“La vida de los santos es siempre un alimento precioso para la comunidad cristiana. �Por qué la vida de Renata? Porque descubrió que Dios es Amor y desde ese momento su vida se vio incendiada por ese amor, hasta su muerte”. Así se expresó el obispo de Fiesole, Mons. Luciano Giovanetti, el 18 de diciembre de 2003, ilustrando a los presentes los motivos que lo empujaron a pedir el inicio de la causa de canonización.

En el gran salón S. Benito, repleto de amigos, en la ciudadela de Loppiano, en las colinas de Incisa, en el Valdarno (Florencia), el Obispo abrió oficialmente el proceso de canonización de Renata Borlone (1930-1990), focolarina, co-responsable de la ciudadela de Loppiano desde 1967 a 1990. Una vida enteramente donada a Dios y a los hermanos a la luz de la espiritualidad de la unidad, que continúa dejando tras de sí una estela luminosa.

Quién era Renata
Renata Borlone nace el 30 de mayo de 1930 en Aurelia, cerca de Roma. Crece en una familia no practicante, hacia los 14 años empieza a plantearse el problema de la existencia de Dios y a frecuentar la Iglesia. Sedienta de la verdad, se lanza en busca de Dios a través de los estudios. Con 19 años entra en contacto con la vida evangélica de algunas de las primeras focolarinas, que se acababan de transferir a Roma, y advierte una alegría y una plenitud nunca antes experimentadas; se le hace evidente una certeza: �Dios existe, Dios es Amor! Un descubrimiento fulgurante que transforma toda su vida. Empieza así una extraordinaria aventura que durante 40 años la verá comprometida en la edificación de esta nueva obra en la Iglesia. Muy pronto asume tareas de responsabilidad sea en Italia que en el extranjero. A partir de 1967 va a Loppiano como co-responsable de la ciudadela y encargada de la formación espiritual de las focolarinas.
Muere el 27 de febrero de 1990, dejando a todos el ejemplo de su vida que nos cuestiona todavía hoy.

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