Santa María de Catamarca: el asombro del focolar

 
Las circunstancias de este año especial hicieron que se cumpliera el sueño de los santamarianos. Una espera de 60 años.

Para llegar a Santa María de Catamarca, el punto de partida es la ciudad de San Miguel de Tucumán. Se va subiendo en medio de una vegetación selvática hasta Tafí del Valle. A partir de allí los cerros se van despojando y aparecen más agrestes. Se sigue subiendo hasta el “infiernillo”. De allí se irá descendiendo en medio de gigantes cardones hasta encontrarnos con la ruta 40 sobre la cual está recostada Santa María. 1880 metros sobre el nivel del Mar. 12000 habitantes.

El Valle de Santa María o de Yocavil fue asiento de milenarias culturas. Diversas parcialidades habitaron la región con la más alta densidad poblacional de su época. Fue aquí donde se desarrolló la Cultura Santa María que influenció durante centurias vastos territorios de Catamarca, Salta y Tucumán.

Para quienes simpatizan con la espiritualidad de los Focolares, Santa María está cargada de significado. Fue el primer lugar del Cono Sur donde llegó, por circunstancias pensadas por la Providencia, el Ideal de la unidad. Y también allí, en 1962 se realizó la primera Mariápolis en estas tierras.

Se desarrolló una comunidad de personas que viven la espiritualidad. Hace 50 años comenzó una obra de promoción social y rescate de la cultura Yocavil que hoy es la Escuela Aurora, una de las expresiones más genuinas y enraizadas de los Focolares. Tener un focolar fue siempre un sueño para los santamarianos.

Este año especial las circunstancias -y los planes de Dios- contribuyeron para que ese anhelo se convirtiera en realidad. A fines de febrero pasado, Luis fue de vacaciones a Santa María. Había estado allá por los años 80, cuando se realizaban los operativos de verano con los jóvenes. El recuerdo de esas experiencias y las personas que había conocido hicieron que programara unos días de descanso allí. Tenía programado regresar luego de la Semana Santa, pero fueron declaradas las medidas de aislamiento y no hubo modo de volver.

José “Pepito” Polizzi y Luis Abella

Gracias a las reuniones zoom Luis pudo seguir participando de la vida del focolar y fue poniendo en común sus vivencias y el deseo de los santamarianos para que su estadía se extendiera un poco más. Fue naciendo la idea de un “focolar temporáneo”. Pero por lo menos tendrían que ser dos para que fuera realmente una convivencia donde se pudiera manifestar la presencia de Jesús entre quienes ponen a la base de todo el amor recíproco. José, más conocido como Pepito, que había estado en el focolar de Tucumán y conocía a muchos de la comunidad y que ahora estaba en la Mariápolis, se ofreció para acompañarlo. Apenas fue posible realizar el viaje a principios de diciembre se conformó este focolar en la casa que está en el predio de la Escuela Aurora.

Enseguida la comunidad se hizo presente. Hemos tenido una alegría particular -escriben-, el domingo 20 hicimos una juntada con parte de la comunidad que vinieron a saludarnos y compartir comida a la canasta, villancicos cantados por los Gen 4, representaciones de los Jóvenes y experiencias”.

“Para mí fue conmovedor reencontrarme con muchos, ya de más edad, pero con una fidelidad inquebrantable al Ideal”, dice Pepito. Y sigue: “Me parece que el signo de que estuvo Jesús entre nosotros es que grandes, jóvenes y chicos se fueron felices y agradecidos. Los mayores nos presentaban sus nietos, (en esto veía una continuidad del Ideal “genuina”: en el hecho de que pasa de generación en generación)”.

Muchos manifestaban conmovidos su agradecimiento a Dios y a la Virgen por haber escuchado su pedido de tener un Focolar. “Al escucharlos -continua Pepito- me invadía el temor de Dios y le pedía, que por el tiempo que estaremos aquí nos ayudara a tenerlo siempre entre nosotros, con la misma fe, fidelidad y tenacidad con la que ellos viven para Dios”.

Y concluyen: “Seguimos haciendo crecer en nosotros nuestra capacidad de asombro ante la intervención de Dios, que ama esta comunidad y quiere que nosotros sigamos, bajo su inspiración, amándola y sirviéndola”.

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