Movimiento de los Focolares
Ecuador: operaciones post terremoto

Ecuador: operaciones post terremoto

Ecuador__Jose_Jacomor_EEE_EEP1Como hemos podido ver por los medios de comunicación, el 16 de abril pasado un fuerte terremoto de magnitud 7,8 sacudió Ecuador, en particular las provincias de ManabĆ­, Esmeraldas, Santo Domingo y Pichincha, dejando casi 30 mil personas sin techo. El Movimiento de los Focolares se movilizó inmediatamente de varias maneras: partiendo de las primeras acciones de socorro, junto con los muchos voluntarios espontĆ”neos y, a lo largo del tiempo, con una colecta de fondos coordinada por AMU (Acción por un mundo unido) y AFN (Acción Familias Nuevas Onlus), mientras localmenteĀ fue constituida una comisión para identificar las prioridades de acción y coordinar las labores a largo plazo. Ā«En los meses pasados – escriben como comisión – algunos de nosotros hemos ido a visitar varias localidades afectadas, encontrĆ”ndonos con las comunidades y buscando la colaboración de entidades que trabajan por las mismas finalidades. A finales de agosto las primeras propuestas de intervención estaban listas y hemos estrechado relaciones de colaboración en especial con la Ong FEPP (Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio) y la Fundación AmigaĀ». 20160919-01En esta fase, las intervenciones post emergencia que se consideraban mĆ”s urgentes, tenĆ­an como objetivo comenzar actividades productivas que puedan dar un apoyo económico a la población, y el apoyo psicológico para superar el trauma que – como nos escriben – Ā Ā«a distancia de 5 meses, es todavĆ­a muy fuerteĀ». Subrayan otroĀ  punto importante: Ā«Hemos visto la necesidad de ofrecer formación sobre el procedimiento para pedir fondos al gobierno ecuatoriano para la reestructuración de las viviendasĀ». Las localidades en las que al principio se concentrarĆ” la ayuda son tres, todas ellas situadas en la provincia de Esmeraldas: Salima, ā€œ10 de Agostoā€ y Macara, Ā«donde se llevarĆ”n adelante iniciativas para atenuar las consecuencias de los traumas sufridos y para reforzar la organización y las capacidades de la comunidadĀ», explican. Ā«En Salima se realizarĆ”, ademĆ”s, un horno de pan en rĆ©gimen de cooperativa y una actividad de formación para fabricar redes de pesca, en la cual los pescadores de mĆ”s edad y experiencia serĆ”n los instructores. En la localidad ā€œ10 de Agostoā€ se llevarĆ”n a cabo cursos de formación en artesanĆ­a y cuidado de la persona, y ademĆ”s se ayudarĆ” a un grupo de madres a crear una guarderĆ­aĀ», especifican. «Ésta – escribe la comisión local – representa la primera fase del proyecto, que corresponde a los fondos disponibles hasta ahora. Trabajando con las comunidades, mĆ”s adelante conoceremos mĆ”s a fondo sus exigenciasĀ  y necesidades, a las que trataremos de dar respuestaĀ». Balance hasta hoy. Para la emergencia en Ecuador, han llegado a AMU aportes por un total de € 35.502, de los cuales  € 10.000 ya han sido entregados. Lee las noticias precedentes: –Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā  Emergencia Ecuador –Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā  Terremoto en Ecuador dos meses despuĆ©s

El Dios de hoy

El Dios de hoy

Gesù AbbandonatoQuisiera Ā«consolarloĀ», Ā«correr por el mundo y recogerle corazonesĀ» es el espontĆ”neo impulso que Chiara Lubich advierte cuando el 24 de enero de 1944 toma conciencia del abismal grito de JesĆŗs en la cruz: Ā«Dios mĆ­o, Dios mĆ­o, Āæpor quĆ© me has abandonado?Ā». Si en ese momento ha sufrido mĆ”s – concluye – quiere decir que en esa hora nos ha amado mĆ”s. Ā”Hagamos de Ɖl el Ideal de nuestra vida!Ā». Ā”Y pensar que en aquel entonces en TeologĆ­a no se reflexionaba sobre elĀ  abandono experimentado por JesĆŗs! La piedad cristiana concentraba su atención en los dolores fĆ­sicos, sobre la agonĆ­a en el Huerto de los Olivos. Y, sin embargo, la segunda guerra mundial y, en particular, el holocausto estaban excavando en la conciencia de la humanidad un abismo que sólo esta experiencia extrema de JesĆŗs podĆ­a de alguna manera colmar. Chiara, todavĆ­a joven, opta por buscar y amar a JesĆŗs abandonado en los innumerables rostros del sufrimiento humano personal y colectivo, sólo por amor: para no dejar a solas al Abandonado.Ā Pero, demasiado pronto, hace una experiencia inesperada: Ā«Si uno se lanza en un mar de dolor se encuentra nadando en un mar de amorĀ». El desgarro se transforma en alegrĆ­a y transforma las relaciones, crea comunión: Ā«Son las dos caras de una Ćŗnica medalla. A todas las almas les muestro la pĆ”gina de la Unidad. Para mi y para las almas que estĆ”n en primera lĆ­nea por la Unidad, Ćŗnico todo es JesĆŗs abandonadoĀ». Los aƱos 1949-1951 traen nuevas intuiciones. La herida del abandono como expresión del mĆ”ximo Amor se convierte para Chiara en la piedra angular de su visión de la historia, de la vida humana y, aĆŗn antes, de Dios. La contempla como Ā«la pupila del Ojo de Dios hacia el mundo: un VacĆ­o Infinito a travĆ©s del cual Dios nos mira. La ventana de Dios abierta de par en par hacia el mundo y la ventana de la humanidad a travĆ©s de la cual se ve a DiosĀ». Siguen aƱos de prueba por el profundo estudio que realiza la Iglesia examinando el nuevo carisma, tiempo de suspensión que Chiara vive a la luz del Hijo abandonado por el Padre, convencida de que la Iglesia en todo esto es Madre. Etapa tras etapa, el volumen recorre asĆ­ el trayecto de la aventura espiritual de Chiara, por medio de sus apuntes, cartas, diarios y discursos, recogidos en seis capĆ­tulos. 160 pĆ”ginas que podrĆ”n acompaƱar y dar claridad a nuestro vivir cotidiano, con introducción del teólogo Hubertus Blaumeiser.Ā Con la aprobación de los Focolares por parte de la Iglesia, al inicio de los aƱos ā€˜60, se abre una nueva perspectiva. JesĆŗs abandonado se convierte en el motor que impulsa a ir al encuentro de los desafĆ­os sociales, a las laceraciones de todo tipo. Es ā€œmaestro del diĆ”logoā€ en Ć”mbito ecumĆ©nico e interreligioso, se manifiesta como el ā€œDios de hoyā€ capaz de hablar tambiĆ©n a quien no cree, ademĆ”s Ā de ser fuente de un gran cambio cultural. Con Ć©l la autora emprende lo que ha llamado el ā€œSanto Viajeā€, un camino comunitario de santidad que ha involucrado a centenares de miles de personas de los cinco continentes: «Él es el sumo Maestro de la vida espiritual, del desprendimiento de nosotros mismos, de las personas, de todo, de lo que es de Dios pero no es DiosĀ». AsĆ­ hasta la Ćŗltima ā€œnocheā€ en la cual Chiara se adentra aĆŗn mĆ”s en la abismal separación experimentada por JesĆŗs y al mismo tiempo se ensimisma con la noche cultural de la humanidad. Ā«Amando a JesĆŗs abandonado – escribe – encontramos el motivo y la fuerza para no huir de estos males, de estas divisiones, sino para aceptarlos y consumarlos y aportar asĆ­ nuestro personal y colectivo remedioĀ». Y se dice convencida de que: Ā«Si logramos encontrarle Ā en cada dolor, si lo amamos dirigiĆ©ndonos al Padre como JesĆŗs en la cruz: ā€œPadre, en tus manos pongo mi espĆ­rituā€ (Lc 23,Ā 46), entonces con Ɖl la noche serĆ” un pasado, la luz nos iluminarÔ».

Giordani: el encuentro que me convirtió en un hombre nuevo

Giordani: el encuentro que me convirtió en un hombre nuevo

1956 Fiera di Piero_Chiara, Giosi e Igino Giordani

1956: Igino Giorani (a la izquierda) con Chiara Lubich en Fiera di Primiero

Hemos encontrado estos apuntes en el diario personal de Giordani: ā€œ17 septiembre 1948. Esta maƱana, en Montecitorio, he sido llamado por Ć”ngeles: un fraile capuchino, un menor, un conventual, un terciario y una terciaria, Silvia Lubig (Ā”chic!), quien estĆ” iniciando una comunidad en Trento. Ella ha hablado como una santa inspirada por el EspĆ­ritu Santoā€. Él mismo cuenta lo que sucedió. Ā«Un dĆ­a insistieron para que escuchara a una apóstol – como la definĆ­an – de la unidad. Fue en septiembre de 1948. Hice gala de la cortesĆ­a del diputado frente a posibles electores cuando vinieron a Montecitorio algunos religiosos, representantes de las diferentes familias franciscanas, y una seƱorita, y un joven laico. Ver unidos y en armonĆ­a a un conventual, a un menor, a un capuchino y a un terciario y a una terciaria de san Francisco, ya me pareció un milagro de la unidad y se lo dije. La seƱorita habló; estaba seguro de que iba a escuchar a una sentimental propagandista de una cierta utopĆ­a asistencial. Y en cambio, desde sus primeras palabras, advertĆ­ algo nuevo. Cuando, despuĆ©s de media hora, acabó de hablar, yo me sentĆ­a arrebatado en una atmósfera encantada: hubiera deseado que aquella voz continuara hablando. Era la voz que, sin darme cuenta de ello, habĆ­a esperado. Ella ponĆ­a la santidad al alcance de todos; hacĆ­a desaparecer las vallas que separaban el mundo laical y la vida mĆ­stica. PonĆ­a ante los ojos de todos los tesoros de un castillo al que sólo algunos estaban admitidos. Acercaba a Dios: lo hacĆ­a sentir Padre, hermano, amigo, presente en la humanidad. Quise ir a fondo y, despuĆ©s de que me puse al corriente sobre la vida del Focolar de la unidad – como entonces se llamaba – reconocĆ­ en aquella experiencia la actuación del ardiente deseo de San Juan Crisóstomo: que los laicos vivieran como los monjes, menos el celibato. Yo Ā habĆ­a cultivado mucho, dentro de mĆ­, aquel deseo. Sucedió que la idea de Dios habĆ­a dejado el lugar al amor de Dios, la imagen ideal, al Dios vivo. En Chiara no habĆ­a encontrado a una mujer que hablaba de Dios, sino a una que hablaba con Dios: la hija que, en el amor, dialogaba con el Padre. Si examinaba la cuestión de forma crĆ­tica, llegaba a la conclusión de que no habĆ­a descubierto nada nuevo. En el sistema de vida que se estaba abriendo ante mi alma, encontraba de nuevo los nombres, las figuras, las doctrinas que habĆ­a amado hasta entonces. Mis estudios, mis ideales, los mismos acontecimientos de mi vida me parecĆ­an indicar esta meta. Nada nuevo y, sin embargo, todo nuevo: los elementos de mi formación cultural y espiritual se iban disponiendo segĆŗn el designio de Dios. Se ponĆ­an en su justo lugar. Todo antiguo y todo nuevo. Se habĆ­a encontrado la llave del misterio, es decir, se habĆ­a cedido el lugar al amor que, muy a menudo, se habĆ­a quedado encerrado y Ć©ste prorrumpĆ­a y, como una llama, dilatĆ”ndose, crecĆ­a hasta hacerse un incendio. RenacĆ­a una santidad colectiva, socializada (para usar dos vocablos que mĆ”s tarde el Concilio Vaticano II harĆ­a populares) liberada del individualismo que obligaba a cada uno a santificarse para sĆ­ mismo, cultivando meticulosamente, con anĆ”lisis sin fin, la propia alma, en lugar de perderla. Una piedad, una vida interior, que salĆ­a de los atrios de las casas religiosas, de un cierto exclusivismo de castas privilegiadas Ā y se proyectaba a las plazas, en los talleres y en las oficinas, en las casas y en los campos, asĆ­ como en los conventos, pues por todas partes, encontrĆ”ndose con hombres, se encontraban candidatos a la perfección. Y para vivir esta nueva vida, para nacer en Dios, no tenĆ­a que renunciar a mis doctrinas: sólo tenĆ­a que sumergirlas en la llama de la caridad, para que se vivificaran. Por medio del hermano, empecĆ© a vivir a Dios. La existencia se convirtió en toda una aventura, conscientemente vivida en unión con el Creador, que es la vida. MarĆ­a resplandeció con una belleza nueva; los santos entraron a formar parte de los familiares; el paraĆ­so se convirtió en la casa comĆŗn. Ɖste fue el descubrimiento, Ć©sta fue la experiencia. Me hizo un hombre nuevoĀ».

La ā€œboutique rosaā€ detrĆ”s de las rejas

La ā€œboutique rosaā€ detrĆ”s de las rejas

BoutiqueRosaEn el 2011, MarĆ­a Clara, reciĆ©n jubilada, se traslada cerca de la penitenciarĆ­a femenina de Pozzuoli (NĆ”poles), Ā una gran estructura de detención que se considera una de las mĆ”s pobladas de Italia. Impresionada por el grito de dolor que le llegaba desde Ā las ventanas enrejadas, habla con los amigos de la comunidad local de los Focolares y entre 25 (jóvenes, muchachos, familias…) deciden responder a este dolor. De acuerdo con Caritas diocesana y con otros Movimientos, el grupo se sumerge en esa humanidad que sufreĀ  detrĆ”s de las rejas. No es una experiencia que fĆ”cil, que los lleva a afinar cada gesto y palabra, para expresar la misericordia y para ser verdaderamente una proximidad de amor a ese mundo que los espera. Cada uno es muy consciente de que no va allĆ­ para ā€œabsolverā€, juzgar o para hacer un simple asistencialismo, sino que va solamente para amar, teniendo como objetivo la reconstrucción Ā de la persona. Y es tal vez por esta actitud que pronto ven que aparece en cada una de esas personas su lado positivo. ā€œCuando salga de aquĆ­ quiero ser una persona nuevaā€, confiesa una de ellas. Y otra dice: ā€œAhora que sĆ© lo que quiere decir ser cristiana, quiero vivir segĆŗn el Evangelio amando a mis compaƱeras de celda, aunque me hagan la vida imposibleā€. YĀ  otra de ellas expresa: ā€œComprendĆ­ que la verdadera ayuda proviene de JesĆŗs EucaristĆ­a y no de los `poderosos’ de la tierraā€. Este flujo de luz y de gracia no se conquista con la varita mĆ”gica. Es el fruto de una continuada atención a las necesidades de las presas, sosteniĆ©ndolas para que reencuentren su propia dignidad en una discreta y perseverante formación para vivir el Evangelio. Es ir con ellas a la misa dominical, animĆ”ndola con cantos, y ponerse a disposición para reciclar la capilla. Es pedir y obtener el permiso de la dirección de la cĆ”rcel para organizar, en Ā la Casa familia ā€œMujer nuevaā€, que aloja a mujeres en rĆ©gimen de detención alternativa, una serie de laboratorios de educación sanitaria, cursos de cocina, sesiones de yoga, de costura, etc. Una de las necesidades de las presas – que no fue expresada, pero enseguida captada- es el cuidado de la propia imagen. Y es asĆ­ que nació la idea de la ā€œBoutique rosaā€, un lugar gratuito dentro de la cĆ”rcel, con las paredes de color rosado, con cortinas y mesas de color que contrastan con el gris de las celdas. Un punto en el cual las reclusas, a menudo abandonadas o lejos de la propia familia, semanalmente pueden recibir productos para su higiene y el cuidado de su persona, vestimenta, ropa interior, etc. En sĆ­ntesis todo aquello que sirve para mejorar el ā€œlookā€ y aumentar la propia autoestima. Y mientras tanto se escuchan sus dificultades con las otras detenidas o con los agentes del orden, se les da Ć”nimo cuando expresan su dolor porque no se pueden ocupar de los hijos que tienen en casa, construyendo de este modo relaciones cada vez mĆ”s estrechas. Es tambiĆ©n la ocasión para compartir pequeƱas o grandes alegrĆ­as, como por ejemplo, un descuento del tiempo de cĆ”rcel, el haber recibido una visita inesperada, los pasos dados en el recomenzar. Muchas de ellas son de etnias y culturas distintas y pertenecen a varias iglesias cristianas y a distintas religiones. ā€œRecuerdo a una mujer ortodoxa – cuenta MarĆ­a Clara- que en la semana de oración por la unidad de los cristianos quiso participar con un canto-oración suyo. Llorando, despuĆ©s me dijo que ofrecĆ­a el inmenso dolor de la detención por la unidad de las iglesias. DespuĆ©s fuimos a NĆ”poles a conocer a su marido y a los 5 hijos, a quienes llevamos todo tipo de ayuda. Ā Compartimos esta experiencia con algunas personas pertenecientes a iglesias cristianas de diversas denominaciones con las cuales en la diócesis se abrió un diĆ”logo ecumĆ©nico y les propusimos que vinieran tambiĆ©n ellos a la cĆ”rcel para ayudar en la ā€œBoutique rosaā€. Ā”No esperĆ”bamos tanto! Ahora colaboran con nosotros tambiĆ©n 4 hermanas evangĆ©licas. Gracias a ellas, las relaciones con las presas de diversas iglesias son cada vez mĆ”s estrechas y, a veces, estos vĆ­nculos continĆŗan tambiĆ©n cuando salen de la cĆ”rcelā€.  

Voz de mi canto: el nuevo CD del Gen Rosso

https://www.youtube.com/watch?v=8Asjy1-9mxI DespuĆ©s de Nosotros venimos a ti (1972), Donde tĆŗ estĆ”s (1982), Si estamos unidos (1987), y junto con el Gen Verde Como fuego vivo (1998) y Misa de la Concordia (2004), en el aƱo de la misericordia llega un nuevo trabajo del Gen Rosso, Voz de mi canto, una recopilación de piezas nacidas de una bĆŗsqueda interior tanto musical como espiritual. Entramos en el Ć”lbum con una entrevista a Lito Amuchastegui, argentino, por 20 aƱos integrante del Gen Rosso. Es el compositor de la mayor parte de las canciones, a partir de las cuales nació la idea de llegar a componer una Misa completa, que mĆ”s adelante contó con la colaboración de Beni Enderle para algunas piezas musicales y con Valerio Lode CiprƬ, para algunos textos, mientras que en el mezclador final intervino Emanuele Chirco. Apasionado por la mĆŗsica, Lito empezó a cantar en pĆŗblico a la edad de 5 aƱos. En el Gen Rosso trabajó como tĆ©cnico de sonido. Voz de mi canto es la herencia que deja al grupo, antes de partir hacia Córdoba (Argentina), su tierra natal. Ā«Escribir una Misa no es bromaĀ», declara. Ā«Hace falta ser conscientes. EstĆ”s hablando de quien es Dios para ti. Frente a cada pieza he tenido que ponerme frente a Ɖl y, como en un coloquio, preguntarle: Āæeres TĆŗ realmente la Voz de mi canto? ĀæEres TĆŗ mi Ćŗnico bien? Cuando hay cruces, Āæeres TĆŗ mi Cireneo? En El Cielo estĆ” con nosotros, una pieza que me gusta mucho, me inspirĆ© en una meditación de Chiara Lubich, en la que dice que el Cielo se ha volcado sobre nosotros, el Cielo infinito: ā€œy tĆŗ has nacido entre nosotros y has traĆ­do el perfume del cielo, tĆŗ has muerto por nosotros, eres amor puro, eres amor divinoā€. Se trata pues de preguntarse sobre Dios, no a nivel teológico o histórico, sino sobre quiĆ©n es Dios para mĆ­. Por eso digo que ha sido una bĆŗsqueda espiritualĀ». Voz de mi canto es, pues, sobre todo una experiencia: plegaria, gozo de sentirse amados por Dios. Pero Āæcómo nació la idea de hacer una Misa cantada? Ā«La inspiración partió del deseo de componer. Me llevĆ© entonces la guitarra durante las vacaciones y de golpe compuse Los que te aman a ti. DespuĆ©s la completĆ© y compartĆ­ con quien estaba conmigo, y gustó. Desde entonces he seguido adelante y han nacido once piezas, mĆ”s dos que ya tenĆ­amos. Y Āæpor quĆ© una Misa? Se ve que Dios me hablaba de este modo: ā€œQuiero ayudarte a que me des mĆ”s gloriaā€. De ahĆ­ partió la ideaĀ». ĀæQuĆ© historias estĆ”n detrĆ”s de cada canción? Lito AmuchĆ”stegui revela que ha puesto dentro de esas composiciones algo de sus raĆ­ces: Ā«En una canción se habla de Pan de la Madre Tierra. La Madre Tierra para nosotros americanos del sur es muy sentida pues viene de las tradiciones indĆ­genas. AdemĆ”s, cuando estuve en Uruguay, conocĆ­ el ā€œcandombeā€ que tiene rasgos afroamericanos y quise dejar constancia de la experiencia realizada con mĆŗsicos uruguayos en el Santo, un pueblo que canta y alaba a Dios, un pueblo caminante, con tambores, como el Rey David que cantaba y bailaba delante del Arca de Alianza. O bien, NiƱa de Nazareth, una canción que habĆ­a escrito antes de que llegara al Gen Rosso y a la que nunca habĆ­a logrado musicalizar. Trabajando con Beni Henderle, en dos horas nos salió. Para otras, en cambio, ha costado mĆ”s. Del Kirie Eleison, por ejemplo, he hecho 7 versiones. QuerĆ­a comunicar la experiencia de que Dios nos ama; tambiĆ©n la misericordia nace de su ser Amor. El resto es relativo, pero esto para mĆ­ es como un clavo fijoĀ». ĀæQuĆ© aconsejarĆ­as a quien quiera tocar estas canciones? Ā«Le dirĆ­a que no son canciones para cantarlas, sino canciones que hay que vivir. DesearĆ­a a las personas que quieran cantarlas en un grupo, en una parroquia, en un coro, que puedan hacer esta experiencia con Dios. Que ā€œentrenā€ en las piezas. Introducirse con el alma, para que pueda emerger la interpretación justaĀ». Repertorio: 1. Verso di te (Hacia ti) 2. Kyrie Eleison (Tu sempre accoglierai- TĆŗ siempre acojerĆ”s) 3. Gloria 4. Loda il Signore anima mia (Alaba al SeƱor alma mĆ­a) 5. Alleluia 6. Quelli che amano te (Los que te aman a ti) 7. Santo (Ritmo de Candombe) 8. Agnello di Dio (Cordero de Dios) 9. Il cielo ĆØ con noi (El cielo estĆ” con nosotros) 10. Voce del mio canto (Voz de mi canto) 11. Come un fiume (Como un rĆ­o) 12. Ave Maria 13. NiƱa de Nazareth (Bonus Track). Los textos y las partituras completas estĆ”n incluidos en el CD Dónde adquirir el CD Voce del mio canto (Voz de mi canto)