Movimiento de los Focolares
Una semilla lanzada lejos

Una semilla lanzada lejos

Chiara Lubich está entre las mujeres italianas más estimadas y por eso digna de ser recordada, según afirman en el Comité organizador de la “Italian week”. En el festival que dura diez días, y que se realiza en Ottawa, capital de Canadá, del 6 al 25 de junio pasados, figuran nombres ilustres que simbolizan la cultura italiana, desde Giacomo Puccini a Sophia Loren, de Vittorio De Sica a Alda Merini. Fue inesperada la propuesta del Comité de incluir también a Chiara Lubich entre las mujeres italianas a celebrar. Ante la propuesta, la comunidad de los Focolares se preguntó: ¿cómo presentar el carisma de la unidad en una sociedad multicultural y multireligiosa, constantemente en búsqueda de soluciones de convivencia pacífica y respetuosa de todas las diversidades? ¿En una sociedad, en donde la relación con los aborígenes sigue siendo un desafío siempre abierto, con una serie de contradicciones y consecuencias a nivel relacional y social? «Durante el período de preparación del evento –explican entre otros Fernando y Lucie- supimos que algunos musulmanes de Montreal, discípulos del Dr. Shomali, habían participado recientemente en un Congreso promovido por nosotros en Castelgandolfo, cerca de Roma. Ante el deseo de trabajar juntos, dieron su disponibilidad para ofrecer su testimonio». El 16 de junio, escriben, «la sala San Marco, en el centro de la “Little Italy” de Ottawa, empezó a poblarse de personas provenientes de África, de Asia, de Medio Oriente y, naturalmente, de Italia y de Canadá, estaba también presente el Nuncio Apostólico, Mons. Luigi Bonazzi, y el Ministro Fabrizio Nava, en representación de la Embajada italiana». Fueron distintas las experiencias que en ese contexto daban testimonio de la actualidad del carisma de Chiara Lubich. Empezando por la de Jaques, un focolarino que vive en Toronto y es “pionero” de la difusión del ideal de la unidad en Canadá, después de un encuentro casual con dos italianos en Vancouver. Después fue el momento de Anne, gerente de una empresa turística con un nombre emblemático, “Spiritours”, quien habló del descubrimiento de la Economía de Comunión como una posibilidad para vivir concretamente el Evangelio, también en la empresa. Después tomó la palabra María, una focolarina brasileña que está en Montreal, quien dio su testimonio del encuentro con los aborígenes de Wati, en el Gran Norte. Junto con otras cuatro personas, el año pasado, transcurrieron un mes con ellos por solicitud de la Iglesia local. Y también: Edwige, originaria de Togo, quien actualmente vive en Rimouski, en la provincia de Quebec. Después de haber sido una de las primeras estudiantes del Instituto Universitario Sophia de Loppiano, en Italia, empezó a poner a la persona en el centro, y por este estilo de vida suyo, recientemente obtuvo una mención honorífica, normalmente reservada a los docentes de la Universidad que frecuenta actualmente. Después fue el momento de Fátima, quien junto con Mostapha ofreció una experiencia de diálogo entre musulmanes y cristianos, que están en contacto con el carisma de Chiara. «Una de las lecciones más importantes que he aprendido –dijo- es que la unidad es un don de Dios y que una manifestación de la unidad es la armonía en la diversidad». Al final el Nuncio de Canadá, Mons. Luigi Bonazzi, quien se encontró varias veces con la fundadora de los Focolares, contó a los presentes que en el lejano 1975 hizo con ella el pacto de “amar siempre” a pesar de las dificultades, un pacto que siempre lo ha sostenido en su intensa actividad diplomática. Al final del programa propusieron el discurso de Chiara Lubich pronunciado en Washington en el 2000, sobre el tema “el arte de amar”. «Gracias a este evento –concluyen- difundido a través de las redes sociales y de distintos sitios web, la semilla de la espiritualidad de la unidad se ha lanzado lejos también en Canadá, y promete nuevos frutos».

Hindúes en  Loppiano y Asís: encuentro de mentes y corazones

Hindúes en Loppiano y Asís: encuentro de mentes y corazones

«Nuestra delegación hindú-cristiana llega al Instituto Universitario Sophia de Loppiano para profundizar el conocimiento de su original experiencia, y también para conmemorar el décimo quinto aniversario del regalo del cuadro de la Virgen María, pintada por un artista hindú, que domina una de las paredes laterales de la Theotokos, el Santuario de la ciudadela. Los momentos de intercambio con profesores y algunos estudiantes de Sophia son muy ricos. Los académicos indios muestran un gran interés por los estudios que tienen que ver con la formación al diálogo, en una dimensión interdisciplinaria. Momentos de diálogo e interacción profundos permiten el conocimiento recíproco y revelan consonancia entre algunas instituciones que se inspiran en Mahatma Gandhi y Sophia. Se espera que pronto se pueda introducir, en el Instituto Universitario con sede en Loppiano, también estudios y profundizaciones acerca de la figura de este apóstol del diálogo. Un seminario muy interesante, sobre Teología y praxis del diálogo, se lleva a cabo en presencia, no sólo de los estudiantes y de la delegación hindú, sino también de otros jóvenes y adultos de la ciudadela. El tema es vital, pero al mismo tiempo desconocido para muchos. Al atardecer, en el Santuario Theotokos, los hindúes, en procesión, llevan ramos de flores y guirnaldas a la imagine de María, mientras el grupo musical Gen Verde canta un himno. Reverencias y solemnidad crean un clima espiritual profundo. Siguen algunas oraciones espontáneas en sánscrito, tamil e inglés. Luego, el momento sagrado del silencio. El silencio es parte del ser oriental. ¡Qué incómodo es, en cambio, para Occidente! Casi como si no estuviésemos acostumbrados, o por miedo a tener que enfrentarnos con nuestro propio ser. Cuando las culturas y las religiones se encuentran con hombres y mujeres de fe genuina no es necesario recurrir a componendas, sincretismos o anomalías de cualquier tipo. Todo gesto, toda palabra, todo silencio habla de Absoluto, cada uno lo escucha en la propia longitud de onda, pero las vibraciones – como las llaman los indios – son las mismas y llegan hasta el fondo del corazón». Última etapa, Asís. «Llegamos alrededor de las 10.30 de la mañana. Subimos a pie hacia la basílica de San Francisco y desde allí seguimos hasta el cementerio. No puedo hacer a menos que recordar el otoño de 1997, pocas semanas después del terremoto que había golpeado con fuerza la ciudad y había causado muchas víctimas. En esos días habíamos subido a estas colinas con Vinu y Ashok, hijos del Dr. Aram, educador gandhiano, fallecido algunos meses antes. Había querido que parte de sus cenizas fueran llevadas a la patria de San Francisco, que admiraba mucho, y por ello recitaba su oración de paz todas las noches: Señor, hazme un instrumento de tu paz. La peregrinación sigue hacia la cripta de la Basílica, en donde participamos de la oración de la “hora sexta” de los frailes, delante de la tumba de San Francisco. Gran recogimiento, en una atmósfera de fraternidad y espiritualidad. Nuestros amigos siguen en un silencio profundo nuestra oración: un signo de respeto y valorización de la oración de los demás como si fuera la propia. La historia de San Francisco, hombre de paz y de diálogo, sigue atrayendo a hombres y mujeres de todas partes del mundo y de toda creencia religiosa. Asís es realmente el lugar ideal para el diálogo». Fuente: blog de Roberto Catalano

En Tonadico con los hindúes

En Tonadico con los hindúes

«Después de tres años, aquí estoy nuevamente en Tonadico, en el valle de Primiero (Italia del Norte). Con nosotros están los amigos hindúes, que han venido de la India para una “peregrinación” a las fuentes del carisma de la unidad. Son viejos conocidos, sobre todo del mundo académico, con quienes desde hace años compartimos momentos de estudio y de vida, el último de los cuales en enero pasado, cuando estuve en Mumbai. Es una alegría volverse a encontrar juntos. Son personas fascinadas por Chiara Lubich, que quieren profundizar en el conocimiento de su experiencia mística. Y ¿qué ambiente puede ser más apto que Tonadico, en donde Chiara en 1949 tuvo una extraordinaria experiencia de luz? El encuentro empieza con una profunda comunión en un gran espíritu de familia. La mística une las religiones en lo más profundo. Los caminos que cada religión recorre, con los medios que pone a disposición, conducen al corazón del Misterio, único para todas ellas. Los caminos y los instrumentos son distintos, pero el punto de llegada es el mismo, por eso en la mística hay convergencia y nos encontramos unidos. Los lenguajes y las formas, también, son muy diferentes, pero los símbolos son comunes: el sol, la llama, el oro, la nada, el todo… y a través de ellos nos entendemos. Sabemos que “el Camino” es Jesús, pero él, de la manera que sólo él conoce, se hace “Caminante” con todos y conduce a todos al Padre. Entonces, ¡nos deseamos un buen viaje!» El Padre Fabio Ciardi es profesor en el Instituto de Teología de la vida consagrada “Claretianum” (Roma) y director del Centro de estudios de los Misioneros Oblatos de María Inmaculada. Actualmente es responsable de la Escuela Abba, Centro de estudios interdisciplinarios fundado por Chiara Lubich en 1990, con el aporte del obispo Klaus Hemmerle (3 de abril de 1929 – 23 de enero de 1994), conocido teólogo y filósofo. Su objetivo es profundizar el carisma de la unidad desde diferentes puntos de vista. Fuente: Blog F. Ciardi


Ver video

16 de julio de 1949

16 de julio de 1949

Al comienzo del período de mayores iluminaciones [de Chiara Lubich] podemos ponerle una fecha: el 16 de julio. En efecto, ese día llegó a Tonadico (en las montañas de la zona de Trento, en el Norte de Italia, ndr) Igino Giordani. Se alojaba en el Hotel Orsinger, y tenía que dar una conferencia en la sala de los padres capuchinos. Giordani, «enamorado de Santa Catalina», siempre había buscado una virgen a la cual seguir. Seguro de que la había encontrado en Chiara, le propuso hacerle un voto de obediencia, pensando que de esa manera obedecería a Dios. Agregó que se iban a poder hacer santos juntos, como San Francisco de Sales y Juana de Chantal. Chiara no entendía: el Movimiento no existía, no se hablaba de votos; y además, percibía que ella había nacido para el «que todos sean uno». Estaba tentada de no darle importancia a ese deseo, pero tuvo la impresión de que una gracia era al origen de esas palabras, una gracia que no podía perderse. Le dijo entonces: «Tú conoces mi vida, yo no soy nada. De hecho, quiero vivir como Jesús Abandonado que se anuló completamente. Tú tampoco eres nada porque vives de la misma manera. Pues bien, mañana iremos a la iglesia y a Jesús Eucaristía que estará en mi corazón, como en un cáliz vacío, le diré: “Sobre la nada de mí, haz tú un pacto de unidad con Jesús Eucaristía en el corazón de Foco. Y tú, Jesús, haz que nazca ese vínculo que tú crees debe nacer”. Y tú, Foco, haz lo mismo». Hicieron así. Giordani, de allí, se dirigió hacia la sala en la que debía hablar, mientras que Chiara se sintió impulsada a volver a la iglesia. Delante del tabernáculo, se dispuso a rezarle a Jesús, pero en ese momento sintió que no lo podía hacer, sintió que estaba totalmente identificada con el hijo. Sintió que sus labios pronunciaban una palabra: «Padre». Entendió que su vida religiosa debía ser distinta a la que había vivido hasta ese momento: no dirigida a Jesús, sino al lado de Jesús, Hermano, dirigida al Padre.   Armando Torno, “PortarTi il mondo fra le braccia. Vita di Chiara Lubich”, Città Nuova, Roma, 2011. Cit. pp. 45-46.

El pacto de unidad

El pacto de unidad

En el siguiente texto, publicado integralmente en la Revista Nuova Umanità XXXIV (2012/6) 204, Chiara Lubich describe el “pacto de unidad” estrechado con Igino Giordani (a quien ella llamaba Foco) el 16 de julio de 1949, que fue el preludio de la experiencia espiritual y mística de ese verano. «Vivíamos esta experiencia cuando vino a la montaña Foco.Foco, enamorado de Santa Catalina, siempre había buscado en su vida a una virgen a la cual poder seguir. Y ahora tenía la impresión de haberla encontrado entre nosotros. Por eso, un día me hizo una propuesta: hacerme el voto de obediencia, pensando que, haciendo así, habría obedecido a Dios. Añadió también que, en este modo, podíamos hacernos santos como San Francisco de Sales y Santa Giovanna de Chantal. Yo no comprendí en aquel momento ni el porqué de la obediencia, ni esta unidad entre dos. Entonces no existía la Obra y entre nosotros no hablábamos mucho de votos. La unidad entre dos, además, no la compartía porque me sentía llamada a vivir el «que todos sean uno». Pero al mismo tiempo me parecía que Foco estuviese bajo la acción de una gracia, que no se debía dejar perder. Entonces le dije más o menos así: “Puede ser verdaderamente que cuanto tú sientes venga de Dios. Por eso tenemos que tomarlo en consideración. Pero yo no siento esta unidad entre dos porque todos deben ser uno”. Y añadí: “Tú conoces mi vida: yo soy nada. Quero vivir, de hecho, como Jesús Abandonado que se ha anulado completamente. También tú eres nada porque vives de la misma manera. Pues bien, mañana iremos a la Iglesia y a Jesús Eucaristía que vendrá a mi corazón, como en un cáliz vacío, yo diré: ‘Sobre mi nada pacta Tú unidad con Jesús Eucaristía en el corazón de Foco. Y haz, Jesús, que surja ese vínculo entre nosotros que Tú sabes'”. Después añadí: “Y tú, Foco, haz lo mismo”». Continua en: Centro Chiara Lubich

Dios no es un personaje lejano

Dios no es un personaje lejano, al que uno se puede acercar sólo a través de un protocolo. Él escucha a quienes son especialmente pobres, especialmente pequeños, especialmente humildes con especial atención. (Del volumen Elegido por los hombres, p. 113) Cuantas más cosas tengo que hacer, tanta más necesidad tengo de la oración. Y entonces descubro una cosa: cuando yo empleo, “malgasto” mi tiempo en permanecer en Dios, sucede una “milagrosa multiplicación del tiempo”; gracias al tiempo donado a Dios, tengo más tiempo a mi disposición o por lo menos, un tiempo mejor, más disponible, más rico de amor para donar a los demás. El tiempo se convierte como en un collar de perlas, hecho de momentos preciosos que puedo vivir, y llevar a plenitud en el recogimiento y la dedicación a los demás. (Del volumen Elegido por los hombres, pp. 109-110) Se podría definir “grano de sal” de la oración cristiana el punto en el que la distinción que caracteriza lo que es cristiano parece más claro y evidente: es decir, cuando en la oración dirigida a Dios está presente siempre el hermano, el otro; cuando al decir yo en el orante está siempre incluido el decir nosotros. (Del volumen Elegido por los hombres, p. 114) Quizás a veces es bueno no querer otra cosa que permanecer en silencio. Sólo entonces, de hecho, notamos el flujo de pensamientos, de impresiones, de ideas que nos atraviesan. Estamos como inmersos en una marea que crece y que incesantemente nos aleja de nosotros mismos, no nos permite llegar a nosotros mismos. Para la oración no es determinante que alcancemos este silencio absoluto. Ella puede ser incluso “justa” si, a pesar de todo nuestro esfuerzo, no lo logramos. De hecho, en cierto modo comprendemos que también en ese flujo indistinto, confuso, imperfecto e incompleto, soy siempre yo mismo, yo que me doy y me aban-dono a mí mismo, no soy yo quien me conozco, no soy yo quien me poseo, sino tú en mí, en lo más profundo de mi yo interior, Tú que me conoces y me escrutas, tú quien sabes quién soy y qué es bueno para mí y me respondes con tu sí, te diriges a mí diciéndome: Tú. (Del volumen Das Wort fur uns, pp. 91s.)                                                                  De: Klaus Hemmerle, “La luce dentro le cose, meditazioni per ogni giorno”, (“La luz dentro las cosas, meditaciones para cada día”) Città Nuova, 1998.

Operativo metro cuadrado

Operativo metro cuadrado

«Vengo de un país de Centroamérica, El Salvador. Un pequeño Estado, pero rico de recursos naturales y de historia, y al mismo tiempo agobiado, desde hace muchos años, por una gran inestabilidad política, injusticias y pobreza, que han generado distintas formas de violencia y malestar social. En los últimos años, la violencia se ha intensificado tanto que se ha creado una falta de confianza recíproca entre los habitantes, y cualquier persona representa una amenaza para los demás. Una situación que hace sentir a todos la impotencia. En 2014 viví por algún tiempo con otros Jóvenes por un Mundo Unido en una ciudadela de los Focolares en Argentina, la “Mariápolis Lía”. Allí tratamos de poner en práctica la llamada “regla de oro”, que dice: “haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti”. Me di cuenta de lo hermoso que sería construir una sociedad en la que todos cuidemos los unos de los otros. Pero cuando volví a El Salvador, me encontré nuevamente frente a la lucha interna de mi país. La situación era realmente difícil, e incluso más violenta aún. En cualquier momento, incluso de día, era arriesgado salir de casa. Yo solía ir en autobús a un centro deportivo, pero hasta eso se había vuelto peligroso. Nunca sabes si volverás a casa de noche sano y salvo. A raíz de esta situación mis padres, mi hermana y yo llegamos a pensar que debíamos irnos de allí. Pero reflexionando más a fondo sobre el tema, decidimos quedarnos, para ser una luz en este lugar oscuro, en tiempos tan oscuros. En ese período leí un artículo de los Jóvenes por un Mundo Unido de Medio Oriente, quienes contaban que habían decidido quedarse allí, a pesar de la guerra, para estar disponibles a ayudar a los heridos después de los ataques. Su experiencia me hizo reflexionar, reforzando la determinación de quedarme en El Salvador, para ir al encuentro de los sufrimientos de mi gente. Así fue que, junto con otros coetáneos míos, decidimos lanzar una campaña, a la que llamamos “Cambia tu metro cuadrado”, con el objetivo de construir la paz en nuestro ambiente. Sabemos que el problema de nuestro país es complejo, pero podemos hacer la diferencia si empezamos desde nuestra vida, con la gente que encontramos a diario, con las actividades que normalmente desempeñamos. A nivel personal, por ejemplo, trato de ayudar a mis compañeros a afrontar un difícil examen de matemática, o a crear relaciones positivas con los vecinos. Todo ello tuvo un impacto en nuestra sociedad también. Hemos involucrado a otros en este trabajo conjunto, construyendo un parque local, un ambiente más bonito, pintando paredes, limpiando las calles, recogiendo la basura e instalando bidones de residuos. Lanzamos una campaña de recolección de libros para enviar a esas ciudades en donde la tasa de abandono escolar es muy alto. Nació luego una colaboración con otros movimientos que se dedican a visitar a personas ancianas en los institutos, o con instituciones que proveen de alimentos y alojamiento a personas sin techo. Los adultos nos ayudan recogiendo víveres y abriendo sus casas para dejar que cocinemos en ellas. Es increíble ver que la comida siempre alcanza para todos los que la necesitan. Tal vez no estemos en condiciones de cambiar nuestro país de golpe, pero “metro cuadrado por metro cuadrado” podemos hacer un cambio».

Aquél gesto de amor me salvó

Aquél gesto de amor me salvó

«Soy Jean Paul. Una noche de 2015, cuando esperaba un ómnibus para volver a casa, me encontré con un joven en la estación. Para él, viajar solo, era arriesgado pues estábamos en una de las zonas más peligrosas de la ciudad, así que le propuse que viniera esa noche a mi casa. Como el ómnibus no llegaba, comenzamos a caminar. A lo largo del trayecto, fuimos agredidos por seis hombres. Nos dieron una paliza y después me tiraron en una cuneta, tal vez pensando que me había muerto. Allí estuve durante una hora en un estado de inconsciencia. Cuando me desperté, me di cuenta que no podía moverme desde el tórax hasta abajo. Me puse a gritar, después este amigo nuevo vino a auxiliarme: él no estaba gravemente herido como yo. Con la ayuda de algunas personas, me llevaron a un hospital cercano. Esa actitud de amor que yo había tenido hacia él, fue lo que me salvó la vida. Si no hubiera sido por él, me habría muerto. Después de una semana en el hospital, me trasladaron a Kigali, a Ruanda, la ciudad de Egide. Tenía una lesión espinal, no podía moverme porque estaba paralítico y muy dolorido» Egide: «Estaba asombrado porque él (Jean Paul) sonreía siempre, después de lo que le había pasado. A todos los que lo visitaban le infundía alegría y esperanza, era como si irradiara una luz. Durante el primer mes se ocupó de él, un amigo suyo, que debía también ir a la escuela. Entonces me ofrecí a tomar su lugar. No era fácil, había encontrado un trabajito, pero decidí dejarlo para estar al lado de Jean Paul todo el tiempo. Mi madre no comprendía, decía que ese trabajito, aunque fuera pequeño, era un buen comienzo, pero yo estaba decidido y ella me dejó ir. Le pedí a Dios que me indicara la forma de ayudar a Jean Paul. Nuestros amigos y familiares de Ruanda y de Burundi venían a visitarnos. Gracias a su amor, encontramos la fortaleza» «Después de algunos meses, me operaron. Me dijeron que no iba a caminar más. Después de un mes, nos trasladamos a un centro de rehabilitación para comenzar la terapia, que era muy exigente. Pero no me rendí. Hice los ejercicios con todas mis fuerzas y al final logré caminar. ¡Un milagro! Primero con dos muletas, posteriormente, después de un año, con una sola» «Esta amistad nuestra atrajo la atención de la familia de Jean Paul, de las enfermeras, de los médicos y de los otros pacientes, porque yo soy ruandés y el burundí. Durante el tiempo transcurrido en el hospital y en el centro de rehabilitación, él sufría mucho, pero seguía sonriendo. Todos estábamos asombrados de su actitud, de su valor y decisión. Con la ayuda de Jóvenes por un mundo unido y de nuestros amigos, pudimos superar los sufrimientos y vivir entre nosotros “más allá de toda barrera”. Nuestros amigos se alternaban para traernos comida. Poco a poco, una ong descubrió nuestra situación y nos brindó las comidas diarias. Pero Jean Paul me pedía siempre que llevara la comida a alguien que tuviera mayor necesidad. Lo hacía con alegría, diciendo que era el regalo de otro paciente» «Hace un año terminé la rehabilitación. Agradezco a Dios por haberme dado el valor de no sentirme derrotado. Pude también perdonar a aquellos que me habían lastimado. Perdonarlos no sólo me dio paz, sino que también me ayudó de algún modo a recuperarme más rápidamente. Quiero agradecer a los Jóvenes por un mundo unido y a sus familiares que me ayudaron a juntar el dinero para pagar los tratamientos» «Después de este período recibí dinero para volver a la escuela, y, al mismo tiempo encontré un trabajo mejor que el que había dejado. Agradezco a Dios, ¡nadie pensaba que Jean Paul habría caminado! Si una persona da todo por amor, no permanece sola»


El himno de la JMJ de Panamá

Se llama “Que se haga en mi según tu palabra” y su versión internacional fue lanzada el 4 de julio. La próxima Jornada Mundial de la Juventud, en la cual estará presente el Papa Francisco, se realizará en Panamá desde el 22 al 27 de enero de 2019 y tendrá un himno oficial que se cantará en cinco idiomas. La música fue compuesta por Abdiel Jimenez, y la versión italiana fue compuesta por el Maestro Marco Frisina. Los intérpretes de la versión internacional son Gabriel Diaz, Marisol Carrasco y Masciel Muñoz para el español; Lucía Muñoz y Pepe Casis para el italiano; Naty Beitía para el francés; José Berasategui y Eduviges Tejedor para el inglés; y Erick Vianna y Kiara Vasconcelos de la Comunidad Shalom de Brasil para el portugués.   https://www.youtube.com/watch?v=SXlYt_JjftE