Lección africana

 
Asante África y su proyecto de cooperación ha marcado la vida de los 18 jóvenes que han participado. Ana Rubio nos lo cuenta.

11781604_1452353951741008_7103708403351654287_n  Asante África ha cambiado la vida de 18 jóvenes, de sus familias y amigos. La sevillana Ana Rubio comparte con nosotros sus impresiones. También puedes leerla en Facebook, junto a la de otros jóvenes que han participado.

“Mi viaje a África me ha enseñado muchas cosas, como supongo que a todos los que hemos participado. He disfrutado de la felicidad que te da el donarte; no por el mero hecho de sentirte bien al hacerlo, sino por poder disfrutar de ver la felicidad del otro.

También me he sentido hipócrita, consentida y a la vez afortunada. Y he valorado mucho más todo lo que tengo. He descubierto una vez más, cómo la sonrisa y la alegría de un niño no dependen del número de cosas que tenga, sino del amor que recibe. Que da igual si solo tienes unos zapatos rotos si tienes alguien que te quiere. Que los niños son niños aquí en España o en China. Que son inocencia y ternura y que no hace falta ningún idioma común para entenderlos. Una sonrisa. Un beso. Un abrazo. Un giño. Son suficientes. Ni swahili, ni inglés, ni español.

11144942_1458731837769886_2960141531251931080_nHe aprendido que no hace falta tener nada para dar. Solo se necesitan la intención y las ganas. Que el tiempo es lo más valioso que tenemos, y que cuando lo damos de verdad, es el mejor de los regalos.
He sentido la gratitud y la acogida de este pueblo que nos ha abierto las puertas a los musungus[1] a pesar de todos los prejuicios que existen. Personas que te regalan lo poco que tienen: un gallo o una botella de agua. Personas que, por muy poco que haces por ellas, te lo agradecen como si fuera algo realmente grande. Porque ellos así lo sienten.

Pero más grande es y ha sido todo lo que ellos nos han dado. Una lección de humildad, de valentía y de alegría en lo más sencillo. Debemos estarles muy agradecidos.

Y he de decir que no solo he aprendido en África de los africanos, porque también he tenido unos compañeros de viaje de los que he aprendido infinito. María Aguado me ha recordado el sentido de apertura, acogida y familia, desde aquel día en que mi viaje comenzaba montándome en un coche en Sevilla. He podido disfrutar de las pequeñas cosas, porque Marta me ha recordado su importancia: las galletitas de las monjas o un mensaje de la abuela.

Que el amor está en lo cotidiano, en los pequeños actos que nos hacen ser cada día más grandes, lo he podido redescubrir gracias a Alejandra. De Andrés he aprendido que solo hay que proponerte algo para lograrlo; bien sea pasar consulta en un hospital perdido con un solo año de carrera, o montar un corral.

Ana Hernando me ha ayudado a no sentirme sola en el mundo y a descubrir que aunque a veces no sintamos,… hay que seguir adelante. Con Belén he disfrutado de la inocencia y la ternura. Y por supuesto he descubierto el significado de la palabra monengue que no es más que ella en su plena expresión. La atención a los problemas del otro aunque puedan parecer insignificantes, aunque solo sea una uña rota, lo he aprendido de Silvia. Por Reil no puedo dejar de sentir una admiración profunda por su gran esfuerzo… por aguantar a 17 españoles hablando español sin enterarse de nada, pero siempre con una sonrisa y dispuesto a todo.

11825021_1454025428240527_6944020761121127282_nGracias a Javi he aprendido que hay que confiar y he podido apreciar y comprender mejor ese ideal [2]que tengo la suerte de conocer. Eder me ha ayudado a ver que hay muchas veces que es necesario escuchar y que es mejor solo hablar cuando tenemos algo que aportar. He descubierto con Elena cómo solo son necesarios 2 días y una buena disposición para abrirte a otra persona y quererla como si fuese tu amiga de toda la vida.

Que la locura merece la pena, que sin alegría la vida no sería lo mismo, que es necesario que haya gente que sepa reírse y disfrutar sacando lo bueno de cada momento, lo he podido aprender de Ana Torres.

La naturalidad, la espontaneidad, la importancia de la disposición constante, María García me la ha regalado. Que hay que dar a cada uno lo que necesita y de la forma que él prefiere y no la tuya, me lo ha hecho entender Marga, mi rafiki del arma. 

María Poveda me ha ayudado a tomarme las cosas con más calma y a sorprenderme con todo lo que ocurre a nuestro lado. Sara me ha recordado la ilusión por mi profesión, y que alegría es la mejor arma contra cualquier cosa; y por supuesto… a recordar el placer de las cartas escritas a mano.

De Laura he aprendido que la grandeza está en la humildad, en los detalles desde la sombra. Que para donarse a veces uno tiene que perder muchas cosas, pero que la satisfacción después es aún mayor.

Y de tanto tanto que he aprendido me llevo mi mochila llena. Llena de sueños, de ilusiones, de alegría. Pero sobre todo me llevo el corazón llenito de amor del bueno, de ese que hay que rescatar cuando uno se encuentra regular. Cuando las cosas no parecen tan estupendas.

Gracias a cada uno, por lanzaros a la aventura. Por dejaros conocer. Por dar lo mejor de vosotros mismos. Por seguir cuando ya no podíais más. Por perder vuestras ideas. Por daros al 100% a cada una de las familias. Por aguantarme, por quererme y mimarme estos días. Recordad siempre lo grandes que sois, y que cada día el mundo necesita de la mejor versión de cada uno de vosotros. Gracias por hacer el mundo un poquito mejor.

Os quiere, y os admira mucho, vuestra sevillana favorita.

Asante sana rafikis[3].

Ana Rubio


[1] Blanco y extranjero.

[2] Ideal hace referencia al ideal de la unidad, al carisma de los focolares.

[3] Rafiki es amigo en swahili

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