“En Chequia los sacerdotes somos pocos y es prácticamente imposible vivir juntos ni siquiera dos, pero cuando el sacerdote que casó a mis papás se puso anciano propuse que viniera a vivir conmigo para poder hacerme cargo de él. La presencia de una persona anciana trajo cambios en la arquitectura de la casa cural y de la iglesia, apropiadas a sus exigencias. Poco después sufrió un ictus y por lo tanto fueron necesarios otros cuidados. Pero si tengo que decir cuál es la cosa más bella de mi experiencia sacerdotal no es tanto el número de personas que he visto convertirse, sino esta profunda coparticipación de vida”. espiritualidad de comunión propuesta por Chiara Lubich, no dejan de subrayar cuanto el compartir alegrías y dolores, fatigas y logros con otros hermanos ha sido para ellos un verdadero punto de apoyo, y para alguno, como se decía, la salvación. “Después de nueve años de duro compromiso en la vida sacerdotal tuve un agotamiento nervioso y entonces me dieron la posibilidad de vivir con otro hermano. Esto para mí fue la salvación. Pude seguir dando mi aporte en la parroquia y poco a poco me recuperé”. Estos dos testimonios fueron ofrecidos durante el encuentro con un grupo de sacerdotes en contacto con el Movimiento, el 24 de mayo, en la jornada conclusiva del viaje de María Voce a Praga. No es fácil la vida de los sacerdotes en la República Checa. En un país donde los católicos son el 25% y los practicantes se reducen al 4%, también el número de los sacerdotes es muy bajo tanto que cada uno de ellos está a cargo contemporáneamente de varias parroquias. Los sacerdotes reunidos en el Centro Mariápolis, que desde los tiempos del comunismo (en la mayor parte de los casos) hicieron propia la Lo subraya el Nuncio de Praga, Mons. Diego Causero, quien vino a saludar el grupo: “Agradezco a los sacerdotes que hablaron. Me dieron mucho gusto dos aspectos en especial: la disponibilidad de vivir con un sacerdote anciano y el fervor con el que han hablado de su vida. A tantos de nosotros nos falta este fervor; quizás sabemos muchas cosas, pero tenemos necesidad de apasionarnos. Entre los focolarinos esto sucede todavía y da energía, creatividad, fuerza expansiva. Ellos tuvieron un papel importante en los años del comunismo: les deseo que retomen esa misma fuerza porque el pueblo checo tiene necesidad de líderes con una riqueza humana, con capacidad de entrar en relación. ¡Manos a la obra!”. Intenso el diálogo con María Voce y Giancarlo Faletti sobre varios argumentos: desde las novedades de la espiritualidad colectiva propuesta por el carisma de la unidad, al compromiso en la iglesia local y dentro del Movimiento, de las vocaciones a los jóvenes. Un sacerdote preguntó: “En las tierras con un tenor de vida más alto las vocaciones disminuyen; viceversa, en aquellas menos ricas hay más vocaciones. Según tu parecer ¿tiene un motivo espiritual o social?”. María Voce responde “ciertamente las motivaciones sociales no faltan porque donde hay mayores posibilidades económicas hay más distracciones y se corre el riesgo de sofocar la voz de Dios. Pero no creo que hay menos vocaciones porque Dios sigue llamando, pero seguramente hay menos respuestas positivas. Pero también si los jóvenes tienen la posibilidad de hacer cualquier tipo de experiencias, a veces, precisamente por esto, experimentan una insatisfacción más profunda. Todo esto le puede dar a Dios la posibilidad de hacerse sentir todavía más. Por lo tanto yo pienso que se debe cuidar el aspecto social y el espiritual. Preocupémonos de presentar una fuerte espiritualidad y de hacer ver que somos felices”. También en el campo juvenil el aporte de los sacerdotes resulta determinante: es normal que los jóvenes hagan referencia a ellos. Y es grande la atención de la Iglesia en todo el país por las nuevas generaciones. En las nueve diócesis de la República funcionan “Centros juveniles”, casas con la presencia estable de un sacerdote, una familia y de jóvenes laicos, centros de espiritualidad donde pasan grupos organizados, bautizados y no creyentes. Serán alrededor de tres mil los jóvenes checos que participarán en la próxima JMJ de Madrid. Una esperanza para la Iglesia y para el país. De la enviada Aurora Nicosia
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