Una tarde transcurrida con los chicos del Instituto penal juvenil de Roma para un mensaje de esperanza y alegría.

Casal del Marmo es una zona periférica de Roma. El barrio es famoso por la presencia de un instituto penal de menores que acoge a chicos provenientes de varias partes de Italia, muchos de los cuales son extranjeros.

Con ocasión de la  Missione di strada “Vivi per qualcosa di grande” (Misión en la calle – “Vive por algo grande”), organizada por algunas Asociaciones y Comunidades entre las cuales el Movimiento de los Focolares, el Gen Rosso atraviesa los umbrales del instituto.

Al llegar había unos cuarenta huéspedes que los estaban esperando, pero la primera reacción, que no esperaban, fue bastante fría.

En su mayoría son de lengua árabe.  Pero Lito, un joven amigo del Gen Rosso, excelente dj, es egipcio y habla su lengua.  Cuando se presenta lo hace como traductor.  No esperaban algo así. Y mientras tanto el ambiente se vuelve más cálido, la música ayuda.  El tiempo vuela entre ritmos, canciones, aplausos y profundas reflexiones.  Ojos humedecidos, sonrisas sinceras.  La simpleza de una tarde diferente dentro de esas paredes.

El Gen Rosso logró transmitir un mensaje de esperanza, valiéndose de algunos trozos del Papa Francisco en sus charlas.

“Por más que te equivoques, siempre podrás volver a levantar la cabeza y recomenzar, porque nadie tiene el derecho de robarte la esperanza”. Son las palabras del Papa cuando en 2019 se encontró con los jóvenes, en su viaje Apostólico a Bulgaria y a Macedonia del Norte. “¿Qué mayor adrenalina que comprometerse todos los días, con dedicación, en ser artesanos de sueños, artesanos de esperanza? – exhorataba el Papa– Los sueños nos ayudan a mantener viva la certeza de saber que otro mundo es posible (…). Los sueños más bonitos se conquistan con esperanza, paciencia y empeño”.

Son palabras que resuenan en el instituto de menores. Ha llegado el momento de soñar con los ojos abiertos.  Helanio reflexiona. Coge el micrófono:  “Sabemos que algunos de vosotros saben cantar…”.  Y entonces, saltan al escenario tres chicos rappers. Dos palabras a Ygor en la percusión y a Juan Francisco en la guitarra, y empieza un beat, un ritmo improvisado. Los tres chicos, que luego pasaron a ser cuatro, se alternan con estrofas improvisadas en árabe, francés, italiano y de nuevo en árabe.

El público se desencadena y sigue el ritmo con las palmas. Y  a continuación, de nuevo todos juntos, Gen Rosso y rappers para el gran final.  Todos se han integrado: policía penitenciaria, detenidos, dirección.  En los bailes se mezclan también las visitas que han organizado la iniciativa: Nuevos Horizontes, Focolares, Comunidad Emmanuel, Comunidad de la Fazenda de la Esperanza, Shalom, Casa del Menor, Misión Belén, los Centinelas de la Mañana de Pascua, Comunidad Lumen, Comunidad Anspaz, en sinergia con la Diócesis de Roma.

Hay una esperanza en esos jóvenes, y también talentos.

La Directora María Vittoria Menenti, sube al escenario, y desde el micrófono agradece a los chicos huéspedes del instituto de menores y al Gen Rosso, con la esperanza de que se pueda repetir en un futuro.

El tiempo ha volado.  Hay que marcharse. Siguen los saludos dándose la mano, con abrazos, golpes en la espalda, amplias sonrisas.  ¡¡¡“Volved pronto”!!!”

Al salir, muchos piensan en la frase del Evangelio, “donde dos o tres están unidos en mi nombre, yo estaré en medio de ellos” (Mateo 18,20): cuando tratamos de querernos, la presencia de Dios hace que sucedan cosas estupendas. Aún más  cuando la vivimos en un sitio como éste, atravesado por el dolor, la rabia, el malestar, pero también y sobre todo por la esperanza.

Los chicos vuelven a sus celdas.  El Gen Rosso retoma un nuevo viaje.  Cada uno lleva consigo algo profundo: todos fuertemente cargados de la misma fuente inagotable de alegría y esperanza.

Lorenzo Russo

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