Para ella la Misa diaria, los retiros espirituales, los momentos de intimidad y profundidad con Dios, eran sagrados y no quería perderse ninguno.

Fue un verdadero testimonio de Dios-Amor para cada persona que estaba a su lado o que circunstancialmente se cruzaba en su camino: amigos, médicos, vecinos, sobrinos. Estuvo en cargos importantes en oficinas gubernamentales y privadas, Ana tenía una gran cultura y preparación, por donde pasó dejo la semilla del amor para construir un mundo nuevo. Durante sus muchos años de trabajo como secretaria de una importante multinacional supo transmitir también allí a Dios en el mundo de los negocios. De su paso por otros trabajos, como el tiempo en que trabajó en el Ministerio de Educación, quedaron semillas que germinaron en lo que luego fueron distintos movimientos de masa, como Humanidad Nueva y el Movimiento Políticos por la Unidad.

Dentro de la Obra de María, cultivó una relación muy estrecha con Lía Brunet, una de las primeras compañeras de Chiara Lubich, que fue durante mucho tiempo su guía espiritual.

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