IginoGiordani_04112017La paz es ciencia, es civilización, es luz. La guerra es ignorancia, es instinto, es oscuridad.
Esperar, como ya se ha hecho, que de la matanza surja una civilización mejor, es decir del bien el mal, del negro el blanco, es lo mismo que pretender de la guillotina el mejoramiento pedagógico de las cabezas que corta.

La ciencia, dedicada a inventar instrumentos de exterminio, hará que la próxima guerra sea de una crueldad refinada, metódica, exquisitamente estúpida.

El miedo regula las relaciones recíprocas entre las personas. Sometidos por el temor, países empobrecidos mantienen ejércitos desproporcionadamente grandes y costosos (…).

Habría una solución: sustituir el miedo recíproco con la confianza recíproca, la desconfianza con la amistad. Pero la solución es demasiado… fácil, por eso es tan difícil. Y echaría a la calle a varias oligarquías.

A los jovencitos impulsivos y sabiondos, a los diputados y personajes públicos, a los periodistas improvisados y a los roedores de los bancos, a las señoritas insípidas y a las solteronas de los comités, a todos los especuladores altos y bajos, a los generales y a los profesores, a todos los que sostienen la guerra… yo impondría un remedio para que recobren la razón: los pondría durante diez minutos en una trinchera bajo un bombardeo extenuante, obsesionante, en donde pierdan toda la razón y la naturaleza se rebele. Si uno sale de ahí sano entiende la guerra y termina maldiciéndola.
Esta honorable sociedad de ministros, diputados, periodistas que nos explican el significado de la guerra, debería entender de una vez por todas que esas discusiones a nosotros nos dan náusea. Nosotros queremos olvidar…

Nosotros queremos la paz, la serenidad y queremos que la violencia que se está desencadenando se aplaque.
¿Pedimos demasiado?

Igino Giordani, de “Rivolta Cattolica”, Edizioni Gobettiane, 2016, Roma, pp.10-13

 

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