La Duma, el parlamento ruso, invitó a miembros de los parlamentos y expertos para un intercambio sobre el desarrollo de los sistemas parlamentarios. Participó Letizia De Torre, presidenta del MPPU. “Es importante caminar junto con los que en el mundo, en cualquier modo, buscan un cambio. Todos nosotros, como individuos y como pueblos, estamos llamados a la unidad y debemos sacar a la luz todos los pasos positivos”. Esta es la primera impresión de Letizia De Torre, ex diputada del Parlamento italiano y presidente del Centro Internacional del Movimiento Político por la Unidad (MPPU), que del 30 de junio al 3 de julio participó en el Foro “Desarrollo del parlamentarismo”, sobre el desarrollo de los sistemas parlamentarios. Propuso un co-governance, es decir, la idea de una corresponsabilidad entre las instituciones y la sociedad civil en el gobierno de las ciudades y en las relaciones internacionales. Una idea que estuvo en el centro del congreso, celebrado el pasado enero, en Castel Gandolfo (Roma, Italia), propuesta en diferentes niveles y en diferentes países y que tendrá una segunda versión de alto nivel en Brasil en 2021. ¿Cómo llegó CO-Governance a Moscú? El Secretario General y el Asesor de la IAO (Interparliamentary Assembly on Orthodoxy), http://eiao.org/home_english_iao, – red de parlamentarios ortodoxos, también rusos, con quienes colaboramos – intervinieron en Roma, en el evento CO-Governance 2019. La idea les pareció interesante y lograron que el MPPU fuera invitado al Foro: http://duma.gov.ru/en/international/forum_english/. Debo decir que solo cuando llegué a Moscú entendí realmente por qué. De hecho, podemos sorprendernos: el sistema institucional ruso se define con expresiones tales como “democracia controlada”, “centralismo”, “ambivalencia entre modernización y tradicionalismo”, mientras que co-governance implica la corresponsabilidad, la participación generalizada, las relaciones innovadoras entre políticos y ciudadanos… En efecto, y es sintomático del cambio de época que estamos experimentando. A la política se le exige un cambio. Los ciudadanos ya no confían e Internet nos ha catapultado a un mundo diferente al de la rigidez de los palacios de la política. Muchos parlamentarios buscan nuevas formas y CO-Governance expresa la idea de una relación intensa entre políticos y ciudadanos, de una corresponsabilidad de gobierno en todos los niveles, sin miedo a este momento complejo. ¿Cómo fue recibida la propuesta? La idea de colaboración está madurando en todas las sociedades y también la declaración final del Foro va en esta dirección. Pero lo que fue acogido con sorpresa es la lógica política que se encuentra debajo: “Actúa hacia el otro Estado, hacia cada ‘otro tú’, como te gustaría que te hicieran a ti”. Esta actitud revoluciona la política, le da un nuevo rol necesario hoy: el de facilitador y catalizador para la colaboración entre todos. ¿Qué recaba el MPPU de esta presencia oficial en Rusia? He experimentado un cambio personal primero. El pueblo ruso es maravilloso, la acogida es atenta; Moscú es hermoso, rico en historia, eficiente, no puedes quitártelo del corazón. En este sentido es fácil sentirse pueblos hermanos. Pero acercar el sistema político de otro país es otra cosa. He “aterrizado” en una cultura política muy diferente y tenía miedo de no entenderla. Ante las primeras dificultades me encontré en una encrucijada: distinguirme o poner en acción “el método” que un día me fascinó: conscientemente tomé la decisión de amar a Rusia en la misma medida con la que amo a mi país. No amas a tu país porque es perfecto: simplemente lo amas. Disfrutas y sufres con él y por él en los buenos y en los malos momentos. Así es como empecé a entender a Rusia hoy, a mirar al mundo desde su punto de vista, incluso a sentir pena por los juicios negativos que recibe, a menudo funcionales en la carrera por la supremacía geopolítica. Aprecié la intención del “soft power” de este foro, con el que me parece que Rusia busca ganarse la confianza de otros estados, acercándose con más dignidad y respeto. Me encontré más abierta para aceptar, por ejemplo, la voluntad de unidad entre las dos Coreas de la diputada norcoreana; el compromiso de buscar “partnership” y la no dependencia de un parlamentario de Ghana; la esperanza de la delegación siria; la pregunta del parlamentario libanés “Pero, ¿por qué nos matamos?”, que concluyó con la fuerza que venía de su fe ortodoxa: “¡Dios no quiere esto!”.
Stefania Tanesini
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