Movimiento de los Focolares

Jornada Mundial Humanitaria

La celebración de la Jornada Mundial Humanitaria, elegida por la Asamblea General de la ONU en 2009, en el aniversario del bombardeo, que ocurrió el 19 de agosto de 2003, en la sede de las Naciones Unidas de Baghdad, es una ocasión para conmemorar a los trabajadores humanitarios que existen en todo el mundo, que cada día, con su espíritu de solidaridad, enfrentan adversidades y graves peligros. La ayuda humanitaria, según el Derecho Internacional, se basa en una serie de principios, entre ellos humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia. A los trabajadores se les garantiza el acceso a los países que sufren crisis humanitarias, conflictos o desastres climáticos, con el fin de proveer una asistencia inmediata, que para muchos marca la diferencia entre vida y muerte, y en el transcurso del tiempo un sostén psico-social dirigido a reconstruir las comunidades y mantener una paz duradera y sostenible en las zonas de conflicto.

Cartas desde las Mariápolis

Cartas desde las Mariápolis

«Nuestra Mariápolis de Calgary –escriben Alizza y Norio desde Canadá– contó con la participación de casi 120 personas, en especial jóvenes y familias, en su mayor parte procedentes de las provincias de Alberta, Saskatchewan, pero también de Manitoba y de la Columbia británica. En el programa se presentó la Exhortación Apostólica del Papa Francisco sobre el llamado a la santidad en el tiempo contemporáneo (“Gaudete et Exsultate”), que continuó con un diálogo abierto. La presentación, que estuvo a cargo del Rev. A. Martens de la diócesis de Calgary, despertó en todos el deseo de leerla personalmente. Otra novedad, fue “la ciudad basada en la fe” como fue definida por una de las asistentes, que consistíó en una velada de oración por la paz». «Estamos en por terminar –escribe la comunidad de Chicago– la Mariápolis que reúne a la comunidad del Midwest. Ya el año pasado advertimos la exigencia de cambiar el lugar y el estilo de nuestra tradicional cita, que hasta ahora se había siempre desarrollado en un campus universitario de la ciudad. La elección del lugar fue un centro ubicado en las amenas orillas de un lago. El programa, cuyo título fue “María: su experiencia, nuestra experiencia”, nos recordó que ninguno de nosotros está inmunizado ante las pruebas e incertidumbres como las que María de Nazareth vivió, mostrándonos ella misma como enfrentarlas. ¿El resultado? “La atmósfera de la Mariápolis parecía la de un almuerzo en familia: relajada, con mucha flexibilidad, improvisación (que significa también humorismo sano) y una sensación general de paz”. “Los temas desarrollados y la comunión de las experiencias me ayudaron a comprender más en profundidad a María, los tiempos difíciles en que ella vivió y el modo como logró superar las dificultades. Me gustó el grupo de comunión sobre el tema de ‘saber perder’. Un concepto y una propuesta no muy popular en el mundo de hoy» «Nuestra Mariápolis se realizó en Virginia del Oeste con 160 participantes – escriben de la comunidad de los Focolares de Washington DC–. Los jóvenes, que eran más de la mitad de los participantes, de huéspedes pasaron a ser protagonistas y pusieron a disposición sus numerosos talentos, desde el aspecto técnico a la acogida y a la gestión de los grupos». En el Tennessee, USA, los participantes fueron unos setenta, procedentes de varios Estados del sudeste: Maryland, Georgia, Tennessee, Arkansas, Alabama, Florida, Texas, además estuvieron los de Indiana y de New York. «Dedicamos mucho tiempo a construir relaciones, y también miramos un par de partidos del Mundial de Fútbol… La presencia de los más pequeños fue un regalo, ellos siempre eran los primeros en contar sus actos de amor concreto. Profundizamos el “sí” de María, su “llevar Jesús al mundo”. Cuando transcurría la última tarde, un joven que se alojaba en el mismo centro quiso dar una contribución a la velada. Un papá: “Quedé impresionado por el amor de mi hijo, 7 años. Estaba ocupado preparando la velada final, él fue a cenar y me trajo mi plato con la cena”. Y un niño: “¿Por qué no nos quedamos aquí un mes entero?”» La carta que nos enviaron desde Bulgaria está llena de fotos: «Ya es la segunda vez que la Mariápolis se realiza en los Balcanes centrales, con casi ochenta personas de 1 a 85 años. Antes de comenzar, en el Monasterio ortodoxo que se encuentra al lado, había una fiesta dedicada a la Virgen. El Abad insistió en que nos viéramos el domingo siguiente con todos los mariapolitas. Éramos una única familia: católicos, ortodoxos y protestantes (Bautistas)». En Bolivia la Mariápolis contó con una fuerte presencia juvenil. Y se concluyó con el Genfest de los jóvenes. «Un gran amor recíproco entre los jóvenes y los adultos permitió la realización de estas dos manifestaciones. En la Mariápolis realizamos talleres sobre la Ecología, la Economía de Comunión, el Diálogo, hubo también coreografías y juegos para el Genfest del último día, una gran ocasión para ir más allá de nuestros límites, como se leía en el título y para poder hablar de Dios a muchos jóvenes».

María, «como un celeste plano inclinado»

«María no es fácilmente comprendida por los hombres, aunque es muy amada. En un corazón alejado de Dios es más fácil encontrar la devoción a Ella que la devoción a Jesús Es amada universalmente. Y el motivo es éste: María es Madre. Las madres, en general, no son «comprendidas», son amadas, sobre todo tratándose de sus hijos pequeños; y no es raro el caso, es más bien muy frecuente, que incluso un hombre de ochenta años muera pronunciando, como última palabra: «madre». La madre es más objeto de intuición del corazón que de especulación del entendimiento; es más poesía que filosofía, porque es demasiado real y profunda, y está cercana al corazón humano. Lo mismo sucede con María, la Madre de las madres, a la que todos los afectos, las bondades, las misericordias de las madres del mundo, juntos, no son capaces de igualar. Jesús, en cierto sentido, está frente a nosotros: Sus palabras divinas y espléndidas son demasiado distintas de las nuestras como para confundirse con ellas; incluso son signo de contradicción. María es pacífica como la naturaleza, pura, serena, tersa, templada, bella; esa naturaleza alejada del trajín del mundo en la montaña, en el campo, en el mar, en el cielo azul o estrellado. Y es fuerte, vigorosa, ordenada, continua, inflexible, rica de esperanza, porque en la naturaleza está la vida que aflora perennemente beneficiosa, engalanada por la etérea belleza de las flores, caritativa en la rica abundancia de los frutos. María es demasiado sencilla y está demasiado cerca de nosotros como para ser «contemplada». Ella es «cantada» por corazones puros y enamorados que expresan así lo mejor que hay en ellos Trae lo divino a la tierra, suavemente, como un celestial plano inclinado, que desde la inmensa altura de los Cielos desciende a la infinita pequeñez de las criaturas. Es la Madre de todos y de cada uno, la única que sabe balbucear y sonreír a su niño, de una manera tal que cualquiera, por pequeño que sea, puede gozar de esas caricias y responder con su amor a ese amor. No se comprende a María porque está demasiado cerca de nosotros. Destinada por el Padre eterno a traer a los hombres las gracias, divinas joyas del Hijo, está junto a nosotros y espera, siempre paciente, que advirtamos su mirada y aceptemos su don. Y si alguno, para su dicha, la comprende, ella lo transporta a su Reino de paz, donde Jesús es rey y el Espíritu Santo es el aliento de ese Cielo. Desde allí, purificados de nuestras escorias e iluminados en nuestra oscuridad, la contemplaremos y la gozaremos, como un paraíso añadido, como un paraíso aparte. Desde aquí merezcamos que nos llame por «su camino », no para continuar siendo pequeños en el espíritu, con un amor que es sólo súplica, imploración, petición, interés, sino para que, conociéndola un poco, podamos glorificarla. Sacado de: Centro Chiara Lubich

María, Sede de la Sabiduría

«María Santísima es la “Sede de la Sabiduría” en cuanto acogió a Jesús. Sabiduría encarnada, en su corazón y en su vientre. Con el “fiat” de la Anunciación, ella aceptó ponerse al servicio de la voluntad divina, y la Sabiduría puso su morada en su vientre, haciendo de ella una discípula ejemplar. La Virgen fue bienaventurada no tanto por haber amamantado al Hijo de Dios, sino por haberse nutrido ella misma con la leche saludable de la Palabra de Dios». (Sn. Juan Pablo II, Ángelus, 4 de septiembre de 1983) «Para comprender bien este santo canto de alabanza (El Magníficat), es necesario precisar que la bienaventurada Virgen María habla con base en su experiencia, habiendo sido iluminada e instruida por el Espíritu Santo; de hecho nadie puede comprender correctamente a Dios y Su Palabra, si no se lo concede directamente el Espíritu Santo. Pero recibir ese don del Espíritu Santo, significa hacer la experiencia, probarlo, sentirlo; el Espíritu Santo enseña mediante la experiencia como en una escuela, fuera de ella no se aprende nada más que palabras y palabrerío. Por lo tanto la santa Virgen, habiendo experimentado en sí misma que Dios había obrado grandes cosas en ella, por más humilde, pobre y despreciada que fuera, el Espíritu Santo le enseña este gran arte de comunicar la sabiduría…» (Martin Lutero, Comentario al Magníficat, introducción) «La Virgen es la Sede de la Sabiduría, no porque haya hablado, no porque haya sido doctora de la Iglesia, no porque se haya sentado en una cátedra, ni porque haya fundado una universidad; es la sede de la sabiduría porque dio a Cristo al mundo, la Sabiduría encarnada. Realizó un hecho. Así también nosotros: tendremos la sabiduría si vivimos de modo que Jesús esté en nosotros, que esté entre nosotros, que esté de hecho». (Chiara Lubich, Una via nuova, Città Nuova, 2002, p.145) «María no vive solamente desde sí misma, sino desde una profundidad más profunda. El Espíritu Santo en ella: de Él promana no sólo su Hijo, contenido y fruto de su ser; de Él promanan el cumplimiento y la forma de la misma vida». (Klaus Hemmerle, Brücken zum credo, p. 265)

Jornada mundial de las poblaciones indígenas

Esta jornada, que fue instituida por la ONU en 1994, nos recuerda el derecho que poseemos todos los seres humanos de vivir según las tradiciones y las costumbres de nuestro propio ambiente originario, y hace una referencia particular a las poblaciones indígenas: casi 370 millones de personas que viven en 90 países diversos del mundo y representan el 5% de la población mundial, siendo este 5% la población más pobre del planeta. El documento de la ONU pretende “encarnar el consenso global sobre los derechos de las poblaciones indígenas y establecer un cuadro de mínimas normas para su sobrevivencia, dignidad y bienestar”. En los últimos diez años –recuerda la ONU en su portada– la actuación de la Declaración ha producido diversos progresos a nivel internacional, nacional y regional, pero a pesar de todo, continúa existiendo una brecha entre el reconocimiento formal de las poblaciones indígenas y la concreción de políticas adecuadas en el territorio.

Santidad de pueblo

Santidad de pueblo

Maria Voce

«Chiara Lubich era una joven de veintitrés años que buscaba un Ideal en la vida y lo había encontrado en Dios, y por esto había elegido vivir el Evangelio integralmente. Ella había comprendido que de esta elección suya podía derivar un cambio personal y en quien la rodeaba y, por tanto, se lanzó en esta revolución evangélica. […] Chiara Lubich nos indicó un camino de santidad que en este momento está siendo observado también por la Iglesia, la cual está estudiando su eventual canonización. Pero no sólo esto. Chiara nos ha hecho comprender que la santidad se construye haciendo la voluntad de Dios, momento a momento; que la santidad no es una cuestión de éxtasis, de milagros o de cosas extraordinarias. Haciendo la voluntad de Dios, momento a momento, todos pueden alcanzarla. También en nuestro Estatuto está escrito, que el fin primero y general es la “perfección de la caridad”. Pero esta perfección, que además es la santidad, se logra momento a momento en la voluntad de Dios que es distinta para cada uno; por ejemplo para una madre de familia es ser una buena madre de familia, para un estudiante es ser un buen estudiante, pero puede llevarnos a esta perfección de la caridad. Y me parece que éste es un mensaje siempre actual, que atrae a las personas, porque no es una santidad extraordinaria hecha de imágenes o de culto, sino de construir, momento a momento, una relación con Dios y con los demás, en el amor. Éste es el primer rasgo fundamental. El segundo es que esta santidad, además, debe estar al servicio de los demás. No es una santidad finalizada a sí misma, porque ninguno de nosotros vive para sí mismo. Dios nos creó y nos redimió juntos. Jesús vino a la tierra para redimirnos a todos como su pueblo, Iglesia, Cuerpo de Cristo, y por eso quiere que esta santidad se extienda a la humanidad entera. Chiara nos deja un mensaje que es el de abrirse a todos, no mirar a nadie como si fuese extraño a ti, sino mirarlo como si fuese tu hermano. Y hacerlo con “cada uno” significa mirar a la persona de la misma patria como a la de otra, al cristiano como al no cristiano, al creyente como al no creyente, a quien comprende y acepta lo que digo como al que se opone a mí, porque también la persona que me adversa es un hermano. Esto nos lo enseñó Chiara viviéndolo en primera persona, teniendo un corazón capaz de acoger a cada uno como si fuese la única persona en el mundo, ya fuera un Jefe de Estado o un niño, un pariente o un responsable de otra Iglesia u otra religión. Chiara tenía el mismo amor por todos. Creo que éste es el mensaje más importante también hoy, mientras vemos que renacen tensiones, violencias, egoísmos, indiferencias recíprocas, para construir un mundo que, animado por el Evangelio, pueda convertirse en el mundo de la fraternidad, de la verdadera familia humana».