Ago 15, 2017 | Sin categorizar
«Ante el pensamiento de hablar de María siento que el alma tiembla y el corazón late. Es éste un tema que supera todas nuestras facultades y en el lugar de la palabra sería mejor guardar silencio. «¡María! La extraordinaria entre todas las criaturas, la excelsa hasta el punto de poseer el título y la realidad de ser Madre de Dios y por lo tanto, la Inmaculada, la Asunción, la Reina, la Madre de la Iglesia. María está más cerca de Dios que del hombre, y sin embargo es una criatura como nosotros que somos criaturas, y así es ante el Creador. De aquí la posibilidad para Ella de ser para nosotros como un plano inclinado que toca el cielo y la tierra y por lo tanto, aún en su ser extraordinario, niña, jovencita, novia, esposa, viuda… igual que nosotros, cada uno en la propia edad y en la propia condición, podemos encontrar un vínculo con Ella y por lo tanto, un modelo.[…] «En lo que se refiere a poseer una verdadera devoción a Ella – aún magnificando las diversas devociones que fueron floreciendo en el transcurso de los siglos para dar al pueblo cristiano el sentido de un amor maternal seguro, que piensa en todos los pequeños y grandes problemas que la vida ocasiona- te aconsejaría un camino que permite que en el corazón nazca un amor por María semejante y del tipo del que Jesús tiene hacia Ella. Es así, si María tiene todas esas magníficas y extraordinarias cualidades que sabes, Ella es también “la perfecta cristiana”. «Y es así porque, como se puede deducir del Evangelio, Ella no vive su propia vida, sino que deja que la ley de Dios viva en Ella. Es Ella la que mejor que todos puede decir: “No soy yo que vivo, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gal 2, 20). María es la Palabra de Dios vivida. Si quieres entonces amarla de verdad, “imítala”. ¡Debes ser también tu palabra de Dios viva! «La imitación de Ella te hace semejante a Ella y te lleva a amarla, porque si un dicho dice: “El amor o encuentra a sus semejantes, o los hace semejantes”, es verdad también que los que son semejantes se aman. […] «Imitemos pues a María, hagámonos semejantes a Ella y nacerá espontáneamente en nuestro corazón el amor hacia Ella» Chiara Lubich “Diálogo abierto”. Pubblicado in Città Nuova, 1976, n. 9, p. 33. Ver también Centro Chiara Lubich:
Ago 13, 2017 | Sin categorizar
Igino Giordani trataba a los jóvenes con ese amor que brota de la unidad entre las generaciones. Era un hermano para cualquiera, para los pequeños y para los grandes, porque la fraternidad nos recoge en uno, ante la presencia del único Padre: «Jesús utilizó las más vivas expresiones para afirmar su íntima fraternidad con los hombres. Es posible imaginar cuánto amaba a su madre y a sus primos, compañeros de su infancia y confidentes de su juventud. Sin embargo, una vez que le dijeron que lo buscaban mientras enseñaba, respondió: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? –Y extendiendo su mano hacia los discípulos dijo; quien quiera que haga la voluntad del Padre mío, que está en los cielos, es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mt 12, 48-50). El significado de la respuesta es obvio: quien quiera que acepte la paternidad de Dios, que es el objeto de la predicación evangélica, entre a formar parte de la familia de Jesús, se convierte en hermano, hermana, madre de Él. El cristianismo emparienta con Cristo y, por Él, con Dios, con el primer grado de parentela, que es la fraternidad». [de: Igino Giordani, Il messaggio sociale del cristianesimo, (El mensaje social del cristianismo) 2001, p. 87] Paragonaba la unidad entre las generaciones al manejo de un auntomóvil: la juventud es como un motor, la ancianidad es un manejo prudente; ¡ambas indispensables para llegar a la meta! Entre las numerosas personas con las que se escribía, en 1979, un año antes de morir, encontramos un niño de 9 años, apodado Sandokan, el cual estableció una profunda relación con Igino y lo llamaba “abuelito con corazón de gen”: «Querido abuelito, desde que supe que estabas enfermo trato de rezar más por ti. Con mi mamá y mi papá le pedimos a un sacerdote que te recordara en la Misa y a Jesús en mi corazón le pedí que te ayude y que te esté cerca en este momento. Recuerdo que en una carta te escribí que iría a tu casa, pero no he podido, pero lo importante es que te tengo en mi corazón y yo estoy en el tuyo. ¿Cuándo nos dejes a nosotros puedes saludarnos a Jesús? Sabes lamento que te vayas porque te quiero mucho, pero estoy contento que tú puedas ver a Jesús quien ha sido todo para ti. Un gran beso de tu Sandokan». «Queridísimo Sandokan, conocido como Ferdinando, te recuerdo muy bien: tú y yo somos hijos del mismo Padre, Jesús. Yo paso los días junto a ti, sin importar si vivimos lejos. Tu papá te explicó bien: soy un abuelito, con el corazón de un gen. Por lo tanto somos coetáneos y hermanitos. Salúdame a tus hermanitos, también ellos hijos de Jesús; ámalos como amas a mamá y a papá y como amas a Jesús… Un besito en tu naricita de tu abuelito». En un banco del Centro Mariápolis, el centro de los Congresos del Movimiento de los Focolares, los jóvenes se reunían a su alrededor, cantando y danzando, se detenían para hacer coloquios íntimos; cada uno se sentía amado y estrechaba con él el pacto de seguir y vivir el ideal de la unidad propuesto por Chiara Lubich. Giordani reseña uno de estos encuentros alegres en su Diario: «Aun estando sin voz, hoy, me pidieron que hablara a la escuela de los gen y de las gen: trescientas personas. Improvisé, hablando de varias cosas, pero polarizándolas alrededor del misterio de amor, en el que actúa la triada: Dios-el Hermano-Yo. El entusiasmo, embellecido por los cantos, explotó entre las y los gen, como manifestación de la alegría de los presentes». [del: Diario di fuoco, (Diario de Fuego) 25 de abril de 1979].
Ago 11, 2017 | Sin categorizar
El primer acontecimiento de la vida de la Virgen que recoge el Evangelio es la Anunciación (Lc 1, 25ss). María fue elegida por Dios desde siempre, pero en la Anunciación sucedió algo muy particular para Ella: el ángel se le presenta con un mensaje de Dios, que María acepta. Por este “sí” suyo florece inmediatamente en Ella una realidad nueva: la encarnación del Verbo en su seno. Si tratamos de comprender la vida de algunos santos, vemos que algo análogo a lo que sucedió en María sucede también espiritualmente en ellos cuando se tropiezan con un carisma que Dios ha dado para el bien de la Iglesia. Conocemos la historia de santa Clara de Asís, la discípula más perfecta de san Francisco. Cuando uno visita la iglesia de san Damián en Asís, donde ella vivió, puede suceder que el guía, al explicar ese lugar sagrado diga: “Aquí Cristo se encarnó en el corazón de Clara”; lo cual no son simples palabras, sino que revelan una profunda verdad. Aunque Clara de Asís – por lo que sabemos – vivía ya desde antes una vida cristiana ferviente, su encuentro con san Francisco, que era la personificación de una palabra que Dios volvía a decir al mundo, la palabra pobreza, provocó en ella algo nuevo: hizo que Cristo se desarrollara y creciera en su alma hasta convertirla en una de las santas más grandes de la Iglesia Católica. Y ¿acaso no piensan los Papas, los santos y los Padres de la Iglesia que la Palabra engendra a Cristo en las almas? Así, cuando alguien, en un momento dado de su vida, se tropieza a través de una persona, un escrito o una reunión con el carisma de la unidad y siente la llamada a hacerlo suyo, si dice su “sí”, sucede también en él algo semejante a lo que sucedió en María y en estos santos. Cristo en su corazón puede desarrollarse verdaderamente y crecer espiritualmente como por una actualización del bautismo. He leído que santa Clara de Asís, pronunció antes de morir una frase maravillosa: “Tú, Señor, seas bendito porque me creaste” Quiere decir: “porque habiéndome creado, realmente Tú has buscado tu gloria”. Y la suya fue una muerte de amor. ¡Quiera el Cielo que también a nosotros nos suceda algo así! Si somos fieles, tampoco nuestra muerte será simplemente una muerte física, sino una muerte de amor. Entonces subiremos también nosotros a saludar a nuestra Madre, a nuestra santa, a nuestro modelo, Aquella que aquí en la tierra ha sido nuestra Guía, Reina y Madre. Y veremos la gloria de María, Reina del cielo y de la tierra. Y la veremos rodeada sobre todo por todos los que la han amado. De Chiara Lubich, “María – Transparencia de Dios”, 2003 Ciudad Nueva – págs. 58,59,73.
Ago 10, 2017 | Focolare Worldwide
Llegando a Manila (a 60 Km) la primera sensación que se advierte al acercarse a la zona que rodea el Lago de Taal (en la isla de Luzón, en la parte septentrional del archipiélago de Filipinas) es la de una profunda paz. El visitante queda encantado ante la vista de un espectáculo único en su género: el lago, que con sus aguas llenó una antigua caldera volcánica, que tiene dentro una isla. Esta isla, a su vez, dentro de un nuevo cráter tiene un nuevo lago mucho más pequeño. Y en el centro de este pequeño espejo de agua hay un escollo. Un efecto “matrioska” de lagos, uno dentro del otro. Desde la cima del volcán, la vista se extiende hacia las verdes colinas cubiertas de bosques y prados, cultivos de piña, café, banano y una infinita variedad de flores tropicales.
En las cercanías del Lago Taal, desde 1982 esta misma sensación se respira entre las edificaciones y las calles de la Mariápolis de Tagaytay. “Paz” es la aprimera ciudadela del Movimiento en Asia. «Tengo un sueño», había exclamado Chiara Lubich aquel año, observando las colinas de Tagaytay, que precisamente aquí crezca una de las ciudades de los Focolares, que son lugares donde se vive permanentemente el Evangelio, para presentar un boceto de cómo sería el mundo si todos los vivieran. Pero la presencia de los Focolares en Tagaytay es todavía más antigua. Ya en 1966, de hecho, tuvo lugar en estos lugares un primer encuentro de personas adherentes al Movimiento. En esa ocasión, los presentes, impresionados por la belleza del lugar, pidieron que precisamente allí pudiera surgir un centro de formación, una “casa para todos”. Al año siguiente, gracias a una primera donación, ese deseo empezó a volverse realidad, tomando forma en 1975. Después, los acontecimientos y el sueño de 1982, coincidieron con la invitación que le dirigió la Conferencia episcopal filipina al Movimiento para que construyera, precisamente en las adyacencias de Tagaytay, un “escuela” para sacerdotes asiáticos. Desde entonces el desarrollo ha sido inesperado. En especial, entre las decenas de realidades que han surgido, es importante señalar una escuela para el diálogo con las grandes religiones de Asia, dirigida especialmente a musulmanes y budistas, pero también a hindúes, sintoístas. Todos los años convergen de estos lados, para experimentar la alegría de la convivencia, los jóvenes budistas de una asociación laica japonesa. Recientemente, el pasado mes de mayo, 200 miembros de grandes religiones de 13 países asiáticos distintos, participaron en la Escuela de las Religiones Orientales (SOR).
Desde su fundación, la ciudadela Paz ha asumido también un fuerte perfil social y de promoción humana, y se ha convertido en una de las sedes de la Bukas Palad Foundation, ONG sin fines de lucro, fundada en las cercanías de Manila en 1983 para responder a las necesidades sociales y sanitarias de los sectores más pobres de la población, especialmente de zonas rurales. Familias enteras, en condiciones habitacionales precarias (a menudo en casas con una sola habitación de piso de tierra, sin agua) con difícil acceso a los servicios socio-sanitarios y escasas oportunidades laborales. Bajo el tema “libremente hemos recibido, libremente donamos”, Bukas Palad (que en idioma tagalo significa “manos abiertas”) ha hecho ya un recorrido de más de treinta años, mejorando la calidad de vida de miles de personas, no sólo en el aspecto de la salud, sino también en la parte humana y espiritual, desde un enfoque integral y global, dirigido a la promoción humana y de la salud de las personas. Actualmente en la ciudadela tienen especial relevancia las empresas que adhieren al proyecto por una economía de comunión, las actividades de los voluntarios hospitalarios en varias instituciones públicas de salud, el vivo testimonio de los empleados de los medios de comunicación y las distintas iniciativas a nivel educativo. En Tagaytay las experiencias de diálogo y comunión crecen y se multiplican, como el agua del lago que se replica en otros espejos de agua. Pero los reflejos de Paz no se pueden contar.
Ago 9, 2017 | Focolare Worldwide
De chico amaba sintonizar en la noche la Radio Vaticana que transmitía noticieros en varias lenguas extranjeras. Naturalmente, no conocía ninguna de ellas pero esa escucha me fascinaba, tenía la impresión de que mi corazón se dilataba a la humanidad, a los pueblos y a su cotidianidad. Fue una de esas noches que escuché al Papa Pio XII invocar el nombre de Dios tres veces: ¡Dios, Dios, Dios!”. Ese “grito” se imprimió en mi conciencia, aunque con el pasar del tiempo, terminó debilitándose y perdiéndose en la memoria. Era el año 1956. Nueve años después, en enero de 1963, estaba haciendo el servicio militar en Turín. Un compañero de habitación me invitó a un Congreso del cual, extrañamente, no pedí ninguna información. Sin embargo al pedir permiso a mis superiores, les dije que se trataba de un Congreso del que dependía toda mi vida. Gracias a un inesperado consentimiento de mis superiores, partí hacia Ala di Stura, un pueblito en la montaña en un marco natural estupendo. Fui recibido como si me conocieran desde siempre. Fue allí donde conocí a Chiara Lubich –fundadora del Movimiento de los Focolares- y a Igino Giordani, co-fundador. Fue una realidad fuerte para mí encontrarme por primera vez con personas de culturas y religiones distintas. En esos días tuve la posibilidad de conocer, porque era huésped de los Focolares, a Assunta Roncalli, la hermana del Papa Juan XXIII, quien murió el 3 de junio de ese mismo año, 1963. Una mañana Chiara Lubich habló de una nueva vocación nacida dentro del Movimiento. Y fue sólo cuando Chiara indicó el año y las circunstancias de ese nacimiento, que volvió a florecer imperiosa en mi conciencia aquella invocación de Pio XII: «¡Dios, Dios, Dios! Dios los ayudará. Dios será su fuerza. Resuene este inefable nombre, fuente de todo derecho, justicia y libertad, en los parlamentos, en las plazas, en las casas, en los talleres…». Así se expresó el Papa en el radiomensaje del 10 de noviembre de 1956 durante la represión de la revolución de Hungría. Y Chiara comentó: «Por lo tanto, si ha habido una sociedad capaz de suprimir el nombre de Dios, la realidad de Dios, la Providencia de Dios, el Amor de Dios del corazón de los seres humanos, debe existir una sociedad capaz de volver a ponerlo en su lugar. ¿Es posible que el demonio tenga seguidores fidelísimos, totalitarios, pseudo-mártires de sus ideas, y que Dios no tenga un ejército compacto de cristianos que lo den todo para reconquistarle a Él la tierra?». A esta invocación del Papa, Chiara respondió con la intuición de reunir a mujeres y hombres de todas las edades, nacionalidades, condiciones, vinculados por un único lazo, el de la fraternidad universal, para que formaran un ejército de voluntarios, “Los Voluntarios de Dios”, expresión del Movimiento de los Focolares que hoy día está presente en 182 naciones del mundo. Una vocación moderna, totalitaria, a la que Chiara Lubich dio un ulterior toque de encanto cuando la describió como el atractivo del tiempo moderno: «Penetrar en la más alta contemplación permaneciendo mezclados entre todos, hombre junto al hombre… para diseñar en la multitud un bordado de luz y, al mismo tiempo, compartir con el prójimo la deshonra, el hambre, los golpes, las breves alegrías». Igino Giordani la compara con una «santidad con overol del obrero que impulsa a llevar a Dios al Parlamento, a los Consejos Comunales, a los hospitales, escuelas, talleres, laboratorios, oficinas, a la casa, a los campos deportivos, pero también al mundo del arte, de la comunicación, de la ciencia, de la economía…», porque, agrega, «¡¡llevar a Dios a todos estos lugares significa transformarlos en Abadías, transformarlos en lugares sagrados en donde se celebra todos los días una Misa especial!!» Han pasado 54 años desde aquel día en cuando yo sentí el llamado a enrolarme con “Los Voluntarios de Dios”, nacidos de un carisma que, porque es auténtico, se pueden medir también sus implicaciones concretas que se reflejan en la cultura, en lo social, en la economía, en la política… Para que los distintos ámbitos de la vida no permanezcan en la mediocridad, sin valor, incapaces de unir, insensibles, sino que se abran para acoger la profunda presencia de Dios. Gennaro Piccolo – Centro Igino Giordani “Un camino para la unidad” (Andria, Italia)
Ago 8, 2017 | Senza categoria
Francesco es un deportista tenaz, especialmente con su bicicleta. Recorre, cada día, varios kilómetros por tortuosos y pintorescos caminos de las colinas romanas para mantenerse entrenado. En efecto parece aún un jovencito, sin embargo hace muchos años que decidió donar su vida por amor a Dios en los hermanos con quienes se encuentra cada día. Y también en las situaciones difíciles ya sean las propias o ajenas. Entonces quiere con razón, mantenerse ágil. Hace pocos días, durante uno de sus habituales entrenamientos, su bici chocó contra una piedra y perdió el control del volante, arrojándolo por el aire. El aterrizaje no fue para nada suave… y su cuello fue el primero que chocó con el asfalto, con el resultado de un vértebra cervical (exactamente la C2) dañada. En un momento le cambia el panorama: de una intensa actividad física se encuentra inmovilizado en una cama de hospital con un “jaula” de hierro desde el cuello para arriba, sostenida con tornillos que se apoyan en su cráneo. El singular arnés debería servir para impedir cualquier movimiento y asi esperar que lentamente se suelde la vértebra lesionada. Es desde la cama del hospital que escribe, no sin dificultades, en su celular: «C2, entraste con prepotencia a cambiar mi jornada y no sólo eso. No sabía ni siquiera que existías, y si existías, ¿dónde estabas? Después de ese brusco aterrizaje en el asfalto de la calle, y entre las varias cosas rotas, tú entraste enseguida en la cabeza y en las preocupaciones de todos. Tenías el poder de darme matarme, de dejarme inmóvil en una silla de ruedas. Solo te alcanzó la advertencia rompiéndose “el diente del axis”… trocito de hueso sobre el que se basa todo el movimiento de la cabeza. Esperamos que después de este golpe no cambie la visión del mundo y que tú puedas, también a través de un aparato moderno, volver a ser el perno donde mi cabeza se pueda mover. Gran C2, trato de recuperar mi relación contigo, y que no sea sólo por interés, sino para conocer algo de las maravillas de cómo estamos hechos. ¡Cuánto valor tiene cada pequeña cosa! Que estos momentos me ayuden a descubrir todo el valor que, dentro mío, es fruto de Tu amor» Francisco (Italia)
Ago 7, 2017 | Focolare Worldwide, Senza categoria
El Palau Robert de Barcelona, con sus jardines, es una especie de refugio verde reparado de las caóticas calles de la ciudad. Allí fueron acogidas, a partir del 13 de julio pasado, unas setenta personas, provenientes de distintos lugares de España, Italia y Croacia, reunidas para el Simposio Internacional “Escuelas inclusivas: innovación social, infancia y deporte”, organizado por el Laboratorio de Investigación Pro-social Aplicada (LIPA), por la Universitat Autònoma de Barcelona y por la red internacional Sportmeet. Docentes, fisioterapistas, deportistas se reunieron para un intercambio sobre proyectos de inclusión, modelos de intervención ante la discapacidad a partir de una óptica de inclusión social, partiendo de la convicción de que todas las etapas de la vida son dignas de ser vividas. La vida misma tiene necesidad de espacios de debilidad para experimentar en sí misma su propia capacidad de recuperación. Los días siguientes, el Centro Mariápolis “Loreto” de Cartell d’Aro (Girona) acogió la Escuela de Verano, un espacio de intercambio y aprendizaje sobre el tema del deporte inclusivo. Fueron unos veinte los participantes, bajo la guía experta de Eugenio Jiménez y de Javier Lamoneda, quienes experimentaron, a través de los juegos, qué significa “ponerse en el lugar de la persona discapacitada”. La experiencia deportiva, que es de por sí una posibilidad de confrontación con el límite, ofrece argumentos para la reflexión sobre la relación de la vida misma con los obstáculos, el sufrimiento, el malestar. Mediante las reflexiones, Paolo Crepaz de Sportmeet llevó a los participantes a preguntarse sobre el concepto del límite, como barrera, obstáculo, sufrimiento o malestar en términos generales, desde la óptica (contraria, respecto al sentir común) según la cual, la presencia misma de un límite podría convertirse en una potencialidad, en la posibilidad de “tender constantemente y por hábito adquirido a la fraternidad universal” (Chiara Lubich).
Sorprende la capacidad que tiene la actividad deportiva de afrontar y superar los obstáculos, de incluir e integrar, de abatir barreras en todas las latitudes y en todos los contextos sociales. Por ejemplo, ¿cuánto puede hacer un balón para unir, en una soleada plazoleta en las vacaciones o dentro de un campo de refugiados? Los participantes dialogaron en un clima de confianza y estima recíprocas. Javier Lamoneda Prieto, profesor de Educación Física de Jerez de la Frontera (Cádiz, España) compartió su experiencia: “Parece que se forjó, en estos días, un equipo que quiere hacer de la actividad física un recurso para el encuentro entre distintos actores y profesionales del deporte, trazando principalmente dos ámbitos de acción: el académico y el social. Por primera vez se desarrolló un programa formativo en conjunto con una Universidad pública”. Roberto Nicolis, técnico socio-deportivo de Verona (Italia) dijo: “El ´limite que yo a menudo experimento es el que separa a las personas unas de otras, la discapacidad, precisamente. Reducir la distancia mediante el compartir, el conocimiento y las experiencias nos hace sentir más cercanos”. Roberto Macri, Presidente de la Fundación Obra Santa Rita, de Prato (Italia), expresó: “Han creado sobre todo una posibilidad de reflexión sobre nosotros mismos y los valores que le dan un sentido a nuestro compromiso. No sólo a nuestro compromiso profesional o de voluntariado, sino más en general a lo que puede dar un sentido más profundo a nuestro ser hombres y mujeres”.
Ago 5, 2017 | Sin categorizar
«Contemplando la inmensidad del universo, la extraordinaria belleza de la naturaleza y su potencia, me remonté espontáneamente al Creador de todo y adquirí una nueva comprensión acerca de la inmensidad de Dios. La impresión que tuve fue tan fuerte y tan nueva que enseguida me habría arrojado a tierra de rodillas para adorar, alabar y glorificar a Dios. Sentí la necesidad de hacerlo como si ésta fuese mi vocación actual. Y casi como si ahora se abrieran mis ojos, comprendí como nunca Quién es el que hemos elegido como ideal; o mejor dicho, Quién es el que nos ha elegido a nosotros. Lo vi tan grande, tan grande, tan grande que me parecía imposible que hubiera pensado en nosotros. Esta impresión de su inmensidad ha permanecido en mi corazón durante algunos días. Ahora, al rezar: “Santificado sea tu nombre” o “Gloria al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo” es otra cosa para mí: es una necesidad del corazón. (Rocca di Papa, 22.1.87) «[…] Contemplar, tal vez, la infinita extensión del mar, una cadena de montañas altísimas, un glaciar imponente, o la bóveda del cielo punteada de estrellas… ¡Qué majestuosidad! ¡Qué inmensidad! Y a través del esplendor deslumbrante de la naturaleza, nos remontásemos a Aquél que es su autor: Dios, el Rey del universo, el Señor de las galaxias, el Infinito. […] Él está presente en todas partes: está en el centelleo de un arroyo, en una flor que se abre, en una aurora clara, en un rojo atardecer, en una cumbre nevada … En nuestras metrópolis de cemento, construidas por la mano del hombre entre el ruido del mundo, la naturaleza pocas veces se ha salvado. Y sin embargo, si queremos, basta con un retazo de cielo azul descubierto entre los tejados de los rascacielos, para acordarnos de Dios; es suficiente un rayo de sol, que no deja de penetrar ni siquiera a través de los barrotes de una cárcel; es suficiente una flor, un prado, el rostro de un niño… […] Esto nos ayudará a regresar entre los hombres, donde tenemos nuestro sitio, sintiéndonos fortalecidos, igual que se sentía Jesús cuando, después de haber rezado al Padre durante toda la noche en los montes, bajo el cielo estrellado, volvía entre los hombres a hacer el bien». (Mollens, 22.9.88) De Chiara Lubich – “Buscando las cosas de arriba” – Editorial Ciudad Nueva, Madrid 1993, págs. 18 – 20
Ago 4, 2017 | Sin categorizar
Ago 3, 2017 | Focolare Worldwide
Un libro para el examen «As
isto a la Facultad de Arquitectura. Tenía que dar un examen muy importante para el cual me faltaba un libro fundamental, pero como era un libro español costaba cuatro veces más del precio normal. Era el último día para inscribirse en ese examen y estaba desesperado. Saliendo de la Universidad, corrí a una iglesia cercana y le pedí ayuda a Jesús, pidiéndole que me ayude conseguir ese libro “antes de mediodía”. Poco después, en la facultad, sentí que me llamaban: era un colega que no veía hacía tiempo. Cuando supo mi problema, insistió para acompañarme a la casa de una estudiante que apenas conocía. Ella tenía ese libro, y además estaba contenta de prestármelo. Era mediodía. Algunos días después, cuando vi en ese texto errores tipográficos y que faltaban algunas páginas importantes, le avisé a la casa editorial con un e-mail. Para agradecerme, una semana después la editorial me mandó por correo urgente un libro gratis. ¿Cómo no descubrir en todo esto el Amor de Dios?» (S.G. – Argentina) En el lugar de mi marido «A menudo, después del trabajo, mi marido se acuesta en el sofá a mirar una película. A mí, que espero un poco de ayuda después de una jornada de tareas y compromisos con los hijos, esta actitud suya me crea tensión y rencor. Un día, impulsada por el consejo de algunos amigos que me sugirieron que me pusiera a amarlo en primer lugar sin esperar nada, probé ponerme en su lugar: pensé que su trabajo era muy esforzado y que necesitaba encontrar en casa ternura y comprensión. Así, dejando de lado mis ocupaciones, me senté a su lado a ver una película y a intercambiar opiniones» (G. G. – Siberia) Ayuda recíproca «El marido de mi vecina fue operado de urgencia y en la casa quedó solo el hermano de 70 años, que no tiene habilidad con el horno. A pesar de que en ese momento mi marido y mi madre estaban enfermos, me ofrecí para auxiliarlo. Durante 15 días, mientras cuidaba a mis enfermos, cociné también para él. Y el domingo lo invité a almorzar en nuestra casa. Él intercambiaba trayendo algunos alimentos que tenía. Se convirtió ya en un familiar nuestro». (C. – Italia) Pedir disculpas «Con mi temperamento fuerte, autoritario e independiente tenía la tendencia a juzgar a las personas. Este modo de ser hacía que fuera difícil relacionarme con los demás y también con mi marido. Hace tiempo me pasó que asistí a un encuentro en el cual se profundizaba la Palabra del Evangelio. Allí mis certezas recibieron una fuerte sacudida. Decidí hacer mi primera experiencia en el trabajo, donde soy responsable del personal de un gran negocio con más de treinta empleados. En especial sentía una gran antipatía hacia uno de ellos. Cuando llegaba su turno de recibir el sueldo, le tiraba el sobre con la plata en su escritorio. ¿Y ahora? Probé mirarlo de forma distinta a como lo veía antes, como si me hubiese puesto los lentes. Esforzándome, me acerqué y delante de todos le pedí disculpas. Fue una de las alegrías más grandes experimentadas en mi vida» (D. – Brasile)