Feb 16, 2019 | Sin categorizar
El Consejo General de los Focolares visitó durante dos días los lugares santos: la gruta de la Natividad de Belén, el Cenáculo, el huerto de los olivos, el Calvario. Con momentos de encuentro con personalidades para profundizar cuestiones de gran actualidad para la Tierra Santa.

el rabino Ron Kronish y el obispo luterano emérito, Munib Younan
El 14 y 15 de febrero fueron días de una full immersion en la situación política y religiosa de Tierra Santa. El Consejo General se puso en marcha, junto a los miles de peregrinos que acuden cotidianamente a Jerusalén, para visitar algunos de los lugares santos. Pero no sólo para eso: estos días fueron dedicados también a profundizar la situación política y religiosa de esta tierra. Los acompañaron durante este recorrido dos personalidades de excepción: el rabino Ron Kronish y el obispo luterano emérito, Munib Younan. “La guerra entre judíos y cristianos ha terminado” observó el rabino Kronish hablando del diálogo judeo-cristiano. Tanto él como el obispo Younan, luego, focalizaron su discurso en las condiciones políticas necesarias para una convivencia pacífica, no sólo entre Israel y Palestina, sino en todo el Medio Oriente. “Dos pueblos – dos Estados” es el slogan que expresa, según la opinión concorde de estos hombres de diálogo, amigos de muchos años, la base indispensable sobre la cual construir una paz verdadera. “Sólo con dos Estados – dice Kronish – lograremos ponerle fin a la violencia”. Y una vez terminada la guerra – es la convicción expresada por el rabino Kronish, fundador de muchas iniciativas de diálogo – surgirán también los recursos económicos necesarios para una política de educación y formación a la convivencia pacífica. Munib Younan, nacido en una familia de refugiados palestinos, agrega otros elementos necesarios, según su opinión, para una paz duradera: una Jerusalén que pertenezca igualmente a las tres grandes religiones (judía, musulmana y cristiana) y a dos pueblos (judío y palestino) y una solución para los refugiados palestinos. Él también está de acuerdo en que, tras las opciones políticas, se requiere una estrategia de formación sobre todo para los jóvenes. “Empiecen un Movimiento laico como el de ustedes entre cristianos palestinos – es la invitación que dirige a los Focolares – lo necesitamos mucho”. Pierbattista Pizzaballa, Administrador Apostólico en Tierra Santa, recibió al Consejo General el jueves pasado en la sede del Patriarcado Latino. En su saludo hizo hincapié en la fuerza de lo que es pequeño. “Nosotros cristianos en Tierra Santa somos pocos, débiles y frágiles – explicó – y justamente por eso podemos hacer la propuesta, que se presenta como una provocación, de una Jerusalén no sólo celestial, sino también terrestre, que tiene, como dice el Apocalipsis, todas las puertas abiertas.” La tarea de los cristianos sería la de sembrar, sin pretender ver los efectos. Lanzar semillas, incluso pequeñas, y dejar a la Divina Providencia que las haga crecer y fructificar. Esa invitación del Arzobispo pareció hacerse realidad algunas horas más tarde; al lado de la Iglesia de San Pedro en Gallicantu, adyacente a la escalera en la cual Jesús, según la tradición, expresó su oración por la unidad, María Voce, Presidente de los Focolares, depositó en la tierra una pequeña medalla. Es la primera semilla de un “Centro Internacional para la Unidad y la Paz” en Jerusalén, que está por nacer justamente allí, como la realización de un sueño que Chiara Lubich, fundadora de los Focolares expresara ya durante una visita a Tierra Santa en 1956. “Chiara – afirmó María Voce – desde el Cielo bendecirá este proyecto y lo llevará adelante”. Un momento profundo, en el que estaban presentes también 170 miembros de las comunidades de los Focolares en Tierra Santa. Testigos, estos últimos, de que la pequeña semilla lanzada en esta tierra a lo largo de los años, está mostrando ya sus primeros brotes.
Joachim Schwind
Feb 15, 2019 | Sin categorizar
En el retiro del Consejo General en Tierra Santa se han concluido los tres días de trabajo sobre: comunión de bienes, nuevas generaciones y Asamblea General 2020.
“Ese Jesús que estuvo sepultado aquí y resucitó, ahora quiere vivir en medio de nosotros y que nosotros lo llevemos a todo el mundo”. Así expresó su emoción el Copresidente del Movimiento de los Focolares, Jesús Morán, ante el Santo Sepulcro donde celebró la Eucaristía junto al Consejo General. Una jornada intensa, rica, la del 13 de febrero que comenzó despertando al amanecer para entrar en este lugar extraordinario, que parece tener muchos puntos en común con la semana de retiro que el Consejo General está viviendo en Tierra Santa. En el Santo Sepulcro, de hecho, nos encontramos ante la tumba que Jesús Resucitado dejó vacía. Y, así como en los discípulos de Jesús provocó tantas preguntas sobre el futuro, de igual modo en estos días también el Consejo General se ha dejado interpelar dando espacio a los interrogantes sobre el futuro: ¿Adónde el Resucitado –también a través de los Focolares– querrá llegar hoy? Y por consiguiente ¿Dónde deberían concentrarse las fuerzas, las energías y los recursos?
Interrogantes que han impregnado los tres grandes argumentos afrontados en estos días en Jerusalén. Sobre el aspecto “comunión de bienes, economía y trabajo”, el Consejo General ha constatado en todas las expresiones del Movimiento un gran deseo de volver a la radicalidad de los primeros tiempos y de vivir con nuevo compromiso y nueva coherencia la comunión de bienes. Se ha planteado cómo concretar este deseo. La reflexión sobre las nuevas generaciones de los Focolares, segundo argumento tratado, se ha enriquecido con la retrospectiva del Genfest en Manila y la reciente JMJ en Panamá, dos etapas que han puesto de relieve todo el potencial de los chicos y de los jóvenes. Lo demuestran también algunas iniciativas que están difundiéndose ampliamente como el proyecto “Pathways for a United World” o bien el compromiso con “Fame Zero” para derrotar el hambre antes de 2030. Entre los argumentos de reflexión, cómo dar continuidad a las distintas iniciativas en curso para adherirse a estos compromisos.
Por último el tercer tema: la preparación de la próxima Asamblea General de 2020. El Consejo ha puesto una particular atención, por un lado, en cómo hacer para que la Asamblea refleje la variedad geográfica, cultural y de vocaciones presentes en el Movimiento; por el otro, se ha interrogado sobre cómo conciliar las exigencias de continuidad y las de novedad que caracterizan el momento actual del Movimiento. Pronto se constituirá una comisión preparatoria que empezará a trabajar a partir de estas dos pistas. Descrito de esta manera podría parecer, sin más, un retiro hecho de tantos interrogantes, pero sin respuestas. No ha sido así. No se ha querido estructurar el resultado en un documento o en líneas programáticas. Pero se ha evidenciado un camino, ya en marcha, fruto de la vida del Movimiento presente en todo el mundo. Dejarse interpelar sobre este camino, dejarse interrogar por los grandes cuestionamientos de la humanidad de hoy y buscar nuevas respuestas, recurrir al itinerario recorrido para mirar al futuro, puede producir efectos inesperados, puede hacer encontrar al Resucitado en vías insospechadas, precisamente como les sucedió a aquellos dos discípulos que, dejando atrás la tumba vacía, se habían encaminado hacia Emaús.
Joachim Schwind
Feb 14, 2019 | Sin categorizar
Esther es Maori y Tom tiene orígenes irlandeses y escoceses. Una historia, la de ellos dos, que desmiente el principio de la incomunicabilidad entre culturas muy diferentes. Hijo de madre irlandesa y de padre escocés, Tom tenía 26 años cuando llegó a Nueva Zelanda, un archipiélago adonde antes había arribado el pueblo Maori, y habían seguido luego numerosas migraciones, que hicieron de ella un país multicultural. Llegó allí con uno de los vuelos low-cost que los gobiernos británico y neozelandés ofrecían a jóvenes dispuestos a quedarse por lo menos dos años en tierras de ultramar. Esther, en cambio, es Maori y es la mayor de 13 hermanos. Los dos se conocieron en una discoteca y fue un amor a primera vista. “Nunca noté que veníamos de dos culturas distintas”, afirma Tom, “Y no le hice caso al hecho que él fuese blanco”, replica ella. “Cuando la vi simplemente me enamoré”, concluye él. Las complicaciones llegaron después, cuando anunciaron a sus respectivas familias que querían casarse. La madre de él le habría de recordar que no hubiera podido llevarla a Inglaterra, porque no era blanca y tampoco la abuela de Esther estaba convencida para nada acerca de su relación con Tom. Había elegido un hombre para ella, como ya lo había hecho para su hija, la madre de Esther: las tradiciones en la comunidad Maori son fuertes y difíciles de transgredir. Sin embargo, tras el shock inicial, los padres de Tom aprendieron a querer a la nuera Maori y él también fue bien recibido por la numerosa familia de Esther. De común acuerdo, los hijos fueron bautizados y educados en la Iglesia Católica a la que pertenecía Esther y a la que Tom sentía el deseo de acercarse.
El primer contacto con los Focolares se dio en 1982 a través del padre Durning, el catequista de Tom, un sacerdote escocés, misionero en la comunidad Maori. Los invitaron a transcurrir un fin de semana con las focolarinas, y entonces Esther y Tom fueron con sus hijos y con un poco de ansiedad. “Me esforzaba por leer la Biblia – recuerda Tom –, pero no le sacaba mucho provecho. Me impresionó una frase que una de las focolarinas dijo: “Trata de vislumbrar la presencia de Jesús en todo aquel que pasa a tu lado”. Le respondí que si ella hubiese conocido mi trabajo, en el ferrocarril, habría estado de acuerdo conmigo de que eso no era posible. Era un ambiente difícil, pero ella insistió. Entonces lo intenté y mi fe cobró nuevas fuerzas y encontré lo que buscaba: la posibilidad de que fuera una fe hecha vida”. En su primera Mariápolis (1) Esther y Tom se encontraron escuchando a gente que compartía sus experiencias y vivencias personales “leídas” a la luz del Evangelio y quedaron impactados por ello. “La nuestra, sin embargo, no era una experiencia simple de contar – explica Esther – porque Tom había empezado a beber, una costumbre que había adquirido en su trabajo”. “Una noche, mientras estaba por tomar una cerveza – sigue Tom – Esther me preguntó qué estaba por hacer. Entendí que no podía seguir así; tenía una esposa y cuatro hijos. El alcoholismo estaba destruyendo mi familia, por lo tanto decidí dejar de beber”. Pero la vida de una familia como la de ellos nunca era monótona y sucedía que, cuando superaban un desafío, uno nuevo se presentaba. Fue entonces cuando, a raíz de un accidente, Tom tuvo que dejar de trabajar y decidieron intercambiarse los roles: “Esther iba a trabajar y yo me quedaba en casa cuidando a los niños”, cuenta Tom. “Tuve que aprender a hacer muchas cosas y también el difícil arte de amar en mi casa. Para los amigos nuestra opción era completamente a contracorriente y no podemos decir que no ha habido obstáculos, pero a pesar de los altibajos, siempre nos encontramos unidos. Incluso cuando tenemos puntos de vista distintos, o cuando me fijo en una idea, me acuerdo que Chiara Lubich nos enseñó a ser los primeros en amar, a pedir perdón y a no perder el coraje de amar”. “Desde hace 46 años la espiritualidad de la unidad se ha vuelto nuestro estilo de vida cotidiano” – concluye Esther. “Entendí que Dios nos dio una vida bella, nos mostró una meta alta y nos donó la fidelidad para alcanzarla; a nosotros nos toca ahora seguir adelante”.
Gustavo E. Clariá
(1) La cita histórica de los Focolares: un encuentro de varios días para todos, niños, jóvenes, familias, para conocer y experimentar la espiritualidad de la unidad.
Feb 13, 2019 | Sin categorizar
A veces las relaciones más cercanas son las más difíciles. Es la experiencia de Miso Kuleif y su padre. “Con mi padre siempre he tenido una relación difícil, ni yo ni el resto de la familia hemos logrado llevarnos bien con él y hemos sufrido mucho. Sin embargo, en un momento preciso de mi vida, hice un descubrimiento: él realmente me quería y yo también lo quería”. Así comienza Miso Kuleif, 24 años, nacida en Jordania, quien vive en Italia con su familia desde hace más de veinte años. El padre de Miso ha tenido graves problemas de salud durante mucho tiempo, pero un giro se produce hace unos tres años cuando se entera de que tiene que hacer un trasplante de hígado con urgencia. Como en Jordania, a diferencia de Italia, es posible realizar este tipo de operación incluso con un donante vivo, el padre elige operarse en su tierra natal. “El problema, continúa Miso, era encontrar un donante y, por lo tanto, personas dispuestas a realizar controles de compatibilidad. Cuando lo supe, no lo pensé mucho. Me fui con él para someterme a los exámenes”. “¿De dónde saqué fuerza? Vivir la espiritualidad de la unidad me ha ayudado, explica. Conocí a los Focolares en mi ciudad a través del Movimiento Diocesano, que lleva esta espiritualidad a muchas diócesis y parroquias, incluida la mía. En las reuniones muchas veces nos proponíamos amar como enseña el Evangelio, dispuestos a dar la vida los unos por los otros. Ahora no podía echarme atrás. Si tenemos la posibilidad de salvar una vida, debemos hacerlo”. Miso deja Italia e interrumpe la Universidad sin saber cuándo podría regresar. Al llegar a Jordania, la experiencia es dura. “Estaba allí, sola, rodeada de una familia a la que no me parecía pertenecer. Si me hacían la cirugía, todas las personas que hubiese querido cerca no habrían estado conmigo”. Pero sigue adelante. Sin embargo, los resultados de las pruebas dicen que Miso no es compatible. Poco tiempo después, se encuentra un donante: es el hermano de su padre, el único que después de Miso aceptó hacerse los controles. “Me tomó un tiempo asimilar esta experiencia. Gracias también a muchas personas del Movimiento que han estado cerca de mí, he logrado tomar conciencia de lo mucho que quiero a mi padre, aunque sea difícil admitirlo. Odiar a alguien es mucho más fácil, pero mucho más perjudicial. El problema real no era la situación en sí, sino el modo de afrontarla. Aprendí que siempre se puede ser feliz, que depende de nosotros. En el Evangelio leemos: “Han recibido gratuitamente, den gratuitamente”. Ahora me doy cuenta de la importancia de estas palabras. Si mi vida hubiera sido diferente, tal vez hubiera sido más simple, pero no sería lo que soy ahora”.
Feb 12, 2019 | Sin categorizar
“Es necesario trabajar juntos y tener el valor de hacer funcionar bien las cosas”. De ello está convencido Loris Rossetto quien en el reciente congreso “Co-gobernanza, corresponsabilidad en las ciudades de hoy” habló del hostal “Bella Calabria”, que se desarrolló en una estructura que se le confiscó a las redes de delincuencia organizada. “Quizás a veces una mentalidad orientada por el ‘total nada va a cambiar’ o por el ‘mejor no correr riesgos’ daña nuestra tierra. Cuando en cambios nos arremangamos y trabajamos en equipo llegan los resultados”. Es la experiencia de Loris Rossetto y de su esposa, calabreses emigrantes que llegaron al Véneto en los ’90, después al Trentino y que en el 2005 regresaron a su tierra, donde iniciaron una actividad económica en una estructura que se le confiscó a la ‘ndrangheta (así se le llama a la delincuencia organizada en esta tierra). Después de haber experimentado la eficiencia del norte de Europa, pensaron conjugarla con la calidez y los recursos naturales y culturales del sur, desarrollando un “proyecto turístico muy especial, el de la amistad y la acogida calabresa”. Su objetivo era promover el crecimiento económico del territorio, pero sobre todo crear vínculos de amistad con personas de otros países y animar a la población local a trabajar para el Bien común, en la legalidad, creyendo en la posibilidad de un renacimiento del territorio.
De hecho, según los datos, actualmente en Calabria son 35 los Consejos Comunales desestructurados debido a la mafia, incluido el de la capital, y a través de la Región pasa la mitad de la droga que llega a Italia. Pero la plaga de la mafia –como demuestra la experiencia de Rossetto- no tiene la última palabra si se tiene el valor de proponer un modelo de relación diferente. “Empezamos fundando la Asociación ‘Amigos del alemán’ –cuenta Loris- con la idea de promover intercambios entre nuestras ciudades y los países de idioma alemán. La primera experiencia fue la creación de un centro de encuentro. Después decidimos abrir el hostal “Bella Calabria” en un establecimiento confiscado en Cutro, una alcaldía en la provincia de Crotona”. El 11 de abril se inauguró la estructura. “Nos inventamos un programa para grupos de estudiantes –prosigue Loris- ’48 horas en el host según el lema. ‘Quien respeta las normas es feliz’, y el subtítulo ‘Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti’. Los alumnos interiorizan la idea de que trabajar en equipo es bello. Aprenden idiomas extranjeros mediante simulaciones y diálogos en el idioma”. Los primeros pasos de esta aventura fueron cuesta arriba. No sólo porque los Rossetto no sabían ni de economía ni de turismo. En el verano en la zona faltaba el agua. Se suplía con una cisterna pero no era suficiente. La providencia quiso que al año siguiente fuera elegido un alcalde que se comprometió a ayudarlos. “Es un signo del cielo” pensaron los esposos, animados a seguir adelante. Mientras tanto el proyecto fue creciendo. Llegaron grupos de estudiantes del norte de Italia y huéspedes de Europa, el equipo de Hockey di Hamm, un salón de clase de Dresda, la Cruz Roja alemana. Todos experimentaron la calidez de la acogida calabresa, y las personas del lugar, al inicio desconfiadas, se abrieron a la iniciativa. “La gente de Cutro respondió en una forma estupenda –observa Loris- A menudo sucedía que el turista, sorprendido, nos decía ‘fui a la cafetería y me invitaron un café’, o un vecino en verano nos llevaba fruta fresca. Los huéspedes quedaban tan sorprendidos que quedaban enamorados del pueblo y del hostal, de modo que quien viene una vez a menudo regresa. Entendimos que habíamos emprendido el camino correcto”. Siguió un segundo hostal en Crotona y un proyecto que involucró tres parques: “En Cropani Marina, propusimos hacer uno de mini car para educación vial, en Isola un recorrido en mountain bike, y en Cirò un recorrido botánico. También aquí no han faltado los problemas, pero al final todo está funcionando”. El común denominador es una fuerte motivación y una invitación: “No dejar nunca de soñar manteniendo los pies en la tierra, para amar y mejorar nuestro territorio”.
Claudia Di Lorenzi
Feb 11, 2019 | Sin categorizar
Se llama “Together fo a new Africa” la primera escuela de liderazgo para jóvenes líderes del continente africano. Participaron más de 100 de 12 países. “Encuentra tu pasión, no importa cuál es, asúmela y haz que se convierta en ti y verás que sucederán grandes cosas por ti, a ti y gracias a ti”. Esta cita de Allan T. Armstrong resume bien el sentido de la escuela de liderazgo en la que participaron más de 100 jóvenes líderes provenientes de 12 países de África del Este y de la República del Congo, a principios de enero. El curso tuvo lugar en la Mariápolis Piero, la ciudadela de los Focolares de Kenia y es la primera de una serie de Escuelas de Verano con el prometedor nombre “Together for a new Africa”, Juntos por una nueva África.
Melchior Nsavyimana, joven politólogo de Burundi y ahora docente y coordinador del Institute for Regional Integration/Catholic University of Eastern África es uno de los pioneros del curso. Explica que la finalidad de esta primera cita ha sido “profundizar y experimentar en un modelo de liderazgo que, radicado en los valores del continente africano, responda a los desafíos de hoy. Un liderazgo que se exprese en forma comunitaria, que construya la comunidad, con los instrumentos y el lenguaje de la fraternidad universal. Si esta es la pregunta que cuestiona nuestro futuro, éste debe ser nuestro compromiso hoy. Atesorando los fundamentos de la cultura de la unidad”. La organización de esta primera cita estuvo a cargo de una auténtica red compuesta por el Instituto Universitario Sophia, con el apoyo del Movimiento político por la unidad, con la Ong New Humanity, en colaboración con la UNESCO y con el apoyo de organizaciones como Caritas y Missio. Todo empezó hace algunos años por iniciativa de un grupo de estudiantes africanos del Instituto Universitario Sophia que decidieron comprometerse a favor de un África nueva, a partir de la transformación y renovación cultural de su liderazgo. Veinte docentes de África oriental, de la República Democrática del Congo y de Sophia dieron inicio al primer ciclo de formación trienal interdisciplinaria e intercultural sobre temas como ciudadanía responsable, liderazgo y cultura de la fraternidad, para afrontar con lucidez y conciencia las heridas del continente. “El viaje está iniciado”, se lee en la página web de la escuela, donde los jóvenes promotores explican la intensión del proyecto: “África (especialmente la parte oriental) está sufriendo una serie de cambios demográficos, políticos, sociales y culturales muy complejos. Uno de los efectos es el clima de incertidumbre constante. A menudo a los jóvenes les hacen falta los instrumentos necesarios para comprender los cambios en curso y permanecen pasivos ante las exigencias confusas de políticos, grupos armados, multinacionales, etc. Es por eso que nosotros jóvenes africanos, graduados del Instituto Universitario Sophia hemos entendido que es nuestra responsabilidad, junto a otros jóvenes africanos, decidir cuál África queremos para el futuro, como propone la Agenda de la Unión Africana para el 2063. Queremos dar a los jóvenes africanos una formación integral sobre el liderazgo responsable y crear una red entre ellos para actuar juntos en vista del África que ellos quieren”.
A cargo de Stefania Tanesini
Feb 11, 2019 | Sin categorizar
Este año, el Consejo General de los Focolares eligió para su retiro anual un lugar de gran valor simbólico: Jerusalén y Tierra Santa. El instituto ecuménico Tantur, ubicado en la frontera de la Ciudad Santa con Belén, quiere ser un oasis de hospitalidad y comunión para aquellos que desean sumergirse en la muy compleja realidad de Jerusalén, con su entretejido de culturas, pueblos, religiones y confesiones. Por eso es adecuado para el retiro anual del Consejo General del Movimiento de los Focolares, en curso, del 10 al 17 de febrero.
“El programa de estos días incluye, en cierto sentido, el pasado, el presente y el futuro”, explican Friederike Koller y Ángel Bartol, delegados centrales del Movimiento y coordinadores de este retiro. “Un viaje a Tierra Santa es siempre una peregrinación que invita a mirar el pasado, es decir, los lugares históricos de la fe cristiana y sus raíces en la religión judía. El presente se tocará en los momentos de trabajo sobre uno de los temas principales del año 2019: el aspecto de ‘comunión de bienes, economía y trabajo’. La intención es recuperar en el Movimiento una radicalidad de la vida evangélica con respecto a la comunión de bienes, también materiales, y, a partir de un estilo de vida alternativo impregnado por el carisma de la unidad, encontrar respuestas a los desafíos económicos actuales. Luego miraremos hacia el futuro tratando dos temas importantes: trabajar para y con las nuevas generaciones y la preparación de la próxima Asamblea General de 2020”. Ángel Bartol destaca lo exigente que es aplicar el método de trabajo elegido, teniendo en cuenta el número de participantes (62 personas): “Ya sea que trabajemos en plenaria o en grupos pequeños, estamos en peregrinación; nos sentimos siempre viajando con Jesús que quiere estar presente, vivo y activo entre nosotros. Esto es posible cuando cada uno de nosotros está dispuesto a ofrecer su punto de vista sin estar apegado a este”. Y Friederike Koller agrega: “De esta manera también podemos dar una pequeña contribución a la paz, a la cual nos invita la Palabra de Vida de este mes y de la cual el mundo, y especialmente esta ciudad, tanto necesita”.
Joachim Schwind
Saludo de Maria Voce, presidente de los Focolares, partiendo para Jerusalén.
Feb 10, 2019 | Sin categorizar
Con motivo de la “Jornada mundial del enfermo” proponemos una breve reflexión de Chiara Lubich sobre la enfermedad y sobre las comunidades del Movimiento en las que viven personas enfermas. Como saben, toda nuestra vida, porque es cristiana, es una revolución. Es una revolución del modo de pensar, es un ir contracorriente. Ahora bien, viendo cómo son considerados los enfermos en el mundo, observamos que, especialmente si la enfermedad se prolonga o es incurable, se les considera, en cierto modo, diferentes de los sanos, como una clase aparte. La sociedad de hoy, en realidad, no comprende el valor del dolor y queriendo olvidarlo, como quiere hacer también con la muerte, margina a los enfermos. Es algo anticristiano, gravísimo, porque el primer marginado debería ser entonces Jesucristo en la cruz. Por eso estas comunidades especiales en las que viven personas enfermas, aunque son sin duda como las demás, son también especiales por el bien que producen y porque tienen la posibilidad de testimoniar al mundo qué es el dolor para un cristiano. El dolor es un don que Dios hace a una criatura. Y esto no es solo un modo de hablar para consolarnos o para consolar a los enfermos. Todos los que tienen poca salud son verdaderamente amados por Dios de una manera especial, porque son más semejantes a su Hijo. (Chiara Lubich, ¿Por qué me has abandonado?, 1998, pp.110-111)
Feb 8, 2019 | Sin categorizar
Manso pero decidido, con la convicción de que el Evangelio es una de las páginas más revolucionarias de la historia, capaz de cambiar el mundo. Por esto vivió Marco Aquini. Nos ha dejado hace un mes, el 4 de enero pasado El encuentro con Marco dejaba una marca: era alguien de una muy poco común genuinidad que con su mirada profunda se dirigía directamente a tu corazón, y con pocas palabras, sin dar vueltas, respondía con gestos concretos a tus necesidades, te daba un consejo pero sin imponerte nada, por el contrario te suscitaba la respuesta desde tu interior. Había nacido en 1958 y fue uno de los primeros jóvenes de su región, el Friuli (norte de Italia) que adhirieron a los Focolares; una tierra en donde la gente es de una solo pieza, seria, trabajadora, disciplinada. Conoció pronto la crudeza que a veces la vida tiene reservada, como cuando perdió a su padre en un grave accidente. Pero el encuentro con la espiritualidad de los Focolares le dio un vuelco a su historia. Durante un encuentro con los Gen (los jóvenes de los Focolares) en1978, advirtió el llamado a donarse a Dios como focolarino y siguió la invitación de Chiara Lubich a firmar un compromiso de fidelidad hasta la muerte. Se trataba del “Pacto del hasta el final”, que quedó como algo histórico; en esa ocasión le escribió a Chiara: “Antes de conocer el Ideal* estaba encerrado en mi mundo dorado. Viviéndolo estoy saliendo de mí mismo. Vuelvo con la convicción de que cuento con la fuerza potencial de cambiar el mundo en donde vivo”. Ofrece con pasión su contribución, primero en Alemania, luego nuevamente en Italia, en el centro del Movimiento de los Focolares, especialmente en la fundación de dos organismos al servicio de los últimos y de la paz: AMU, “Asociación por un Mundo Unido”, y “New Humanity”, la ONG del Movimiento acreditada ante la ONU. Durante años actuó también en calidad de consejero central para el aspecto de la “Comunión de los bienes, Economía y Trabajo”; fue corresponsable del movimiento Jóvenes por un Mundo Unido. Desde el año 2000 estuvo al lado de Chiara y de Eli Folonari en la conducción de la Conexión CH, la video-conferencia que desde 1980 reúne periódicamente a la familia de los Focolares en el mundo. Pero la vida le tenía preparada otra inesperada experiencia, la muerte inexplicable de su hermana Chiara, ya frágil en su salud. Sufrió mucho junto a su madre, mientras proseguía la búsqueda hasta que se encontró el cuerpo. En esa tragedia, Marco logró reconocer el amor de Dios que le dio la fuerza de sostener a su familia. Con su madre Franca, Marco colaboró luego en el nacimiento de una casa de acogida con el nombre de su hermana, para la reinserción social de los discapacitados físicos y psíquicos y, aun a la distancia, mantuvo siempre la relación con la asociación. Se dedicó también a la enseñanza académica en la Pontificia Universidad Santo Tomás de Aquino de Roma y siempre en el ámbito de la economía dentro de los Focolares asumió el cargo de miembro del actual Consejo de administración de la revista Città Nuova. Su amor por los últimos lo comprometió también en su ofrecimiento de asistir en forma competente a un grupo de escucha de la Caritas. En noviembre de 2018 compartió con muchos amigos el descubrimiento de una grave enfermedad y afrontó esa nueva etapa con una renovada elección de Dios, que le dio profunda alegría, a pesar de los fuertes dolores físicos. María Voce, en el telegrama enviado a la comunidad de los Focolares en el mundo, pone en luz su vocación de focolarino, su estilo sobrio, claro y directo que se refleja en la palabra del Evangelio que Chiara Lubich le propusiera para vivir: “Que vuestro lenguaje sea: «Sí, sí», «No, no»” (Mt 5,37), y la manera extraordinaria como vivió su enfermedad. El último tramo de vida de Marco dejó a todos sin palabras, en la aparente imposibilidad de seguirle los pasos en el rápido agravarse de su salud, que en dos meses solamente lo llevó, la mañana del 4 de enero, a alcanzar la meta del Cielo. En su funeral había gente de todo tipo, todos vinculados a él de alguna manera y, juntos, escalando ya no sus amadas montañas, sino las cimas de la vida, acompañados por su ejemplo auténtico y luminoso.
Patrizia Mazzola
*La espiritualidad de los Focolares
Feb 8, 2019 | Sin categorizar
¿Qué tienen en común Medellín, Katowize y Kingersheim? A pesar de la distancia cultural, lo que los une es el proyecto social y civil. Están ubicados geográficamente en dos continentes diferentes y en tres áreas culturales distantes. Estos son Medellín (Colombia), Katowize (Polonia) y Kingersheim (Francia). Son ciudades que han aceptado el desafío de colocar el bien común en el centro en el sentido más auténtico y no como una suma de intereses privados. Las administraciones y la ciudadanía han trabajado para encontrar una manera de romper el egoísmo, la pobreza, la soledad y reconocerse mutuamente como hermanos. Los protagonistas en el campo son, respectivamente, Federico Restrepo, Danuta Kaminska y Jo Spiegel que en el congreso “Co-Governance. Corresponsabilidad en las ciudades de hoy” han contado sus tres historias, diferentes pero con un solo leitmotiv. La primera historia es contada por Federico Restrepo, ingeniero y ex director de EPM – Empresas Públicas de Medellín (Colombia), quien, junto con otros amigos, no se rindió ante la inevitabilidad de la situación que parecía más grande que sus fuerzas. Medellín, una ciudad con casi tres millones de habitantes, como muchas otras ciudades de América del Sur, demuestra una fuerte tendencia de crecimiento de las áreas urbanas en perjuicio de la población rural.
“En algunos barrios de Medellín se encuentran poblaciones que intentan construir su propia ciudad en las periferias de la ciudad”, dice Restrepo. Durante algunos años, se ha iniciado una experiencia piloto en los barrios nacidos de migraciones forzadas para implementar proyectos urbanos integrales. La inmigración, aumentando en Colombia también debido a la crisis venezolana, no se puede resolver construyendo muros: “Tenemos la responsabilidad, continúa él, de establecer relaciones entre las ciudades para resolver este problema social que está atravesando nuestra sociedad”. Pero no es solo una cuestión de planificación urbana, surgen otros desafíos para redescubrir el corazón de la ciudad y hacerla latir. La experiencia que narra Danuta Kaminska es el vínculo entre el continente americano y Europa. Administradora
pública del Consejo de la Silesia Superior, en Polonia, presenta historias comunes, pero al mismo tiempo extraordinarias, de la acogida por parte de los ciudadanos de Katowize para favorecer la inserción de inmigrantes, en su mayoría ucranianos. Sólo el año pasado alcanzaron la cifra de 700.000. “Para activar la co governance en nuestra ciudad, entendimos que hay que apoyar a los ciudadanos. Colaboramos con comunidades religiosas y organizaciones no gubernamentales para la integración, como el apoyo a las comunidades judías y musulmanas”. Katowize, dos millones de habitantes, ha sufrido un profundo cambio a lo largo de los años, se ha transformado de una ciudad industrial a sitio de la UNESCO y ha sido sede de la Conferencia de las Partes sobre el Clima de 2018 (COP24).
Si la ciudad es un espacio para la transformación, si la democracia debe ser fraterna, la participación y la espiritualidad deben ser alimentadas. Estamos hablando de administradores que son facilitadores de los procesos de toma de decisiones y Jo Spiegel, alcalde de Kingersheim, ciudadano francés de aproximadamente 13,000 habitantes, continúa gastando todas sus fuerzas para devolver a su ciudad un rostro multifacético donde pueden coexistir diferentes culturas y generaciones. “Hace veinte años, dice el alcalde, fundamos un ecosistema democrático participativo, dando vida a la ‘Casa de la Ciudadanía’, un lugar privilegiado donde se aprende a vivir juntos, ciudadanos y políticos”. Se completaron más de cuarenta proyectos, como la revisión del plan urbano local, la planificación del tiempo del niño, la creación de un lugar de culto musulmán. “La fraternidad no se delega, no se decreta. Está dentro de nosotros, está entre nosotros. Se construye”.
Patrizia Mazzola