Perfecta leticia

 
Proponemos un texto de Chiara Lubich en torno a San Francisco de Asís.

Un día san Francisco, realmente enamorado de su Señor, en viaje hacia Asís, de invierno, descalzo, medio congelado por el frío, explicó a fray León, en qué consistía la “perfecta alegría, la perfecta leticia”.

No consistía en hacer milagros y resucitar a los muertos, por ejemplo; ni en hacer

profecías y hablar todas las lenguas; sino en estar dispuestos a recibir las injurias de los hermanos del convento hacia donde se dirigían, conservando la caridad, “porque sobre todas las gracias y dones del Espíritu Santo – decía – está la de vencerse a sí mismo y de buen grado por amor a Cristo soportar penas, injurias y ofensas”. Para él, ahí estaba la perfecta alegría.

Probemos también nosotros. Cuando nos damos cuenta de que el dolor (de una renuncia, de un desapego, de una prueba) se acerca, repitamos con san Francisco: “Esta es la perfecta alegría”. Que es lo mismo que decir en todo su significado: “Señor, tú eres mi único bien”.

Un pensamiento fuerte e implacable, ¿no es cierto? Pero es con acciones como éstas que podemos progresar en la vida, es más, volar. Podemos dejar una estela de luz y arrastrar a muchos.

Conexión CH – Castel Gandolfo, 17 de diciembre de 1998

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