«Me desperté esta mañana, 1º de enero, dispuesta a vivir este día y este año que recién comienza – escribe una amiga desde Estambul.- La primera noticia que me llegó fue la del atentado ocurrido en la Discoteca Reina Club durante la noche. Enseguida sentí un fuerte dolor, sentí desaliento. ¡No es posible!!!! Después de algunas horas leí en la palabra de vida del mes: “Si realmente hemos experimentado su amor no podemos dejar de amar y de entrar valientemente donde hay divisiones, conflictos, odio, para llevar concordia, paz, unidad. El amor le permite al corazón ir más allá del obstáculo…” Es para mí, para nosotros, que queremos seguir creyendo y viviendo por la paz y la fraternidad universal. Los deseos que nos intercambiamos durante el día con muchos amigos son una mezcla de desaliento y esperanza. ¡No! No nos dejaremos arrastrar por los que quieren hacernos creer que la paz es una utopía. Existen en todo el mundo mucha gente que nos asegura que no estamos solos» Y es exactamente así: no están solos. Aún en el desaliento por la continuidad de tanta injusticia violenta, somos muchos los que apostamos y nos prodigamos cada día por la llegada de la paz. Queremos hacer nuestra la invitación que el papa Francisco dirige a muchos en su mensaje por la Jornada Mundial por la Paz que celebramos recientemente: «En el 2017, comprometámonos, con la oración y con la acción, en ser personas que han desterrado de su corazón, de sus palabras y de sus gestos la violencia, y que construyen comunidades no violentas, que cuidan la casa común de todos»
Hacer sentir la cercanía
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