Este año 2025 la fiesta de Pascua se celebra el mismo día en todas las Iglesias cristianas. La felicitación de la presidenta de los Focolares, Margaret Karram, para esta fiesta con algunos representantes de varias Iglesias.
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“Hoy más que nunca en el mundo en que vivimos, tan lleno de divisiones, tragedias y conflictos, en donde la gente no dialoga, crear un lugar de encuentro tiene un significado muy importante”, dijo Margaret Karram, presidente del Movimiento de los Focolares, en una entrevista publicada en News.va durante los días del Encuentro ecuménico que llevaba como título Called to hope – Key players of dialogue (Llamados a la esperanza – protagonistas del diálogo) promovido por el Centro Uno, la secretaría internacional para la unidad de los cristianos del Movimiento de los Focolares. Sus palabras expresan una certeza que ha quedado en el corazón y en la experiencia de las 250 personas de 40 países y 20 Iglesias cristianas y de los más de 4000 conectados en todo el mundo a través de streaming que participaron en el evento.
El Congreso, que tuvo lugar en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo del 26 al 29 de marzo de 2025, se abrió con el aporte de Jesús Morán, copresidente del Movimiento de los Focolares y de Callan Slipper, teólogo anglicano quien afirmó: “El ecumenismo, reparando nuestras interacciones dentro de la comunidad cristiana, le permite a la Iglesia ser ella misma. Lo que la humanidad necesita, también lo necesitamos nosotros. Nuestra salud espiritual disminuye sin el ecumenismo, e igualmente ninguna otra dimensión de la vida humana puede alcanzar su realización sin la reconciliación que Jesús nos ha enseñado”. Y Morán concluyó: “Unidad más que unión, y cristianismo como forma de ser más que como una doctrina, pueden ser dos itinerarios fructíferos como respuesta a lo que la historia requiere de nosotros actualmente”.
El encuentro propuso un método para caminar en la unidad: el diálogo, el que surge de la espiritualidad de los Focolares, el diálogo de la vida o diálogo del pueblo, y el que surge del llamado ecumenismo receptivo, muy cercanos entre sí. La profesora Karen Petersen Finch, estadounidense y presbiteriana, con su experiencia destacó la importancia del diálogo sobre la doctrina de la fe –normalmente reservado sólo a los teólogos, a los responsables de las Iglesias y a las comisiones oficiales de diálogo– indicando que involucra hoy en día a todo el pueblo cada vez más.
Todo un día fue dedicado a una peregrinación a Roma, con la visita a la Basílica de San Lorenzo mártir y a la Abadía de las Tres Fuentes, en donde la tradición ubica el martirio de San Pablo. En un clima de recogimiento ese día fue –como dijo uno de los participantes–: “un encuentro con los primeros mártires de la Iglesia indivisa que nos infunden la valentía de anunciar a Cristo hoy,con su misma autenticidad de vida y de fe, y con su testimonio”. Luego, en la Basílica de San Pablo Extramuros, la peregrinación concluyó con una oración ecuménica. El ecumenismo tiene su raíz bíblica en la oración, empezando por Jesús. Él mismo, rezando, le pidió al Padre: “Que todos sean uno”. Sus palabras, en varios pasajes de la Escritura, nos invitan a pedirlo todo al Padre “en su nombre, juntos y en concordia”. De esa forma, congregados en unidad, sacerdotes y laicos de todas las confesiones cristianas presentes pidieron juntos al Padre la paz en todos los rincones de la tierra y la reconciliación entre todos los cristianos.
Abadía de las Tres FuentesBasílica di San LorenzoOración en San Pablo
Entre las temáticas que se afrontaron durante el congreso se encontraban las significativas conmemoraciones de este año 2025: los 1700 años del Concilio de Nicea, la Pascua que será celebrada el mismo día por todas las Iglesias cristianas y los 60 años de la abolición de las excomuniones entre la Iglesia de Roma y la de Constantinopla. El Doctor Martin Illert, representante del Consejo Ecuménico de las Iglesias, refiriéndose al Concilio de Nicea, afirmó: “Estoy convencido de que la oración y la reflexión comunitarias nos permiten avanzar por el camino de la unidad, porque recordamos tanto nuestras raíces comunes como nuestra misión compartida”. Y Monseñor Andrea Palmieri del Dicasterio para la promoción de la unidad de los cristianos observó: “Estos eventos son importantes sin lugar a dudas, pero (…) a las palabras han de seguir las decisiones concretas y proféticas. Estoy convencido de que las reflexiones iniciadas este año darán su aporte para que maduren las decisiones que podrán marcar el futuro del camino ecuménico”.
¿Cómo puede contribuir la sinodalidad al ecumenismo? Se habló de ello en un panel formado por personas que habían participado en el Sínodo de la Iglesia católica: tres delegados fraternos, miembros de varias Iglesias, un obispo católico y una invitada especial compartieron la experiencia vivida en la que la participación activa de todos contribuyó al diálogo afectivo y efectivo con una “fuerte dimensión ecuménica –como dijo Su Eminencia Khajag Barsamian, de la Iglesia armenia apostólica– que hace hincapié en la unidad, las experiencias espirituales compartidas y el respeto recíproco entre los cristianos”. “Todo el Sínodo, como ejercicio espiritual, ha tenido una profunda influencia en mi comprensión de mí mismo y en mi ministerio, pero también en mi Iglesia”, no duda en afirmar el Reverendo Dirk G. Lange, de la Federación Luterana mundial. Sobre el método de trabajo durante el Sínodo, la “Conversación en el Espíritu”, se expresó Monseñor Brendan Leahy, obispo católico de Limerick (Irlanda): “me ayudó a estar más atento en mi trabajo y en mi ministerio, a escuchar más, reconociendo la semilla de la verdad en toda persona”, mientras que para la Doctora Elizabeth Newman, de la Alianza Mundial Bautista, la sinodalidad tiene su base “en la conciencia y en la práctica de que el propio punto de vista no debe prevalecer. No hay que ‘ganar’”. Margaret Karram, Presidente del Movimiento de los Focolares, afirmó: “Nosotros sabemos que la esperanza es una virtud y que no podemos perderla. Debemos alimentarla y cultivarla en nosotros para poder darla a los demás” e invitó a todos a acrecentar la esperanza y la fe con “gestos, pequeños incluso, para con el prójimo: gestos de solidaridad, de comunión y de apertura… sólo así podemos esperar”.
En definitiva, un llamado a la esperanza que se hizo reflexión y profundización durante el encuentro, todo enriquecido por signos concretos y testimonios de vida que ilustran el camino de acción ecuménica a nivel mundial (Global Christian Forum, JC2033), internacional (Ikumeni-America Latina, Juntos por Europa, Juan 17), local (Brasil, Filipinas, Irlanda del Norte, Serbia, Países Bajos, Venezuela, Alemania, Uganda…) y que está involucrando Iglesias, sacerdotes y laicos, teólogos y estudiosos, adultos y jóvenes, individuos y grupos… todos verdaderos protagonistas del diálogo.
Del 26 al 29 de marzo de 2025, en el Centro Mariápolis de Castel Gandolfo (Italia), se celebrará el Congreso ecuménico cuyo título es: Called to hope – Key players of dialogue (Llamados a la esperanza, protagonistas del diálogo). Ha sido promovido por el Centro Uno, secretaría internacional para la unidad de los cristianos del Movimiento de los Focolares; participarán más de 250 fieles de 20 Iglesias cristianas provenientes de más de 40 países de 4 continentes, entre ellos Filipinas, Serbia, Bulgaria, Eslovaquia, Irlanda, Venezuela, Estados Unidos, etc. El evento será traducido en 15 idiomas y se transmitirá en directo on line.
El jueves 27 de marzo en Roma, en la Basílica de San Pablo Extramuros (a las 16:00 h.), está prevista una oración ecuménica de reconciliación y por la paz, abierta a todos.
En el programa del congreso se profundizarán, además, los tres eventos y aniversarios que se celebran este año: en el contexto del Año Jubilar “Peregrinos de la Esperanza” de la Iglesia Católica, recordaremos los 1.700 años del Concilio de Nicea, la coincidencia de la fecha de celebración de la Pascua para todas las Iglesias, y los 60 años desde la abolición de las excomuniones recíprocas entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Constantinopla.
Entre las personalidades ecuménicas presentes intervendrán: Mons. Andrea Palmieri, Subsecretario del Dicasterio vaticano para la Unidad de los Cristianos; Mons. Derio Olivero, Presidente de la Comisión episcopal para el ecumenismo y el diálogo de la Conferencia Episcopal Italiana; Prof. Dr. Martin Illert, representante del Consejo Mundial de las Iglesias (CMI); Arzobispo Khajag Barsamian, representante de la Iglesia apostólica armenia ante la Santa Sede, Dra. Natasha Klukach, Directora de Investigación y Operaciones del Foro Cristiano Global; Dr. William Wilson (en video mensaje), Presidente de la Fraternidad Mundial Pentecostal; Dra. Elisabeth Newman de la Alianza Bautista Mundial, Dra. Margaret Karram y Dr. Jesus Morán, Presidenta y Copresidente del Movimiento de los Focolares.
¿Por qué es urgente trabajar por el ecumenismo?
En este tiempo de divisiones y grandes retos –guerras, flujos de refugiados en todo el mundo, injusta distribución de la riqueza, daños casi irreversibles al ecosistema terrestre─ como cristianos estamos llamados a testimoniar juntos la esperanza del Evangelio y a ser protagonistas de diálogo y unidad, comprometiéndonos a vivir juntos por la paz, a construir fraternidad, a difundir esperanza. La unidad de los cristianos es determinante para restaurar la paz allá donde falta.
El Año Santo tiene sus raíces espirituales en la tradición hebraica, en la que se festejaba cada 50 años un “jubileo” que regalaba la libertad a esclavos y prisioneros. En la Iglesia Católica el Papa Bonifacio VIII proclamó por primera vez un Año Santo en el 1300. A partir de ese inicio, una “indulgencia” acompaña el Año Santo, que los fieles –si cumplen con determinadas condiciones– pueden obtener pasando a través de la “Puerta Santa”.
Sin embargo, los cristianos luteranos como yo, por lo general, no se sienten bien frente a la palabra “indulgencia”, pues ella nos recuerda el período de la Reforma y el escándalo de la venta de las indulgencias en la Iglesia Católica. Esa práctica fue prohibida ya por el Concilio de Trento y por lo tanto ya no existe. Pero he notado que el término “indulgencia” aún se encuentra cargado de malentendidos entre los creyentes de todas las confesiones: una de las ideas más difundidas es que la indulgencia puede perdonar los pecados de alguien. Pero según la enseñanza de la Iglesia Católica no es así en absoluto. El perdón de los pecados se da –como sucede también en la Iglesia Luterana– a través de la confesión, la penitencia y la absolución por parte de un pastor (o una pastora) que actúa en nombre de Jesús.
Desde mi punto de vista, en cambio, la indulgencia tiene que ver con una dimensión psicológica del pecado, lo que a menudo queda en la memoria (incluso después de la absolución), probablemente una herida o un sentimiento de miedo o tristeza… Pero en cualquier caso, hay un trabajo psicológico por hacer. Entonces, en el hecho de pasar a través de la “Puerta Santa” veo una invitación a abrir una puerta en mi corazón hacia la compasión y la reconciliación, para dejar lo que me bloquea en el camino hacia la verdadera libertad y la paz auténtica. Es una decisión consciente, de un proceso que se inicia. Lo fundamental, desde el punto de vista cristiano, es que el buen resultado de ese proceso no depende de mí, sino de las manos de aquel que tiene el mundo en sus manos. Solamente su gracia puede curar, en definitiva, las heridas en mi vida o reconciliar a la humanidad.
“En el hecho de atravesar la ‘Puerta Santa’ veo una invitación a abrir una puerta en mi corazón hacia la compasión y la reconciliación, para dejar lo que me bloquea en el camino hacia la verdadera libertad y la paz auténtica”.
Para mí, pasar por esa puerta quiere significar simbólicamente la decisión de seguir (con renovadas fuerzas) a Jesús y emprender el camino de la vida verdadera. Como él dice en el Evangelio de Juan (10,9): “Yo soy la puerta. El que por mí entrare, se salvará”. Para mi gran alegría, la Bula de Convocación del Jubileo Ordinario “La esperanza no defrauda”, en la que el Papa Francisco anuncia el Año Santo 2025, tiene una clara dimensión ecuménica. Ella parte de la gracia de Dios, de la que todos los seres humanos son partícipes, y define el Año Santo como “una invitación a todas las Iglesias y Comunidades eclesiales a proceder en el camino hacia la unidad visible, a no cansarse de buscar formas adecuadas para corresponder plenamente a la oración de Jesús: ‘Para que sean una sola cosa’ (Juan, 17,21).[1]
Por ello, el tema de la “esperanza” para el Año Santo 2025 resuena positivamente en todos los cristianos. La Federación Luterana Mundial ha escogido como lema para el año 2025 “Compartir la esperanza”. Y el Consejo Ecuménico de las Iglesias espera un “Año Ecuménico” a lo largo del “camino de la justicia, de la reconciliación y de la unidad”. Si de la buena voluntad nacen acciones concretas, entonces en el Año Santo 2025 podrían abrirse puertas para el ecumenismo, che acerquen a los cristianos separados. “Dejémonos desde ahora atraer por la esperanza –escribe el Papa Francisco– y permitamos que a través de nosotros se vuelva contagiosa para los que la desean”. [2]
Corinna Mühlstedt
[1] [1] Papa Francisco, Spes non confundit, Bula de Convocatoria del Jubileo Ordinario del Año 2025, 9 de mayo de 2024, 17. [2] Papa Francisco, ibidem, 25.
El Movimiento de los Focolares es promotor e invita a participar del congreso ecuménico interenacional cuyo título es: “Called to hope – key players of dialogue” (Llamados a la esperanza – protagonistas del diálogo) que se llevará a cabo del 26 al 29 de marzo de 2025. En tiempos de división y grandes retos, como cristianos estamos llamados juntos a dar testimonio de la esperanza del Evangelio y ser protagonistas de diálogo y unidad, comprometiéndonos a vivir por la paz, construir fraternidad y difundir esperanza. Mesas redondas, entrevistas, testimonios que quieren ofrecer un método y una espiritualidad al diálogo, junto a buenas prácticas e itinerarios que ya están en marcha. Ver la invitación
Muy conocido y vivido concretamente en todo el mundo por muchos católicos es el Año Jubilar que, en este 2025, tiene como tema “Peregrinos de la esperanza”. Millones de personas visitarán Roma o visitarán las iglesias jubilares en las diversas diócesis del mundo, experimentando la gracia de la misericordia de Dios a través de la oración de perdón, el propósito de conversión y el pasar la Puerta Santa, que nos recuerda simbólicamente que Cristo es “la puerta”. “Peregrinos de la Esperanza” porque estamos llamados a la esperanza.
Mucho menos conocido es que 2025 marca otros dos aniversarios importantes de gran significado ecuménico: el 1.700 aniversario del Concilio de Nicea y el 60º aniversario del levantamiento de las excomuniones mutuas entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa de Constantinopla.
¿Por qué sigue siendo tan importante celebrar una reunión de la Iglesia que tuvo lugar hace 1.700 años? ¿Y por qué entonces el papa Francisco, el patriarca ecuménico de Constantinopla Bartolomé I y otros líderes de varias Iglesias eligieron viajar a Nicea en Turquía el 24 de mayo de 2025 para una conmemoración conjunta? Cada domingo, los cristianos de todas las Iglesias profesan la misma fe afirmada en aquel Concilio. Precisamente en Nicea se selló el fundamento de nuestra fe, el Dios Uno y Trino, Jesucristo verdadero Hombre y verdadero Dios. Conscientes de este fundamento común, orar por la unidad no es sólo una oración para lograrla, sino también una celebración de acción de gracias por la unidad que, en realidad, ya está presente.
El Concilio de Nicea, de hecho, también había fijado una fecha para celebrar la Pascua, pero con el cambio de calendario en Occidente, implementado por el Papa Gregorio XIII, la fecha de esta celebración a menudo no coincide para las Iglesias de oriente y occidente. Este año, por una circunstancia fortuita, las fechas coinciden: será para todos el 20 de abril de 2025. Muchos cristianos en el mundo, entre ellos el papa Francisco y el patriarca Bartolomé, están promoviendo la creación de un calendario común que permita que esta festividad, que es el centro de la fe cristiana, siempre coincida.
El Movimiento de los Focolares aprovecha esta ocasión para celebrar estos aniversarios con un congreso ecuménico internacional titulado: “Llamados a la esperanza – Actores del diálogo”. En un tiempo de división y de grandes desafíos, como cristianos estamos llamados a unirnos para dar testimonio de la esperanza del Evangelio y ser protagonistas del diálogo y de la unidad, comprometiéndonos a vivir por la paz, a construir fraternidad, a difundir esperanza. Mesas redondas, entrevistas, testimonios quieren ofrecer método y espiritualidad para dialogar junto a las buenas prácticas y caminos ecuménicos ya existentes.
Durante un encuentro de obispos de varias Iglesias, amigos del Movimiento de los Focolares, cerca de Estocolmo (Suecia), en noviembre de 2018, el obispo Krause fue entrevistado por la periodista irlandesa Susan Gately, quien le preguntó qué era exactamente el “ecumenismo” para él. Publicamos –al día siguiente de la celebración, en el hemisferio norte, de la Semana de Oración por la unidad de los cristianos– un trozo de la respuesta del obispo Krause que ayuda a esbozar su figura, su apertura y su pasión por el camino ecuménico.
“Llamados a la esperanza – Protagonistas del diálogo” es el título del Congreso Ecuménico que se llevará a cabo del 26 al 29 de marzo de 2025 en Castel Gandolfo (Italia). Para inscribirse o tener más informaciones, se puede bajar el flyer.
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