Movimiento de los Focolares

Fraternidad y administración pública

Sep 12, 2014

Desde Italia y Brasil, el testimonio de un grupo de administradores públicos. De las protestas sociales a la injusticia, el compromiso a favor del diálogo y la legalidad bajo el signo de la comunión.

Angelo_CrescenteCapodrise (Italia) Angelo Crescente y Emilio Donnarumma son respectivamente el alcalde y el secretario comunal de una ciudad del Sur, un contexto territorial que no es fácil y que en el imaginario colectivo nacional e internacional está asociado a realidades como la corrupción y la camorra. Emilio – quien tiene una experiencia de varias décadas en la administración pública es un convencido promotor de los valores de la fraternidad y de la participación política- desde el 2011 está al lado de Angelo, quien fue elegido como alcalde este año. Comparten con otros amigos de los  Focolares los valores de la fraternidad también en campo político y quieren trabajar por su gente, garantizando la posibilidad de respetar la legalidad en la interpretación de las leyes. Entre las tareas más urgentes que les esperan, está la revisión de los balances comunales que resultan con un fuerte déficit. Rechazando hacer un “maquillaje económico”, y también la tentación de culpar a las administraciones precedentes por incumplimiento, deciden construir el futuro de su ciudad junto a todas las fuerzas políticas y a los ciudadanos. «Los esfuerzos se vieron premiados con un buen resultado para el Municipio y óptimas relaciones con la oposición», cuenta Angelo. Después apareció el caso de un grupo de familias a las que les habían quitado sus casas porque habían sido construidas al margen de la normativa. Esta vez es Emilio quien cuenta: «A pesar de que se trataba de un abuso, no podíamos dejar de acoger la solicitud de ayuda de estas personas que se iban a quedar en la calle. Buscamos una vía legal para que les pudieran restituir las casas. La solución la dio la administración regional que, precisamente en ese período había publicado una ley que permitía  restituir la posesión (aunque no la propiedad) de las mismas casas». No es nada extraordinario, para quien trabaja en la administración local, se podría concluir; pero la verdad es que hay formas y formas de hacer las cosas. Emilio y Angelo eligieron el “método” de la fraternidad: «Tratamos de vivirla en primera instancia entre nosotros –concluye Emilio-, es un esfuerzo cotidiano que exige compromiso pero que si se vive con constancia se llega lejos, también a las periferias de nuestras ciudades y más allá». MilitaSalto (Estado de San Paolo – Brasil) – Milta Alves Ribeiro Maron es la asesora de educación de su ciudad y todavía recuerda la vigilia del IX Congreso sobre Educación organizado el año pasado por su Municipio. Afuera, desde las ventanas de su oficina soplaban vientos de guerra, o mejor dicho de protesta por parte de profesores, estudiantes y funcionarios de la escuela, todos contra la campaña anti-derroche y privilegios que la administración pública estaba promoviendo. «El congreso preveía tres días de conferencias, talleres y mini-cursos y nos preguntábamos si lograríamos realizarlo, ante la amenaza de manifestaciones y protestas. Algunos de los colegas me aconsejaban incluso que lo anulara para no poner en peligro al alcalde y a mí misma». Continúa Milta: «La presencia de María Luisa, mi colaboradora quien comparte conmigo la visión de juna política centrada en la fraternidad, me dio la fuerza para actuar respetando a todos: a las personas de la administración pública que habían organizado el congreso, pero también el derecho de los manifestantes de protestar y sostener sus ideas». Milta confiesa que es esos días se reforzó su relación con Dios y con esos colaboradores que compartían sus valores políticos, al buscar juntos el hilo del discurso inaugural que tenía que hacer en el congreso. «Quería que estuviese entonado con el valor de la fraternidad universal y del bien común». La mañana del Congreso Milta llegó a pie, casi “escoltada” por muchos que deseaban demostrarle su apoyo. A pesar de la presencia de los manifestantes no hubo ningún tipo de violencia. El discurso fue acogido con algunos silbidos, pero terminó con los aplausos por parte de todos. «Fue un discurso –explica Milta- que marcó un cambio. Pude hablar con todos los profesores, escuchar sus motivaciones y esto hizo que surgiera una relación de confianza entre nosotros. Al final del congreso todos nos sentíamos vencedores, o mejor dicho: había vencido la fraternidad». Fuente: www.umanitanuova.org  

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