Jorge Affanni

 
Un científico que supo hacerse niño (20 de febrero de 1932 - 31 de julio de 2016)

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Jorge Affanni nació en Buenos Aires el 20 de febrero de 1932. Cuando tenía 9 años falleció su padre. Como hijo único, durante muchos años fue el único sostén de su madre. No obstante estudió medicina, se recibió muy joven y, en 1959, estimulado por el Dr. Houssay, Premio Nobel de Medicina, aceptó una beca de tres años para cursar el doctorado en la Universidad de Pisa en Italia. Recién casado con Pina emprenden el viaje. En 1960 nace su primera hija, Miriam.

Pocos meses después, al salir de misa un domingo se desata una lluvia torrencial. En la puerta de la iglesia compran la revista Cittá Nuova (porque era la más grande y podía cubrir bien el cochecito de la bebé). Por la tarde la hojean. Quedan impactados de la lectura, sobre todo Jorge, por un escrito sobre Jesús abandonado. A la semana van a una dirección en Roma, que allí se indicaba, y tienen el primer contacto con el focolar donde le cuentan la historia de su ideal de fraternidad. “Fue algo conmocionante en mi vida”, recuerda.

En 1961, de regreso a Buenos Aires, toma contacto con los primeros del Movimiento en la Argentina. Comienza a frecuentar el focolar y en 1966 le escribe a Chiara: “Soy Joven, casado desde hace poco tiempo, y conocí el Ideal cuando más me estaba perdiendo en los problemas materiales. Desde ese momento mi vida comenzó a cambiar en muchísimas cosas: en mi hogar, mi trabajo, mi realización de hombre cristiano. El Ideal, el Amor me tomó más. Me exigió más. Quiero responder con todo”. Y concluye: “Sé que me encontraré muchas veces solo y sin fuerzas suficientes para abrazar mi Cruz, y que me costará mucho ser un verdadero “focolarino”, pero si verdaderamente me he arrojado en la inmensidad de Dios, todo resultará un paso adelante”.

Doctor en Medicina, investigador en Neurociencia, completó su formación, además de Pisa (Italia), en Oxford, Cambridge, Estocolmo, París, Bruselas y Münster. Dictó conferencias en los Estados Unidos, Canadá, México, Japón, Francia, Italia, en la Academia de Ciencias de Moscú y en la del Vaticano, entre otros países.

Con Pina, quien falleció en el 2013, tuvieron 3 hijas: Miriam, Flavia y Patricia que, con sus esposos e hijos también comparten el espíritu de la unidad.

En la década del 90 fue el encargado del diálogo ecuménico de los Focolares junto a una voluntaria. Trabajó inteligentemente hasta lograr tener contacto con todas las denominaciones cristianas. Desde los primeros momentos fue externo de la Escuela Abbá.

Falleció el domingo 31 de julio de 2016, al entrar a una operación que, como médico, sabía de mucho riesgo, por lo que antes quiso despedirse de toda la su familia encareciéndoles que mantuvieran siempre la unidad. Al día siguiente, en la misa de despedida, surgieron espontáneamente testimonios, anécdotas, mensajes que mostraban su temple de científico y cristiano. Entre otros, un alumno suyo, luego decano de una universidad, decía: “Falleció uno de los locos que me hicieron respetar la vida. Un ser único, creativo como ninguno. Amante de lo increíble y raro. Gracias por llenarme la vida de tantas cosas…”. Y una focolarina resumía: “Alguien que vibró toda su vida al estilo del carisma de Chiara y del mismo Theilard de Chardin con el impacto de la unidad en el cosmos, en la materia, en cada célula que anima la realidad. Con una visión amplia, inmensa, sin duda por eso mismo sabía esperar con paciencia que los demás pudieran vibrar en esa nota alta. Al mismo tiempo sus narraciones, su entusiasmo, su fuerza conceptual y su arrodillarse ante las realidades de Dios lo hacían un niño, siempre abierto al asombro”.

En una respuesta suya a una entrevista Jorge afirmaba: “Uno de mis mayores gozos ha sido el haber descubierto alguno de los muchos secretos que guarda el cerebro y ponerlo a disposición del bien común. Por otra parte, he debido aceptar y amar el dolor y la oscuridad que produce el terreno desconocido donde actúo, las incertidumbres, las dificultades técnicas por la ausencia de medios y por las limitaciones personales”.

Su Palabra de vida era: “Nuestra Gloria está sólo en la cruz del Señor Jesucristo” (Cfr. Gal 6,14).

 

 

 

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