El presente libro publicado por Ciudad Nueva pretende motivar a judíos y cristianos con cualquier grado de compromiso institucional en su comunidad religiosa, para que se aventuren a tender puentes entre dos religiones que comparten las mismas escrituras y el mismo territorio. Ofrece herramientas accesibles y útiles para aquellos que realizan tareas educativas, también en el seno de la familia, el espacio privilegiado para la formación de personas capaces de dialogar. Los autores van a las preguntas difíciles, cada con su propia voz, pero en fraterna sintonía.
Silvina Chemen es rabina, graduada en el Seminario Rabínico Latinoamericano y licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires. Desarrolla su tarea rabínica en la Comunidad Bet-El, y es miembro de la Mesa de Diversidad Religiosa y Creencias del INADI.
Francisco Canzani se doctoró en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad de la República del Uruguay. Ha trabajado como periodista y secretario de redacción de la edición uruguaya de la revista Ciudad nueva. Desde 2004 se encarga de la Cátedra de Ecumenismo de la Facultad de Teología del Uruguay.
El presente volumen cuenta con tres prólogos, que ya indican una vida de diálogo. Sus autores son:
Roberto Catalano, Director Internacional del Centro para el Diálogo Interreligioso del Movimiento de los Focolares
Joseph Sievers, Profesor de Historia y Literatura Judía del Período Helenístico Pontificio Instituto Bíblico, Roma
Rabino Jack Bemporad, Director del Centro para el Entendimiento Interreligioso, Profesor y Director del John Paulus II Center Universidad Santo Tomás de Aquino (Angelicum)
A continuación, reproducimos la introducción del libro:
Cada uno de nosotros lleva años caminando en el diálogo entre cristianos y judíos, desde nuestros respectivos desarrollos y tareas. Hemos tenido éxito muchas veces y fracasado muchas otras. Hemos acertado y nos hemos equivocado en este proceso de ensayo y error que significa acercarnos con libertad y seguridad. La editorial Ciudad Nueva tuvo la valentía de convocarnos para que escribiéramos sobre el diálogo, pero específicamente sobre una pedagogía del diálogo.
El mundo hoy habla de la necesidad del diálogo entre religiones como premisa para la paz verdadera, especialmente en regiones de la tierra amenazadas por conflictos de este orden. Hasta los medios de comunicación masiva incursionan en temas interreligiosos con mayor o menor hondura y, por desgracia, siempre destacando los enfrentamientos entre religiones o los fundamentalismos presentes en estas.
Sin embargo, del diálogo interreligioso se tiene poca experiencia. Ha sido reducto de líderes religiosos, académicos o personas con una particular vocación a tender puentes entre diferentes. Nunca ha alcanzado popularidad ni ha sido un fenómeno de masas, tampoco de las masas de fieles de nuestras respectivas religiones, la judía y la cristiana. Desde siempre las personas comprometidas en el entendimiento judío-cristiano han aspirado a que el diálogo calara en las bases, entre los judíos y los cristianos comunes, entre todos los fieles de ambas religiones.
En amplios sectores de nuestras tradiciones religiosas ya hay consenso acerca de la importancia del diálogo. Hay publicaciones valiosísimas al respecto y testimonios de experiencias de acercamiento realmente esperanzadoras. Quizá haya llegado el momento de conceptualizar los aprendizajes individuales y transformarlos en un modo de pensar y de enseñar los caminos por los cuales uno se anima a compartir con otro diferentes momentos trascendentes de la vida.
No somos pedagogos, sino personas que tenemos el título de «aprendices y multiplicadores de diálogo» porque hemos tomado la decisión vital de atrevernos a la aventura del encuentro con el otro. Somos distintos, tenemos categorías de fe totalmente diferentes, heredamos una historia difícil, reconocemos que en muchos de nuestros correligionarios habita el prejuicio y el estigma, y, así y todo, estamos llenos de esperanzas; más aún desde que comenzamos a escribir este libro, por haber recibido manifestaciones de adhesión, expresiones de alegría de muchos al conocer que esta publicación iba a salir a la luz.
¿Es necesaria una pedagogía del diálogo? ¿Acaso nosotros no somos seres dialogantes desde que adquirimos el habla? ¿No será suficiente con las buenas intenciones de entrar en contacto con el otro? Muchas preguntas se suscitan alrededor de estos temas. La experiencia nos ha enseñado que a la hora de hablar de creencias religiosas hay mucho que no se expresa, hay temas sensibles de compartir, zonas oscuras por descubrir y mucho que trabajar en nuestras capacidades de pensamiento y expresión. Porque nuestra intención es mucho más que generar entre nosotros un encuentro formal y respetuoso. Nos proponemos recorrer los caminos que nos permitan soñar con una sociedad en que –como decía Martin Buber– las personas se confirmen unas a otras, porque el deseo de toda persona es ser confirmada por las personas como lo que es, e incluso como lo que puede llegar a ser.
Este es un libro en el que vamos a intentar enseñarnos a confirmar al otro en todas sus dimensiones; conocerlo, aprender a escucharlo, saber preguntarle aquello a lo que nunca nos atrevimos, generar espacios de confianza y atravesar los obstáculos que nos separan, con sinceridad y valentía.
Es evidente que el diálogo es cuestión de dos, pero donde cada uno comienza y da el primer paso casi simultáneamente. Por eso decidimos llamar a este libro Un diálogo para la vida, porque cada uno eleva su palabra con voz propia, y esta distinción no nos priva de encontrarnos en la melodía para poder hablar al unísono cuando los temas nos interpelan a los dos por igual. Cada uno con su voz, su modo de interpretar textos y realidades. Cada uno con tiempo para escuchar al otro, a veces responderle, a veces solo recibirlo. Cada uno con la paz del espíritu de no necesitar replicar ni defenderse, porque su palabra no ataca, sino que se expresa con afecto e integridad. Y en ocasiones los temas nos han sorprendido en una consonancia tal, que nos hemos puesto a escribir juntos, al unísono, porque estábamos cantando «la misma canción».
Un diálogo para la vida: hacia el encuentro entre judíos y cristianos tiene como aspiración llegar a todos. Quiere ser un aporte para motivar a que judíos y cristianos con cualquier grado de compromiso institucional en su comunidad religiosa se aventuren en el camino del diálogo, se adentren en algo tan valioso para la convivencia humana como tender puentes entre dos religiones que comparten las mismas escrituras y el mismo territorio, pero que se conocen y se tratan poco. Estas páginas están escritas con la intención de ofrecer herramientas accesibles a todos para que contribuyan, cuando se las aplique, al encuentro entre personas de religiones y culturas diferentes. Herramientas que puedan resultar útiles en particular a quienes realizan tareas educativas en las comunidades (formadores, catequistas, profesores y maestros) y que sirvan en el seno de la familia, el espacio privilegiado para la formación de varones y mujeres capaces de dialogar.
Compartimos con ustedes, apreciados lectores, que esta experiencia de escritura ha trascendido la tarea editorial. Somos amigos desde hace muchos años y nos hemos encontrado en la vida apostando por una misma meta: un mundo unido en sus diversidades. Y a medida que avanzábamos con la escritura, confirmábamos con nuestras vivencias que cuando el diálogo es sincero, profundo y amoroso, tenemos la sensación de estar ante la presencia divina. Superaba todas las capacidades del intelecto y la racionalidad. Nos encontrábamos y reencontrábamos en una dimensión que atravesaba la lógica para dejar sitio al espíritu en toda su manifestación. Hemos sido absolutamente felices a la hora de escribir este libro, y nuestro mayor anhelo es poder transmitirles a ustedes esa porción de paraíso en la que nosotros tuvimos el privilegio de entrar.
Hemos discutido, nos hemos corregido una y otra vez, hemos sido sensibles y críticos a cada palabra, y a la vez absolutamente libres de decir y decirnos todo lo necesario para que este libro cale en la realidad y no sea solo una manifestación utópica.
A lo largo de la escritura hemos vivido situaciones que hemos incorporado al libro con la intención de compartir con ustedes que la vida misma es una gran lección para el diálogo. Solo es necesario tener el corazón abierto y la voluntad de mejorar y aprender cada día.
Un diálogo para la vida no quiere ser solamente el relato de una experiencia de diálogo positiva de la que se desprenden valores que pueden compartir quienes no la protagonizaron personalmente. Recurre a fuentes varias –de las Sagradas Escrituras a autores contemporáneos y documentos de la Iglesia– que hablan del diálogo y que constituyen un marco teórico donde nos situamos ante la vida concreta, la de todos los días, donde se juega nuestro destino personal y el de nuestra comunidad cuando de diálogo interreligioso se trata.
Es decir, es un trabajo que parte de la vida misma e intenta una reflexión que nos dé herramientas teóricas para la acción y para avanzar en la experiencia inicial. Una suerte de círculo virtuoso en donde queremos seguir incluyéndonos e incluir a muchos más.
Hemos aprendido tanto, que tuvimos que agregar una sección dentro de los capítulos, que llamaremos «Aprendizajes en el camino», en donde compartimos las vicisitudes a las que nos enfrentamos durante la escritura, las decisiones que hemos ido tomando a medida que vivíamos este libro y los aprendizajes que fuimos adquiriendo durante esta experiencia privilegiada de poder pasar nuestras ideas al papel con la ilusión de compartirlas con todos ustedes.
La puerta está abierta, y aunque este libro se haya terminado de editar, nos quedan muchas páginas por escribir, porque concebimos la vida como una oportunidad de aprendizaje y enseñanza constante, porque tenemos fe en una humanidad más recíproca y más espaciosa, donde cada uno sienta que tiene un hueco en la casa del otro.
Que disfruten de esta partitura colmada de esperanzas y convicciones.
SILVINA Y FRANCISCO
Imagen de cubierta de Joshua Koffman: Synagoga y Ecclesia en nuestro tiempo (Filadelfia, 2015). Escultura conmemorativa del 50 aniversario de la Nostra aetate.Ambas figuras representan la fe hebraica y la católica, provista cada una de su texto sagrado y dialogando entre sí.