Aunque los reflectores mediáticos se encienden en forma intermitente sobre el drama que sigue consumándose en la frontera entre México y Estados Unidos, muchas personas y las organizaciones, entre ellas los Focolares, no abandonan a los migrantes. En las últimas semanas, noticias e imágenes de la caravana compuesta por miles de personas en marcha desde Honduras hacia la frontera con Estados Unidos le han dado la vuelta al mundo. «En esta región, el fenómeno migratorio es muy común» nos explicó Sandra Garcia-Farias Herrera de la comunidad de los Focolares del Noroeste de México. «Mexicali y Tijuana son ciudades de frontera, que crecieron precisamente por el alto número de personas que llegaron allí con el sueño de entrar en los Estados Unidos. Pero lo que hemos vivido en el último mes no tiene precedentes. La población misma no comprende cómo el fenómeno ha llegado a estas proporciones y qué empujó a tantas familias a dejar todo, también en situaciones climáticas tan adversas, y a ponerse en marcha. Aquí termina la calle, y su sueño parece romperse. Las calles y los lugares públicos se han convertido en campamentos. La confusión es grande, hemos asistido a episodios de violencia, al cierre de los pasos de ingreso a los Estados Unidos, a la colocación del alambre de navajas sobre el muro, al gran despliegue de la fuerza pública en el recinto de la frontera, incluso con helicópteros y vehículos especiales que no habíamos visto antes. Parece que está por estallar una guerra. La falta de información acerca de los motivos que los empujaron a partir, pero también las noticias que difunden los medios y las redes sociales han suscitado en los habitantes de México sentimientos encontrados, también de hostilidad y desdén, e incluso episodios de xenofobia». Mientras algunos jóvenes de los Focolares están tratando de poder entrar en los campos destinados a los migrantes, en esta última etapa de su itinerario mexicano, otros se han acercado durante el camino, tratando de entender sus motivaciones, pero sobre todo sus necesidades. Una familia acompañó con su automóvil a Tijuana a dos mujeres con sus niños pequeños, para evitarles ese tramo tan difícil. Otros más, han estado trabajando en un centro educativo, y propusieron a los estudiantes un cambio de actitud cultural, para manifestar a los migrantes la solidaridad y el sentido de fraternidad que se debe a cada persona. «Ahora la prioridad es contrastar la creciente confusión y los actos de intolerancia que se han derivado, también entre los jóvenes. Es necesario difundir la cultura de la acogida».
Chiara Favotti
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