El gran valor del amor humano
Los capítulos centrales, el III y el IV, están dedicados al amor conyugal que, “Después del amor que nos une a Dios, … es la mayor amistad” (AL 123).
En el largo comentario del Himno a la Caridad de San Pablo, presentado como la carta magna del amor verdadero, también entre los cónyuges y en las relaciones familiares, el Papa enfatiza de manera particular algunas “virtudes” que lo caracterizan: la paciencia, la compasión, la amabilidad, la capacidad de convivir con la propia imperfección y la del otro; enfatiza la necesidad de diálogo, el dar confianza y el perdón; advierte contra la tentación de la posesión y la agresión (AL 90-119).
Por último, se centra en la caridad conyugal, un vínculo rico en matices: “El amor de amistad se llama ‘caridad’ cuando se toma y se aprecia el ‘alto valor’ que el otro tiene … la ternura… es una manifestación de este amor que se libera del deseo egoísta de la posesión “ (AL 127).
Iluminado por el Evangelio, el amor conyugal puede convertirse en un camino hacia Dios para cada uno de los cónyuges y para los dos juntos:
“Una comunión familiar vivida bien es un verdadero camino de santificación en la vida ordinaria y crecimiento místico, un medio para la unión íntima con Dios … aquellos que tienen profundos deseos espirituales no deben sentir que la familia los aleja del crecimiento en la vida del Espíritu, sino que es un camino que el Señor utiliza para llevarlos a la cima de la unión mística” (AL 316).
Incluso si uno de ellos no es creyente:
“… amar al cónyuge no creyente, darle felicidad, aliviar sus sufrimientos y compartir la vida con él es un verdadero camino de santificación” (AL 228).