Movimiento de los Focolares

Elisa y Gabriele, en el día eterno después del terremoto

Sep 5, 2016

Entre las casi 300 víctimas del terremoto que sacudió el centro de Italia el pasado 24 de agosto, se encuentran Elisa Cafini (14 años) y Gabriele Pratesi (8 años) de Pomezia, quienes quedaron bajo los escombros de la casa de Pescara del Tronto, junto con sus dos abuelas. El recuerdo de quienes los conocieron de cerca.

ElisaPocas semanas antes, Elisa, con toda su familia  – un hermano gemelo y uno mayor, mamá, papá y las abuelas – había participado en la Mariápolis – la cita de verano de los Focolares –junto a un centenar de personas. Fue la ocasión para conocerse, intercambiar experiencias de vida, recorrer un tramo de camino juntos. Además todos la recuerdan a Elisa, porque con su manera de ser, alegre y contagiosa, y con la ayuda del hermano gemelo, quiso grabar en video las impresiones de su grupo antes de partir, porque «las Mariápolis son experiencias que marcan el corazón y son cosas que permanecen. Espero lograr volver siempre aquí», según lo que le escribió a su mamá al regresar, a través de un mensajito. Gabriele-01Gabriele, su primito de 8 años, a mediados de junio en cambio había participado – por segundo año consecutivo – al “congresito Gen 4”. Tres días vividos en el encanto de los niños, quienes comprenden más que los demás “las cosas de Dios”. En una foto aparece mientras hace las veces de un angelito que toca la trompeta al paso de la Puerta de la Misericordia, junto con otros compañeritos. El 24 de agosto, de mañana, llega la noticia del terremoto y con ella la zozobra: Elisa, Gabriele y las abuelas, están bajo los escombros y se teme por sus vidas, como por las de muchos otros desaparecidos de los que no hay noticias. Una cadena de oración empieza en seguida como un tam tam, pero por la noche se confirma la noticia: no lograron sobrevivir. Elisa con i fratelliDesde el primer momento, las familias dan un fuerte testimonio: «Su fe en el amor de Dios, tan firme aún en medio de tanto sufrimiento, nos ilumina para vivir con renovado vigor por lo que no pasa», escribe María Voce, presidente de los Focolares, en los días siguientes al terremoto, dirigiéndose a las comunidades y a las familias afectadas por el sismo. Mientras tanto, las comunidades de los Focolares en Italia y en el mundo se activan para sostener la organización de las ayudas. El dolor es incomprensible también para muchos coetáneos, compañeros de escuela, los Chicos por la Unidad quienes conocieron a Elisa en los campos de verano, durante experiencias inolvidables. Pero el testimonio que tratan de ofrecer, juntos, es el de un amor que es más fuerte incluso que la misma muerte. Una de ellos escribe: «Hola Elisa, esta noche soñé contigo. Estábamos en Stop’nGo, el campo de verano donde nos hicimos amigas. Quería saludarte por última vez. En la muñeca llevabas todavía la manilla que hice para ti. Te dije que eras bellísima, parecía que tú no valorabas tu belleza, por lo tanto tenía que recordártelo. Después de este sueño, desperté más serena. Te imagino en el Paraíso». «Lamento todas las bromas que te hice – escribe su hermano gemelo – ¿recuerdas cuando estábamos en casa del abuelo y tú te asumías la culpa en mi lugar? Ahora los escombros de este terremoto me alejaron de ti. Te ruego, mi ángel, protégeme desde allá arriba». «Pero ¿cómo se puede pensar que ya no está? Elisa sacó mi nombre en el juego del Amigo Secreto durante la Mariápolis de verano de 2014». Escribe don Marco Schrott, quien conoce desde hace años a las familias de Elisa y Gabriele, y tuvo siempre con ellas una relación especial. «Siendo mi Amigo Secreto, la veía siempre a mi lado y me ganaba en fantasía a través de mil cuidados. En casa, por whatsapp, en la iglesia, en el campo stop&go y en toda circunstancia, tenía siempre una palabra que nos recordara que teníamos que cuidarnos recíprocamente. ¿Cómo se puede imaginar que todo esto se haya acabado? Seguramente hará falta alguien más que juegue con los niños más pequeños y los consuele en su lugar. Elisa podrá sólo multiplicarse, no desaparecer». Gabriele in MariapoliY don Marco escribe también acerca de Gabriele: «Esos ocho años normales de su existencia se descubren totalmente llenos de alegría. Ese niño sabía jugar siempre y con todos. Invitaba, proponía, organizaba y desarrollaba con la máxima honestidad cada juego, como si fuera su única tarea. Como todos, en las vacaciones llevaba un cuaderno de la escuela con las tareas asignadas y para terminarlas tenía que completar cinco páginas al día. Pero por jugar no había logrado terminarlas. Después de que el papá, por teléfono, lo invitara a recuperar todas las páginas atrasadas, se puso en seguida a hacerlas. Era siempre así de disciplinado: divertirse es hermoso, pero su compromiso de jugar sin hacer trampas, era el mismo durante la oración y en todas las tareas en las que se le pedía colaborar dentro y fuera de la casa. Ahora se entiende que el empeño con el que participaba en las procesiones era fruto de una fe madura. Por lo tanto, no era por casualidad que, después de su funeral, hubiera colas en los confesionarios. Los rostros de sus amigos estaban transformados, conmovidos, como después de sufrir un electroshock evangélico y expresaban el deseo de cambiar la orientación de su vida, de abrirse a la fe». Elisa y Gabriele quisieron quedarse con sus dos abuelas sólo esa noche más, pero antes de dormirse pensaron en empacar bien sus maletas, para estar listos, al día siguiente, para el viaje. Ese día, para ellos, ha resultado eterno.

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