La Mariápolis (convivencia de algunos días) empezó a finales del año pasado, en realidad, cuando decidimos juntos que tenía que mantener las características de convivencia y amor recíproco de cualquier Mariápolis en el mundo; y al mismo tiempo ser más abierta a la sociedad, para que la mayor cantidad de gente posible pudiera participar y “respirar” su clima.
Decidimos entonces:
- que fuera una Mariápolis “urbana”, dentro de una ciudad, y en un lugar cercano a donde vivimos, también para contener los costos en época de inflación;
- que la gente pudiese participar en la medida de sus posibilidades, aunque fuera sólo por dos o tres horas;
- que contemplara momentos de acción en salida, al servicio de realidades sociales de la comunidad local;
- que incluyera un momento especial de festejo del Día del Niño en un lugar público de la ciudad, para que todos los que transitaban pudiesen participar;
- que fuera una Mariápolis bajo la protección especial de la Virgen, a un paso de su santuario
- que hubiese misas católicas y también momentos de oración y reflexión para personas de otras confesiones cristianas y de convicciones no religiosas
En un momento, nos preguntamos: ¿será posible hacer todo eso? ¿Y cómo nos va a ir en lo económico? Las dudas se hicieron más fuertes cuando se confirmó que no podíamos contar con una ayuda externa que considerábamos esencial para realizar el festejo del Día del Niño. Pero, nos lanzamos lo mismo.
El lema que elegimos fue “Redes de Fraternidad”, para subrayar que son muchas las personas que trabajamos para construir un mundo más fraterno, justo y solidario; y que tenemos que encontrarnos, cooperar más y mejor, desarrollar nuestras capacidades de escucha y diálogo.
El día sábado y la mañana del domingo sirvieron para afianzar los vínculos entre nosotros y prepararnos a “salir juntos”. Hubo charlas, talleres y testimonios de personas comprometidas en familia y en la sociedad. En estos espacios participaron 260 personas todo el tiempo, y unas 200 más en varios momentos. Muy valorados especialmente los talleres sobre redes sociales para adolescentes, o el taller sobre adicciones, entre muchos otros.
Mientras que en la tarde del domingo nos repartimos: un grupito fue a pintar las paredes de una parroquia; otros confeccionaron 9 pilotos con sachets de leche que la sede local de la Fundación CONIN repartirá a personas en situación de calle; y el resto, la mayoría, estuvo animando el festejo del Día del Niño en el Parque Ameghino, a 2 cuadras de la Basílica, con una comedia infantil, música y una gymkana para toda la familia. Estimamos que otras 100 personas participaron de este programa público, que ahí mismo se enteraron de la Mariápolis y el espíritu que la anima.
El lunes a la mañana, en cambio, sirvió para profundizar herramientas de diálogo con expertos en una mesa redonda, dando la palabra a: Pepe Leonfanti, un sindicalista, Gabriel Ferrero, astrofísico, Fernando Suárez, pastor metodista, y F., refugiada en la Argentina. La coordinación del panel estuvo a cargo de Elena López Ruf, coordinadora de la Red Interreligiosa de Jóvenes de la Ciudad de Buenos Aires.
Y el compartir final nos permitió recoger los frutos de la convivencia.
Sofía (Budista) “Es la primer vez que participo de la Mariapolis, y la primera vez que sé que existen los focolares. Me gustó mucho… Si lo que querían era transmitir la sensación de hermandad y de fraternidad, lo lograron. Yo soy budista pero me he sentido tan en familia, me encantó participar de la misa… También me encantó pintar el mural de Jesús que yo ni siquiera sabía cómo se vestía”
Raúl “Pensé que iba a ser un caos participar con mis cuatro hijos, dos gemelos, que son los que me hacen correr… Redes de fraternidad y todo lo que se dijo me hizo ver que estamos unidos en un punto. Y me encontré unido a mucha gente, se desdibujaron barreras…. Nos ayuda a ser una mejor sociedad, más allá de los preceptos religiosos de cada uno”.
Sam: “Soy inglés y es la primera vez que “mariapolizo”. Estoy contento, vine con mi mujer y mis dos hijos argentinos…. Muchas veces tuve oportunidad de ayudar pero más como observador. Ustedes me marcaron la diferencia. Y voy a tratar de ayudar más, en forma más consistente. Agradezco mucho y creo que no va a ser mi última Mariápolis”.
Yanina: “Vine con mis 6 hijos. Es la primera vez que vengo. Es un momento especial para mi familia porque estamos pasando un duelo: hace 4 meses que perdí a mi marido. Mis hijos están tristes y depresivos. Nos animamos a venir, somos muy tímidos y cerrados. Pero apenas llegué sentí el amor en otra mamá que me ayudó con mi beba y pude participar. Me llegó mucho el amor, tengo el corazón tan lleno… Gracias a Dios por haber traído a mis hijos a este momento, gracias a cada uno de ustedes por haberles hecho sentir el amor que nos hacía falta, esta oportunidad para reconstruir nuestra familia”.
(Con la colaboración de la comunidad de Buenos Aires)