Movimiento de los Focolares
Comunión, las nuevas palabras de la economía

Comunión, las nuevas palabras de la economía

En el volumen “Comunión, las nuevas palabras  de la economía”, el economista Luigino Bruni presenta la Economía de Comunión (EdC) a través de algunas palabras-clave: gratuidad, trabajo, empresa, cooperación, felicidad, reciprocidad, fraternidad y pobreza. Son palabras que, todas juntas, invitan a la comunión. Palabras antiguas que, en la experiencia de la EdC, toman un significado distinto.

“La comunión es la tensión profunda de la economía y el fundamento del proyecto de la Economía de comunión, que tiene como objetivo el surgimiento de empresas que se gestionan con una cultura nueva, la “cultura del dar”, escribe el autor en la introducción.

La EdC es un proyecto económico que involucra hoy a centenares de empresas, pero que es también mucho más que eso. La Economía de comunión, en efecto, incorpora también un humanismo.

Las empresas vinculadas a la EdC son empresas privadas, plenamente integradas en el mercado, que aún salvando la propiedad privada de los bienes ponen en común las utilidades.

En el prefacio de su libro, Bruni escribe que pretende relatar el significado de vivir la comunión en la economía hoy, pero también testimoniar la evolución de su comprensión de la EdC, así como se ha extendido en los primeros años de vida. “He viajado por varios países y pude penetrar las diversas dimensiones de este proyecto, que –hay que recordar siempre- nace de una espiritualidad, y se coloca por lo tanto constitutivamente entre ‘cielo y tierra’ es decir entre profecía e historia. Los diversos capítulos del libro son las etapas de un viaje, muy diferentes, pero vinculadas unas con otras: un viaje, personal  y colectivo, que aún continúa. En especial, testimonia una nueva comprensión de las dimensiones de la empresa, del mercado y, sobre todo de la pobreza, una realidad que se me fue abriendo poco a poco que la fui mirando en sus diversos aspectos buscándola en las varias regiones del mundo”

Según el autor “comunión” es el nombre nuevo de la paz. En los años sesenta se hablaba mucho de desarrollo y se esperaba que el desarrollo generalizado y extendido a los países hasta entonces marginados, habría resuelto en sus raíces las razones de los conflictos y de las guerras. Hoy, después de decenas de gran desarrollo económico, constatamos que por sí solo no es suficiente para asegurar la paz. El crecimiento económico puede ocurrir menoscabando otros valores importantes para la convivencia civil, como por ejemplo el ambiente, la justicia, la solidaridad.  

Por este motivo el autor está convencido que la profética frase de Pablo VI en la Encíclica Populorum Progressio: “Desarrollo es el nuevo nombre de la paz”, hoy puede ser interpretada como “Comunión es el nuevo nombre de la paz”

Sin comunión, no existe desarrollo auténtico y sostenible, ni para los individuos, ni para los pueblos, ni para el planeta.

de Gina Perkov

Fuente:  EdC online

Comunión, las nuevas palabras de la economía

Dos perspectivas comunicacionales de Papa Francisco

Card. Bergoglio con miembros de algunos movimientos. Susana Nuin esta a su izquierda (2011)

Vivimos tiempos cargados de significado, detrás de las puertas que se cerraron como símbolo de un servicio que llegó a su fin, se abrieron de “par en par” puertas en la misma Iglesia. El mismo papado de Francisco, es hoy heredero de los nuevos aires, a los que llamó en causa la decisión de Benedicto XVI.

Estamos ante un hito del Espíritu, esta vez lo marca el hecho de la elección de un Papa latinoamericano por primera vez en la historia… Francisco llega a la cátedra de Pedro, siendo expresión de una Iglesia continental de la cual ha sido constructor comprometido en el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). No trae solo el legado de su pueblo de origen, trae el legado de un episcopado Latinoamericano que desarrolla un ejercicio de servicio como lo expresa la vida de los casi 60 años del CELAM, servicio a la comunión y colegialidad. Llega como hijo espiritual de San Ignacio de Loyola, como conocedor y reconocedor de la vida de San Francisco de Asís, en quien se inspira, y toma su nombre. Trae consigo una vida personal y comunitaria latinoamericana, y una trayectoria fundada en las instituciones que lo respaldan.

Dos pistas comunicacionales emergen en estas primeras semanas de su servicio a la Iglesia universal. La primera: austeridad, sobriedad, sencillez, desprovista de apariencia y centrada en la cercanía con los demás. La segunda potente comunicación: se basó en realidades centrales del Vaticano II, evento que marcó época y del cual celebramos los 50 primeros años.

Desde el momento de su primer aparición en público, expresó un camino de reciprocidad entre el pueblo y su pastor: “Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad”.

Ante los 6000 periodistas reunidos en la sala Pablo VI, confirmó su concepción eclesial: somos el Pueblo de Dios en camino… Y Subrayó la decisión del camino del diálogo hecho realidad, al segundo día de su Pontificado, en la reunión con los representantes de las otras iglesias cristianas, y en la misma línea se dirigió a los representantes de las distintas religiones que lo acompañaron en la asunción del ministerio de Pedro. Queda claro en papa Francisco el deseo de una Iglesia pobre como lo manifestó en su encuentro con los comunicadores cuando dijo: “¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!”. Sus palabras manifiestan el anhelo del papa de caminar según las huellas de Jesús de Nazaret.

Una propuesta desafiante abre su papado, una comunicación esencial: la de Jesús con los suyos, la de Pedro, una marcha emprendida hacía la Iglesia de los orígenes, cuando afirma: “Ciertamente Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de qué poder se trata? (…). Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio”.

Un año y medio atrás tuvimos el gusto, con un grupo de amigos de distintos movimientos de Argentina, de compartir una prolongada conversación mano a mano con el entonces cardenal Bergoglio. Nos convocaba la Doctrina Social de la Iglesia, una de sus pasiones. La atención con que siguió cada uno de los comentarios y aportes de la conversación, manifestaba claramente su interés por el tema, por llegar a los barrios más necesitados y poder operar una real transformación en el orden de la acción evangélica capaz de no dejar las cosas como están.

De Susana Nuin (desde Roma)

Comunión, las nuevas palabras de la economía

Cuando la puerta de casa está abierta

«Sandra, desde pequeña, demostró siempre una gran apertura hacia todos. Se lo enseñamos nosotros, sus padres, sin embargo, cuando un día nos pidió que alojáramos en nuestra casa a una amiga suya con dificultades, quedamos un poco perplejos. Sandra, estaba tan firme, que no le pudimos decir que no.

Decidimos por lo tanto ceder a todos los prejuicios y recibir a su amiga como a una hija. Esta chica, sintiéndose amada, poco a poco, comenzó a contarnos sus problemas familiares. Se quedó con nosotros algunos días y cuando se fue nos lo agradeció mucho. En realidad, éramos nosotros los agradecidos a nuestra hija, que nos había dado la oportunidad de abrir nuestro corazón y crear una relación profunda con su amiga. Junto con ella, nuestra hija organizó ayudas varias  para la gente que había sufrido el terremoto, recogiendo una gran cantidad de ropa, juegos y huevos de Pascua.

Nuestro hijo Máximo, cuando era pequeño, nos había sorprendido, pues un día, abriendo la puerta de casa a un pobre que tenía un niño chico, corrió a su cuarto a buscar un autito de colección, su preferido, para dárselo a ese niño. Cuando creció, nos pareció que se alejaba de nosotros, indiferente a lo que le decíamos, intolerante con nuestra disponibilidad hacia los demás. Como padres sabíamos que no lo teníamos que molestar con sermones, estábamos seguros que Dios habría continuado indicándole el camino justo. El año pasado, cuando subía al avión que lo llevaba al extranjero a estudiar, nos entregó una carta para sus amigos, diciéndonos que podíamos leerla también nosotros. Era un modo de revelarnos los tesoros de su alma que no habíamos sabido ver. Un regalo inesperado que colmaba un vacío en nuestros corazones.

Siempre tratamos de transmitir a nuestros hijos la apertura hacia todos. Así comenzó también la historia de la amistad con Joe. Con un ruidoso timbrazo. Cuando abrimos la puerta, nos encontramos delante de un joven de Nigeria que quería vender algún objeto. Como muchos compatriotas suyos, vivía trabajando como vendedor ambulante. Le compramos algo, un fregón para la cocina, era un pequeño objeto útil. Pero nos pareció poca cosa. Lo hicimos entrar, nos intercambiamos los números de teléfono, prometiéndole que lo habríamos invitado a uno de nuestros encuentros en la parroquia. Cuando se acercó el día de la reunión, nos acordamos de Joe. Estábamos en duda sobre si llamarlo o no, pero cuando lo llamamos él respondió con entusiasmo, diciendo: “Todos parecen amables al principio, pero luego enseguida se olvidan”. Desde entonces, mantuvimos con él un vínculo fuerte, compartiendo las dificultades y buscándole un trabajo, algo que no era fácil a causa de su situación irregular. Lo ayudamos a encontrar alojamiento y éramos muchos los que lo apoyábamos. Más adelante Joe se casó, tuvo un hijo. Cuando nos pidió que fuéramos los padrinos del hijo, con emoción pensamos en nuestra larga amistad, una de las muchas amistades que nacieron abriendo la puerta de casa».

  (Maria Luisa y Giovanni, Italia)

Comunión, las nuevas palabras de la economía

Austria: señales de Iglesia viva

Entre los varios desafíos que la Iglesia católica enfrenta hoy, existe  la disminución de las vocaciones sacerdotales que vuelve arduo el desarrollo de las tareas tradicionalmente reservadas al párroco.

Por otro lado el Concilio Vaticano II confirió gran dignidad a los laicos, abrió puertas a la acción concreta de los fieles, que, en el ámbito parroquial, sostienen y a veces sustituyen la actividad del sacerdote donde es posible.

He aquí algunas experiencias maduradas en Austria en algunas parroquias católicas, donde hay miembros del Movimento parroquial del Movimiento de los Focolares.

Traunkirchen, a 80 Km de Linz. Brigitte pertenece a un pequeño grupo pastoral encargado de una parroquia. Se ocupa de la liturgia y de la atención a los enfermos. Este grupo tiene confiada toda la gestión dado que el párroco no está presente y debe atender  los servicios religiosos de 5 parroquias. Un rol que no es fácil porque los grupos pastorales son una novedad también en Austria donde el primado de Viena, Card. Schönborn, hace pocos años lanzó la “unidad pastoral” para dar mayor responsabilidad a los laicos. Así los sacerdotes están más libres para las tareas de su exclusiva competencia.

Rif es una parte de la ciudad de Hallein en la provincia de Salisburgo, en la periferia de la gran ciudad.

Aquí fue necesario construir una nueva iglesia porque la comunidad cristiana está creciendo. Un sacerdote, una religiosa y un asistente pastoral se ocupan de 3 parroquias, en una “unidad pastoral” armoniosa. Y pensar que una de ellas recién nació mientras que las otras reciben desde hace siglos la alta burguesía de Salisburgo.

Gabi, en Viena, es asistente pastoral y hace todo lo necesario para que la parroquia salga adelante. Participa en el  Consejo pastoral y trajo un entusiasmo nuevo y contagioso organizando grupos donde se intercambian experiencias sobre la palabra de Dios.

María Rudorf, dejó un trabajo estable e interesante en un negocio para ponerse a disposición de una comunidad de sacerdotes. Con ellos durante muchos años ayudó a sacar adelante la parroquia y ahora que los sacerdotes cambiaron y llegó uno de distinta nacionalidad, lo ayuda a integrarse y a entrar en la cultura europea.

Son personas comprometidas, ladrillos de una comunidad cristiana que forman la Iglesia viva. Aquí no se tiene la impresión de una Iglesia que decae, como dicen las estadísticas, sino que es una Iglesia que crece, madura, que tiene mucho que dar a la sociedad y a la humanidad de hoy.

 

Comunión, las nuevas palabras de la economía

Papa Francisco: “Seamos custodios los unos de los otros”

«Hemos escuchado en el Evangelio que “José hizo lo que el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer” (Mt 1,24). En estas palabras se encierra ya la la misión que Dios confía a José, la de ser custos, custodio. Custodio ¿de quién? De María y Jesús; pero es una custodia que se alarga luego a la Iglesia […].

¿Cómo ejerce José esta custodia? Con discreción, con humildad, en silencio, pero con una presencia constante y una fidelidad y total, aun cuando no comprende. Desde su matrimonio con María hasta el episodio de Jesús en el Templo de Jerusalén a los doce años, acompaña en todo momento con esmero y amor. Está junto a María, su esposa, tanto en los momentos serenos de la vida como los difíciles, en el viaje a Belén para el censo y en las horas temblorosas y gozosas del parto; en el momento dramático de la huida a Egipto y en la afanosa búsqueda de su hijo en el Templo; y después en la vida cotidiana en la casa de Nazaret, en el taller donde enseñó el oficio a Jesús.

¿Cómo vive José su vocación como custodio de María, de Jesús, de la Iglesia? Con la atención constante a Dios, abierto a sus signos, disponible a su proyecto, y no tanto al propio […] Y José es “custodio” porque sabe escuchar a Dios, se deja guiar por su voluntad, y precisamente por eso es más sensible aún a las personas que se le han confiado, sabe cómo leer con realismo los acontecimientos, está atento a lo que le rodea, y sabe tomar las decisiones más sensatas. En él, queridos amigos, vemos cómo se responde a la llamada de Dios, con disponibilidad, con prontitud; pero vemos también cuál es el centro de la vocación cristiana: Cristo. Guardemos a Cristo en nuestra vida, para guardar a los demás, salvaguardar la creación.

Pero la vocación de custodiar no sólo nos atañe a nosotros, los cristianos, sino que tiene una dimensión que antecede y que es simplemente humana, corresponde a todos. Es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Génesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos. Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón. Es preocuparse uno del otro […] En el fondo, todo está confiado a la custodia del hombre, y es una responsabilidad que nos afecta a todos. Sed custodios de los dones de Dios.

Y cuando el hombre falla en esta responsabilidad, cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido. […] Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos «custodios» de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro. Pero, para «custodiar», también tenemos que cuidar de nosotros mismos. […] No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura.

[…] En los Evangelios, san José aparece como un hombre fuerte y valiente, trabajador, pero en su alma se percibe una gran ternura, que no es la virtud de los débiles, sino más bien todo lo contrario: denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de verdadera apertura al otro, de amor. No debemos tener miedo de la bondad, de la ternura.

Hoy, junto a la fiesta de San José, celebramos el inicio del ministerio del nuevo Obispo de Roma, Sucesor de Pedro, que comporta también un poder. […] Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que también el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe, de san José y, como él, abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, especialmente los más pobres, los más débiles, los más pequeños; eso que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado (cf. Mt 25,31-46). Sólo el que sirve con amor sabe custodiar […].»

Leer el texto integral

Comunión, las nuevas palabras de la economía

Roma: dedican a Chiara Lubich una estación del Subte

“Desde Roma ha difundido al mundo el ideal de la fraternidad universal”: son éstas las palabras que la Administración capitalina, a nombre de toda la ciudad, quiso poner en la placa que dedica la Estación Vía Libia del Metro (Línea B1) a Chiara Lubich.

La ceremonia de develación de la placa tuvo lugar delante de una pequeña multitud el 14 de marzo, con ocasión del quinto aniversario del nacimiento al cielo de la Fundadora de los Focolares, quien no vivía lejos de allí cuando el Movimiento daba sus primeros pasos en la Capital; a esta circunstancia se refiere la Presidente Maria Voce:  “Bella (…) la elección de esta barriada donde, por 15 años Chiara vivió momentos de mucha luz – mientras se definían las líneas y la fisionomía de una Obra de Dios – y momentos de mucho dolor- mientras la Iglesia estudiaba y evaluaba el Movimiento”.

El alcalde Gianni Alemanno, en su intervención en el Congreso “Chiara Lubich, carisma, historia, cultura” quiso poner en evidencia la unidad del mensaje de esta iniciativa y la elección del Arzobispo de Buenos Aires para el trono pontificio: “Hoy realizamos un gesto sencillo, develamos una placa. Un recuerdo de Chiara para las muchas personas que pasarán por acá y un recuerdo de este itinerario de fe, que contribuye al nuevo humanismo del que hay tanta necesidad. La elección de un Papa que llega del sur del mundo es una señal clara: nosotros saldremos de la crisis económica y moral en la que nos encontramos sólo a través de una gran elección de la humildad y la sencillez”; después, a lo largo de la ceremonia de develación de la placa, las palabras del Alcalde subrayaron otra “profunda relación” de Chiara Lubich “con Roma, cuando desde el corazón del barrio Trieste ha actuado, pensado, escrito y transmitido su mensaje”.

Esta relación con la ciudad de Roma fue sellada con la entrega de la Ciudadanía Honoraria a la Fundadora de los Focolares el 22 de enero de 2000, día de su octogésimo aniversario de su cumpleaños; en esa ocasión, recordó María Voce, Chiara expresó toda su “pasión y compromiso de dedicarse más y mejor a la Ciudad Eterna, esta ciudad única, símbolo de la unidad y la universalidad, para que corresponda a su vocación”. Un compromiso profundo y concreto en la cotidianidad de cada uno.

“En el mensaje de Chiara Lubich –prosigue la Presidente- encontramos pistas interesantes que ella toma del Evangelio: el amor vivido es la fuerza propulsora de la historia, pero es necesario “saber amar” según ese arte exigente y comprometedor que ama a todos, es el primero en amar, se hace uno con el otro, sabe perdonar… Y esto empezando con quien nos rodea: en la familia, en el condominio, en el barrio, por la calle, en los lugares de estudio, de trabajo, de reunión, incluso en el Parlamento, y también en la estación del metro, continua encrucijada de personas, símbolo del anonimato”.

Me remita a una de las páginas más significativas de Chiara: “He aquí el gran atractivo del tiempo moderno: sumirse en la más alta contemplación y permanecer mezclado con todos, hombre entre los hombres”; “perderse en la muchedumbre para informarla de lo divino, como se empapa una migaja de pan en el vino”; “trazar sobre la multitud estelas de luz”; “compartir con el prójimo la deshonra, el hambre, los golpes, las breves alegrías”. “Porque el atractivo de nuestro tiempo, como el de todos los tiempos, es lo más humano y lo más divino que se pueda pensar: Jesús y María, El Verbo de Dios, hijo de un carpintero, la Sede de la Sabiduría, ama de casa”.

Al agradecer al Alcalde Alemanno, a la Administración capitalina y a todos los participantes por la linda iniciativa, María Voce auguró que de la misma surja “la inspiración para vivir por doquier la vocación plenamente humana y plenamente espiritual de esta amada ciudad de Roma, y encender en ella pequeños fuegos de luz, de esperanza, para el bien de todos”.