La colina del Pincio es un balcón privilegiado de la ciudad de Roma. Desde su célebre terraza se goza de una vista asombrosa. Pero desde el 21 al 25 de abril un pueblo que festeja le robó la escena al panorama, convirtiéndose en protagonista indiscutible: los participantes a la “Aldea de la Tierra”, la manifestación organizada por Earth Day y el Movimiento de los Focolares en el marco de Villa Borghese, pulmón esencialmente verde de la capital. Son 130 mil los visitantes, familias, niños, jóvenes, ciudadanos que están en tránsito, pero también ministros, personalidades de notoriedad de la vida económica y cultural, cardenales y responsables de las distintas religiones. Son cinco días de eventos, encuentros institucionales, foros sobre el tema, cursos, espectáculos (también con famosos de la música), un pueblo de niños- en el contexto de las celebraciones dedicadas en todo el mundo a los temas de la ecología y al respeto del ambiente- que contagiaron también a los turistas que en tropel paseaban, siendo cómplice el sol radiante y los días de fiesta. Dentro de la Aldea de la Tierra, el Movimiento de los Focolares encontró, ya desde el año pasado, el lugar ideal donde poder realizar una de sus manifestaciones más significativas, la Mariápolis: una ciudad temporal pero incisiva, en la cual los habitantes se comprometen a vivir la Regla de oro que invita a “hacer a los otros lo que quisieras que fuese hecho a ti”. «Esta regla es para nosotros el corazón vivo de la ecología integral», explican los organizadores de la manifestación, que el año pasado recibió la visita inesperada del papa Francisco. Es un concepto retomado por el Card. Parolin, Secretario del Estado Vaticano, durante una misa celebrada en la Aldea- «la chispa de interés por las cosas de Dios» equivale a una «chispa de interés por nosotros mismos, por la parte más verdadera, más profunda, más esencial de nosotros (…). Una actitud nueva frente a la Creación, de promoción de una ecología integral vivida con alegría y autenticidad bajo el ejemplo de san Francisco de Asís». Son muchos los argumentos enfrentados. Un tema específico fue el de la Economía de Comunión que se basa en un concepto del mercado que supera las lógicas del capitalismo salvaje y se fija el objetivo de convertir la economía en un instrumento de humanización de las relaciones. La Economía de la Aldea. La comunidad y las Empresas, vio la participación, entre otros, del economista Stefano Zamagni. Les propuso a los participantes – ciudadanos y trabajadores en la economía y la cultura- como etapa de una trayectoria de formación, un espacio para compartir ideas, experiencias y proyectos basados en la paz y en la economía. Es un binomio que hoy parece inalcanzable, dado que detrás de cada conflicto, incluso detrás de los miles de prófugos, se celan siempre enormes intereses financieros. Y sin embargo existen- y en la Aldea los vimos- economistas y empresarios que eligieron ir contra la corriente construyendo empresas que produzcan utilidades que se puedan destinar, en parte, a aliviar las situaciones de pobreza. En el panorama actual, son respuestas concretas que ofrecen esperanza. Otro tema central es el diálogo intercultural e interreligioso. Fue significativo el testimonio aportado por Fontem, ofrecido por María Bencivenni y Martín Nkafu. En el pequeño pueblo del noroeste de Camerún, sumergido en la selva lluviosa ecuatorial, se encuentra el Mary Health de África, hospital fundado en 1964 por los Focolarinos. A causa de una altísima mortandad infantil, el rey del pueblo pidió ayuda. Los Focolares respondieron enviando médicos, enfermeros, ingenieros civiles y técnicos, dando comienzo así a una extraordinaria historia de amistad y convivencia armoniosa entre cristianos y fieles de las religiones tradicionales, europeos y africanos.
Livia Turco, varias veces electa diputada y Ministro de Salud, y Beatrice Lorenzin, actual Ministro italiano de Salud, junto con Vittorio Pelligra, docente de Economía, presentaron el volumen Fedeltà creativa. Le sfide dell’attualizzazione di un carisma (Fidelidad creativa. Los desafíos de la actualización de un carisma) de Jesús Morán, actual copresidente del Movimiento de los Focolares. Un intercambio sobre política y los carismas, dos ámbitos que aparentemente están lejanos, al punto que la misma Chiara Lubich definió la política, que es el instrumento por excelencia apto para responder a las necesidades y a los desafíos de hoy, como “el amor de los amores”. Fidelidad creativa: idealidad y concreción, novedad y fidelidad. Un desafío de identidad en cada ámbito. «Fidelidad creativa significa no tener miedo de mirar en la cara los cambios, pero tener al mismo tiempo firmeza en los propios principios y valores. No es fácil en el mundo de la globalización construir un mundo de equidad y justicia social – afirmó Livia Turco-. Es un desafío grandísimo y dificilísimo». El último día fue lanzado un fuerte mensaje de paz. Mientras que los niños participaban en el taller Jugamos juntos por la paz aprendiendo las diferencias que existen entre las religiones cristianas, judía, musulmana y budista y los diversos lugares de culto, construyendo después un mosaico con las palabras recién aprendidas, 7 mujeres de 5 credos distintos presentaron un panel “Madres de la Tierra”, una mesa de diálogo interreligioso sobre la tutela del ambiente visto desde las religiones. «Las mujeres – declaró Franca Coen, presidente de la comunidad judía Beth Hillel- por su condición de ser mujeres saben el significado de cuidar y proteger una semilla para que pueda desarrollarse en un ser sano y armonioso. A través del diálogo entre varias culturas y credos religiosos pueden superar el temor de la diversidad y trabajar en sinergia honrando la obra del único creador». «Según nuestra tradición – agregó Lilamaya Devi, de la Unión Hindú Italiana – Dios descansa en las piedras, respira con los árboles, duerme con los animales y se despierta en el hombre. Las religiones tienen una función muy importante, la de recordar a todos la unión profunda con la Tierra». «La naturaleza – dijo Mervat Kelli, siria, siro-ortodoxa- es un santuario que nos enseña cómo tener una relación recíproca y vivir en profunda sintonía». La Aldea de la Tierra cerró sus puertas y abrió muchos corazones. Los participantes volvieron a sumergirse en la realidad metropolitana, con el propósito de vivir plenamente en comunión con el ambiente y la humanidad de alrededor.Valorar lo positivo de cada uno
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