Mayo de 1995. Ciudadela internacional de Loppiano (Italia). Es de noche. Un grupo de personas de convicciones y procedencias culturales distintas discuten animadamente durante la cena. Estuvieron reunidos todo el día para comprobar si es posible comprenderse, aceptarse y estimarse siendo cristianos y no creyentes, superando barreras ideológicas y preconceptos milenarios. El encuentro con personas tan distintas por su idioma y sus convicciones, comenzó en 1978 cuando Chiara Lubich, fundadora del Movimiento de los Focolares, instituyó el “Centro para el diálogo con los no creyentes”, en el ámbito de la más vasta experiencia que llevan adelante los Focolares. El encuentro en Loppiano es por consiguiente un balance y un desafío para para mirarse a los ojos y certificar que sí, que estimarse es posible. En el transcurso de los años, llegaron a ser incluso “amigos”, por lo cual el debatir y el estar juntos, además de un estímulo, es un placer. En esta cena, sin embargo, falta uno de ellos, tal vez el más activo de todos: Ugo Radica, focolarino un tanto especial que tuvo una idea. Fue a “hacer la guardia” delante de la casa de Chiara que esa misma noche llegaba a Loppiano. Su paciente espera fue premiada pues finalmente llegó el auto de Chiara. Ugo se acerca. Chiara asombrada, baja el vidrio y le pregunta: «Ugo, ¿qué estás haciendo aquí?» Y él responde con decisión: «Estoy con un grupo de amigos de convicciones distintas. ¿Por qué no vienes a reunirte con nosotros mañana? Creo que sería importante para ellos conversar directamente contigo». Chiara primero no está segura, pero luego acepta. Le dice a Ugo que preparen algunas preguntas que ella les responderá. Ugo vuelve entusiasmado al lugar donde se encuentran los demás.

Loppiano, 7 de mayo de 1995
Y es así que al día siguiente, el 7 de mayo de 1995, Chiara Lubich pasa media hora con algunas de estas personas que serán más adelante las columnas de una experiencia verdaderamente especial, delicada y también fuerte. Es la experiencia del diálogo entre personas que normalmente les cuesta hablarse y estimarse. El así llamado “
cuarto diálogo” del Movimiento de los Focolares nace oficialmente allí, en esa media hora con esas respuestas a un pequeño grupito al cual Chiara les habla de respeto recíproco, de “no proselitismo” (¡un concepto casi revolucionario en esa época!), de amor recíproco que es posible entre personas de ideas y culturas distintas. Una experiencia que entusiasma, que va adelante y se difunde con tenacidad y convicción porque, si el fin del Movimiento es “que todos sean uno”, sin los no creyentes faltaría una parte esencial e insustituible de la humanidad. Esa noche, Tito, uno de los amigos que había llegado a Loppiano justo a último momento, llama a su esposa, “ferviente católica”, miembro del Movimiento desde hace muchos años, para anunciarle, con mucha alegría, que mientras ella en todos esos años no había logrado ver a Chiara ni siquiera de lejos, él ¡había incluso hablado con ella personalmente!
Mayo de 2015, veinte años después. Se festeja nuevamente en Loppiano. ¿Una conmemoración nostálgica? No. Armando, Morena, Tito, Dolores, Piero, Luciana, Roberto, Silvano y muchos otros se alternan en el palco para recordar aquellos momentos, hacer un balance de los veinte años trascurridos y organizar los próximos veinte años. Si algo está claro para todos es lo precioso que es
este tipo de diálogo.

Diversamente a lo que sucede en los momentos de diálogo entre personas creyentes, en un encuentro del “cuarto diálogo” no se sabe nunca que va a pasar. Pero precisamente ésta es la garantía de la autenticidad, porque cada uno debe entregarse completamente, dispuesto a ofrecer la propia idea pero también dispuesto a recibir la idea del otro en un intercambio difícil pero fructífero. Un diálogo, que en el transcurso de los años, no sin dificultad, se ha vuelto internacional, llegando a muchísimos países, es una difusión que los presentes sienten como una responsabilidad cada vez más urgente. Un estilo de vida que hay que vivir antes que nada entre los miembros del Movimiento, para ofrecerlo posteriormente a toda la humanidad.
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