Movimiento de los Focolares
Chiara Lubich: la unidad, un sueño divino

Chiara Lubich: la unidad, un sueño divino

Foto: Nitin Dhumal

Foto: Nitin Dhumal

Unidad: palabra divina. Si en un momento dado fuese pronunciada por el Omnipotente y los hombres la llevasen a la práctica en sus más variadas aplicaciones, veríamos el mundo pararse de golpe en su marcha general y, como en una moviola, reanudar la carrera de la vida en dirección opuesta. Innumerables personas desandarían el ancho camino de la perdición y se convertirían a Dios, encaminándose por la senda estrecha… Familias desmembradas por peleas, heladas por la incomprensión y el odio y como muertas debido a los divorcios, se recompondrían. Y nacerían niños en un ambiente de amor humano y divino y se forjarían como hombres nuevos para un mañana más cristiano. Las fábricas, normalmente llenas de «esclavos» del trabajo en un ambiente de tedio, si no de blasfemia, se convertirían en lugares de paz, donde cada cual trabaja en su parcela para bien de todos. Y las escuelas reventarían los muros de la limitada ciencia para poner conocimientos de todo tipo al servicio de la contemplación eterna, aprendida en los pupitres como en un continuo desvelarse de misterios intuidos a partir de pequeñas fórmulas, de leyes simples, hasta de los números… Y los parlamentos se transformarían en un lugar de encuentro de hombres a los que les apremia, más que la idea que cada uno sostiene, el bien de todos, sin engaños a hermanos ni a patrias. En definitiva, veríamos el mundo hacerse más bueno y el Cielo bajar como por encanto a la Tierra, y la armonía de la creación serviría de marco a la concordia de los corazones. Veríamos… ¡Es un sueño! ¡Parece un sueño! Y sin embargo, Tú no pediste menos cuando rezaste: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo». Chiara Lubich   Fuente: Lubich, Chiara Fermentos de unidad, Ed. Ciudad Nueva, 1969.

Luigino Bruni: 25 años de Economía de Comunión

Luigino Bruni: 25 años de Economía de Comunión

Chiara Lubich, Brasile 1991 -© Centro S. Chiara Audiovisi

Chiara Lubich, Brasil 1991 – © Centro S. Chiara Audiovisivi

«Han pasado 25 años desde que, en mayo de 1991, Chiara Lubich lanzara en Brasil la semilla de la Economía de Comunión (EdC). Entonces yo era un joven recién licenciado en economía y sentí que lo que estaba ocurriendo en Sao Paulo tenía que ver también conmigo. Aún no sabía cómo, pero intuía que yo formaría parte de aquella historia que estaba comenzando. Hoy sé que haber acompañado el desarrollo de aquel “sueño” ha sido un acontecimiento decisivo en mi vida. Mi vida habría sido muy distinta sin aquel encuentro profético entre una mirada de mujer y el pueblo brasileño. El muro de Berlín acababa de caer y en aquel mundo y en aquel tiempo la propuesta lanzada por Chiara a los empresarios de compartir sus talentos, sus riquezas y sus beneficios para ocuparse directamente de la pobreza, resonó como una gran innovación, que hizo de la EdC una novedad económica y social importante y de frontera en el ámbito de la responsabilidad social de la empresa, que todavía se encontraba en sus primeros tiempos. No se trataba simplemente, como dijo algún economista (Serge Latouche, por ejemplo), de una reedición del “empresariado católico”. El ADN de aquella semilla llevaba también una idea distinta de la naturaleza de los beneficios y por consiguiente de la empresa, entendida como bien común, en una perspectiva global y mundial (no muy frecuente en aquellos años). Los empresarios se vieron involucrados de este modo en la solución a un problema social de desigualdad.
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Chiara Lubich con los integrantes de la Escuela Abbà (Luigino Bruni el tercero a la derecha, tercera fila) – © Centro S. Chiara Audiovisivi

A Chiara le impresionó el contraste entre las favelas y los rascacielos de la ciudad de Sao Paulo, pero en lugar de lanzar un proyecto social en las periferias de la ciudad o una actividad de captación de fondos, dirigió su invitación a los empresarios, que, como sabemos, no tienen como objetivo primario la creación de beneficios para donarlos fuera de la empresa, porque, cuando las empresas son honradas, no hay muchos beneficios extra y los que hay muchas veces son reinvertidos en la propia empresa. Así pues, la EdC lleva dentro de sí la intuición de que para reducir la pobreza y la desigualdad hay que reformar el capitalismo y, por consiguiente, su institución principal: la empresa. El lenguaje con que se expresó la intuición de Chiara y su primera mediación cultural y económica fueron los que estaban a disposición de la sociedad, de la Iglesia, del pueblo brasileño y del Movimiento de los Focolares. Pero a 25 años de distancia, el gran reto colectivo que se le plantea a la EdC consiste en expresar las intuiciones clave de 1991 en palabras y categorías capaces de hablar y ser comprendidas en un mundo cultural y socioeconómico que en estos 25 años ha cambiado radicalmente. También la frontera de la responsabilidad social de las empresas y la comprensión de las pobrezas han avanzado mucho con el cambio de milenio. El mundo de la empresa social se ha convertido en un movimiento variado, dinámico y en constante crecimiento. La llamada sharing economy está produciendo en todo el mundo experiencias muy innovadoras.
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© Centro S. Chiara Audiovisivi

La reflexión sobre la pobreza y las acciones para aliviarla se han enriquecido, gracias al pensamiento y a la acción de economistas como Amartya Sen o Muhammad Yunus. A finales del segundo milenio, compartir los beneficios de las empresas a favor de los pobres y de los jóvenes representaba una innovación en sí misma. Pero si en 2016 seguimos encarnando la propuesta de la EdC con aquellas mismas formas, la propuesta parecerá obsoleta e insuficientemente atractiva, sobre todo para los jóvenes. En un mundo social y económico radicalmente distinto, la EdC está llamada a regenerarse, como está haciendo y como siempre ha hecho para llegar viva a sus “bodas de plata”. Y de bodas se trata, porque cada vez que un carisma logra encarnarse, hay un encuentro esponsal entre cielo y tierra, entre ideal e historia. Bodas como las de Caná, cuando el agua se convirtió en vino porque una mujer vio que la gente se había quedado sin vino, creyó, pidió y obtuvo el milagro. La Economía de Comunión seguirá viviendo y llegará a su 50º cumpleaños y más, si hay mujeres y hombres con una “mirada distinta”, capaces de darse cuenta de lo que le falta a la gente de su tiempo y de pedir el milagro del agua transformada en vino, de los beneficios convertidos en alimento del cuerpo y del corazón. ¡Felicidades, EdC!». Publicado en Città Nuova nº 6/2016 – Junio 2016  

Conexiones perdidas y reencontradas

Conexiones perdidas y reencontradas

Airport«Cuando mi vuelo de la mañana de Boloña a Londres, que ya estaba atrasado debido a los temporales que arreciaban sobre la capital inglesa, empezó a volar en círculo sobre el aeropuerto por otros 20 minutos, entendí que sería casi imposible que lograra tomar el vuelo de coincidencia, de hecho poco después me encontré en una fila interminable junto a otros cientos de pasajeros que habían perdido su vuelo. Las compañías aéreas estaban congestionadas y también los teléfonos estaban bloqueados. La mayor parte de las personas logró soportar la espera durante una hora, pero cuando llegaron a ser dos y después tres, después mucho más tarde de la hora de la cena, la atmósfera empezó a volverse cada vez más tensa. Yo estaba cómoda con un libro, pero también yo empecé a agitarme cuando me di cuenta que iba a ser difícil ponerme en contacto con la amiga que tenía que venir a buscarme al aeropuerto de Estados Unidos. No soy muy locuaz con los desconocidos, sobre todo cuando viajo sola; pero a ese punto me sentí impulsada a mirar a mí alrededor y a recordarme que el calor y el alivio de la presencia de Dios se podían percibir también en esa fila caótica. Me di cuenta de que tenía un paquetito de galletas en la cartera, mediante el cual establecí un primer contacto con un estudiante hambriento que estaba detrás de mí. Fue suficiente para romper el hielo con todos los que estaban en esa parte de la fila. Cuando empezamos a contar nuestras historias y a solidarizarnos, Nos dimos cuenta de que podíamos ayudarnos recíprocamente. La batería de mi lap top  era apenas suficiente para recargar el celular de una pareja alemana que necesitaba llamar a la familia, y esa pareja se puso a disposición para echarle un ojo a mi equipaje  mientras que iba a buscar un lugar con Internet para poderle enviar un email a mi amiga. Un rápido saludo en italiano a otra pareja me bastó para darme cuenta de que otras dos parejas –ambas en el viaje de luna de miel- no entendían los anuncios que se hacían, así que se los traduje para que pudieran valorar las varias opciones. Después de cinco horas y media no se había encontrado un vuelo alternativo así que nos dieron un vale por una habitación en un hotel y una comida, y nos indicaron que llamáramos a las líneas aéreas desde el hotel.  Así lo hice, entonces supe que tenía que ir de nuevo al hotel después de pocas horas. Mientras intentaba acomodarme en una silla del aeropuerto, tratando de dormir al menos un poquito, me di cuenta de que a pesar de la incomodidad, todas esas ‘conexiones’ que en cambio había construido con quien tenía a mi lado en el momento presente habían llenado mi día de un insólito de una sensación de paz. Al día siguiente llegué a casa, cansada, pero serena». Amy Uelmen, Bethesda, Maryland (Usa) Fuente: Living City Mayoo 2016 – www.livingcitymagazine.com

Gran y Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa

Gran y Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa

© POLISH ORTHODOX CHURCH/JAROSLAW CHARKIEWICZ.

Divine Liturgy at the Patriarchal and Stavropegial Monastery of Gonia. PHOTO: © POLISH ORTHODOX CHURCH/JAROSLAW CHARKIEWICZ.

Eran enormes las expectativas que esta cita había levantado, preparada desde 1961 (es decir desde que se reunió la primera conferencia pan-ortodoxa convocada por el patriarca Atenágoras). El título ya es bastante significativo: “He called all to unity” (Ha llamado a todos a la unidad), tomado del himno de Pentecostés en el rito bizantino. Las diferentes Iglesias ortodoxas, de hecho, compartían el deseo de encaminarse hacia una sinodalidad y participación más explícita y de corroborar la unidad de la Iglesia ortodoxa, urgidas también por la necesidad de enfrentarse juntas a los nuevos desafíos del milenio. Esta cumbre marcó el paso a nuevas aperturas: en el ecumenismo y en el diálogo interreligioso, a los hallazgos científicos y tecnológicos; dedicó energías en la cuestión ecológica, y en el drama de las migraciones y de los cristianos perseguidos en Oriente Medio; abrió “su horizonte al multiforme mundo actual”. Aunque fue convocado por una decisión sinodal tomada a la unanimidad por los responsables de las 14 Iglesias ortodoxas, durante su reunión en Chambesy el pasado mes de enero, se ha visto marcado desde el principio por un gran dolor: la ausencia física de 4 de las 14 Iglesias. La Iglesia ortodoxa rusa no se ha expresado todavía a este respecto y espera la reunión del Santo Sínodo de julio para manifestar su valoración sobre el acontecimiento apenas concluido. En el Sínodo estaban presentes también 15 observadores, delegados de varias Iglesias cristianas, que han podido participar en la sesión inaugural y conclusiva del Concilio. Y cristianos no ortodoxos, en todo el mundo, han acompañado con la oración este importante evento de la Iglesia ortodoxa: «Recemos todos también por el Concilio pan-ortodoxo, se lo confío como si fuera el Concilio de la mi Iglesia, porque es mi Iglesia en este momento», había dicho María Voce a un grupo de focolarinos de varias Iglesias reunidos en Rocca di Papa a finales de mayo. Lo que más de uno ha subrayado ha sido, no tanto las deliberaciones finales, los seis documentos firmados por los patriarcas [sobre la misión en el mundo contemporáneo, sobre la importancia del ayuno, sobre la relación de la Iglesia ortodoxa con el resto del mundo cristiano, sobre el matrimonio, sobre la diáspora Ortodoxa y sobre  la autonomía de las Iglesias], sino más bien la esencia  misma del Sínodo, es decir, el hecho de que se haya realizado, y que esta ocasión de encuentro finalmente se haya dado. En la perspectiva de que este Sínodo no sea un evento aislado, sino que pueda repetirse como si fuera una praxis del camino de la iglesia. Al regreso de su viaje a Armenia, al periodista que le pide una evaluación sobre el sínodo pan-ortodoxo recientemente concluido, papa Francisco respondió: «¡Una valoración positiva! Se ha dado un paso adelante: no al cien por cien, pero sí un paso adelante. Las cosas que han dicho para justificar, entre comillas, [las ausencias] para ellos son sinceras, son cosas que con el tiempo se podrán resolver». «El mero hecho de que estas Iglesias autocéfalas se hayan reunido, en nombre de la Ortodoxia, (…) es más que positivo. Yo doy gracias al Señor. En el próximo serán más. ¡Bendito sea el Señor!». Y hablando a la delegación ortodoxa presente para la festividad de los Santos Pedro y Pablo, Francisco cita el Concilio Pan-ortodoxo, para auspiciar “abundantes frutos para el bien de la Iglesia”. Encíclica del Grand y Santo Sínodo Mensaje del Gran y Santo Sínodo Maria Chiara De Lorenzo

Pasquale Foresi: una elección que hay que renovar siempre

Pasquale Foresi: una elección que hay que renovar siempre

Chiaretto2«A aquéllos que ya se han donado a Dios con toda su mente, con todo su corazón, con todas sus fuerzas e incluso por encima de sus mismas fuerzas, en cierto momento Dios les pide que se lo elija una segunda vez. La primera vez habíamos entendido que a Dios había que amarlo por encima de todo. Pero si se pudiera seccionar esa elección nuestra, nos encontraríamos que en realidad contenía un 30% de amor de Dios, un 30% de hastío por la mediocridad y vacío en el que vivíamos, un 15% de alegría y de entusiasmo por el hecho de habernos donado a una causa tan hermosa y santa, para alguno quizás un 10% de remordimiento por los pecados cometidos en el pasado… (…) En realidad, es prácticamente imposible que la primera vez que  elegimos a Dios seriamente, lo hayamos hecho con un amor total y pleno. Pero desde el momento en que entendemos que la perfección consiste sólo en la caridad, todos aquellos motivos secundarios que al principio nos ayudaron porque venían acompañados por nuestra buena voluntad y por nuestro deseo de amar a Dios, poco a poco salen a flote y nos molestan. Es lógico que salgan a flote, pues ya estaban allí anteriormente, como cizaña que ha crecido junto con el buen trigo, como dice el Evangelio de Mateo. Se trata de pequeños apegos, de defectos, de actitudes que no son en realidad  santidad auténtica, porque no construyen el Reino de Dios sino que nos molestan a nosotros y a los demás. Quizás no son siquiera pecados veniales, pero no son tampoco amor puro. ¿Qué tenemos que hacer en ese momento? Una nueva elección de Dios. Es decir, querer que el motivo de toda nuestra vida sea solamente el amor de Dios, el amor puro, y ninguna otra cosa en absoluto. (…) Hay que hacer un salto de calidad: elijo amar a Dios por Dios, no por lo que siento, no por los frutos que produce  sino por Él mismo, para responder con mi amor personal al Amor personal que Él tiene por mí. Debo encontrar en esta unión con Dios el motivo de mi existir, de mi vida cotidiana. Cuando se llega a tener esta relación con Dios, se llega a ser personas libres, no condicionadas. Cualquier cosa que suceda, cualquier calumnia, dificultad, preocupación, motivo de amargura, nada altera esa paz, porque se vive insertados en Dios. Y se encuentra en Dios esa unidad, esa alegría, esa serenidad que sólo el amor de Dios puede dar. (…) Lo cierto es que la elección de Dios hay que renovarla siempre. Quizás se nos pedirá una tercera elección y después seguirán otras , porque la vida en Dios es siempre nueva, inagotable y llena de sorpresas». Pasquale Foresi Fuente: Pasquale Foresi, Colloqui, Città Nuova Editrice, 2009

La unidad es posible

La unidad es posible

(c) MfE, Foto: Grill

(c) MfE, Foto: Grill

«“La unidad es posible” ¿Es una afirmación absurda hoy, en una Europa marcada por el terrorismo global y por la multiplicación de guerras, de migraciones de dimensiones bíblicas, de creciente intolerancia? ¿Hablamos de un sueño, de una utopía? No. Hablamos de una experiencia que varios Movimientos y comunidades cristianas de Europa viven ya desde hace más de 15 años, testimoniando que la unidad es posible. Hemos hecho la experiencia de que hay algo eterno, indestructible, que nos une: es el Amor, es Dios Amor. Este Amor ha abierto de par en par nuestros ojos y nuestro corazón para abrazar los temores, las lágrimas, las esperanzas de este continente. En todo lo negativo, que parece que nos aplasta, reconocemos el dolor que Dios, hecho hombre, sufrió en la cruz, demostrándonos así su amor sin medida y abriéndonos la esperanza de la resurrección. Tres palabras-clave caracterizan esta manifestación nuestra: encuentro – reconciliación – futuro. Podemos encontrarnos porque Dios vino a nuestro encuentro encarnándose. Podemos reconciliarnos porque Jesús en la cruz nos reconcilió con Dios y entre nosotros. Podemos caminar seguros hacia el futuro porque Él, que venció la muerte, camina en medio de nosotros y nos conduce hacia la unidad de Europa y del mundo, hasta la realización de su oración “Que todos sean uno” (Jn. 17, 21). Para un fin tan alto vale la pena, sin duda, comprometer toda la propia existencia. 20160702_153114_2077MfE_Sa_Kundgebung_FotoHaafJuntos, queremos pedir perdón por las divisiones del pasado que han provocado guerras y muerte en Europa. Juntos queremos testimoniar hoy nuestra unidad en el respeto y en la belleza de las diversidades de nuestras Iglesias y comunidades. Juntos queremos ponernos al servicio de una novedad que sirve hoy para poder emprender de nuevo el camino europeo. Lo que nosotros podemos ofrecer – comprometiendo nuestra vida – es la novedad del Evangelio. Jesús antes de morir rezó así: “Padre, que todos sean uno”. Mostró que todos somos hermanos, que es posible una única “familia humana”, que la unidad es posible, que la unidad es nuestro destino. Hoy, nosotros aquí nos comprometemos a ser instrumentos de este cambio, instrumentos de una nueva visión de Europa, instrumentos de una aceleración en el camino hacia la unidad, abriendo, con todos y para todos los hombres y mujeres de nuestro planeta, un dialogo profundo. Diálogo factible por la así llamada “regla de oro”, que dice: “No hagas a los demás lo que no querrías que te hicieran a ti” (Cf. Lc 6,31). En el fondo, quiere decir: ama. Y, si el amor se hace recíproco, hace que florezca, entre todos, la fraternidad. Y precisamente, con la fraternidad universal es con lo que Europa puede redescubrir su propia vocación. Chiara Lubich, ya en los años ’50 escribía: “Si un día los pueblos supieran posponer a sí mismos, la idea que tienen de la propia patria (…), por aquel amor recíproco entre los Estados, que Dios pide como pide el amor recíproco entre hermanos, ese día sería el inicio de una nueva era”. ¡Vivamos entonces para esta nueva era! ¡La unidad es posible!» Maria Voce Múnich de Baviera, 2 de julio de 2016  

Juntos por Europa: la unidad es posible

Juntos por Europa: la unidad es posible

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(c) MfE, Foto: Brehm

«Queridos amigos de Juntos por Europa, sé que están reunidos en Múnich muchos Movimientos y Grupos, provenientes de varias Iglesias y Comunidades. Tienen razón. Es hora de que nos pongamos juntos, para afrontar con verdadero espíritu europeo las problemáticas de nuestro tiempo». Así inicia el denso video mensaje que el papa Francisco ha dirigido a los participantes de Juntos por Europa reunidos hoy en la Karlsplatz (Stachus) de Múnich, Alemania. Después de poner de relieve los desafíos de Europa, el papa Bergoglio invita a los participantes a «presentar el testimonio de una sociedad civil que trabaja en red para la acogida y la solidaridad hacia los más débiles y desafortunados, para construir puentes, para superar los conflictos declarados o latentes». Y luego concluye: «Mantengan la frescura de sus carismas; mantengan vivo el “Juntos”, y ¡amplíenlo! Hagan que sus casas, comunidades y ciudades sean laboratorios de comunión, de amistad y de fraternidad, capaces de integrar, abiertos al mundo entero».
(C) Foto Brehm

(C) MfE – Foto Brehm

También el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I ha querido estar presente a través de un mensaje personal, donde entre otras cosas dice: «Incluso cuando la tentación nos llevaría a no estar juntos, los cristianos en especial, están llamados a expresar el principio fundamental de la Iglesia, que es comunión (koinonía). Solamente cuando compartimos generosa y libremente los dones otorgados por Dios, somos capaces de hacer una experiencia plena». La manifestación de hoy, que concluye la 4ª edición de Juntos por Europa, titulado “500 años de división son suficientes – ¡la unidad es posible!”, refiriéndose a los 500 años de la separación entre la Iglesia católica y las Iglesias de la Reforma protestante. Sobre el tema de la unidad intervino Maria Voce, presidente de los Focolares: «Lo que nosotros podemos ofrecer – comprometiendo nuestra vida – es la novedad del Evangelio. Jesús antes de morir rezó así: “Padre, que todos sean uno”. Mostró que todos somos hermanos, que es posible ser una única “familia humana”, que la unidad es posible, que la unidad es nuestro destino. Hoy, nosotros aquí nos comprometemos a ser instrumentos de este cambio, instrumentos de una nueva visión de Europa, instrumentos de una aceleración en el camino hacia la unidad, abriendo, con todos y para todos los hombres y mujeres de nuestro planeta, un diálogo profundo».
(C) MfE - Foto Brehm

(C) MfE – Foto Brehm

Otras intervenciones fueron las de Gerhard Pross (YMCA Esslingen): “Unidad en la diversidad reconciliada” y de Andrea Riccardi (Comunidad de San Egidio): “¡No más murallas!”. Sobre “La reconciliación abre al futuro – 500 años de la división son suficientes” han hablado juntos desde el escenario el cardenal Kurt Koch (Pontificio Consejo para la Promoción de la unidad de los cristianos), el obispo Frank Otfried July (Federación Luterana mundial), el metropolitana Serafim Joanta (Metropolita rumano-ortodoxo para Alemania y centro y norte de Europa) y el Secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias, el reverendo Olav Fykse Tveit. Una entrevista sobre “Misión y futuro” permitió un interesante diálogo entre el obispo evangélico Heinrich Bedford-Strohm y el cardenal Reinhard Marx. El mensaje final, leído por los miembros del Comité de orientación y distribuido en miles de copias entre los asistentes, además de señalar «la visión de un juntos en Europa que es más fuerte que cualquier miedo y egoísmo», expresó un compromiso común de todos aquellos que adhieren a Juntos por Europa a «caminar el camino de la reconciliación”, a «vivir juntos en la diversidad», a «llegar a personas de diferentes religiones y creencias con respeto y buscando el diálogo» promover en el mundo «humanidad y la paz».
(c) MfE, Foto: Fischer

(c) MfE, Foto: Fischer

Durante los dos días precedentes se celebró un congreso en el Circus-Krone-Bau, articulado en 36 foros y mesas redondas, con 1.700 responsables y colaboradores de los más de 300 Comunidades y Movimientos que adhieren a Juntos por Europa. «La reconciliación será nuestra palabra clave», ha afirmado Martin Wagner (CVJM Múnich) en la apertura, «Ya la hemos experimentado y este es nuestro futuro. Queremos compartir, trabajar juntos por la unidad y sobre todo contribuir, como cristianos, a apoyar los retos de Europa hoy». Las mesas redondas y foros se centraron en la integración y reconciliación, solidaridad con los más débiles, sostenibilidad y tutela del medio ambiente, ecumenismo, cristianos y musulmanes en diálogo, matrimonio y familia, economía. Intercambio de experiencias, ideas y proyectos, pero también testimonios de fe. En el numeroso foro “El precio y el premio de la unidad”, el cardenal Walter Kasper, ha dicho «el esfuerzo de una auténtica reconciliación constituye uno de los mayores tropiezos en el movimiento ecuménico. Se necesita perdón para proseguir el camino juntos». La mesa redonda “Cristianos y musulmanes en diálogo” ha puesto de manifiesto la necesidad de conocerse, reunirse y trabajar juntos, conscientes, como ha señalado Pasquale Ferrara, nuevo embajador italiano en Argel, que «el diálogo no lo hacen las culturas o las religiones, sino las personas». El debate sobre el cambio climático y los desafíos ecológicos “Hacia la sostenibilidad en Europa” en el diálogo entre ciencia y religión, fue apoyado por el cardenal Peter Turkson, por el ingeniero ambiental Daniel Renzi y otros expertos. En la mesa redonda que se preguntaba “¿Qué alma para Europa?”, Jesús Morán, copresidente de los Focolares, ha evidenciado que «la perspectiva que Europa puede y debe todavía, y más que nunca, dar al mundo es formar una cultura de unidad en la diversidad en todos los niveles, desde lo personal y cotidiano hasta el nivel institucional». Textos y fotos de las ponencias están disponibles en www.together4europe.org/live Ya ha bajado el sol cuando en el escenario en la Karlsplatz se lee el mensaje final de Juntos por Europa 2016. El programa, animado por bandas musicales y por el entusiasmo creativo de los jóvenes, continúa con un concierto rock.   Fuente: Nota de prensa del SIF – 2 de julio de 2016