“Te pedimos con fe incansable el don de la Paz”

 
Oración por la paz universal, pronunciada por Margaret Karram, Presidenta de los Focolares, en la Basílica de San Francisco en Asís.

Ante la tumba de San Francisco, los miembros del Consejo General de los Focolares, reunidos en Asís para unos días de retiro, han implorado el don de la paz.

De esta manera, y no sólo, el Movimiento de los Focolares adhiere a la oración constante en todo el mundo por la paz y el cese de todos los conflictos. El próximo 25 de marzo a las 17 h., durante la celebración penitencial, el Papa Francisco consagrará Rusia y Ucrania al Corazón Inmaculado de María. Al mismo tiempo hará lo mismo en Fátima y como enviado del Papa, el Cardenal Konrad Krajewski, limosnero de la Santa Sede.

La oración por la paz universal ha sido pronunciada por la Presidenta de los Focolares, Margaret Karram, “en representación de todos los miembros del Movimiento: cristianos de diferentes Iglesias, fieles de diversas religiones, personas que se reconocen como hermanos y hermanas en la única familia humana”.

Haciendo suyo/nuestro “el grito de desesperación de los pueblos que en este momento sufren a causa de violencia, de conflictos y guerras”, Margaret ha dirigido al Padre de todos, esta oración:

Dios nuestro, Dios de la Paz que amas a cada uno con un amor eterno e incondicionado, danos la gracia de ver Tu rostro en cada persona que encontramos y ayúdanos a abatir los muros de la hostilidad, del odio y de la destrucción.

Te pedimos con fe incansable el don de la Paz.

PAZ en el corazón de cada ser humano, especialmente en los corazones de quienes gobiernan a los pueblos; PAZ entre grupos, etnias, naciones:

En concreto, te pedimos, con la fe que mueve montañas, que “cese el fuego” de la guerra y venza el diálogo “en el buscar caminos de paz” entre Rusia y Ucrania. Pedimos la gracia de que termine cada conflicto en curso, especialmente, los más olvidados.

Señor Dios nuestro, danos la gracia de acogernos los unos a los otros, de perdonarnos, de vivir como una única familia humana.

Abre nuestros corazones y nuestras mentes a las necesidades de nuestros hermanos y hermanas, a sus preocupaciones y dolores.

Concédenos el don de amar a la patria de los demás como la nuestra. Dios de misericordia, de concordia, haz de nosotros “instrumentos de tu paz”.

A ti, nuestra alabanza, la gloria ahora y siempre. Amén

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