Gratitud por los 71 años de los Focolares

 
En palabras de Chiara Lubich nuestro agradecimiento por un nuevo aniversario del Movimiento
La escalera que conducía a la Iglesia de los Capuchinos, donde Chiara se consagró el 7 de diciembre de 1943
La escalera que conducía a la Iglesia de los Capuchinos, donde Chiara se consagró el 7 de diciembre de 1943

Hoy se cumple el 71 aniversario de la consagración a Dios de Chiara que marcó el nacimiento del Movimiento de los Focolares. Así lo describió comentando la palabra del Evangelio “Sígueme” (Mt 9,9)

Recuerdo cuando yo también sentí esta llamada de Dios. Era una mañana muy fría de invierno en Trento. Mi madre le pidió a mi hermana más pequeña que fuera a comprar leche a dos kilómetros de casa, pero hacía demasiado frío y no le apetecía ir. Mi otra hermana también dijo que no; entonces me ofrecí: «Voy yo, mamá», le dije, y tomé la botella. Salí de casa y a mitad de camino sucedió algo especial. Me pareció que el cielo se abría y Dios me invitaba a seguirlo. En el corazón sentí: «Entrégate completamente a mí».

Era una llamada explícita a la que quise responder enseguida. Hablé con mi confesor y él me dio permiso para consagrarme a Dios para siempre. Era el 7 de diciembre de 1943. Nunca podré describir lo que mi corazón sintió ese día: me había desposado con Dios; podía esperarlo todo de Él.

 

En el 2003 ella misma expresó así su agradecimiento y hoy nosotros lo repetimos con ella.

El 7 de diciembre se cumplen sesenta años del nacimiento del Movimiento de los Focolares en Trento, mi amadísima ciudad natal.
chiara argent 009¿Cual es mi estado de ánimo? ¿Qué tengo en el corazón en esta circunstancia especial? Una ola de emoción, si pienso por un momento en lo que me encuentro delante: un nuevo pueblo nacido del Evangelio, difundido por toda la tierra, una obra inmensa que ninguna fuerza humana habría podido hacer surgir. De hecho es “obra de Dios”, para la cual he sido escogida en primer lugar como su instrumento siempre “inútil e infiel”.
Y un himno de agradecimiento a Dios por todo lo que, con todas mis hermanas y mis hermanos, he podido ver, experimentar, construir, llevar hasta este punto con su ayuda.
Un sentido y profundo gracias por cada cosa, ¡Dios Mío!
Gracias, ante todo por haberme hecho nacer en tu Iglesia, hija de Dios;
por haberme nutrido día tras día con la Eucaristía;
por haber constelado mi vida, desde pequeña, con signos premonitorios del divino carisma que has depositado en mí para muchos;

El primer focolar en Piazza dei capuccini 2, Trento, Italia
El primer focolar en Piazza dei capuccini 2, Trento, Italia

por haberme hecho experimentar la verdad del Evangelio y sus promesas que se cumplen siempre;
por haberme dado la alegría del “céntuplo” en todos los sentidos;
por haberme revelado el secreto de la unidad en tu Hijo crucificado y abandonado;
por haber permitido sufrimientos, preludio de una mayor unión contigo;
por haberme dado una novísima espiritualidad, personal y comunitaria al mismo tiempo, tan actual;
por haberme abierto, con todos los míos, a toda la humanidad, hacia otros cristianos, hacia fieles de otras religiones, hacia personas todavía no tuyas, pero de buena voluntad;
por el paterno amor de tus Vicarios en la tierra, especialmente Pablo VI y Juan Pablo II, y por su bendición sobre nuestra Obra durante años y años;
por haberme bendecido con una larga vida;
por haber perdonado mis pecados.

Gracias por haberme dado, en mi misión específica, la posibilidad de contribuir con la Iglesia a realizar el Testamento de tu Hijo: “Que todos sean uno” y de prepararte amplios espacios de fraternidad universal.
Gracias, gracias. La alabanza y la gloria a Ti.

Chiara Lubich

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