Para Ana Hernando este verano ha sido muy especial… único. Junto a otros 17 jóvenes ha participado del proyecto de cooperación Asante Africa. A la vuelta, ha plasmado por escrito sus vivencias:

“De repente un día abres los ojos y te encuentras en un lugar donde comes todos los días lo mismo: arroz con habichuelas; donde no hay agua caliente y notas todas las tablas de tu cama. De repente abres los ojos y te encuentras en un lugar donde los niños andan descalzos, donde un baño es un agujero en el suelo tapado con dos chapas oxidadas, donde los que tiene suerte comen una vez al día, donde los niños son pegados en el colegio y las mujeres cargan con 30 kg en la cabeza, donde los niños abandonados mueren por sida y aquellos con discapacidades son marginados y discriminados.

De repente abres los ojos y te encuentras en un lugar donde el agua es el bien más preciado, donde 1€ puede dar de comer a una familia, donde es difícil vivir hasta en chabolas por el dinero que cuesta el alquiler, donde los llantos de los niños son estremecedores, donde las mujeres de la calle no son tratadas dignamente, donde no sabemos el futuro que les espera a los niños que no van a la escuela, donde el machismo y la corrupción se ve a pie de calle, donde se palpa la tristeza, el dolor y el sufrimiento, donde la gente no vive, sino que sobrevive.

De repente… de repente abres los ojos y te das cuenta de que estás en un lugar donde la risa de los niños sobrepasa cualquier llanto, donde existe realmente la cultura del dar, donde te dan incluso aquello que no tienen, donde te acogen haciéndote ser parte de una familia, donde da igual el idioma que haya, porque el idioma del beso, la sonrisa y el abrazo es entendido en todo el mundo.

Te encuentras en un lugar donde las gracias se dan bailando, donde el rencor no existe, y su fe sobrepasa lo imaginable. Te encuentras en un sitio donde existe la poligamia, el maltrato y la desigualdad, pero así los quieres tú, porque es su cultura, su manera de ser, de vivir y de educar.

Nadie oculta el sentimiento de dolor y el sufrimiento que se ve en las calles, las casas, las escuelas… nadie trata de aparentar una situación que no es real, pero a pesar de eso, se oculta. Se oculta tras la inmensa sonrisa de los niños, la vitalidad de sus gentes; la fuerza, el valor, la valentía y el coraje de todos ellos.

Yo nunca estaré preparada para que una mujer se me arrodille, me bese las manos y me regale agua (lo único que tiene) para darme las gracias. Las gracias por algo que a ti no te ha costado gran esfuerzo y a ellos les ha dado la vida.

Este precioso lugar me ha hecho comprender que al mundo no entiende de razas, colores in fronteras. Que no hay países ni del primer, ni del segundo ni del tercer mundo. Que cada cultura se debe conocer y nosotras debemos dejarnos invadir por ella; que cada persona es un tesoro inmenso sin tener en cuenta su lugar de procedencia, su calidad de vida, o su estilo y su manera de vivir.

Gracias África, porque no eres sólo un continente, eres una nueva casa, un nuevo lugar donde sentirme acogida. África es un continente mucho más grande de lo que puede ocupar en un mapa.

África es, aunque ahora os cueste entenderlo, la felicidad en todo su esplendor, la alegría en estado puro, el amor máximo.

Asante Sana, Rafikis[1].”

Ana Hernando

[1] Rafiki es amigo en swahili