Bélgica – Un plan empresarial desafiante: “dar para crecer”
https://vimeo.com/192601107 Copyright 2016 © CSC Audiovisivi – All rights reserved
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En esta Navidad, Señor, te encomendamos a los “lejanos”: a muchos que estaban “cerca” y ahora no están más porque están mal, los numerosos males del mundo los alejaron de Ti; aquéllos que no te conocen, pero que te buscan con corazón puro y sincero, y que no saben todavía que un día, un dulcísimo día, Tú te apareciste niño en la Tierra. En esta Navidad, Señor, te encomendamos sobre todo a aquéllos que no tienen fe. Te los encomendamos para que, por la buena voluntad que muchos tienen se abra camino un rayo de tu luz y brille por un momento la estrella que guía hacia Ti, y puedan experimentar, al menos por algún momento, la plenitud y la alegría de quien te reconoce y te ama. Te encomendamos a los “que están lejos”, Señor, porque sabemos que es sobre todo por ellos que un día te hiciste niño. Chiara Lubich, E torna Natale…, Ed. Città Nuova, Roma 2007, XI edición, pág. 59-60.
“Una larga experiencia como maestra de primaria –empieza diciendo Patrizia Bertoncello, la editora del texto – me ha llevado a captar esas posibles señales propias de algunas carencias que están más presentes en la periferia que en otros lugares. A menudo son los mismos alumnos quienes las revelan: “Había una vez una flor –escribe en clase Cristina, de 7 años- el papá-flor se había ido y tampoco la mamá-flor estaba con ella, porque tenía mucho que hacer y estaba muy preocupada. No tenía tiempo para escucharla. La flor era una rosa con mil espinas. Las espinas eran muchas y punzaban. La flor quería hacer amistad con los animalitos del bosque o con las otras flores. Pero cuando se acercaban se punzaban y escapaban corriendo. Y ella no podía hacer nada. Al final la flor, que era una rosa, estaba siempre sola y muy triste”. Es la clara explicación que ella misma da de los repetidos desprecios que sufría en clase que la alejaban de todos. Como ella, con diferentes problemáticas, hay tantos niños rechazados, porque si bien este mundo a muchos les parece habitable y protector, no está libre de contradicciones y ambivalencias que recaen sobre los más débiles. A veces, esas instituciones, que de palabra están comprometidas a favor de los derechos de la infancia, de hecho los tienen poco presentes. Especialmente los de los niños que no cuentan con padres que los apoyen o que no tienen vínculos familiares sólidos, dejándolos así en una zona oscura, en la inestabilidad afectiva y a menudo también son víctimas de una profunda pobreza. La falta de protección y de oportunidades reales de crecimiento, ciertamente no son dignas de una sociedad como la nuestra. Por eso muchas veces me he preguntado qué se puede hacer para dar la palabra a estos “niños invisibles”, cómo contribuir a construir una cultura que tutele y respete plenamente la infancia.
Empecé tratando de acoger a cada uno de mis alumnos con amor, y poco a poco vi que sus lágrimas se secaban. Me di cuenta de que para realmente “encontrar” el mundo de los pequeños es necesario acercarse a cada niño con atención, y aprender a ver las cosas desde su visión, poniendo en juego toda la energía y la competencia para crear relaciones significativas. Con los demás trabajadores y profesionales, animados por el mismo estilo educativo, después traté de activar procesos en los que los niños y sus familias hagan la experiencia de relaciones realmente educativas. A partir de esta sinergia nació la idea de escribir un libro que narrara no sólo las historias de los “niños invisibles”, sino también buenas prácticas y caminos de rescate. “Chicos en problemas”, escrito por un oncólogo, un trabajador social, un pediatra y por mí que me encargué de la edición, quiere evidenciar esas semillas de esperanza y de relacionalidad positiva que llegan a ser, en cierto modo, generadores de resiliencia. Es decir ese recurso que tantos niños, oportunamente ayudados, logran poner en movimiento alcanzando buenos niveles de recuperación. Como le sucedió a Emma. Cuando tenía 8 años, herida por la desintegración de su familia , había incluso querido quitarse la vida. Recientemente, después de encontrarme por Facebook, me escribió: “Querida maestra, ¡qué nostalgia tengo de ti y de tantos momentos compartidos! ¿Recuerdas cuando nos leías historias y hacías las voces de los personajes?¿Y del paseo al mar? Cierto, lo que no se borrará nunca de mi corazón es cuánto me quisiste cuando para mí todo era oscuridad. Cuanto terminé en el hospital después del triste hecho tú estabas ahí y no me preguntaste por qué lo hice. Sólo estabas y ese En las presentaciones del libro en la universidad y en congresos, sorprende el despertar de la atención y la responsabilidad de las personas, que empiezan a darse cuenta de la presencia del niño del vecino o del que pide limosna en el Metro (Subte) o en algún reparto del hospital. Son niños que antes eran invisibles y que ahora pueden volver a ser protagonistas de su futuro. Recogido por Anna Friso i Patrizia Bertoncello – Bambini nei guai – Città Nuova 2015, pág. 11 ii Patrizia Bertoncello – Bambini nei guai – Città Nuova 2015, pág. 66
«Me desperté esta mañana, 1º de enero, dispuesta a vivir este día y este año que recién comienza – escribe una amiga desde Estambul.- La primera noticia que me llegó fue la del atentado ocurrido en la Discoteca Reina Club durante la noche. Enseguida sentí un fuerte dolor, sentí desaliento. ¡No es posible!!!! Después de algunas horas leí en la palabra de vida del mes: “Si realmente hemos experimentado su amor no podemos dejar de amar y de entrar valientemente donde hay divisiones, conflictos, odio, para llevar concordia, paz, unidad. El amor le permite al corazón ir más allá del obstáculo…” Es para mí, para nosotros, que queremos seguir creyendo y viviendo por la paz y la fraternidad universal. Los deseos que nos intercambiamos durante el día con muchos amigos son una mezcla de desaliento y esperanza. ¡No! No nos dejaremos arrastrar por los que quieren hacernos creer que la paz es una utopía. Existen en todo el mundo mucha gente que nos asegura que no estamos solos» Y es exactamente así: no están solos. Aún en el desaliento por la continuidad de tanta injusticia violenta, somos muchos los que apostamos y nos prodigamos cada día por la llegada de la paz. Queremos hacer nuestra la invitación que el papa Francisco dirige a muchos en su mensaje por la Jornada Mundial por la Paz que celebramos recientemente: «En el 2017, comprometámonos, con la oración y con la acción, en ser personas que han desterrado de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y que construyen comunidades no violentas, que cuidan la casa común de todos»
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«El siglo pasado – escribe el Papa Francisco – fue devastado por dos horribles guerras mundiales, conoció la amenaza de la guerra nuclear y un gran número de nuevos conflictos, pero hoy lamentablemente estamos ante una terrible guerra mundial por partes […] que provoca un enorme sufrimiento que conocemos bien: guerras en diferentes países y continentes; terrorismo, criminalidad y ataques armados impredecibles; abusos contra los emigrantes y las víctimas de la trata; devastación del medio ambiente. […]Responder con violencia a la violencia lleva, en el mejor de los casos, a la emigración forzada y a un enorme sufrimiento, ya que las grandes cantidades de recursos que se destinan a fines militares son sustraídas de las necesidades cotidianas de los jóvenes, de las familias en dificultad, de los ancianos, de los enfermos, de la gran mayoría de los habitantes del mundo. En el peor de los casos, lleva a la muerte física y espiritual de muchos, si no es de todos. […]Ser hoy verdaderos discípulos de Jesús significa también aceptar su propuesta de la no violencia. […] (que) no consiste en «rendirse ante el mal […], sino en responder al mal con el bien (cf. Rm 12,17-21), rompiendo de este modo la cadena de la injusticia»[6]. […] Cuando la Madre Teresa recibió el premio Nobel de la Paz, en 1979, declaró claramente su mensaje de la no violencia activa: «En nuestras familias no tenemos necesidad de bombas y armas, de destruir para traer la paz, sino de vivir unidos, amándonos unos a otros […]. (Ella) se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes —¡ante los crímenes!— de la pobreza creada por ellos mismos»[9]. […]La no violencia practicada con decisión y coherencia ha producido resultados impresionantes. No se olvidarán nunca los éxitos obtenidos por Mahatma Gandhi y Khan Abdul Ghaffar Khan en la liberación de la India, y de Martin Luther King Jr. contra la discriminación racial. En especial, las mujeres son frecuentemente líderes de la no violencia, como, por ejemplo, Leymah Gbowee y miles de mujeres liberianas, que han organizado encuentros de oración y protesta no violenta (pray-ins), obteniendo negociaciones de alto nivel para la conclusión de la segunda guerra civil en Liberia. […]Este compromiso en favor de las víctimas de la injusticia y de la violencia no es un patrimonio exclusivo de la Iglesia Católica, sino que es propio de muchas tradiciones religiosas, para las que «la compasión y la no violencia son esenciales e indican el camino de la vida»[12]. Lo reafirmo con fuerza: «Ninguna religión es terrorista»[13]. La violencia es una profanación del nombre de Dios[14]. No nos cansemos nunca de repetirlo: «Nunca se puede usar el nombre de Dios para justificar la violencia. Sólo la paz es santa. Sólo la paz es santa, no la guerra»[15]. […]Si el origen del que brota la violencia está en el corazón de los hombres, entonces es fundamental recorrer el sendero de la no violencia en primer lugar en el seno de la familia. […]La familia es el espacio indispensable en el que los cónyuges, padres e hijos, hermanos y hermanas aprenden a comunicarse y a cuidarse unos a otros de modo desinteresado, y donde los desacuerdos o incluso los conflictos deben ser superados no con la fuerza, sino con el diálogo, el respeto, la búsqueda del bien del otro, la misericordia y el perdón[16]. […]Hago un llamamiento a favor del desarme, como también de la prohibición y abolición de las armas nucleares: la disuasión nuclear y la amenaza cierta de la destrucción recíproca, no pueden servir de base a este tipo de ética[18]. Con la misma urgencia suplico que se detenga la violencia doméstica y los abusos a mujeres y niños. […]En el 2017, comprometámonos con nuestra oración y acción a ser personas que aparten de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y a construir comunidades no violentas, que cuiden de la casa común». Lee el mensaje completo