Movimiento de los Focolares
Hacia una pedagogía de la paz

Hacia una pedagogía de la paz

Soy Anibelka Gómez, voluntaria del Movimiento de los Focolares de Santiago de los Caballeros (República Dominicana), docente y actual directora de una escuela pública.

La educación no es solo un derecho, sino una herramienta poderosa para transformar nuestras comunidades. Como educadores, tenemos el poder de influir en la construcción de una sociedad más justa y fraterna. Por ello, en un momento dado, surgió en mí una gran inquietud: ¿cómo puedo contribuir a construir el “sueño” de unidad que Jesús le pidió al Padre? ¿Qué acciones concretas puedo iniciar para asegurar que la educación sea un motor de cambio hacia la paz en nuestras comunidades?

Así, el año pasado, nació la idea de hacer algo que trascendiera los límites de nuestra escuela. Sabiendo que nuestras fuerzas eran pocas, pero creyendo en el poder de Jesús, quien prometió estar presente entre quienes se aman, organizamos el congreso internacional “Promoviendo la pedagogía de la paz” en Santiago de los Caballeros. Decidimos preparar este congreso basándonos en el amor recíproco entre los organizadores, miembros del Movimiento de los Focolares de la República Dominicana y Puerto Rico. Participaron 140 docentes, psicólogos, directores y profesionales de la educación, con una representación de 55 centros educativos, incluyendo el Colegio Café con Leche de Santo Domingo, un colegio comprometido a vivir el arte de amar propuesto por Chiara Lubich.

En las imágenes: Congreso Internacional “Fomentando la Pedagogía de la Paz” (Foto: Anibelka Gómez)

Para la realización de este gran evento, la providencia de Dios se manifestó a través de la ayuda, apoyo y colaboración del director Rafael Liriano y de la funcionaria Ysmailin Collado del Distrito Educativo 08-04, de la Asociación Nacional de Directores (ASONADEDI), de algunos empresarios y de la comunidad de Santiago, quienes nos ayudaron con la logística.

Gracias a este congreso, se reavivó el interés por conocer mejor las propuestas e iniciativas educativas del Movimiento de los Focolares, como el Dado de la Paz y la Metodología “6×1” (seis pasos para un objetivo). Por ello, unos meses después, se celebró el seminario “Cultura de la paz y metodología 6×1”. Participaron 20 colegios, representados por sus directores y docentes, con el objetivo de difundirlo entre el profesorado de otros colegios.

Izquierda: Taller sobre FormaT; derecha: Taller sobre el Dado de la Paz y Metodología “6 x 1” (Foto: Anibelka Gómez)

Este taller resaltó la urgencia entre los participantes por implementar la novedad del Dado de la Paz y la Metodología 6×1 en las escuelas. Algunos directores y docentes afirmaron que la implementación de estos programas ayudará a los niños a promover una cultura de paz para una sociedad mejor. Además, para dar continuidad a este proyecto, se propuso realizar la capacitación FormaT, un curso on line dirigido a formadores que acompañan a niños, adolescentes y jóvenes en diferentes ambientes educativos. El objetivo es compartir experiencias, habilidades y herramientas para la formación y el acompañamiento. Este programa se imparte en línea desde Colombia, con la participación de todos los docentes de 14 centros educativos. La capacitación se realiza mensualmente a partir de septiembre, consta de 9 módulos y concluye con la entrega de un diploma a los participantes.

La implementación de estos módulos ha creado un fuerte vínculo entre los colegios, tanto que durante la Cuaresma organizamos un retiro con quienes participan en FormaT, seguido de un fin de semana con los directores participantes. Nos impresiona ver cómo Jesús multiplica talentos, toca corazones y los frutos van más allá de lo imaginable, dando vida a experiencias de unidad.

Anibelka Gómez
Foto de apertura: © Alicja-Pixabay

10 años de Laudato Si’: el “proyecto Amazonia

10 años de Laudato Si’: el “proyecto Amazonia

Soy Letícia Alves y vivo en Pará en el norte de Brasil.

En 2019 participé en el Proyecto Amazonia, y durante 15 días con un grupo de voluntarios dedicamos nuestras vacaciones a convivir con la gente de la baja Amazonia, en la ciudad de Óbidos, Brasil.

Antes de embarcarme en esta aventura, me preguntaba si sería capaz de entregarme por completo a esta experiencia, ambientada en una realidad tan diferente a la mía. Durante el proyecto visitamos algunas comunidades ribereñas que viven a orillas del río Amazonas, y todos nos acogieron con un cariño sin igual.

Prestábamos servicios sanitarios, jurídicos y de apoyo familiar, pero lo más importante era escuchar profundamente y participar de las vidas, de las historias y de las dificultades de quienes encontrábamos. Las historias eran de lo más diversas: la falta de agua potable, la del niño que tenía un cepillo de dientes para toda la familia, o incluso el hijo que quería matar a su madre… Cuanto más escuchábamos, más comprendíamos el sentido de nuestra presencia allí.

Y entre tantas historias, pude comprobar hasta qué punto podemos marcar la diferencia en la vida de las personas: hasta qué punto una simple escucha marca la diferencia, hasta qué punto una botella de agua potable marca la diferencia.

El proyecto fue más que especial. Pudimos plantar una semilla de amor en medio de tanto dolor y “construir juntos” nos hizo crecer. Cuando Jesús está presente entre nosotros, todo se hace inspirador, lleno de luz y de alegría.

No fue algo que viví durante 15 días y se acabó, sino que fue una experiencia que realmente transformó mi vida, sentí una fuerte presencia de Dios y eso me dio las fuerzas para abrazar el dolor de la humanidad que tengo a mi alrededor y en esta construcción diaria de un mundo unido.

Me llamo Francisco. Nací en Juruti, en el Amazonas, en un pueblo cerca de Óbidos. Me quedé sorprendido cuando supe que personas de varias partes de Brasil atravesaban todo el país para donarse, para cuidar de mi pueblo y quise unirme a ellos.

Lo que más me impresionó fue la felicidad de todos, de los voluntarios y de la población local, que aun viviendo con tan pocos bienes materiales experimentaban la grandeza del amor de Dios.

Después de vivir el proyecto Amazonia en Óbidos, volví a Juruti con una nueva perspectiva y el deseo de continuar esta misión, pero en mi propia ciudad. Allí vi las mismas necesidades que había encontrado en Óbidos. Este deseo se convirtió no sólo en el mío, sino en el de toda nuestra comunidad, que abrazó la causa. Juntos pensamos y dimos vida al proyecto Amazonia en la comunidad de São Pedro con el objetivo de escuchar y responder al “grito” de los que más lo necesitan, que a menudo no son escuchados. Elegimos una comunidad del continente, empezamos a hacer un seguimiento de sus necesidades y después fuimos en busca de profesionales voluntarios.

Con la colaboración de varias personas, llevamos a toda la comunidad la vida del Evangelio, asistencia médica, asesoramiento psicológico, medicamentos y atención odontológica. Sobre todo, tratamos de detenernos para escuchar las dificultades y las alegrías de aquellos con los que nos encontrábamos.

Tengo una certeza: para construir un mundo más fraterno y unido, estamos llamados a escuchar el grito de los que sufren a nuestro alrededor y a actuar, con la seguridad que ¡nada es pequeño de lo que hacemos con amor y puede cambiar el mundo!

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África: continente de esperanza

África: continente de esperanza

El continente africano está formado por 54 Estados. Está atravesado por el Ecuador y los trópicos de Cáncer y Capricornio, por lo que gran parte del territorio se ubica en la zona tórrida y se caracteriza por desiertos, sabanas y selvas tropicales. Es el continente con mayor superficie afectada por clima árido y cálido. Treinta millones de kilómetros cuadrados con aproximadamente mil cuatrocientos millones de habitantes.

Jesús Morán, copresidente del Movimiento de los Focolares, acompañado de algunos miembros del Centro internacional visitó algunos países del este y oeste del continente entre el 13 de enero y el 9 de febrero de 2025. Margaret Karram, presidente del Movimiento de los Focolares, se conectó en directo en nueve ocasiones, especialmente durante los días dedicados a los encuentros con las comunidades locales.

Un viaje que recordaremos durante mucho tiempo”, ha dicho Jesús Morán. “Este viaje ha quedado grabado en nuestros corazones”, añadió Margaret Karram “Muchos lo han definido como un ‘viaje histórico’. Yo todavía tengo presente, aunque los he visto a través de las conexiones, sus rostros, sus sonrisas, su decisión”. “Me ha impactado mucho el testimonio de las comunidades del Movimiento al vivir el Evangelio con radicalidad. Creo que pueden enseñarnos mucho”.

Costa de Marfil, Sierra Leona, Kenia, Ruanda, Burundi fueron las etapas de este viaje, pero a muchas de las reuniones asistieron muchas otras personas de varios otros países africanos.

Es imposible resumir la intensidad y riqueza de la vida que se vive en cada comunidad. Volvemos a proponer aquí una parte de la Conexión del 15 de marzo de 2025 en la que repasamos este viaje, una inmersión en la vida y la cultura del continente africano.

Argentina: Inundación en Bahía Blanca, un milagro inesperado

Argentina: Inundación en Bahía Blanca, un milagro inesperado

Bahía Blanca es una ciudad ubicada junto al mar, justo donde comienza la Patagonia Argentina. Con 370.000 habitantes, es el centro económico, religioso y cultural de toda una vasta región. A pocos kilómetros, otras 80.000 personas, viven en la ciudad de Punta Alta. Juntas, cuentan con un Polo Petroquímico importantísimo, un grupo de 7 diferentes puertos (multipropósito, cerealero, de frutas, pesca, gas, petróleo y fertilizantes) y la principal Base de la Marina Argentina.

En esta región, la media de lluvias que se puede esperar que caiga en todo un año es de 650 mm., pero el viernes 7 marzo 2025, se precipitaron 400 mm en apenas 7 horas. Semejante cantidad de agua, en su recorrido hacia el mar, aumentó su velocidad y arrasó con todo lo que encontró a su paso. Puentes, canales, vías férreas, rutas, calles, automóviles, casas, comercios… y personas.

La población se encontró de repente con una escena dantesca de proporciones inimaginables, como si se hubiera tratado de un tsunami. Un corte abrupto del servicio de energía eléctrica, interrumpió también las comunicaciones telefónicas y de esta manera nadie tenía una idea de cómo estarían las otras personas, la familia, amistades y compañeros de trabajo.

Sin embargo, algo dentro de esta comunidad despertó y el conjunto de todas las leyes universales se comprimió en un sólo verbo: Servir.

A medida que el agua y el barro lo iban permitiendo, miles y miles de personas comenzaron a volcarse a las calles. Cada uno realizaba un primer chequeo de daños en su propia casa, pero inmediatamente la mirada se trasladaba al vecino, para ver si necesitaba ayuda. Quien lograba acomodarse un poco, se ponía a total disposición para ayudar a los demás. Todos fuimos testigos y protagonistas de un milagro gigantesco que se multiplicó, con una creatividad y una contundencia maravillosas.

Sólo valía la entrega de tus proprias manos, ayudando a retirar el agua y el barro de las casas, limpiando, ordenando, buscando trapos, baldes con agua, desinfectante, llevando heridos a los centros de salud, atendiendo mascotas, alojando a otras personas que lo perdieron todo, empujando, alentando, abrazando, compartiendo cada dolor. Nadie se daba el permiso de quejarse demasiado: “Para mí fue muy difícil, pero al lado de lo que le tocó a otros…” se decían.

Mientras ayudaba a unos amigos, se acercó un matrimonio repartiendo empanadas gratuitamente. Otros, algo para beber. Quienes disponían de algún generador de energía lo ofrecían para recargar las baterías de los teléfonos. Otros ofrecían bombas para retirar el agua. Una óptica ofrecía lentes gratuitamente para quienes habían perdido los suyos. Una señora regalaba desinfectantes, un médico recorría los domicilios, un señor ofrecía sus servicios de albañilería y otro de mecánico automotor. Todo circulaba: Velas, alimentos, ropa, pañales, colchones, agua potable, escobas, manos, más manos y más manos.

Y luego llegó la solidaridad de todo el país y de personas del mundo entero. En camión, en tren, en bus, en camionetas… toneladas de donaciones, que necesitaban de más voluntarios para la carga, descarga, clasificación y entrega. Voluntarios que no dejaban de multiplicarse. Y también dinero, entregado con muchísima generosidad. Parroquias, clubes, escuelas, empresas, todas las organizaciones existentes dieron todo lo que pudieron. Y también otro tipo de organización: los grupos de amigos. Como una especie de patrullas, espontáneamente cada grupo de amigos se puso en sus hombros un pequeño sector de la ciudad en donde se veía que sería más difícil que la ayuda gubernamental pudiera llegar a tiempo. Recorren aún hoy casa por casa, puerta por puerta y anotan todo tipo de necesidades. Luego se encargan de cubrir puntualmente aquello que fuera necesario.

Todas las manos de esas personas, aún sin saberlo, sin creerlo o sin imaginarlo se han transformado en “manos divinas”. Porque es la manera más concreta que Dios utiliza para llegar a quién lo necesita. Personalmente viví momentos de mucha preocupación al no poder saber cómo se encontrarían mis hermanos, o mis amigos. Quería llegar a ellos, pero resultaba imposible. Entonces decidí brindar mi ayuda allí donde pudiera llegar. Figurativamente lo llamé mi “metro cuadrado”. Más tarde pude llegar hasta mis seres queridos y encontré en cada caso que muchísimas otras personas, desconocidas, habían estado ayudando allí, donde yo no había podido.

Luego de varios días, en algunos sectores de la ciudad el agua no termina de retirarse. El dolor y las dificultades persisten. Las pérdidas han sido enormes. Y aun así encontrarás por todos lados gente con grandes ojeras y muchos dolores musculares, por haber estado brindándose casi sin descanso. Pero con el corazón a flor de piel y la plenitud en la mirada, por haberlo dado todo por los demás.

Juan Del Santo (Bahía Blanca, Argentina)
Foto: © Focolari Bahia Blanca