Movimiento de los Focolares
El Padre Enrico Pepe: una vida dedicada totalmente a la unidad y a la Iglesia

El Padre Enrico Pepe: una vida dedicada totalmente a la unidad y a la Iglesia

«Creo que el Padre Pepe, después del Padre Silvano Cola, ha sido el sacerdote focolarino más carismático que he conocido», así se expresó un sacerdote italiano cuando supo de la noticia del fallecimiento del Padre Enrico Pepe, ocurrido el 2 de marzo de 2025 en el focolar sacerdotal de Grottaferrata (cerca de Roma). «Era una persona que tenía una mirada pura. Veía a las personas en la verdad y también con misericordia», así decía otro sacerdote de los Estados Unidos. Y el Cardenal João Braz De Aviz, prefecto emérito del Dicasterio para la vida consagrada, en la homilía del funeral que él presidió: «Agradezco al Señor por cómo el Padre Pepe nos cuidó a nosotros sacerdotes, ayudando a muchos a no extraviar el regalo de la vida cristiana y del sacerdocio ministerial, porque nos consolidó en la búsqueda continua de la unidad entre nosotros, con la Iglesia y con la Obra de María».

Pues bien, ¿quién era el Padre Enrico Pepe? Él mismo nos cuenta algo en su libro Un’avventura nell’unità (Una aventura en la unidad), Città Nuova, 2018).

Enrico nació el 15 de noviembre de 1932 en el pueblo de Cortino (en la provincia de Téramo, Italia), y era el primero de nueve hermanos y hermanas. Aun en medio de las sombras de la guerra, vivió una infancia feliz. Volvía siempre de buen grado a esos lugares, también para encontrarse con el calor de su familia: la “tribu” Pepe, con 76 entre sobrinos y sobrinos nietos.

Ya en la adolescencia, siente la vocación al sacerdocio y entra al seminario. Vive un momento de duda cuando una joven le expresa su afecto, pero justamente en esa circunstancia renueva con mayor conciencia su elección.

Es ordenado sacerdote en 1956 y en 1958 el obispo lo manda a Cerchiara, un pueblo a los pies de los Apeninos, dividido entre dos facciones políticas que impactan también la parroquia. El Padre Enrico, con su “astucia” evangélica, consigue hacerse camino y la situación se tranquiliza.

En 1963 conoce el Movimiento de los Focolares. Con el Padre Annibale Ferrari cada quince días van a Roma a encontrarse con el Padre Silvano Cola en el primer focolar sacerdotal. Un año más tarde, le propusieron ir a Palmares en el Noreste de Brasil, desde donde el obispo Monseñor Acacio Rodrigues había recurrido a los Focolares por la gran falta de sacerdotes. En 1965 el Padre Pepe fue nombrado párroco en Ribeirão, en una zona de cultivo de la caña de azúcar, con candentes problemas sociales y morales. Él da una respuesta pastoral iluminada por el Concilio Vaticano II y por su sentido común. Allí, con los años, nacerá un focolar sacerdotal del que también participaba muy a menudo el mismo obispo Acacio.

Tras haber transcurrido algunos meses en su Italia natal, parte nuevamente a Brasil, pero esta vez para dedicarse completamente al Movimiento y transmitir el espíritu de la unidad entre los sacerdotes. En 1972, con ese objetivo, se traslada a la Mariápolis Araceli, la ciudadela de los Focolares, cerca de San Pablo. «La Iglesia en Brasil –escribirá años después al Papa Francisco– atravesaba en ese entonces una crisis tremenda, sobre todo en el clero. Junto a los focolarinos y las focolarinas empecé a ofrecer a los sacerdotes y a los seminaristas diocesanos y religiosos la espiritualidad de la unidad. De esa manera se despertó una vida nueva, dinámica, en muchas diócesis y congregaciones religiosas». Con un fruto inesperado: «Al comienzo de la década de 1980, la Santa Sede empezó a nombrar obispos a algunos sacerdotes que vivían esta espiritualidad».

En 1984 le piden al Padre Pepe que vaya a formar parte del Centro Sacerdotal de los Focolares en la localidad de Grottaferrata (cerca de Roma), para tener a su cargo, junto con el Padre Silvano Cola, a los miles de sacerdotes que viven la espiritualidad de la unidad y coordinar la vida que florece en muchas parroquias de todo el mundo. En el tiempo libre, trabaja en la recopilación de vidas de Mártires y Santos. De allí nacerá un libro de la editorial Città Nuova, tan apreciado que se le pide que lo amplíe a tres volúmenes.

En 2001, estalla el caso del arzobispo de Zambia Milingo. Cuando éste se arrepiente, la Santa Sede busca a quién encomendarlo para que pueda recuperarse, y se dirige al Movimiento de los Focolares, Se le asigna al Padre Pepe esa tarea. Años más tarde, el Cardenal Bertone, en ese momento Secretario del Dicasterio para doctrina de la fe, le escribirá al Padre Pepe: «Nos conocimos en un momento especial de la vida de la Iglesia de Roma, sin que nos hubiéramos encontrado nunca, pero percibimos una tal convergencia de ideales, de misión y de transmisión del amor misericordioso de Dios, que todo ello selló nuestras relaciones».

Durante los últimos años, su salud le presenta nuevos retos. «En Brasil –comenta el Padre Pepe– he pisado tantos aeropuertos… y ahora me encuentro a menudo en la pista de despegue, listo para el último vuelo, el más bonito, porque nos lleva a lo Alto».

Hubertus Blaumeiser

Arturo, invisible

Arturo, invisible

Era una tarde preciosa, un clima ideal. El malecón de Lima estaba lleno de gente: familias enteras disfrutando de la playa, padres e hijos que llegaban con sus tablas y el equipo para practicar surf, escuelas de surf con sus maestros, turistas y gente vendiendo bebidas y todo lo necesario para ofrecer a ese enjambre de posibles compradores.

Estábamos acompañando a un amigo del norte del Perú que había venido a visitarnos. Con Marcelo lo llevamos hasta los lugares más amenos y atractivos. Al horizonte se veían los surfistas cabalgar con destreza las altas olas del océano Pacífico, que de pacífico tiene bien poco o nada. ¡Un verdadero espectáculo! El sol se preparaba para la última escena del día con una puesta exclusiva, pintando el cielo de un anaranjado rojizo fuego.

En ese hermoso contexto, donde solo una cierta clase social puede acceder, todo se desarrollaba a las mil maravillas. En el medio de la multitud, noté a un hombrecillo delgado como un palillo cargando cuatro bolsas de reciclado que él mismo había ido recolectando: cartones, botellas de plástico, de vidrio, otros materiales de descarte… Este ser diminuto, completamente invisible en ese ambiente, se preparaba para subir unas altas escaleras que llevan al pasaje aéreo que atraviesa la autopista de un lado al otro, de la playa a la carretera. Parecía una hormiguita con una carga tres veces su peso.

En esa multitud sin rostro, su presencia atrajo toda mi atención. “Ven, siéntate un ratito junto a mí”, le dije, señalándole el lugar vacío a mi derecha del banco en el que estaba sentado. Me miró sorprendido y sonriente. Dejó sus bolsas y se sentó. “Hola, me llamo Gustavo, ¿y tú?”. “Arturo”, respondió con una amplia sonrisa que mostraba una boca desdentada. Me explicó que venía de lejos y que tenía que pasar al otro lado de la autopista, subiendo la impresionante escalera, para tomar el bus que lo llevaría hasta su casa. Allí, en su barrio, vendería todo el material descartado que había recolectado. Era su trabajo cotidiano para lograr sobrevivir, él y su familia.

Marcelo le ofreció 5 soles, el precio del pasaje en bus. Lo saludamos estrechando calurosamente su mano llena de sudor, deseándole buena suerte. Mientras subía las escaleras, cargando con sus bolsas, cada tanto dirigía su mirada hacia nosotros y nos regalaba su sonrisa desdentada.

En medio de la multitud sin rostro, Arturo pasó a ser la persona más importante, la que tocó nuestros corazones, la que nos movilizó interiormente, quien nos conectó con las bienaventuranzas, con el modo de mirar de Dios.

Gustavo E. Clariá

África: continente de esperanza

África: continente de esperanza

El continente africano está formado por 54 Estados. Está atravesado por el Ecuador y los trópicos de Cáncer y Capricornio, por lo que gran parte del territorio se ubica en la zona tórrida y se caracteriza por desiertos, sabanas y selvas tropicales. Es el continente con mayor superficie afectada por clima árido y cálido. Treinta millones de kilómetros cuadrados con aproximadamente mil cuatrocientos millones de habitantes.

Jesús Morán, copresidente del Movimiento de los Focolares, acompañado de algunos miembros del Centro internacional visitó algunos países del este y oeste del continente entre el 13 de enero y el 9 de febrero de 2025. Margaret Karram, presidente del Movimiento de los Focolares, se conectó en directo en nueve ocasiones, especialmente durante los días dedicados a los encuentros con las comunidades locales.

Un viaje que recordaremos durante mucho tiempo”, ha dicho Jesús Morán. “Este viaje ha quedado grabado en nuestros corazones”, añadió Margaret Karram “Muchos lo han definido como un ‘viaje histórico’. Yo todavía tengo presente, aunque los he visto a través de las conexiones, sus rostros, sus sonrisas, su decisión”. “Me ha impactado mucho el testimonio de las comunidades del Movimiento al vivir el Evangelio con radicalidad. Creo que pueden enseñarnos mucho”.

Costa de Marfil, Sierra Leona, Kenia, Ruanda, Burundi fueron las etapas de este viaje, pero a muchas de las reuniones asistieron muchas otras personas de varios otros países africanos.

Es imposible resumir la intensidad y riqueza de la vida que se vive en cada comunidad. Volvemos a proponer aquí una parte de la Conexión del 15 de marzo de 2025 en la que repasamos este viaje, una inmersión en la vida y la cultura del continente africano.

Llamados a la esperanza, protagonistas del diálogo

Llamados a la esperanza, protagonistas del diálogo

Del 26 al 29 de marzo de 2025, en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo (Italia), se celebrará el Congreso ecuménico cuyo título es: Called to hope – Key players of dialogue (Llamados a la esperanza, protagonistas del diálogo). Ha sido promovido por el Centro Uno, secretaría internacional para la unidad de los cristianos del Movimiento de los Focolares; participarán más de 250 fieles de 20 Iglesias cristianas provenientes de más de 40 países de 4 continentes, entre ellos Filipinas, Serbia, Bulgaria, Eslovaquia, Irlanda, Venezuela, Estados Unidos, etc. El evento será traducido en 15 idiomas y se transmitirá en directo on line.

El jueves 27 de marzo en Roma, en la Basílica de San Pablo Extramuros (a las 16:00 h.), está prevista una oración ecuménica de reconciliación y por la paz, abierta a todos.

En el programa del congreso se profundizarán, además, los tres eventos y aniversarios que se celebran este año: en el contexto del Año Jubilar “Peregrinos de la Esperanza” de la Iglesia Católica, recordaremos los 1.700 años del Concilio de Nicea, la coincidencia de la fecha de celebración de la Pascua para todas las Iglesias, y los 60 años desde la abolición de las excomuniones recíprocas entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla.

Entre las personalidades ecuménicas presentes intervendrán: Mons. Andrea Palmieri, Subsecretario del Dicasterio vaticano para la Unidad de los Cristianos; Mons. Derio Olivero, Presidente de la Comisión episcopal para el ecumenismo y el diálogo de la Conferencia Episcopal Italiana; Prof. Dr. Martin Illert, representante del Consejo Mundial de las Iglesias (CMI); Arzobispo Khajag Barsamian, representante de la Iglesia apostólica armenia ante la Santa Sede, Dra. Natasha Klukach, Directora de Investigación y Operaciones del Foro Cristiano Global; Dr. William Wilson (en video mensaje), Presidente de la Fraternidad Mundial Pentecostal; Dra. Elisabeth Newman de la Alianza Bautista Mundial, Dra. Margaret Karram y Dr. Jesus Morán, Presidenta y Copresidente del Movimiento de los Focolares.

¿Por qué es urgente trabajar por el ecumenismo?

En este tiempo de divisiones y grandes retos –guerras, flujos de refugiados en todo el mundo, injusta distribución de la riqueza, daños casi irreversibles al ecosistema terrestre─ como cristianos estamos llamados a testimoniar juntos la esperanza del Evangelio y a ser protagonistas de diálogo y unidad, comprometiéndonos a vivir juntos por la paz, a construir fraternidad, a difundir esperanza. La unidad de los cristianos es determinante para restaurar la paz allá donde falta.

Stefania Tanesini