Valentina (Chichita) Casanova de Albani

 
(+ 4 de junio 2007)

Chichita, como todos la conocíamos, nació y vivió en Buenos Aires. Por su amor, generosidad y maternidad siempre ha sido vínculo de unidad como esposa, madre, abuela de su numerosa familia de 5 hijos, nietos y bisnietos.

Casada a los 19 años acoge a 2 pequeños hijos de su esposo que habían perdido a su mamá en trágicas circunstancias. Al nacer 3 hijos de este matrimonio se siente a los 24 años desbordada por las obligaciones para las que no estaba preparada. Esto se acentúa por la progresiva enfermedad psíquica de su esposo generando un clima de angustia, falta de libertad y agotamiento.

Con el tiempo comienza a trabajar fuera de la casa hasta que sus hijos terminan los estudios universitarios.

Los hijos progresivamente se van casando y alejando del hogar impregnados por la dolorosa realidad familiar vivida. Recordando ese período, Chichita nos contaba: “Yo mantenía la esperanza que al quedarnos solos con mi esposo habría más tranquilidad, más diálogo, más comprensión”, lo cual no fue posible debido al agravamiento de su enfermedad y posterior necesidad de internación, lo que le produce un profundo dolor.

Conoció el Ideal de los Focolares después de la muerte de su mamá y de su esposo. El descubrimiento de Dios Amor, “… iluminó y dio sentido a una vida de pérdidas y dolores familiares, como un hilo de oro tendido por Su mano para acercarme más a Él”, como ella misma afirmaba.

Su experiencia de vida con esta “nueva familia” la ayudó a recomponer relaciones truncas: “…con un amor concreto, sin esperar, sólo amando”.

Fiel al Ideal de la unidad siempre estuvo dispuesta a compartir alegrías y dolores acompañando al necesitado o enfermo con una maternidad madurada por el dolor.

La Mariápolis Lía ha sido un lugar vivido, amado y servido durante muchos años y ha tenido la gracia de estar 3 meses en la casita Estela, como también poniendo su talento en la preparación de la exhibición y venta en Buenos Aires de las confecciones de la Mariápolis.

La Palabra de Vida que Chiara le dio: “A ti cantaré himnos entre las gentes, porque tu bondad es grande hasta el cielo” (Salmo 107(108)4-5) ha sido encarnada en cada momento de su vida. Y nos decía: “En este ejercicio continuo de dar sin esperar, es como voy reconstruyendo con todos y cada uno estas relaciones (…) Éste es el gran proyecto: no bajar los brazos ni en la acción ni en la oración, recomenzando cada día”.

Cuando la voluntad de Dios le sale al encuentro con una enfermedad terminal, las voluntarias la acompañan continuamente durante la internación, asegurando la presencia de Jesús en medio. Frente al crucifijo cercano a su cama comentaba: “Yo antes no sabía lo que era … ahora entiendo … es el Esposo”. Todas partían de su lado con la impresión de haber estado en presencia de una cristiana completa: “Su SÍ hasta el final me impacta y me ayuda a vivir el Ideal fielmente, sin rodeos, sin vueltas. Me fortalece en el amor incondicional a Jesús Abandonado”. “Me enseña a recomenzar siempre más allá de todo dolor”.

Le escribe a Chiara Lubich donde ofrece sus dolores por ella y por la Mariápolis de la zona. Chiara le responde asegurando sus oraciones para que pueda vivir su Santo Viaje siempre más unida a Dios y a los hermanos.

Falleció el 4 de Junio de 2007 a los 85 años.

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