El martes 4 de marzo se ha inaugurado el 17º año académico del InstitutoUniversitarioSophiaen Loppiano (provincia de Florencia, Italia). La ceremonia se llevó a cabo en el Aula Magna del Instituto, en presencia de toda la comunidad académica y de una representación de la rica red de relaciones y colaboraciones que el Instituto Universitario Sophia, en estos 17 años de vida, ha sabido establecer con las Instituciones, con las otras Universidades y las realidades del tercer sector.
Intervinieron: el Rector Declan O’Byrne; el Gran Canciller del Instituto, S. E. Mons. Gherardo Gambelli, Arzobispo de Florencia; la Vice Canciller, la Doctora Margaret Karram, Presidente del Movimiento de los Focolares, el obispo de Fiesole (Italia), S. E. Mons. Stefano Manetti; el alcalde de Figline e Incisa Valdarno, Valerio Pianigiani; Paolo Cancelli, director de la Oficina para el desarrollo de la Pontificia Universidad Antonianum; Marco Salvatori, Presidente del Centro Internacional de Estudiantes ‘Giorgio La Pira’.
Momento central de la ceremonia fue el discurso inaugural, que tuvo como título “Diálogo, religiones, geopolítica” desarrollado por Fabio Petito, Profesor de Relaciones Internacionales y Director de la Freedom of Religion or Belief & Foreign Policy Initiative en la Universidad de Sussex, como así también coordinador científico del Programa Religiones y Relaciones Internacionales del Ministerio de Relaciones Exteriores italiano y del ISPI (Instituto para los estudios de Política Internacional). Petito hizo hincapié en que actualmente, “lareligión parece formar parte e incluso estar, a veces, en el centro del actual escenario de inestabilidad y crisis internacional”. Sin embargo, aunque se trate de un fenómeno menos visible en su globalidad , “no se puede negar que en el último cuarto de siglo ha habido un significativo crecimiento del esfuerzo de los representantes de las comunidades religiosas por responder a la violencia y a las tensiones políticas, a través de iniciativas de diálogo y colaboración interreligiosa”. De esa forma Petito subrayó la importancia de que lugares como el Instituto Universitario Sophia pueden llegar a tener al profundizar y difundir la cultura del encuentro y “hacer florecer pequeñas semillas de esperanza y frutos de unidad y fraternidad humana”.
Prof. Fabio Petito
En el característico estilo de Sophia, que es una comunidad académica y un laboratorio de vida, formación, estudio e investigación, tras el discurso de apertura hubo un momento de diálogo, moderado por el periodista y vaticanista Andrea Gagliarducci (Eternal Word Television Network y ACI Prensa). Participaron en él como protagonistas el Gran Canciller Mons. Gherardo Gambelli, en su primera visita al Instituto, la Vice Gran Canciller Doctora Margaret Karram y seis estudiantes de la Universidad.
El diálogo, a partir de las historias personales de los jóvenes provenientes de Tierra Santa, Filipinas, Argentina, Kosovo, Sierra Leona y Perú, tocó temas de importancia global y de candente actualidad: el valor de la diplomacia desde abajo para la resolución de los conflictos y búsqueda de la paz; el compromiso por una economíamás justa y equitativa, con la experiencia de la Economy of Francesco; el rol de los jóvenes del Mediterráneo en la construcción de una cultura del encuentro; el valor de la
reconciliación y del diálogo interreligioso, en particular entre cristianos y musulmanes con la experiencia sophiana de Wings of Unity; las esperanzas de los jóvenes africanos comprometidos en el proyecto Together for a New Africa, para el cambio y el bien común de su continente; las inquietudes y las fragilidades de los jóvenes en busca de una vocación y realización en el mundo globalizado.
La inauguración del año académico 2024-25 ha puesto de manifiesto, una vez más, la capacidad de esta aún pequeña realidad académica de formar jóvenes preparados para afrontar la complejidad del mundo actual, en una perspectiva trans-disciplinaria y de trabajar en sinergia con especialistas de varios campos e Instituciones para promover en lo concreto de la vida social el diálogo entre las culturas, dando impulso al crecimiento interior, intelectual y social de las personas en una dinámica de reciprocidad.
Declaraciones
El Gran Canciller del Instituto, S. E. Mons. Gherardo Gambelli, Arzobispo de Florencia: “Entre los objetivos del Instituto se encuentra el de “promover en lo concreto de la vida social el diálogo entre las culturas, dando impulso al crecimiento interior, intelectual y social de las personas en una dinámica de reciprocidad”. Varias palabras-clave surgen en este proyecto: promoción, vida social, diálogo, crecimiento interior, intelectual y social, reciprocidad. Términos todos dirigidos hacia el crecimiento personal, haciendo que cada uno sea capaz no sólo de saber habitar de una manera digna el “nosotros” de la comunidad en la que está insertado, sino también de sentirse cada vez más habitado por ese “nosotros” al que pertenece. Un “nosotros” que no quiere contraponerse a un hipotético “ustedes”, sino que se vuelve capaz día tras día de abrazar todo lo que se presenta con el rostro del otro, del distinto, del descartado”.
La Vice Gran Canciller, Doctora Margaret Karram, Presidenta del Movimiento de los Focolares: “Es importante que en una institución como la nuestra se ponga de relieve el diálogo y el rol de las religiones en la actual situación mundial, en la que – como estamos viendo en estos últimos días– personas y pueblos corren el riesgo de hundirse en la desorientación y el abatimiento. […] También el Instituto Universitario Sophia, en cuanto ‘casa’ de una cultura basada en el Evangelio, está comprometido con y en la Iglesia a brindar respuestas y orientaciones a la luz del Carisma de la unidad. Nos corresponde ahora a nosotros la tarea de ir adelante con valentía y comprometernos a fin de que se reconozca aún más el aporte de este Instituto Universitario para la promoción de la cultura de la unidad que contribuye a construir la paz y la fraternidad entre personas y pueblos”.
Declan O’Byrne, Rector del Instituto Universitario Sophia: “Juntos, como comunidad académica unida por un ideal común, sigamos construyendo Sophia como un faro de sabiduría y unidad en el panorama de la educación superior. Que nuestro compromiso colectivo pueda seguir iluminando las mentes, inspirar los corazones y transformar la sociedad, paso a paso, hacia esa civilización del amor a la que todos aspiramos”.
Valerio Pianigiani, alcalde de Figline e Incisa Valdarno: “Frente a divisiones y violencias que no pueden dejarnos indiferentes, el saber, el conocimiento, la tolerancia y la comprensión del mundo que nos circunda pueden ser el antídoto contra la brutalidad y las divisiones. Un puente que ayuda a la comprensión del otro, en la óptica de trabajar todos juntos y de comprometerse por un bien común. Doy las gracias a los que trabajan en este Instituto con pasión y compromiso día a día, para cultivar mentes cada vez más conscientes, aquí también, en Figline e Incisa Valdarno, una comunidad que crece firmemente en el valor de la paz, de la solidaridad y del diálogo”.
Stefano Manetti,obispo di Fiesole: “El compromiso de dialogar y comunicar con todos acorta las distancias, elimina las marginaciones, se vuelve un signo de esperanza evangélico que necesitamos muchísimo. Por ello, les deseo a los docentes y a los estudiantes que sigan rescatando a los últimos, a través del regalo de las relaciones y la compartición de los temas culturales, para seguir siendo ‘ángeles de la esperanza’ para todos aquellos con quienes ustedes se encuentren en su camino”.
Paolo Cancelli, director de la Oficina para el desarrollo de la Pontificia Universidad Antonianum: “Estamos convencidos de que debemos trabajar juntos en la cultura del diálogo como camino, en la colaboración común como conducta, en el conocimiento recíproco como método y criterio. […] Debemos poner en el centro la humildad, la vocación de estar el servicio de un proceso en el que tenemos una certeza: nadie se salva solo. Y justamente en esa lógica, que es la de la sinfonía de las diversidades, ha llegado el momento de poner en el terreno nuestros talentos, nuestras emociones, nuestras voluntades, para construir la que es la oportunidad de un futuro distinto. Un futuro en el que la fraternidad y la armonía puedan de alguna manera acompañarnos en esa sinfonía de las diversidades que hacen auténtica la misión universitaria. Creo que a nivel académico y a nivel científico, ésta se realiza si hay una acción inter y trans-disciplinaria. Delante de nosotros tenemos un poliedro de complejidad y no podemos resolver situaciones solos, desde una única materia. Necesitamos la idea de estar juntos”.
Marco Salvadori, Presidente del Centro Internacional de Estudiantes ‘Giorgio La Pira’: “Con gran alegría les traigo el saludo del Centro Internacional de estudiantes ‘Giorgio La Pira’. La inauguración de un nuevo año académico siempre es un momento de gran entusiasmo y reflexión. Es la oportunidad de mirar hacia adelante, de recoger los retos y de dar nuestro aporte a la construcción de un mundo más justo y sustentable a través del estudio, el compromiso y la dedicación. Lo que hoy celebramos no es sólo el comienzo de un nuevo año académico, sino también la posibilidad de aprender, de crecer juntos y construir vínculos duraderos entre culturas y generaciones. Entonces, les deseo a todos, particularmente a los jóvenes estudiantes, un año rico de descubrimientos y de crecimiento personal y profesional”.
Querido Papa Francisco, tal vez no lo recuerda, pero nos conocimos el 26 de septiembre de 2014, cuando Ud. recibió en audiencia privada a una delegación del Movimiento de los Focolares. Yo formaba parte de ese grupo, Luciana Scalacci de Abbadia San Salvatore, en representación de las culturas no religiosas que también tienen una casa en los Focolares. Soy una de esas personas que –como me dijo una vez Jesús Morán– “ayudaron a Chiara Lubich a abrir nuevas pistas para el carisma de la unidad”. Soy una persona no creyente que ha recibido mucho del Movimiento.
En ese día extraordinario, tuve el privilegio de intercambiar con Ud. algunas palabras que nunca olvidaré, y que aquí le transmito.
Luciana: «Santidad, cuando Ud. asumió el cargo de obispo de Roma, yo le escribí una carta, aun sabiendo que Ud. no tendría la oportunidad de leerla, por las tantas cartas que recibe, pero para mí era importante hacerle llegar mi afecto y mis buenos deseos, porque yo, Santidad, no me reconozco en ninguna fe religiosa, pero desde hace más de 20 años formo parte del Movimiento de los Focolares, que me devolvió la esperanza de que todavía es posible construir un mundo unido».
Papa: «Rece por mí, o mejor dicho, Ud. que no es creyente, piense en mí con fuerza, piense en mí siempre, lo necesito».
Luciana: «Pero mire, Santidad, que a mi manera yo rezo por usted.».
Papa: «¡Eso! una oración laica y piense en mí con mucha fuerza, lo necesito».
Luciana: «Santidad, ¡buena salud, con coraje, con fuerza! La Iglesia Católica y el mundo tiene necesidad de usted. La Iglesia Católica tiene necesidad de Ud.».
Papa: «Piense en mí con fuerza y rece laicamente por mí».
Ahora, querido Papa Francisco, Ud. está en una cama de hospital, y yo también estoy en las mismas condiciones. Ambos delante de la fragilidad de nuestra humanidad. Quería asegurarle que no dejo de pensar en Ud. y rezar laicamente por Ud. Ud. rece cristianamente por mí. Con afecto,
En este mes de febrero celebramos la 11ª edición de la Jornada Mundial de oración y reflexión contra la Trata de Personas, que se celebra cada año el 8 de febrero con motivo de la festividad de Santa Josefina Bakhita, la monja sudanesa que de niña vivió la dramática experiencia de ser víctima de trata.
Este año el evento se inspira en la invitación del Papa Francisco a ser peregrinos de paz y apóstoles de la esperanza y se enmarca en los eventos vinculados al Jubileo 2025. El tema elegido es: Embajadores de la esperanza: Juntos contra la Trata de Personas.
Celebrada en todo el mundo, la Jornada Mundial de oración y reflexión contra la Trata de Personas fue instaurada por el Papa Francisco en 2015. La coordinación, confiada a Talitha Kum, se vale de una red de organizaciones – entre ellas el Movimiento de los Focolares – con el objetivo de rezar juntos, reflexionando colectivamente sobre las realidades de la trata de personas y apoyando a las víctimas, los sobrevivientes y las poblaciones vulnerables. En particular, esta iniciativa tiene como objetivo promover y ayudar a las mujeres, los niños, los migrantes, los refugiados y los jóvenes.
Este año, durante la semana del 4 al 10 de febrero, se realizarán diversos eventos orientados a crear conciencia sobre el tema. Más de 100 representantes de diferentes organizaciones asociadas (jóvenes de todo el mundo, simpatizantes y activistas, supervivientes, refugiados, migrantes y figuras públicas de la industria del arte y el cine) se reúnen en Roma para promover un llamamiento a la esperanza, la paz, el amor y la unidad de la Iglesia católica con el fin de sanar las heridas del mundo. Entre los diversos eventos, el 6 de febrero, de las 16 a las 19 horas (hora italiana), el Gen Verde participará en el evento “Invocar la esperanza y promover eventos de sanación” en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz.
Pero el evento central será la peregrinación online prevista para el 7 de febrero de las 11.30 a las 16.30 (hora italiana): un maratón de oración y reflexión a través de todos los continentes y disponible en cinco idiomas.
El Dicasterio para la Doctrina de la Fe publicó recientemente la Declaración “Dignitas Infinita” que se refiere a las graves violaciones de la dignidad humana, como la trata de personas descrita como “una actividad innoble, una vergüenza para nuestras sociedades que pretenden ser civilizadas”. Asimismo, subraya la importancia de combatir fenómenos como “el tráfico de órganos y tejidos humanos, la explotación sexual de niños y niñas, el trabajo esclavo, incluida la prostitución, el tráfico de drogas y de armas, el terrorismo y el crimen organizado internacional”. También se mencionan las repercusiones de este crimen contra la humanidad. “La trata de personas desfigura la humanidad de la víctima, ofendiendo su libertad y su dignidad”.
Actualmente se estima que 50 millones de personas están afectadas por la esclavitud moderna en todo el mundo. Quienes más sufren las consecuencias son las mujeres y los niños. El Año Jubilar y el tema de la esperanza resaltan la importancia de promover este valor también a través de acciones concretas como la lucha global contra la horrible realidad de la trata de personas. Por eso estamos llamados a la acción, a ser embajadores de esperanza, porque la dignidad y la fraternidad humana que todos defendemos están en grave peligro.
Paz, acogida, valentía, justicia, diálogo, esperanza, solidaridad, juntos, fraternidad, unidad: palabras que expresan nuestro compromiso planetario, fuerte, concreto, que inicia por pequeños gestos cotidianos, para que callen las armas y cesen todos los conflictos, en cada rincón del mundo.
[…] Estar convencidos de que, para que la civilización del amor sea una realidad, hay que hacer estallar en el mundo una corriente de amor que lo invada; sin ella todo queda a nivel de un sueño, y está destinada a morir. […] El amor. Enseñar a amar. Pero sabe amar realmente quien se sabe sinceramente amado. Esta es una constatación humana, pero no es menos válida en el ámbito sobrenatural. Saber que somos amados. ¿Por quién? Por Aquel que es el Amor. Tenemos que abrir los ojos al mayor número posible de nuestros hermanos para que vean, descubran la fortuna que poseen, a menudo sin saberlo. No están solos en esta tierra. Existe el Amor; tienen un Padre que no abandona a los hijos a su destino, sino que quiere acompañarlos, custodiarlos, ayudarlos. Es un Padre que no carga pesos insoportables sobre los hombros de los demás, sino que es el primero en llevarlos; en nuestro caso: que no deja la renovación de la sociedad solo a la iniciativa de los hombres, sino que es el primero en ocuparse de ella. Es necesario que los hombres lo sepan y recurran a Él conscientes de que nada le es imposible. Creer, pues, que somos amados por Dios para poder lanzarnos con mayor fe a la aventura del amor y trabajar junto a Él por una Nueva Humanidad. Después, poner al hombre en el centro de nuestros intereses y compartir con él desgracias y éxitos, bienes espirituales y materiales. Y, para amar bien, no ver en las dificultades y distorsiones y sufrimientos del mundo solo males sociales que hay que remediar, sino descubrir en ellos el rostro de Cristo, que no desdeña esconderse bajo cada miseria humana. Él es el resorte que desencadena las mejores energías de nuestro ser ─especialmente de los cristianos─ en favor del hombre. Y puesto que el amor del que hablamos ciertamente no es solo filantropía, ni solo amistad, ni pura solidaridad humana, sino sobre todo un don que viene de lo Alto, ponerse en la mejor disposición para adquirirlo, alimentarse y vivir de la Palabra de Dios. […] Y que cada uno en su pequeño o gran mundo cotidiano, en la familia, en la oficina, en la fábrica, en el sindicato, en lo vivo de los problemas locales y generales, en las instituciones públicas de la ciudad o de más grandes dimensiones, hasta la ONU, sea verdaderamente constructor de paz, testigo del amor, factor de unidad.
Casi 9.000 kilómetros de distancia desde Loppiano (Italia), sede del grupo internacional Gen Rosso. Por primera vez la banda ha aterrizado en Mongolia, el país del Asia Oriental encerrado entre Rusia y China. Ha sido por una invitación del Prefecto Apostólico Cardenal Giorgio Marengo, que guía la joven y ferviente Iglesia católica de Mongolia (son alrededor de 1.500 los bautizados sobre una población de tres millones y medio de habitantes), como una etapa de preparación de las comunidades al Jubileo de la Iglesia Católica de 2025. “Una Iglesia joven, hecha de jóvenes, que necesita un lenguaje joven para hablarle a la gente –así se expresaba el Cardenal–. Crecí con los cantos del Gen Rosso. Luego, una persona me propuso que los contactara para hacerlos venir aquí a Mongolia. Lo pensé como una oportunidad de realizar una animación misionera al estilo del Gen Rosso, que es adecuado especialmente para una realidad como Mongolia, en donde la Iglesia está en sus comienzos. El lenguaje del arte, de los textos del Gen Rosso tienen un horizonte muy amplio y por lo tanto me pareció una ocasión de oro”.
Del 23 de noviembre al 2 de diciembre de 2024 el Gen Rosso se reunió con algunos centenares de personas, sobre todo jóvenes que participaron en varios talleres de diferentes disciplinas artísticas – danza hip hop, broadway, party dance y canto coral– para terminar con un concierto que se llevó a cabo el uno de diciembre en la capital Ulan Bator.
“Hemos pensado en hacer un concierto ‘participado’ al que han aportado incluso los jóvenes del lugar con quienes nos hemos encontrado los primeros días de nuestra permanencia en Mongolia –la banda nos cuenta–. ¿Cuál es el objetivo? Favorecer el intercambio cultural entre los jóvenes y prepararlos para ser animadores con todos nosotros del concierto del 1 de diciembre. Hemos cantado principalmente en inglés, algo en italiano y por lo menos una estrofa de la canción “Esperanza de paz” (Hopes of Peace) en idioma mongol. El deseo ha sido el de ser un aporte a la promoción de una cultura de paz y fraternidad, fundada en los valores de la compartición y la unidad”.
En la agenda un programa intenso: los encuentros con los niños del orfanato, con los que no tienen una morada fija y con algunas familias nómades. “Una gran emoción poder estar con ellos, cantar las canciones junto con los niños, dar esperanza a esas personas, pero también conocer su cultura y sus tradiciones” –comentan Emanuele Chirco y Adelson Oliveira del Gen Rosso–. Luego, se realizó un encuentro con jóvenes artistas del lugar para promover, a través de la música y el arte, una cultura de paz y fraternidad. De hecho, la banda, nacida en el año 1966 en Loppiano por inspiración de Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, difunde justamente esos valores a través de la música. Antes de regresar, el Gen Rosso fue recibido también por la Embajadora de Italia en Mongolia, doctora Giovanna Piccarreta.
El viaje del Gen Rosso fue una etapa importante para la comunidad local. Aquí en 2002, cuando el Papa Juan Pablo II erigió la Prefectura, la Iglesia mongol contaba con poco más de un centenar de fieles y pocos religiosos y sacerdotes. El Cardenal Giorgio Marengo llegó en 2003 como misionero de la Consolata. La comunidad de los creyentes sigue creciendo poco a poco. En 2023 fue el histórico viaje del Papa Francisco para llevar un mensaje de esperanza.
“Ha sido una hermosa experiencia de amistad con el Gen Rosso, en donde se sentía ese común denominador que es Jesús que nos une –comenta el Cardenal Marengo al finalizar la gira–. Enseguida nos hemos sentido en sintonía. Conservo en mi mente también la belleza de ver que los varios miembros de la banda se relacionan entre ellos con una atención fraterna. Y la certeza de que cuando subieran al escenario, ofrecerían una experiencia de belleza, de profundidad para que las personas reflexionaran”.
Lorenzo Russo
Para informaciones y próximos encuentros con el Gen Rosso: www.genrosso.com