La Escuela Chiara Lubich fue inaugurada con el inicio del ciclo lectivo 2022 en una jornada de fiesta y pura emoción.
Faltaban pocos minutos para las 8 de la mañana del 2 de marzo y el portón de entrada, abierto de par en par, invitaba a los alumnos a que dieran el primer paso de ingreso a su nueva escuela, de la mano de sus padres, hermanos, tíos, abuelos y vecinos que querían ser testigos de un acontecimiento histórico.
Era el primer día de clases para todos. Los niños de 1º grado, con esos sentimientos encontrados de alegría y temor de una nueva experiencia que los hace sentir más grandes. Los de 2º, 3º y 4º, con las vivencias en sus escuelas anteriores a cuestas, más las huellas de una pandemia que aún no se fue pero que da una tregua para volver a disfrutar al cien por cien de las relaciones dentro del aula y en los recreos. Ellos, los verdaderos protagonistas de la escuela, son recibidos con el calor de un sol resplandeciente, que se hace más cercano en la calidez de la mirada de cada maestra, mientras cada familiar abraza y besa a su pequeño augurándole los mejores deseos para esta nueva etapa.
Cada momento del acto inaugural estuvo marcado por un rasgo emotivo y sin dudas uno de esos fue el instante en que la bandera argentina recorrió las manos de cada alumno, sintiendo la piel de cada niño y cada niña hasta llegar al mástil y subir al cielo danzando al ritmo de la cautivante voz de Mercedes Sosa que canta a la “bandera del amor”: “Canta como el viento / Peinador de trigo / Canta como el río / Canta pueblo mío / Si los pueblos que cantan / Siempre tendrán futuro.
Atrás quedaron los meses de intenso trabajo para que el proyecto de la escuela fuera una realidad. Sin embargo, todavía se respira en el aire la generosidad de decenas de personas que a lo largo de este tiempo, y especialmente en los últimos fines de semana, se brindaron de diferentes maneras para que cada alumno sienta el amor de la comunidad en cada rincón de la escuela. Desde los espacios comunes, hasta las aulas y los obsequios para cada alumno preparados por los Chicos por un Mundo Unido.
Las palabras de Enrique García (presidente de la Fundación Charis, que lleva adelante la gestión de la escuela), Bettina González (Representante legal), María Belén Bottoni (Directora), Lorena Hauría (Secretaria) y las inspectoras Ilda Cambas (nivel inicial), María José López (nivel primario) y Gladys González (nivel medio), más la bendición del Obispo de San Miguel, Mons. Damián Nannini le dieron el marco oficial e institucional a una mañana que quedará en la memoria y en el corazón de todos.
En el grupo de focolarinas presentes estaban representadas las compañeras del ideal de la Unidad que han “dado la vida” por ese lugar, desde el nacimiento del Centro Mariápolis seis décadas atrás. Ese edificio tiene una rica y sagrada historia, sus pasillos, sus paredes han sido testigos de numerosas relaciones construidas a lo largo del tiempo y de corazones ensanchados por el amor recíproco del pueblo de Chiara Lubich. Hoy el desafío es que ese mismo Ideal siga impregnando a toda la comunidad a través de la educación de los chicos que habitarán y harán crecer la flamante escuela.
Una comunidad que “me emocionó verla ingresar toda junta por el portón de ingreso y que luego haya podido recorrer cada rincón de la escuela”, como relataba con lágrimas en sus ojos una vecina amiga de los Focolares”. “Es el sueño de cada niño, de cada familia, de los docentes, poder disfrutar de espacios tan lindos, cómodos y limpios. Jamás pensado en nuestro barrio tener una escuela así”, agradecía una de las docentes nacida y criada en esas mismas calles. “Ese lugar es parte de mi historia, de muchísimos momentos lindos y fuertes, solo siento felicidad de verlo así, con tanta vida. Y en este momento tan doloroso de la humanidad saber que allí se forman ‘hombres nuevos’ ¡me da tanta esperanza, me llena el alma!”, escribe a la distancia alguien que siguió la inauguración por las redes sociales.
Esas palabras y las de muchos que han acercado sus impresiones tras la apertura refrescan la convicción de que la escuela es de cada uno de los que tengan la oportunidad de vivirla y disfrutarla: de los chicos, de sus familias, de los docentes, de toda la comunidad, porque como dice la canción: “El lugar no son las cosas, el lugar no es la casa, el lugar es la gente que en ella el tiempo pasa”.
Link para saber más y colaborar en la campaña: Vayamos a la escuela