Movimiento de los Focolares

Breve historia de los Encuentros Mundiales de la Familia

A pocos días del comienzo de la IX edición, que se desarrollará en Dublín (Irlanda) en los días 25-26 de agosto con el título “El Evangelio de la familia: alegría para el mundo”, miles de familias de 196 Países se están preparando al encuentro con el Papa Francisco. Se espera medio millón de personas que participarán a la misa conclusiva. Promovido por el nuevo Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el evento será precedido por un congreso pastoral de tres días, al cual participarán 37.000 familias.

La radicalidad del amor

La radicalidad del amor

Foto © CSC Audiovisivi

«Os agradezco por este encuentro extraordinario. He podido visitar vuestro Centro, la Mariápolis, que abraza a todos los Focolares del mundo; he podido hablar con Chiara y con sus colaboradoras y colaboradores, y ver rápidamente cómo se vive y se desarrolla el Movimiento, cómo cumple su misión, su apostolado en todos los continentes. Después de ese coloquio pude participar en la segunda parte del encuentro, durante la cual me presentaron tres testimonios muy conmovedores, que nos llevaron al centro, diría, de lo que es el Movimiento de los Focolares. Hubo luego un testimonio artístico, donde se vio cómo ese amor que pulsa dentro de vuestro Movimiento sabe animar todos los valores humanos, los valores de la belleza, los valores del arte, que perennemente están destinados a expresar lo más profundo del hombre, que es humano y divino también, porque el hombre está hecho a semejanza de Dios. Durante las distintas fases de nuestro encuentro, hice muchas reflexiones. Ahora trato de resumir todo en una constatación y un deseo. La constatación toca el núcleo central de vuestro Movimiento: el amor. Ciertamente, el amor es el inicio de muchas instituciones y estructuras de todo el apostolado, de todas las familias religiosas. El amor es rico, lleva consigo muchas potencialidades y difunde en los corazones humanos los distintos carismas. Con este encuentro he podido acercarme un poco más a lo que forma el carisma propio de vuestro Movimiento o, dicho de otra manera, comprender mejor cómo el amor – que es un don del Espíritu Santo, difundido por él en nuestros corazones, su mayor virtud – constituye el camino más excelente, la animación principal de vuestro Movimiento. Está bien que hayáis encontrado ese camino, esa vocación al amor. Escuchando los testimonios me convencí aún más de lo que hace tantos años y cada día constato, que en el mundo de hoy, en la vida de las naciones, de las sociedades, de los distintos ambientes, de las personas, el odio y la lucha son muy fuertes. Son programáticos. Entonces es necesario el amor. Se puede decir que el amor no tiene programas, pero los crea, y son bellísimos y riquísimos, como el vuestro. Es necesaria la presencia del amor en el mundo para afrontar el gran peligro que asecha a la humanidad, que amenaza al hombre, el peligro de encontrarse sin amor, con el odio, con la lucha, con guerras, con opresiones, con torturas, como hemos escuchado. El amor es más fuerte que todo y ésa es vuestra fe, la chispa inspiradora de todo lo que se hace con el nombre de Focolares, de todo lo que vosotros sois, de todo lo que hacéis en el mundo. El amor es más fuerte. Es una revolución. En este mundo tan atormentado por revoluciones, cuyo principio lo constituyen el odio y la lucha, se requiere la revolución del amor; es necesario que esa revolución se demuestre más fuerte. Esto es el radicalismo del amor. Ha habido en la historia de la Iglesia muchos radicalismos del amor, casi todos contenidos en el supremo radicalismo de Cristo Jesús. Existió la radicalidad de San Francisco, de San Ignacio de Loyola, de Charles de Foucauld y muchas otras hasta nuestros días. Hay también un radicalismo del amor, de Chiara, de los Focolarinos: un radicalismo que descubre la profundidad del amor y su simplicidad, todas las exigencias del amor en las diversas situaciones y que trata de hacer vencer siempre este amor en toda circunstancia, en toda dificultad donde el hombre – humanamente hablando – podría quedar superado por el odio. En esas situaciones hace que el amor venza». […] «Os deseo por lo tanto que continuéis en este camino. Ya tenéis una dirección muy clara, una característica profundamente marcada, un carisma en la riqueza del amor que tiene su fuente en Dios, en el Espíritu Santo. Ya habéis encontrado vuestra morada. Deseo que esta realidad, propia de vuestra vocación, se desarrolle cada vez más, y que llevéis al mundo de hoy, que tiene tanta necesidad de él, el amor y, a través del amor, deis a Dios. Este es mi deseo».

Jornada Mundial Humanitaria

La celebración de la Jornada Mundial Humanitaria, elegida por la Asamblea General de la ONU en 2009, en el aniversario del bombardeo, que ocurrió el 19 de agosto de 2003, en la sede de las Naciones Unidas de Baghdad, es una ocasión para conmemorar a los trabajadores humanitarios que existen en todo el mundo, que cada día, con su espíritu de solidaridad, enfrentan adversidades y graves peligros. La ayuda humanitaria, según el Derecho Internacional, se basa en una serie de principios, entre ellos humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia. A los trabajadores se les garantiza el acceso a los países que sufren crisis humanitarias, conflictos o desastres climáticos, con el fin de proveer una asistencia inmediata, que para muchos marca la diferencia entre vida y muerte, y en el transcurso del tiempo un sostén psico-social dirigido a reconstruir las comunidades y mantener una paz duradera y sostenible en las zonas de conflicto.

Cartas desde las Mariápolis

Cartas desde las Mariápolis

«Nuestra Mariápolis de Calgary –escriben Alizza y Norio desde Canadá– contó con la participación de casi 120 personas, en especial jóvenes y familias, en su mayor parte procedentes de las provincias de Alberta, Saskatchewan, pero también de Manitoba y de la Columbia británica. En el programa se presentó la Exhortación Apostólica del Papa Francisco sobre el llamado a la santidad en el tiempo contemporáneo (“Gaudete et Exsultate”), que continuó con un diálogo abierto. La presentación, que estuvo a cargo del Rev. A. Martens de la diócesis de Calgary, despertó en todos el deseo de leerla personalmente. Otra novedad, fue “la ciudad basada en la fe” como fue definida por una de las asistentes, que consistíó en una velada de oración por la paz». «Estamos en por terminar –escribe la comunidad de Chicago– la Mariápolis que reúne a la comunidad del Midwest. Ya el año pasado advertimos la exigencia de cambiar el lugar y el estilo de nuestra tradicional cita, que hasta ahora se había siempre desarrollado en un campus universitario de la ciudad. La elección del lugar fue un centro ubicado en las amenas orillas de un lago. El programa, cuyo título fue “María: su experiencia, nuestra experiencia”, nos recordó que ninguno de nosotros está inmunizado ante las pruebas e incertidumbres como las que María de Nazareth vivió, mostrándonos ella misma como enfrentarlas. ¿El resultado? “La atmósfera de la Mariápolis parecía la de un almuerzo en familia: relajada, con mucha flexibilidad, improvisación (que significa también humorismo sano) y una sensación general de paz”. “Los temas desarrollados y la comunión de las experiencias me ayudaron a comprender más en profundidad a María, los tiempos difíciles en que ella vivió y el modo como logró superar las dificultades. Me gustó el grupo de comunión sobre el tema de ‘saber perder’. Un concepto y una propuesta no muy popular en el mundo de hoy» «Nuestra Mariápolis se realizó en Virginia del Oeste con 160 participantes – escriben de la comunidad de los Focolares de Washington DC–. Los jóvenes, que eran más de la mitad de los participantes, de huéspedes pasaron a ser protagonistas y pusieron a disposición sus numerosos talentos, desde el aspecto técnico a la acogida y a la gestión de los grupos». En el Tennessee, USA, los participantes fueron unos setenta, procedentes de varios Estados del sudeste: Maryland, Georgia, Tennessee, Arkansas, Alabama, Florida, Texas, además estuvieron los de Indiana y de New York. «Dedicamos mucho tiempo a construir relaciones, y también miramos un par de partidos del Mundial de Fútbol… La presencia de los más pequeños fue un regalo, ellos siempre eran los primeros en contar sus actos de amor concreto. Profundizamos el “sí” de María, su “llevar Jesús al mundo”. Cuando transcurría la última tarde, un joven que se alojaba en el mismo centro quiso dar una contribución a la velada. Un papá: “Quedé impresionado por el amor de mi hijo, 7 años. Estaba ocupado preparando la velada final, él fue a cenar y me trajo mi plato con la cena”. Y un niño: “¿Por qué no nos quedamos aquí un mes entero?”» La carta que nos enviaron desde Bulgaria está llena de fotos: «Ya es la segunda vez que la Mariápolis se realiza en los Balcanes centrales, con casi ochenta personas de 1 a 85 años. Antes de comenzar, en el Monasterio ortodoxo que se encuentra al lado, había una fiesta dedicada a la Virgen. El Abad insistió en que nos viéramos el domingo siguiente con todos los mariapolitas. Éramos una única familia: católicos, ortodoxos y protestantes (Bautistas)». En Bolivia la Mariápolis contó con una fuerte presencia juvenil. Y se concluyó con el Genfest de los jóvenes. «Un gran amor recíproco entre los jóvenes y los adultos permitió la realización de estas dos manifestaciones. En la Mariápolis realizamos talleres sobre la Ecología, la Economía de Comunión, el Diálogo, hubo también coreografías y juegos para el Genfest del último día, una gran ocasión para ir más allá de nuestros límites, como se leía en el título y para poder hablar de Dios a muchos jóvenes».

En Dublín con la concreta “Amoris laetitia”

En Dublín con la concreta “Amoris laetitia”

Participaron en todos los encuentros mundiales de las familias, desde el de Roma de 1994, y ahora se preparan para vivir el evento de Dublín, en donde ofrecerán su testimonio en el Congreso pastoral. Son Anna y Alberto Friso, ex responsables de “Familias Nuevas”, realidad nacida en el Movimiento de los Focolares. En el micrófono de Vatican News hablan de los desafíos que las familias cristianas tienen que afrontar hoy y de las expectativas para el Encuentro de Dublín, iluminado por la Amoris laetitia del Papa Francisco. Han participado, como familia, a todos los encuentros mundiales, durante un cuarto de siglo. ¿Qué ha cambiado, según ustedes, para las familias cristianas, en estos 25 años? Anna Friso: Se ha acentuado, sobre todo en las nuevas generaciones, el hecho de no creer ya en el “para siempre”. El desafío que debemos recoger es el de hacer percibir a los jóvenes que el amor es una componente excepcional de la vida y que constituye una fuente de felicidad de la que la pareja es portadora. Encaminarse al matrimonio no significa perder la libertad, sino obtener una hermosa posibilidad de vida. Alberto Friso: De un modo especial, hay dos aspectos que caracterizan a nuestra sociedad hoy: el individualismo y el relativismo. Frente a estos dos impulsos empezó a faltar la cohesión de la pareja, la unidad. Esto requirió que nosotros cristianos, nosotros familias cristianas, mirásemos más en profundidad en el plan de Dios y viésemos que él nos ha llamado a vivir a su imagen y semejanza. Como familia que da testimonio de vida cristiana desde hace tanto tiempo, ¿qué quisieran decir a una joven pareja que da inicia su matrimonio, sobre el amor para siempre? Alberto Friso: Lo que nos gustaría decirles es: tened presente que el amor que habéis sentido en el primer momento en que visteis nacer este sentimiento es de un alcance extraordinario, eterno. Es una chispa de un valor muy profundo que constituirá la base de toda vuestra vida, incluso cuando lleguen las tempestades, y es el amor de Dios. Por lo tanto no os casáis siendo sólo dos, sino tres, porque Jesús estará con vosotros. Y esto, gracias a Dios, tiene respuestas. Luego, en la vida, estos jóvenes se volverán ellos mismos testigos y colaboradores en la difusión de la alegría. Se sienten imagen de Dios y testigos de esa realidad. Anna Friso: El desafío es no dejarse influenciar por la cultura dominante, que hace ver la centralidad de los sentimientos o bien que los derechos personales son los que prevalecen sobre los del otro, o sobre el valor de la pareja. En el designio del matrimonio está este sello de felicidad que es posible llevar a plenitud justamente porque forma parte del destino de la persona, del ADN de la persona. En Dublín obviamente la Amoris laetitia tendrá un rol particularmente importante. ¿Qué les está dando esta Exhortación post-sinodal a las familias católicas, pero no sólo a éstas? Alberto Friso: De un modo particular nos empuja a dar testimonio, con la vida, de la realidad cristiana del amor de Dios. Frente al mundo no debemos tanto defender una idea, un pensamiento, un valor: debemos dar testimonio de que Dios es caridad y que la caridad está en lo profundo del corazón, incluoso del que se encuentra en las crisis más negras y profundas. Anna Friso: Nosotros la hemos apreciado mucho justamente por su luminosidad y también por ser tan concreta, que no se estanca en la doctrina, sino que sabe comprender y dar una mano a quien está herido por la vida. Y a estas personas, en particular, les da la esperanza de poder alcanzar un camino de felicidad aun en las travesías, en las dificultades. Su belleza es justamente la de ser un himno al amor. Nosotros hemos visto en este documento toda la ternura de la Iglesia. Creo que es un regalo para las nuevas generaciones que se casan. Fuente: Vatican News, 10 de agosto de 2018

María, «como un celeste plano inclinado»

«María no es fácilmente comprendida por los hombres, aunque es muy amada. En un corazón alejado de Dios es más fácil encontrar la devoción a Ella que la devoción a Jesús Es amada universalmente. Y el motivo es éste: María es Madre. Las madres, en general, no son «comprendidas», son amadas, sobre todo tratándose de sus hijos pequeños; y no es raro el caso, es más bien muy frecuente, que incluso un hombre de ochenta años muera pronunciando, como última palabra: «madre». La madre es más objeto de intuición del corazón que de especulación del entendimiento; es más poesía que filosofía, porque es demasiado real y profunda, y está cercana al corazón humano. Lo mismo sucede con María, la Madre de las madres, a la que todos los afectos, las bondades, las misericordias de las madres del mundo, juntos, no son capaces de igualar. Jesús, en cierto sentido, está frente a nosotros: Sus palabras divinas y espléndidas son demasiado distintas de las nuestras como para confundirse con ellas; incluso son signo de contradicción. María es pacífica como la naturaleza, pura, serena, tersa, templada, bella; esa naturaleza alejada del trajín del mundo en la montaña, en el campo, en el mar, en el cielo azul o estrellado. Y es fuerte, vigorosa, ordenada, continua, inflexible, rica de esperanza, porque en la naturaleza está la vida que aflora perennemente beneficiosa, engalanada por la etérea belleza de las flores, caritativa en la rica abundancia de los frutos. María es demasiado sencilla y está demasiado cerca de nosotros como para ser «contemplada». Ella es «cantada» por corazones puros y enamorados que expresan así lo mejor que hay en ellos Trae lo divino a la tierra, suavemente, como un celestial plano inclinado, que desde la inmensa altura de los Cielos desciende a la infinita pequeñez de las criaturas. Es la Madre de todos y de cada uno, la única que sabe balbucear y sonreír a su niño, de una manera tal que cualquiera, por pequeño que sea, puede gozar de esas caricias y responder con su amor a ese amor. No se comprende a María porque está demasiado cerca de nosotros. Destinada por el Padre eterno a traer a los hombres las gracias, divinas joyas del Hijo, está junto a nosotros y espera, siempre paciente, que advirtamos su mirada y aceptemos su don. Y si alguno, para su dicha, la comprende, ella lo transporta a su Reino de paz, donde Jesús es rey y el Espíritu Santo es el aliento de ese Cielo. Desde allí, purificados de nuestras escorias e iluminados en nuestra oscuridad, la contemplaremos y la gozaremos, como un paraíso añadido, como un paraíso aparte. Desde aquí merezcamos que nos llame por «su camino », no para continuar siendo pequeños en el espíritu, con un amor que es sólo súplica, imploración, petición, interés, sino para que, conociéndola un poco, podamos glorificarla. Sacado de: Centro Chiara Lubich

Diálogo y política, ¿binomio posible?

Diálogo y política, ¿binomio posible?

El referéndum de autodeterminación que tuvo lugar en Cataluña (España) el 1° de octubre de 2017, que fue declarado ilegal, dio vida a un período político y social de crisis política y de fortísima tensión civil que involucró en forma directa todos los sectores de la población, empezando por los jóvenes. Martí es catalán y proviene de una ciudad cerca de Barcelona, pero se transfirió a Madrid donde estudia. Es un Gen, es decir comparte los ideales de unidad de los Focolares con otros chicos provenientes de distintas regiones de España y cuenta que “a pesar de este valor común también con ellos los primeros tres meses en Madrid no fueron fáciles. Además, en la residencia en la que vivía me maltrataban porque era el único catalán. Con los Gen discutía muchísimo y continuamente estaba enojado. Pero un día decidimos resolver la situación, conversando entre nosotros y escuchándonos verdaderamente. Era esto lo más importante que había que hacer, lo estábamos entendiendo: más allá de nuestras ideas no podíamos perder el diálogo entre nosotros; la cosa más importante era entendernos y respetarnos. No puedo decir que después de ese momento el camino haya sido más sencillo, pero entendimos que cuando nos ponemos en la disposición de verdadera escucha los problemas se resuelven y no cuando queremos imponernos. También Alba es catalana y cuenta que el período post refrendario fue para ella y los otros Gen como una prueba de fuego: “En las redes sociales había comentarios muy fuertes sobre las motivaciones políticas de una parte y de otra, escritas por algunos Gen, que me herían profundamente, pero no me había detenido a pensar si también mi modo de expresarme le podía hacer daño a quien no pensaba como yo. Fue en esos días que empecé a reflexionar sobre lo que significaba para nosotros aquello que a menudo nos decimos, que estamos dispuestos incluso a morir los uso por los otros. ¿Cuándo habríamos tenido que poner en práctica esa promesa? Sentía que el momento era ahora. Fue así que nos encontramos de toda España para hablarnos claramente aunque no fue fácil porque éramos muchos y era imposible decirnos todo. Con algunos seguimos hablando, como por ejemplo con Laura. Recuerdo que con ella la situación era delicada porque no sabíamos cómo afrontar el problema sin herirnos recíprocamente. Cuando ella me propuso que hiciéramos el pacto, es decir poner el amor por encima de cualquier cosa, ¡me dejó desarmada! Nadie me había hecho una propuesta así, pero funcionó porque a partir de ese momento logramos dialogar. El objetivo no era defender nuestra idea, sino cuidar la una de la otra sin herirnos y, al mismo tiempo, dejar a la otra el espacio para expresarse. Esta experiencia me hizo ver la situación política en forma distinta, me hizo comprender que lo importante no era tener razón, sino entender que detrás de las ideas del otro hay una persona y esta es la cosa más importante. Todavía hoy nuestras opiniones no han cambiado, seguimos pensando distinto y esto no es fácil. A veces tenemos que pedirnos disculpas, pero hablando, llegamos a la conclusión de que tanto las cosas positivas como las negativas forman parte de la experiencia. La incomprensión ahora se ha transformado en algo más grande; no es resignación, no es sólo respeto, es esa rosa que vale más que todas las espinas juntas”.


https://youtu.be/9BbUM81or5o?t=1430

María, Sede de la Sabiduría

«María Santísima es la “Sede de la Sabiduría” en cuanto acogió a Jesús. Sabiduría encarnada, en su corazón y en su vientre. Con el “fiat” de la Anunciación, ella aceptó ponerse al servicio de la voluntad divina, y la Sabiduría puso su morada en su vientre, haciendo de ella una discípula ejemplar. La Virgen fue bienaventurada no tanto por haber amamantado al Hijo de Dios, sino por haberse nutrido ella misma con la leche saludable de la Palabra de Dios». (Sn. Juan Pablo II, Ángelus, 4 de septiembre de 1983) «Para comprender bien este santo canto de alabanza (El Magníficat), es necesario precisar que la bienaventurada Virgen María habla con base en su experiencia, habiendo sido iluminada e instruida por el Espíritu Santo; de hecho nadie puede comprender correctamente a Dios y Su Palabra, si no se lo concede directamente el Espíritu Santo. Pero recibir ese don del Espíritu Santo, significa hacer la experiencia, probarlo, sentirlo; el Espíritu Santo enseña mediante la experiencia como en una escuela, fuera de ella no se aprende nada más que palabras y palabrerío. Por lo tanto la santa Virgen, habiendo experimentado en sí misma que Dios había obrado grandes cosas en ella, por más humilde, pobre y despreciada que fuera, el Espíritu Santo le enseña este gran arte de comunicar la sabiduría…» (Martin Lutero, Comentario al Magníficat, introducción) «La Virgen es la Sede de la Sabiduría, no porque haya hablado, no porque haya sido doctora de la Iglesia, no porque se haya sentado en una cátedra, ni porque haya fundado una universidad; es la sede de la sabiduría porque dio a Cristo al mundo, la Sabiduría encarnada. Realizó un hecho. Así también nosotros: tendremos la sabiduría si vivimos de modo que Jesús esté en nosotros, que esté entre nosotros, que esté de hecho». (Chiara Lubich, Una via nuova, Città Nuova, 2002, p.145) «María no vive solamente desde sí misma, sino desde una profundidad más profunda. El Espíritu Santo en ella: de Él promana no sólo su Hijo, contenido y fruto de su ser; de Él promanan el cumplimiento y la forma de la misma vida». (Klaus Hemmerle, Brücken zum credo, p. 265)

En el Castillo de Seggau

En el Castillo de Seggau

«El que nos invitó a este lugar encantador – la Estiria, el “corazón verde” de Austria, como lo llaman aquí – fue Mons. Wilhelm Krautwaschl, actual obispo de esta diócesis que acaba de cumplir 800 años», escribe el cardenal thailandés Francis Xavier Kriengsak, coordinador de los obispos amigos del Movimiento de los Focolares. «Para nosotros esta convivencia fue la ocasión para vivir juntos como hermanos, compartir alegrías y dolores, regenerar las fuerzas y anclarnos nuevamente en lo esencial». Un poco de historia. El primer encuentro de obispos amigos de los Focolares se desarrolló en 1977, por invitación del teólogo Klaus Hemmerle (1929-1994), que había sido obispo de Aquisgrán (Alemania). En esa ocasión los participantes fueron doce, provenientes de los cinco continentes. En la audiencia general en el Vaticano, Paulo VI, saludándolos, los alentó a ir adelante. Al año siguiente, encontrándose con ellos por última vez, les dijo: «Como cabeza del colegio apostólico os aliento, os estimulo, os exhorto a continuar en esta iniciativa». El mismo aliciente llegó de los papas siguientes, hasta el Papa Francisco, quien les envió un saludo. En 1981 empezaron luego estos encuentros de verano entre obispos, en un pequeño grupo. Chiara Lubich, en 1984, los invitó a «proyectarse decididamente, junto a la Obra de María, hacia la unidad de las Iglesias y el diálogo con las religiones y con todas las personas de buena voluntad», en sintonía con el objetivo de la Iglesia y de la espiritualidad de los Focolares. «Esta invitación – escriben – provocó un salto de calidad de nuestra comunión». Este año los participantes fueron 63, provenientes de 31 países, entre los cuales, por algunos días el obispo luterano Christian Krause, ex Presidente de la Federación Luterana Mundial. El objetivo, el mismo de siempre: «profundizar y vivir la espiritualidad de comunión» y «explorar los modos en que ella puede potenciar el camino de la Iglesia» en las varias circunstancias socio-culturales. El contexto: el hermoso Castillo de Seggau (siglo XII), antigua sede de los obispos de Graz, hoy transformado en centro para congresos inmerso en el verde. El encuentro empezó en un clima de gran alegría y fraternidad, «volviendo a recorrer –escriben– los comienzos de la participación de los obispos en el carisma de la unidad, que los llevó a hacer hincapié en la vida de comunión no sólo durante las vacaciones de verano, sino también, a la distancia, durante todo el año». Muchas fueron las charlas que se compartieron. El padre Fabio Ciardi (OMI), responsable de la Escuela Abbá, expuso algunas meditaciones acerca de la experiencia de luz vivida por Chiara Lubich en 1949. Mons. Vincenzo Zani, secretario de la Congregación para la Educación Católica, ilustró acerca del Sínodo de los obispos sobre el tema de los jóvenes, que tendrá lugar en octubre. Mons. Brendan Leahy (Irlanda), hizo una relación sobre el Encuentro Mundial de las familias, que se llevará a cabo a fines de agosto en Dublín, con la presencia del Santo Padre. María Voce, presidente de los Focolares, anticipó el tema que se profundizará el próximo año, en el ámbito de los miembros de los Focolares: El Espíritu Santo, alma de la Iglesia y del mundo”. Por lo tanto, junto al copresidente Jesús Morán, contó de su viaje a algunos países asiáticos, hace unos meses, para reunirse con las comunidades del Movimiento, y sobre la reciente gran manifestación de los jóvenes, el Genfest de Manila. También se volvió a escuchar el discurso del Papa a la ciudadela de Loppiano (el 10 de mayo pasado), definido por Morán «una especie de vademecum para el camino de la Obra de María». El Gobernador de la Región acogió a los obispos en el Aula Magna de la antigua universidad de los Jesuitas, ofreciéndoles una recepción. Un evento – dijo – sin precedentes, que se integra en la buena colaboración entre instituciones civiles e iglesia «en espíritu ecuménico y con apertura a todas las religiones».