Ene 25, 2017 | Sin categorizar
«A los seis años perdí a mi padre quien murió en guerra – cuenta Ivona, de Croacia –. Éste fue el periodo más difícil de mi vida, que me llevó a encerrarme en mi misma. En 2003 conocí el Movimiento de los Focolares y experimenté la atmósfera de alegría, el amor, y encontré la fuerza para afrontar todo y amar la vida aun cuando es difícil. A los 13 años, el día antes de Fin de año, me desmayé y terminé hospitalizada. Mientras esperaba los resultados de los análisis, con mi sorpresa encontré una pequeña camándula en mi mano. Ahora, pensando en ese hecho, creo que fue un signo de Dios para prepararme a lo que viviría. Me diagnosticaron una forma emotiva de epilepsia debida al shock que viví cuando murió mi padre. Durante dos meses mis noches pasaron entre lágrimas. Una noche, mientras rezaba el rosario, sentí que no estaba sola, que Jesús entendía mi dolor. En ese momento comprendí el significado de las palabras de Chiara Lubich cuando habla de Jesús en el momento de su abandono en la cruz: “…Lo suyo es mío y nada más. Es suyo el Dolor universal y por lo tanto, mío… Lo que me hace daño es mío… Mío el dolor de las almas a mi lado (ése es mi Jesús)”. Desde ese momento seguí adelante en la vida con paz y alegría, pero sobre todo viví con Jesús. A través de la enfermedad, experimenté que Jesús abandonado ilumina toda oscuridad – como dice Chiara – y acompaña cada soledad mía. Acepté mi enfermedad y me siento amada por Él».
«Me llamo Zin, de Myanmar, y soy una Gen budista. Desde septiembre me encuentro en la Escuela Gen de Montet, en Suiza. Cuando digo que soy budista, la gente me pregunta cómo es vivir con las otras Gen que son todas cristianas. Para mí es fácil aceptar que seguimos distintas religiones. Sólo cuando las otras Gen rezan o van a misa, me doy cuenta que soy distinta de ellas. Por lo demás somos iguales, como hermanas que viven en la misma casa. Nos gusta amarnos recíprocamente según lo que cada una entiende por Amor: en el budismo es sobre todo compasión, amabilidad y olvido de sí mismos. Para los cristianos es ‘amor al prójimo’, ‘al enemigo’, ‘el amor recíproco’, ‘a Jesús abandonado’. Aun constatando la diversidad en nuestra forma de manifestar el amor, “siendo el amor” como meta común, experimentamos la unidad». «Soy Lilia Mayrleny, de la etnia Maya Kaqchikel de Guatemala, originaria del pueblo de Patzun. Soy maestra de educación infantil intercultural bilingüe Kaqchikel (mi lengua madre) y español (mi segunda lengua). Mi país es multicultural y multilingüistico. Multicultural porque está constituido por cuatro culturas: Maya, Garifuna, Xinca y ladino; y multilingüistico porque se hablan 22 idiomas maya. Conocí el Movimiento de los Focolares cuando era pequeña, en los encuentros Gen 4. Trato de llevar el ideal de la unidad en la vida cotidiana. Estudio en la Universidad gracias a mis padres, quienes viven conmigo la espiritualidad del Focolar. Ellos me han sostenido para seguir mis estudios. Ésta es una gran conquista, porque no todas las mujeres de mi comunidad pueden seguir los estudios, por la cultura machista que existe. Para nosotros de cultura Maya son importantes la verdad, la lealtad, el respeto y el amor. En algunos momentos me sentí muy sola y sin respuestas a mis “¿por qué?”. Sin embargo, tratando de vivir el Evangelio, descubrí que el dolor, las tristezas, las decepciones, las dudas, las situaciones imprevistas o de debilidad, las pruebas de la vida, incluso el engaño, son todos matices del dolor que Jesús sufrió en cruz abandonado. Cuando logro reconocerlo y amarlo, las situaciones difíciles se transforman y en mí nace la paz».
Ene 24, 2017 | Sin categorizar
Fiorella: “Enseguida descubrí que Andrés era ateo y muy popular entre las chicas. Me sentía atraída por él, pero no quería ser una entre tantas. En mi corazón decidí que un tipo así era mejor olvidarlo, pero luego, en la discoteca, caí entre sus brazos”. Andrés:” Realmente Fiorella era una entre tantas. Antes de decirle, sorprendido de mí mismo, que tal vez hubiera podido incluso considerar que estaba con ella porque la quería, pasaron dos años”. Fiorella: “Yo era consciente de que esa relación no llevaba a ningún lado. No había diálogo, ni hacíamos proyectos. Me había vuelto la sombra de Andrés, ya sin personalidad ni sueños. Decepcionada, decidí dejarlo. Para evadir la realidad cambié trabajo y ciudad, pero después de un tiempo me sentí sola y llena de tristeza. Una mañana, casi desesperada, me encontré ante la puerta de una iglesita para ‘gritar’ mi ‘por qué’ a ese Dios que hacía tiempo había dejado. Una vez terminado el contrato laboral, volví a la casa de mis padres. Algunos días después, una amiga que hacía mucho que no veía, me habló de Dios y me invitó a una convivencia de algunos días con personas que se comprometían a vivir el Evangelio. Entrando en la sala, quedé impactada por una frase del escenario: Dios es amor. Me pregunté cómo Dios podía amar a una como yo: maquillaje pesado, tacón 12, pelo rojo fuego. Sin embargo, desde el primer día advertí su presencia. Descubrí que había encontrado lo que desde siempre buscaba y corrí a vaciar mis miserias en el confesionario con el propósito de poner en práctica el Evangelio. Después de aquella mi primer “Mariápolis”, la Eucaristía se volvió mi fuerza vital”. Andrés: “Fiorella cambió. Ahora hablaba, pero lo peor –según mi punto de vista de entonces– era que hablaba de Dios. Queriendo ser tolerante decidí no dejarla, pero estaba celoso de ese Dios que me la estaba robando. Me asombraba su serenidad, su alegría de vivir, su manera nueva de quererme que me llenaba el corazón. Empezamos a intercambiarnos opiniones, valorando las exigencias interiores del uno y del otro. ¿Y si fuera verdad que la amo? Sorprendido de mí mismo, llegué a pedirle matrimonio, aceptando que nos casáramos por la iglesia. Después del matrimonio, un accidente laboral me obligó a estar inmóvil. La única novedad eran las visitas de aquellas familias que Fiorella había empezado a frecuentar. Apenas pude, fui a la casa de una de ellas para comprender los motivos de tanto interés hacia mí. Hablamos de todo, también de la fe, hasta las tres de la mañana. Estaba fascinado. «¡Éstos son tipos serios! –me dije a mí mismo-, yo también quiero vivir como ellos, yo también quiero ser el primero en amar». Un sábado vi el lavadero de la cocina lleno de platos. Fiorella estaba trabajando. Para que los vecinos no me vieran, cerré las persianas y empecé a ordenar todo, para decirle todo mi amor con los hechos. Intenté también planchar, aunque me demoré unas dos horas con una sola camisa. Y mientras estaba haciendo todo esto, advertí que en mí afloraba una certeza: Dios existe, Dios es Amor. Junto con la fe, nació en mí también la necesidad de orar. Se lo dije a Fiorella, proponiéndole que lo hiciéramos juntos. Con un poco de vergüenza, con las luces apagadas, cada uno a un lado de la cama, esa misma noche oramos juntos por primera vez”.
Fiorella: “Después de doce años de logros, de derrotas, de recomenzar y de mucha alegría por el amor nuevo que iba creciendo entre nosotros, y por el nacimiento de nuestros dos hijos María Giovanna e Iván, recibimos la propuesta de trasladarnos a Honduras para sostener la naciente comunidad de los Focolares. Jesús nos pedía que lo siguiéramos como familia a Él solo, dejando concretamente casa, trabajo, parientes. En Tegucigalpa nos esperaba un mundo para nosotros desconocido: con costumbres, idioma y cultura diferentes. Y con la difícil realidad del pueblo hondureño que cada día tgolpeaba a nuestra puerta”. Andrés: “Aprendimos el ‘hacerse uno más profundo’, sumergiéndonos en sus vidas en una fuerte experiencia de inculturación. Los frutos de evangelización son innumerables: vocaciones, matrimonios regularizados, familias que se recompusieron, regresos a Dios, pasos de fraternidad entre personas de varios estratos sociales. Después de ocho años, dejamos una comunidad construída paso a paso sobre el amor concreto que tratamos de donar, involucrando también a nuestros hijos que, mientras tanto, ya eran tres. De hecho, mientras estábamos en Honduras, nació Juan Diego, al que le pusimos este nombre en honor del santo al que se le apareció la Virgen de Guadalupe. A ella le seguimos confiando ese pueblo tan generoso que nos cambió la vida”.
Ene 22, 2017 | Sin categorizar
Del 1 de noviembre al 13 de diciembre de 1998, Chiara Lubich realizó un viaje a Alemania, con significativas etapas en Aquisgrán, Münstertal, Augsburgo y Berlín, donde fue invitada por la comunidad evangélica. Proponemos algunos fragmentos de su intervención, el 19 de noviembre en Berlín en la Iglesia de la Memoria, en los que indica la ley del amor como el mejor camino que conduce a la unidad de los cristianos y hacia el diálogo con los creyentes.
«(…) El hecho es que, si nosotros cristianos, ahora, en el alba del tercer milenio, damos nuevamente una mirada a nuestra historia de 2000 años y en particular a la del segundo milenio, no podemos dejar de permanecer todavía desconsolados al constatar cómo ésta ha sido a menudo un sucederse de incomprensiones, de luchas. Y éstas han roto en muchos puntos la túnica indivisible de Cristo, que es su Iglesia. ¿Culpa de quién? Ciertamente de circunstancias históricas, culturales, políticas, geográficas, sociales… Pero también por la disminución entre los cristianos de ese elemento unificador típico de ellos: el amor. Es así. Y entonces, para poder intentar remediar hoy tanto mal, debemos tener presente el principio de nuestra fe común: Dios Amor que nos llama también a nosotros a amar. En estos tiempos, es precisamente Dios Amor quien, en cierto modo, nuevamente debe volver a revelarse también a las Iglesias que componemos. De hecho, no podemos pensar en amar a los demás si no nos sentimos profundamente amados, si no está viva en todos nosotros, los cristianos, la certeza de que Dios nos ama. Y Él no sólo nos ama como cristianos singularmente, nos ama también como Iglesia; y ama la Iglesia por cómo se ha comportado en la historia según el designio que Dios tenía sobre ella, pero también – y aquí está la maravilla de la misericordia de Dios – la ama aunque no haya correspondido, permitiendo la división, pero sólo si trata de restablecer ahora la plena comunión con las demás Iglesias. Esta convicción tan consoladora es la que ha hecho que Juan Pablo II, confiando en Aquél que saca del mal el bien, a la pregunta: “¿Por qué el Espíritu Santo ha permitido todas estas divisiones?”, aun admitiendo que haya podido ser por nuestros pecados, ha añadido: “¿No podría ser (…) que las divisiones hayan sido (…) un camino que ha conducido y conduce a que la Iglesia descubra las múltiples riquezas contenidas en el Evangelio de Cristo? Quizás, de otro modo – continúa diciendo el Papa – tales riquezas no se habrían podido poner de relieve…” Por lo tanto, creer que Dios es Amor también para la Iglesia. Pero, si Dios nos ama, nosotros no podemos permanecer inertes frente a tan divina benevolencia; como verdaderos hijos debemos corresponder a su amor también como Iglesia. Cada Iglesia a lo largo de los siglos, en cierto modo, se ha petrificado en sí misma por las oleadas de indiferencia, de incomprensión, incluso de odio recíproco. Por eso hace falta en cada una un suplemento de amor; más aún, sería necesario que la cristiandad fuese invadida por un torrente de amor. Amor hacia las otras Iglesias, por tanto, y amor recíproco entre las Iglesias, ese amor que lleva a que cada una sea un don para las otras, puesto que se puede prever que en la Iglesia del futuro la verdad será una y una sola, pero expresada de maneras distintas, observada desde distintas perspectivas, embellecida por muchas interpretaciones. No es que una Iglesia u otra deberá “morir” (como alguien quizá pueda pensar), sino que cada una deberá renacer nueva en la unidad. Y vivir en la Iglesia futura en plena comunión será una realidad maravillosa, fascinante como un milagro, que suscitará la atención y el interés del mundo entero». Leer más Centro Chiara Lubich
Ene 21, 2017 | Sin categorizar
Acompañados por algunos de sus asistentes, 13 gen3 se dirigen hacia el congreso que los espera en la ciudadela Faro de los Focolares, en Krizevci, norte de Croacia. Durante el viaje se respira una atmósfera de gran serenidad y expectativa. El tema del congreso, ya lo saben, será comprometedor y desafiante: Jesús Abandonado. Se hablará del dolor, del sufrimiento, de la clave para saberlo leer y vivir, en un mundo de jóvenes que busca sólo bienestar y falsas felicidades. El viaje es largo, de Rumania el bus entra a Hungría. Al atardecer, algunos de los chicos se quedan dormidos. De golpe se oye un fuerte sonido de claxon y, en medio de una espesa neblina, aparece la imagen frontal de un enorme camión antes del espantoso impacto entre los dos vehículos. Teia, Adelin, Delia, Eve, Bea, Iulian y todos los demás chicos están vivos. Pero el shock es grande. “El primer auto que se detuvo en seguida después del accidente – cuenta Rozi, un asistente – era el de los primeros auxilios. Acababa de terminar su turno y estaba volviendo a la base. ¿Cómo no leer en esto un signo del amor de Dios? Los policías se portaron súper con nosotros: nos acogieron en la sala más grande de su cuartel hasta que llegó otra buseta para recogernos. Decían que difícilmente se sale vivos de choques de este tipo… luego nos brindaron pizza y dulces». Una vez llegados al hospital, los chicos son separados en las distintas unidades. Bea: “En ese momento nos sentimos perdidos, no entendíamos el húngaro, estábamos asustados y solos, no comprendíamos lo que estaba pasando y cómo teníamos que contestar a lo que nos preguntaban los médicos. Cada uno de nosotros, aislado de los demás, estaba solo, como Jesús Abandonado. Fue como encontrarlo y vivirlo”. Eve: “Más tarde llegaron unas personas para ayudarnos a traducir. Una focolarina de Rumania hubiera tenido que llegar a Hungría el día anterior, pero había perdido el bus. Cuando supo del accidente, estaba cerca de la ciudad en la que nos encontrábamos. El chofer propuso a los demás pasajeros que no hicieran otras paradas para llevarla directamente al hospital y así permitirle ayudarnos lo más pronto posible. Ella nos dijo que ahí entendió por qué había perdido el bus el día anterior”.
Rozi: “Los médicos nos dijeron que teníamos que quedar en el hospital para hacer más exámenes. Empecé a llamar a los padres de los chicos. Muchos de ellos se encontraban a 15 horas de distancia del hospital. Además los gen 3 seguían pidiéndome que retomáramos el viaje hacia el congreso. Al final logramos obtener el permiso de dejar el hospital, con la firma de los padres, y sin tener que afrontar ningún gasto”. Delia: “A ese punto teníamos dudas con respecto a la continuación de nuestro viaje, pero entendimos que todas las cosas preciosas tienen un costo”. Algunos días después, siete chicos, en representación del grupo, llegan a la ciudadela Faro. La experiencia de dolor y miedo, pero también de intensa unidad vivida entre ellos, muestra cómo el tema tratado en el congreso, ya se ha transformado en realidad para ellos. Cuenta Iulian: “El accidente nos hizo entender que vale la pena abandonarse totalmente en las manos de Dios, cualquier cosa nos pase en la vida. ¡Jesús Abandonado nos une de una manera increíble! Nos quedamos con vida porque Dios tiene un plan sobre nosotros: nos espera una aventura divina”. Por Chiara Favotti
Ene 20, 2017 | Sin categorizar
«142 segundos y desaparece el pueblo de tu infancia, 142 segundos que parecen interminables y todo lo que durante siglos fue construido es arrasado totalmente como un castillo de barajas, 142 malditos segundos y 299 vidas son arrancadas del afecto de sus seres queridos. “Todo se derrumba, todo es vanidad de las vanidades”, esta frase resuena en mi cabeza mientras escribo». Comienza así el relato de Lorenzo, 18 años, de la región de Le Marche, que en el sismo del 24 de agosto quedó bajo los escombros de su casa durante algunas horas. «Eran las 3.36, así dijeron, cuando un rugido, una sacudida y un infierno de polvo y escombros interrumpieron mi sueño. Después, aquello que algún poeta no demasiado original habría definido como “la quietud después de la tormenta”. Todo inmóvil, un profundo silencio, oscuridad pesada. Estaba, de golpe, atrapado en un espacio del tamaño de mi cuerpo. Ante cualquier mínimo movimiento, a mi alrededor, se levantaba polvo. Mi vida estaba colgada de un hilo. Después, al amanecer, comienzo a oír voces; eran los paisanos-rescatistas que estaban afuera de aquello que un tiempo llamábamos casa y que ahora es nada más que una montaña de piedras. Quisiera comunicarles mi alegría de ese momento, pero de verdad las palabras no alcanzarían. Pude salir de ese infierno después de tres horas, había destrucción y muerte a mi alrededor, pero en todo esto, sólo una cosa estaba en condiciones de ver: el amor. Todos hacían de todo por el otro, ponían incluso en riesgo su propia vida sin considerar el peligro, estaban de verdad dispuestos a dar la vida. Lamentablemente o por fortuna la humanidad da lo mejor de sí misma en el sufrimiento. Precisamente el sufrimiento es la llave de esta experiencia mía. Sentía que a pesar de que hubiesen tantas personas fuera de sus casas, ninguno de ellos podía ayudarme, podía comprenderme. En la oración recé: “¿Por qué yo?”. Pensé: “Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?”. No me había abandonado, es cierto, y saliendo lo descubrí porqué esta experiencia me dio un lente a través del cual ver el mundo de forma distinta, me dio más fuerza para vivir mi vida mejor». Desde la noche del 24 de agosto, y después de los movimientos telúricos de los meses sucesivos, son muchísimos los desalojados por el terremoto del Centro de Italia. Personas que tuvieron que abandonar su propia casa, sus propios bienes y algunos su propio pueblo. Surge la pregunta sobre qué cosa se pudieron llevar de esa trágica y larga noche, ¿qué es lo que les da el impulso de ir adelante y recomenzar? Elegimos justamente el relato de Lorenzo porque nos cuenta el miedo de lo que se vivió ese día, pero también el descubrimiento de algo que es más grande. Italia es fuerte, y está demostrando gran unidad. Son muchísimas las asociaciones que están ayudando a los que padecieron el terremoto, como nos cuentan los amigos del Movimiento de los Focolares, que enseguida se comprometieron con AMU , AFN y otros, para dar respuesta a las más diversas necesidades. Nos cuentan cómo están trabajando en las zonas de Italia Central. «Estamos realizando actividades de animación, construyendo un pequeño centro de agregación para que los residentes mantengan el espíritu de comunidad y además nuestras fuerzas se están concentrando en el soporte a pequeñas empresas agroalimentarias del territorio, para permitirles que continúen trabajando en esta fase de emergencia y no pierdan sus puestos de trabajo». Para sostener las pequeñas empresas pensaron en un verdadero proyecto: «El proyecto RimPRESA que está constituido por dos pilares: proveer de materia prima, maquinarias, pequeñas infra estructuras y promover la venta de los productos. En la base de todo esto naturalmente deben existir relaciones humanas con las personas afectadas por el terremoto». Fuente: Teens, trabajo en progreso 4 unity, CN grupo editorial, Roma 2016, n.6, pag 4-5 Info del Proyecto: www.focolaritalia.it rimpresa@focolare.org Para quien quiere colaborar:
Azione per un Mondo Unito ONLUS (AMU) |
Azione per Famiglie Nuove ONLUS (AFN) |
IBAN: IT16 G050 1803 2000 0000 0120 434 Del Banco Popolare Etica |
IBAN: IT55 K033 5901 6001 0000 0001 060 Del Banco Prossima |
Código SWIFT/BIC: CCRTIT2184D |
Código SWIFT/BIC: BCITITMX |
REFERENCIA: Emergencia terremoto (Italia) |
Los aportes depositados en las dos cuentas corrientes con esta referencia serán administrados conjuntamente por AMU y AFN. Para tales donativos están previstos beneficios fiscales en muchos países de la Unión Europea y otros países del mundo, según las distintas normativas locales. Los contribuyentes italianos pueden obtener deducciones y exenciones del impuesto sobre la renta, según la normativa prevista por las Asociaciones sin fines de lucro, de hasta un 10% y con un límite de € 70.000,00 al año, excepto las donaciones efectuadas en efectivo. |
Ene 19, 2017 | Sin categorizar
Streaming 11-3-2017, 16:00-18:30 (CET, UTC+1): http://live.focolare.org/FamilyHighlights/
Durante todo el 2017, se realizarán varios eventos e iniciativas en distintos países del mundo. Un recorrido de la vida y el pensamiento en varias etapas para manifestar el valor de la familia en la perspectiva de la “fraternidad universal”, testimoniando la riqueza de las diversidades culturales a través del ideal de la unidad encarnado en la vida de familia. El acontecimiento central tendrá lugar en Loppiano desde el 10 al 12 de marzo de 2017, donde está prevista la asistencia de casi 800 personas representando a todo el mundo. Las familias podrán sumergirse plenamente en la realidad de la ciudadela internacional de los Focolares y testimoniar el sueño de Chiara Lubich que está presente hoy en todos los continentes. habrá talleres para adultos, jóvenes y niños, realizados en colaboración , con el movimiento parroquial, los centros gen3 y gen4, AFNonlus y AMU. De tarde tendrá lugar el encuentro en el Auditorium, transmitido en directo por streaming, que recibirá a algunos expertos en temas familiares que estarán participando en el Seminario Cultural que tendrá lugar en la Universidad Sophia (10-11 de marzo 2017). A partir de este seminario de alcance universal comenzará el futuro Centro de Estudios sobre la familia, con el objetivo de profundizar la contribución de la espiritualidad de la unidad en la vida de familia frente a los desafíos de hoy. El contenido de las temáticas que se profundizarán son tres:
- “Familia: tejido de relaciones del yo al nosotros” (relaciones de pareja, con los hijos, entre generaciones)
- “El amor: instrumento y respuesta a las crisis en la familia” (heridas, desafíos, dolores: realidades de vida dentro de un contexto de comunión)
- “Familia: recurso creativo para el tejido social de cada pueblo” (vida, redes de familias, solidaridad y acogida, compromiso social y trabajo)
Nuevo logo: a 50 años de la fundación, el Movimiento Familias Nuevas renueva su imagen con un nuevo logo, en continuidad y como natural evolución del anterior. Éste representa un arbolito, que es un signo del crecimiento de la plantita que en el transcurso del tiempo dio sus frutos de vida donados por las familias de todo el mundo, a la Iglesia, a la humanidad. Una planta robusta, que nació y creció desde la semilla de la apertura hacia todos. La familia, es cierto, abriéndose al otro, contribuye al nacimiento y desarrollo de semillas de fraternidad y de paz, y es el germen para la construcción de una nueva sociedad. Chiara Lubich (1920-2008), siempre manifestó una atención particular hacia la familia, y, con la preciosa colaboración de Igino Giordani, escritor y político italiano, primer focolarino casado, puso en relieve «su designio audaz, hermosísimo y exigente», viendo en ella «una importancia enorme en la construcción de un mundo de paz». En 1967 Chiara fundó el Movimiento Familias Nuevas para que en la casa de cada familia esté siempre encendido el amor y los valores típicos de la familia que son necesarios para la humanidad. Veía en las familias el canal óptimo para llegar a los jóvenes que se preparan para el matrimonio, para las familias en crisis, las familias divididas, las personas viudas, los niños abandonados y todas las situaciones de marginalidad. Por info: www.famiglienuove.org famiglienuove@focolare.org tel. 069411565