Movimiento de los Focolares
“Tengo un solo esposo en la tierra”

“Tengo un solo esposo en la tierra”

Han pasado 75 años desde el día en que Chiara Lubich escribió el texto “Tengo un solo esposo en la tierra”, que volvemos a proponer aquí. Un escrito destinado a convertirse desde el principio en un verdadero Manifiesto programático para Chiara y para quienes la seguirían haciendo suya la espiritualidad de la unidad.

El manuscrito autógrafo, conservado en el Archivo Chiara Lubich (en AGMF) y plasmado en una sola hoja a doble cara, registra la fecha de composición: 20-9-49. Publicado por primera vez en 1957 de forma no integral y con algunas variantes en la revista “Città Nuova”, se siguió proponiendo en otras publicaciones de escritos de Chiara, hasta que se retomó, finalmente de forma integral y correspondiente al manuscrito original, en Il grido (Città Nuova, Roma 2000 – Edición en español: “El Grito”, Ciudad Nueva, Madrid, Buenos Aires, 2002), libro que Chiara Lubich quiso escribir personalmente “como un canto de amor” dedicado precisamente a Jesús Abandonado.

El poema nace como una especie de página de diario escrita espontáneamente. Teniendo en cuenta la particular intensidad lírica que lo impregna, podría definirse como un “himno sagrado”. Esta definición parece oportuna si se tiene en cuenta que el término “himno” tiene su origen en el griego hymnos. La palabra, a pesar de ser de etimología discutida, tiene una estrecha relación con el antiguo Hymēn, el dios griego del matrimonio en cuyo honor se cantaba. Por otro lado, la dimensión esponsal en esta composición está más presente que nunca, aunque ─y precisamente porque─ nos movemos en un contexto fuertemente místico. Es precisamente un “canto” de amor a Jesús Abandonado.

El contexto de esta composición nos remonta al verano de 1949, cuando Chiara, con sus primeras compañeras y los dos primeros focolarinos, se encuentra en las montañas –en el valle del Primiero, en Trentino-Alto Adige–, durante un período de vacaciones. Se une a la comitiva, durante unos días, Igino Giordani (Foco), que había tenido la oportunidad de conocer a Chiara en el Parlamento poco antes, en septiembre de 1948, y estaba fascinado por su carisma.

Se trata de un verano “luminoso”, definido así por Chiara misma ya que, recorriendo sus etapas, no dudará en afirmar que precisamente en ese período comprende mejor “muchas verdades de la fe, y en particular quién era para los hombres y para la creación, Jesús Abandonado que todo lo había recapitulado en sí”. “La experiencia fue tan fuerte –señala– que nos hizo pensar que la vida siempre sería así: luz y cielo” (El grito, p. 60). Pero llega el momento –solicitado por Foco mismo– de “bajar de las montañas” para ir al encuentro de la humanidad que sufre, y abrazar a Jesús Abandonado en cada expresión de dolor, en cada “abandono”. Como Él. Solo por amor.

Escribe entonces: “Tengo un solo esposo en la tierra: Jesús Abandonado”.

Maria Caterina Atzori

20-9-49

Tengo un solo Esposo en la tierra: Jesús Abandonado. No tengo otro Dios fuera de Él. En Él está todo el Paraíso con la Trinidad y toda la tierra con la Humanidad.

Por eso lo suyo es mío y nada más.

Y suyo es el Dolor universal, y, por tanto, mío.

Iré por el mundo buscándolo en cada instante de mi vida.

Lo que me hace daño es mío.

Mío el dolor que me acaricia en el presente. Mío el dolor de las almas que están a mi lado (ese es mi Jesús). Mío todo lo que no es paz, gozo, bello, amable, sereno…, en una palabra: lo que no es Paraíso. Porque yo también tengo mi Paraíso, pero es el que está en el corazón de mi Esposo. No conozco otros. Así será por los años que me quedan: sedienta de dolores, de angustias, de desesperaciones, de melancolías, de separaciones, de exilio, de abandonos, de desgarros, de… todo lo que es Él, y Él es el Pecado, el Infierno.

Así enjugaré el agua de la tribulación en muchos corazones cercanos y – por la comunión con mi Esposo omnipotente – lejanos.

Pasaré como Fuego que consume lo que ha de caer y deja en pie solo la Verdad.

Pero hay que ser como Él: ser Él en el momento presente de la vida.

Chiara Lubich
El grito (Ciudad Nueva, Madrid – Buenos Aires 2000, pp. 60-61)

Fuente: https://chiaralubich.org/

Chiara Lubich: la base de la fraternidad universal

Chiara Lubich: la base de la fraternidad universal

Chiara Lubich Chiara Lubich lo intuyó en 1977, cuando recibió en Londres (Gran Bretaña) el Premio Templeton por el progreso de la Religión. Desde entonces, la difusión mundial del espíritu de los Focolares ha contribuido a abrir un diálogo con todas las principales religiones del mundo. Un camino que ni siquiera Chiara había imaginado pero que Dios le mostró, le reveló con el tiempo, a través de acontecimientos y circunstancias como un camino a seguir para alcanzar la unidad.
En este breve extracto, Chiara, respondiendo a una pregunta sobre la relación con otras religiones, revela el secreto para construir la verdadera fraternidad universal: buscar lo que nos une en la diversidad.
La pregunta formulada a Chiara la leyó Giuseppe Maria Zanghì, uno de los primeros focolarinos.
(De una respuesta de Chiara Lubich en el encuentro de los amigos musulmanes, Castel Gandolfo, 3 de noviembre de 2002)

Giuseppe Maria Zanghì: La pregunta es esta: “Quisiera preguntar –o quisiéramos preguntar–: cómo se ha encontrado – ¿cómo te has encontrado tú, Chiara–, en la
relación con las otras religiones, y qué sientes dentro de ti?”.


Chiara Lubich: En la relación con los fieles de otras religiones ¡yo siempre me he encontrado muy bien! Porque aunque sean diferentes hay mucho en común, tenemos mucho en común y esto nos une; en cambio la diversidad nos atrae, nos produce curiosidad.
Por tanto, estoy contenta por dos motivos: porque así conozco otras cosas, me inculturo en la cultura del otro, y también porque encuentro a hermanos iguales, porque creemos en muchas cosas iguales.
La más importante – ya lo dije la otra vez – es la famosa “regla de oro”, es esta frase: “No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti” Esta frase está presente en todas las religiones más importantes, en sus Escrituras, en sus libros sagrados. Y también en el Evangelio para los cristianos.
Esta frase quiere decir – no hacer a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti–: trata bien a tus hermanos, estima mucho a tus hermanos, ama a tus hermanos. Y
entonces, cuando ellos descubren esta frase en su Escritura, yo descubro la misma frase en mi Escritura, yo amo, ellos aman, he aquí que nos amamos, y esta es la base para iniciar la fraternidad universal, lo primero, la “regla de oro”.
La segunda pregunta: “¿Qué sientes dentro de ti cuando te encuentras con un hermano de otra religión, o con una hermana?” Siento un gran deseo enseguida de fraternizar, de hacer unidad, de encontrarme en una relación fraterna. […]

Chiara Lubich: más allá de la naturaleza

Chiara Lubich: más allá de la naturaleza

«Ama a tu prójimo como a ti mismo» (1).

Es una tensión continua porque nuestra naturaleza se ama a sí misma.

A menudo la crónica registra calamidades, terremotos y ciclones que dejan como saldo víctimas, heridos, personas sin casa. Pero una cosa es ser uno de ellos, otra es ser nosotros.

Y por más que la providencia nos ofrece la ocasión de socorrerlos, nosotros nunca somos los afectados.

En un futuro podremos estar del otro lado: yo en un lecho (¡si puedo acceder a una cama!) de muerte y los otros afuera al sol y, como pueden, disfrutando de la vida.

Todo lo que Cristo nos ha ordenado supera la naturaleza.

Pero también es cierto que el don que él nos da, el don del que le habla a la samaritana, es de naturaleza no humana. Por ello la conexión con el dolor del hermano, con la alegría y las preocupaciones del otro es posible porque tenemos en nosotros la caridad, que es de naturaleza divina.

Con este amor, que es el amor cristiano, el hermano puede verse reconfortado realmente y mañana yo por él.

Y de esa manera es posible vivir, porque de lo contrario la vida humana sería muy dura, difícil, e incluso a veces parecería imposible.

Chiara Lubich

(1) Cf. Lv 19, 18.
Foto: © Pixabay

(Del Diario 1964-1980, Chiara Lubich, Città Nuova, 2023)

La edición del Dios de Chiara Lubich fue compilada por Fabio Ciardi. Inviatamos a ver la entrevista realizada por nosotros en el momento de la presentación. Activar los subtítulos en español.

Chiara Lubich: Campeones de unidad

Chiara Lubich: Campeones de unidad

Hace algunos días vi en televisión a unas atletas muy jóvenes ─la mayoría de ellas pertenecientes a países del Este─ que ejecutaban maravillosos ejercicios de gimnasia artística. Eran magníficas: en sus repetidos saltos mortales, en las volteretas y en todos sus movimientos. ¡Qué perfección! ¡Cuánta armonía y cuánta gracia! Dominaban perfectamente su cuerpo, hasta el punto de que los ejercicios más difíciles parecían naturales. Son las mejores del mundo.

Mientras las admiraba, sentí varias veces dentro de mí una insistente invitación ─quizás del Espíritu Santo─. Era como si Alguien me dijese: Tú también, ustedes también, tienen que llegar a ser campeones del mundo. ¿Campeones en qué? En el amor a Dios. Pero, ¿sabes cuánto entrenamiento han necesitado estas jóvenes? ¿Sabes que día tras día, hora tras hora, repiten los mismos ejercicios sin rendirse nunca? Tú también, ustedes también, tienen que hacer lo mismo.¿Cuándo? En el momento presente, siempre, sin detenerse nunca. Y en mi corazón nació un grandísimo deseo de trabajar, momento por momento, para llegar a la perfección.

San Francisco de Sales dice que no existe ninguna índole tan buena que a fuerza de repetir actos viciosos no llegue a adquirir el vicio. Y, por consiguiente, se puede pensar que no hay índole tan mala que, a fuerza de repetir actos virtuosos, no llegue a adquirir la virtud. Por tanto, ¡ánimo! Si nos ejercitamos, llegaremos a ser campeones del mundo en amar a Dios

(…)

¿Cuál es la Palabra que Dios ha dado a nuestro Movimiento? Lo sabemos: Unidad. Entonces, tenemos que llegar a ser campeones de unidad con Dios, con su voluntad en el momento presente, y de unidad con el prójimo, con cada uno de los prójimos que encontremos durante el día.

¡Ejercitémonos sin perder ni un minuto que puede ser precioso! Lo que nos espera no es una medalla de oro, sino el Paraíso.

Chiara Lubich

(Ch. Lubich, La Vida un viaje, Ciudad Nueva, 2ª ed., Madrid 1994, p. 24)
Foto: © Ania Klara – Pixabay

Un pacto planetario

Un pacto planetario

El 16 de julio de 1949 Chiara Lubich e Igino Giordani hicieron un “Pacto de Unidad”. Fue una experiencia espiritual que inició un período de luz y de especial unión con Dios.

Marcó la vida de la entonces primera comunidad de los Focolares, pero también la historia de todo el Movimiento y su compromiso por un mundo más fraterno y más unido.

Setenta y cinco años después de aquel día, una mirada en profundidad a lo que significó aquella Alianza y a lo que puede significar hoy, mientras seguimos poniéndola en práctica.

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Chicos por la unidad: 40 años en camino por la fraternidad

Chicos por la unidad: 40 años en camino por la fraternidad

“Nosotros estábamos felices porque finalmente entendíamos, y Chiara nos lo confirmaba, que no estábamos hechos para quedarnos encerrados en nosotros mismos, sino que estábamos llamados a salir al mundo e ir al encuentro de todos los chicos de la Tierra”.

Era un verdadero mandato –éste del que habla María Chiara Biagioni, hoy periodista– el que recibían directamente de la fundadora de los Focolares 40 años atrás; el nacimiento de una realidad, la de los Chicos por la unidad, que cambió su vida y la de muchos chicos.

Era el año 1984, y durante los días de Semana Santa, cerca de Roma, más precisamente en la zona conocida como Castelli Romani, se realizaba por primera vez la escuela de formación para los chicos y chicas del Movimiento, los gen 3 y las gen 3. Eran unos 80 más o menos, y provenían de varias regiones de Italia, con alguna representación de otros países (Alemania, España, Portugal, Países Bajos, Bélgica y Filipinas). Ninguno de ellos nunca habría imaginado que estarían presenciando el comienzo de una “nueva era”.

Chiara Lubich, justamente el día de Pascua, a las 5 de la tarde, los invitó al Centro de los Focolares en Rocca di Papa, muy cerca de Roma. Pero, ¿qué les esperaba allí?

Les daba la bienvenida un gigantesco huevo de Pascua de parte de Chiara para ellos, que contenía, como si fuese una matrioska o muñeca rusa, varios envoltorios y, al final, la sorpresa de las sorpresas: un mensaje con el anuncio de la fundación del Movimiento Chicos por la Unidad.

“En 1984 fue muy importante para mí vivir ese momento (…) –cuenta Federica Vivian– Chiara Lubich nos mandó ese regalo con una larga carta y yo sentí que ello correspondía perfectamente a lo que estábamos viviendo con nuestros amigos y con muchos otros. Nosotros hacíamos muchas cosas para decirles que creíamos en la fraternidad (…) y esa semilla dio sus frutos generando en mí el deseo de nunca poner límites y de construir siempre puentes con todos”.

En su mensaje Chiara Lubich exhortaba a los chicos a vivir concretamente el Evangelio y a llevar a muchos otros ese ideal que tenían en el corazón, con un único gran objetivo: la unidad del mundo. Las respuestas no tardaron en llegar. El “sí” a esa misión resonó en toda la sala y, a partir de allí, irían llegando muchas otras reacciones afirmativas desde las distintas ciudades del mundo.

“Tenía 12 años –nos dice Fiammetta Megli, docente– y cuando se abrió ese gran huevo de Pascua sentí una alegría inmensa, pero ni siquiera me daba cuenta realmente de lo que estaba sucediendo. Percibí que yo pertenecía a una gran familia, una familia más grande que la que yo conocía. Todo lo que entró en mí en esos años, cuando era joven, no sólo está todavía, sino que es la base de la que parto para todo lo que hago hoy, incluso en el trabajo que realizo hoy con los chicos, en el colegio”.

Hoy, a distancia de 40 años los Chicos por la unidad, los adolescentes del Movimiento de los Focolares, están presentes en 182 países del mundo, hablan diferentes idiomas, pertenecen a muchas religiones y algunos no se reconocen en un credo religioso; pero lo que los une sigue siendo ese objetivo común: trabajar para realizar la fraternidad universal. Están comprometidos en distintos tipos de acciones y en todas las latitudes para que caigan barreras y divisiones, a fin de que un mundo unido y de paz sea pronto una realidad para todos los pueblos de la tierra.

Desde ese día, continúa María Chiara Biagioni “ya no hubo sitio en mi corazón para la indiferencia. Todo lo que veía a mi alrededor y todo lo que sucedía en el mundo me pertenecía; de alguna manera me involucraba y yo me esforzaba para ir al encuentro de las necesidades, los problemas y los retos con los que me iba enfrentando en la vida. La segunda cosa fue creer (…) que el bien es más fuerte que el mal. Creer pese a todo, no obstante las lágrimas de la gente y las bombas que siguen cayendo en muchos países del mundo, no obstante la maldad que encontramos alrededor de nosotros (…), que la luz es más fuerte que las tinieblas, siempre”.

Maria Grazia Berretta