La comunión entre los Movimientos Eclesiales y las nuevas comunidades es una realidad nueva en la historia de la Iglesia que ha tenido una difusión rápida y capilar en todo el mundo.
La historia: Pentecostés ’98
El 30 de mayo de 1998, vigilia de Pentecostés, Juan Pablo II convocó en Roma, en la Plaza San Pedro, a los Movimientos y nuevas comunidades para dar un testimonio común. Fue un evento histórico que reunió por primera vez a los miembros y fundadores de los Movimientos. Cada uno fruto de un carisma particular donado por el Espíritu Santo a la Iglesia y a la humanidad para responder a las necesidades de nuestro tiempo.
Juan Pablo II mostró a las nuevas realidades eclesiales su lugar en la Iglesia, definiéndolas como expresiones significativas del aspecto carismático, constitutivo de la Iglesia y como parte, co-esencial al aspecto institucional.
Sabiendo que el Papa deseaba ardientemente que los Movimientos estuviesen en comunión entre ellos, Chiara prometió a Juan Pablo II que se comprometería a trabajar con todas sus fuerzas por la fraternidad entre los Movimientos.
El Movimiento de los Focolares y los otros Movimientos
Desde un inicio del Movimiento de los Focolares Chiara Lubich, se encontró, por las vías más diversas, con algunas importantes personalidades carismáticas: con el Padre Leone Veuthey de la Cruzada de la Caridad; con el Padre Patrick Peyton, fundador de la Cruzada del Rosario en familia; con el Padre Pedro Richards del Movimiento Familiar Cristiano; con el monje Werenfried van Straaten, fundador de Ayuda a la Iglesia que sufre. Y todavía, con el Movimiento Carismático Católico, con el Movimiento Oasis del Padre Virginio Rotondi, con el Movimiento por un Mundo Mejor del Padre Riccardo Lombardi.
Comunión en curso
Los frutos madurados en estos años son abundantes, sobre todo gracias a los centenares de jornadas realizadas, según el modelo de Pentecostés ’98, en numerosos países del mundo, con la colaboración conjunta de más de 300 Movimientos y nuevas comunidades.
Esta comunión se actúa de varias formas: rezando unos por otros; compartiendo proyectos comunes, también a nivel político y social; poniendo en funcionamiento una fraterna hospitalidad recíproca; participando en las respectivas celebraciones y congresos; reservando en las propias publicaciones un espacio para este diálogo.
Así, se alimenta ese amor recíproco que debe caracterizar las relaciones entre los Movimiento y las nuevas comunidades: un amor descubre y valora el don de cada realidad eclesial, hasta amarlo como al propio; un amor que es un testimonio eficaz para hoy, como en los tiempos de los primeros cristianos: “Mira cómo se aman, están dispuestos a morir los unos por los otros”.
Nuevo desarrollo
A lo largo de estos años el diálogo entre los Movimientos ha abierto ulteriores perspectivas.
La comunión con familias religiosas nacidas de carismas antiguos, iniciada con el encuentro entre Chiara y la Familia Franciscana en Asís en Octubre de 2001, seguida por el encuentro con los Benedictinos en Monserrat, en España, en noviembre de 2002. Los Movimientos eclesiales y Familias religiosas se encontraron después en Asís el 23 de octubre de 2010.
Aperturas también en la relación de conocimiento y amor fraterno con Movimientos nacidos en el seno de varias Iglesias cristianas. A partir del otoño del ’99, se desarrollaron y consolidaron múltiples contactos como resultado de dos grandes manifestaciones: “Juntos por Europa”, desarrolladas en Stuttgart (Alemania), en mayo de 2004 y de 2007, como un aporte a la auspiciada edificación de la “nueva Europa del Espíritu”, para iluminar el camino con la luz del Evangelio.
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