San Ignacio de Loyola

 
Ejercitarse en el espíritu.

ignacio3Chiara Lubich siempre puso de manifiesto la importancia que la vida de los santos había tenido en la suya y en la de todo el Movimiento de los Focolares. “Es propio de nuestra espiritualidad –dijo en una ocasión- aprender de los santos, hacernos hijos de ellos, para participar de su carisma”. En otra ocasión, hablando de la historia del Movimiento, afirmaba: “Poco a poco parece [como si los santos] se hubiesen ido acercando a nuestra Obra[1] para animarla, iluminarla y ayudarla”.

En innumerables ocasiones comunicó cómo los santos intervenían en su vida y le ayudaban. Reproducimos a continuación algunos fragmentos sobre San Ignacio de Loyola, recogidos en el volumen Cristo a través de los siglos, de la editorial Ciudad Nueva. Un sencillo agradecimiento y homenaje a la vida de este gran santo.

“Continúo leyendo –durante la meditación- los Ejercicios Espirituales de San Ignacio. Me da la impresión de que tengo un tesoro entre las manos. (…) Es magnífico: de vez en cuando Dios nos hace descubrir a un santo, experto en un determinado aspecto de la vida cristiana, para ayudarnos y subrayar con otra luz la vida que el Eterno ha pensado para nosotros (…).

Chiara Lubich durante su visita a la Cueva de San Ignacio en 2002. © CSC Audiovisivi

Sus ejercicios espirituales son un auténtico método, inspirado por Dios, para llamar al recogimiento a todas las facultades del alma y hacer que se tomen para ahora y para el futuro decisiones serias, adecuadas también para las almas más delicadas, a fin de que estén al servicio de Dios y se pongan en condiciones favorables al desarrollo de una santidad sólida.

Además ayer, en los pocos párrafos que leí, vi qué gran importancia tenía para San Ignacio vivir el momento presente, que Santa Catalina de Génova llamaba ‘el momento de Dios’.

Durante los ejercicios, además, San Ignacio no quiere que se influya sobre las almas para escoger un estado o el otro, sino que se deje a Dios manifestar al alma su voluntad.

También nuestro Ideal enseña a comportarse así, con la indiferencia hacia el estado (virginidad o matrimonio, etc.), pero con todo el celo para que las almas hagan bien la divina voluntad.

Finalmente, San Ignacio insiste en el desapego del propio trabajo o cargo, en el caso de que nos sintamos ligados a éste.

También nosotros, si vivimos nuestro espíritu, tendremos un gran amor sólo: Dios, y por Él todas las criaturas.

He encontrado, por lo tanto, un nuevo amigo: San Ignacio, que confirma mi vida y me ofrece a mí y a nosotros uno de los mejores frutos del don que ha recibido de Dios no sólo para sí, sino para muchos: los Ejercicios Espirituales. (…)

[1] Obra de María, nombre oficial del Movimiento de los Focolares.

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