El mate y los terneros

 
Testimonio del empresario argentino Aldo Calliera en la presentación de la Cátedra Libre de Economía Civil de la Universidad Católica de Córdoba

Cada día, en todo el mundo, miles de personas se levantan para vivir la experiencia de economía de comunión.

150812_Aldo_CallieraAldo es propietario de “El Alba”, empresa del proyecto de Economía de Comunión (EdC) dedicada a la actividad agropecuaria, localizada en Santiago del Estero, en el Norte de Argentina.

Para la gente de campo el trabajo comienza al alba, incluso para los que tienen que venir de  lejos, antes que amanezca.

El campo tiene sus rituales y “la mateada” es uno de ellos. Antes de comenzar la jornada laboral se prepara el mate, que se comparte tomándolo en “rueda”. En cada ronda se comparte también la charla, algún cuento, alguna historia, y se va calentando el cuerpo mientras se tejen lazos de amistad entre los compañeros de trabajo.

Aldo no quería perderse esta antigua tradición y comenzó a visitar desde bien temprano la mateada. Pero, para su sorpresa, cada vez que él llegaba la conversación se detenía y el silencio invadía el lugar. Así un día tras otro. Es tal la cultura del respeto en la que se han educado estos muchachos que, ante la llegada del patrón, automáticamente dejan de hablar, no por manifestar descontento, sino porque desde la Conquista hasta hoy, son muchas las generaciones a las que se les ha inculcado la idea de que un peón es inferior a un patrón.

descargaAldo se iba con un dolor en el estómago y con el corazón encogido, por no poder atravesar esa muralla. Pero su perseverancia hizo que poco a poco todos se fueran abriendo y fueran apareciendo las palabras y los nombres. Todos, salvo Ernesto.

Un día Aldo y un ingeniero estaban programando “el servicio” (que es el lugar y tiempo del apareamiento con el fin de producir terneros). Después de la planificación, el ingeniero quiso dar las órdenes a los peones. Pero Aldo se anticipó diciéndole, “déjame que yo hable con los muchachos”. Dirigiéndose a ellos les propuso la idea y, en lugar de limitarse a dar instrucciones, les preguntó qué les parecía. Ernesto, de quien Aldo apenas conocía la voz, por primera vez habló: “Me parece que el año entrante no tendremos terneros”. Doble sorpresa la de Aldo, que atinó a preguntarle por qué. La respuesta fue tan simple como que en el terreno donde habían programado el servicio no había agua suficiente para los animales.

Podemos pensar que cualquiera lo hubiese dicho, incluso para descalificar a un profesional, pero en estas culturas al patrón se le suele decir siempre: “sí señor”, aun cuando se opine lo contrario.

Sólo teniendo una visión antropológicamente optimista del otro se puede sacar lo mejor de cada uno. Sólo así se pueden ver riquezas que para otros permanecen ocultas y buscar la manera de que salgan a la luz.

Día-del-Trabajador-RuralLas riquezas de cada uno son virtudes que se descubren si existe confianza recíproca.

“La mateada” se convirtió para Aldo en la ocasión para dar un salto cultural de grandes proporciones, y construir relaciones de reciprocidad que ni los empleados, ni sus padres, ni sus abuelos hubiesen jamás imaginado.

Carolina Carbonell

Ver también: Córdoba: Cátedra libre sobre Economía Civil

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