Movimiento de los Focolares
Volver a encontrar el sentimiento de profunda fraternidad

Volver a encontrar el sentimiento de profunda fraternidad

IginoGiordani_unita_cristiani_bEn la vida de Giordani encontramos un acontecimiento que nos estimula a una particular reflexión, la primera persona que escribió una biografía suya en 1985 no fue un católico, sino un pastor bautista, el escocés Edwin Robertson[1]. No podemos limitarnos a decir que es “una ironía de la historia” […] Giordani se ganó ese acto de amistad, ante el Cielo y ante la historia humana. Giordani presidió un congreso de ecumenistas ya en el otoño de 1967 en la sede del Movimiento de los Focolares en Rocca di Papa. En él participó el archimandrita Mons. Eleuterio Fortino, quien años después (2004), dio este testimonio: «En ese congreso Giordani, gracias a su serenidad interior, logró aplacar los tonos encendidos del debate; y aclaró los aspectos teológicos y pastorales del decreto del Vaticano II Unitatis redintegratio (1964), haciendo caer las últimas resistencias de los opositores italianos a la oración en común entre todos los cristianos en la Semana por la unidad de las Iglesias»[2]. Por su parte ya desde 1940 Giordani seguía esta Semana, que para ser precisos es un Octavario, del 18 de enero (fiesta de la cátedra de San Pedro en Roma) al 25 de enero (fiesta de la conversión de San Pablo). En 1940 Giordani escribe: “Durante los preparativos de esta Octava se esparció la noticia, al principio muy imprecisa, que en un monasterio de monjas trapenses de Roma se rezaba con especial intensidad para que cesaran las divisiones entre los cristianos. Yo supe que, en esa Trapa, una ‘humilde monja’ se había ofrecido por la unidad de la Iglesia y su inmolación había impresionado profundamente a una comunidad de hermanos separados en Inglaterra. La noticia, aunque era muy vaga, ampliaba inmensamente –al menos para mi punto de vista- el horizonte del movimiento unitario y abría nuevas perspectivas, y, como un retazo azul en medio de las hendiduras de la tempestad, mostraba la cara del cielo por encima de la humanidad pendenciera. En fin, iluminaba verdaderamente la Octava y sus objetivos. Probablemente estas monjas no sabían nada de todos los debates, comisiones y comités constituidos alrededor del tema. Estando delante del problema de los cismas, ellas lo contemplaron con sencillez, a la luz del Reglamento, que nunca se desvía, es decir comprendieron que había que buscar la unidad donde está, es decir en su matriz, en otras palabras, que había que pedirla al Padre, en quien todos los hermanos se unifican. Es decir, estas criaturas humildes, que no veremos nunca en un congreso, encontraron enseguida lo que había que hacer y nos pusieron en el camino directo a la unidad. Alguno podía tener la tentación de interrogar a Hegel, a Loisy e incluso a Marx; de hecho, en las revistas y en los congresos se citaban estos nombres, que sin embargo estos solo podían dar soluciones parciales, porque la unidad no es una obra de los hombres sino de Dios, no se obtiene con el estudio, sino con la gracia. Acepta Padre, este ofrecimiento puro, ante todo por tu Iglesia, para que te dignes purificarla, custodiarla y unificarla…”[3]. 20110524-02El ecumenismo, enfocado por Chiara Lubich como «ecumenismo de la vida» y vivido en el Movimiento de los Focolares mediante una experiencia propia, madura a la luz de grandes almas como la de Juan XXIII y la de Pablo VI y del espíritu del Vaticano II, y se convierte en un compromiso fundamental de Giordani en los últimos años de su vida. Se puede decir que por Él todos los cristianos son verdaderamente hermanos que se han reencontrado. Él vive y difunde el nuevo espíritu ecuménico que esencialmente lo constituye el amor y tiende a la comunión de las almas, en la certeza de que «de la unidad de los corazones surge la unidad de las mentes»[4]. Es conmovedor pensar que su último artículo sobre el ecumenismo, El viaje hacia la unidad, lo escribió en diciembre de 1979, cuatro meses antes de su partida al Cielo. Y también en este artículo cultiva tenazmente una visión profética, en donde presenta la unidad de los cristianos como base y levadura para «dar un impulso al ideal de la unidad universal entre los pueblos»[5]. _______________________ (Tomado de: Tommaso Sorgi, Il percorso ecumenico di Igino Giordani (El itinerario ecuménico de Igino Giordani), «Nuova Umanità» n.199). [1] E. Robertson, Igino Giordani, Città Nuova, Roma 1985. Ed. inglese col titolo: The Fire of love. A life of Igino Giordani ‘Foco’, New City, London 1989. [2] E. Fortino, Igino Giordani e la preghiera per l’unità dei cristiani, in «Besa-Fede», Rivista greco-albanese, Roma, febbraio 2004, pp. 7-9. [3] I. Giordani, Questa ottava, Presentazione in: M. G. Dore, Suor Maria Gabriella (1914-1939), Morcelliana, Brescia 1940, pp. 9-25. [4] I. Giordani, Sette giorni per l’unità, «Città Nuova», 1978, n. 23, p.30. [5] I. Giordani, Il viaggio verso l’unità, «Città Nuova», 1979, n. 23, p.27.

Un sólo camino en la pluralidad de los dones

Un sólo camino en la pluralidad de los dones

Carisma e istituzione_01 El primer día de la semana dedicada a la unidad de los cristianos (18-25 de enero) tuvo lugar una jornada de estudio, que los Movimientos y Comunidades eclesiales quisieron dedicar al tema “Carisma e Instituciones”. La misma se realizó en el Palacio Renacentista Romano de la Cancillería, bajo la espléndida cúpula pintada con frescos por el célebre pintor Vasari en sólo cien días. Empezó con una invocación al Espíritu Santo. Fue promovida por el Movimiento de los Focolares, Nuovi Orizzonti, Fazenda da Esperança, la Comunidad Católica Shalom, la Comunidad Emmanuel y la Comunidad Juan XXIII, junto con el Centro de formación especializada “Evangelii Gaudium” del Instituto Universitario Sophia y bajo el patrocinio de la Asociación Canonista Italiana. La jornada representó una nueva etapa de la profunda “sintonía afectiva y efectiva” entre los Movimientos y realidades eclesiales, como subrayó en su intervención de apertura María Voce, quien fue la representante de todos los promotores. «Nos hemos comprometido a afrontar, día tras día, de acuerdo a los carismas que hemos recibido, los desafíos que conlleva el camino hacia la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, tratando de acrecentar la comunión dentro de nuestros Movimientos y entre nosotros». La jornada también ofreció la posibilidad de profundizar un tema específico, el de la relación entre los carismas, dones del Espíritu, y las formas institucionales, a la luz del Documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe “Iuvenescit Ecclesia” (mayo de 2016), que presenta los dones carismáticos y los dones jerárquicos como “coesenciales”, y afirma que «la presencia de los carismas garantiza que nunca faltará el anuncio del Evangelio – como manifestó el Card. Kevin Joseph Farrell, Presidente del Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida-, la presencia de la institución es la garantía de que no faltará nunca quien los reciba con apertura de corazón». Después de su aparición en el seno de la Iglesia, «en medio de la sorpresa y del desbarajuste que su inesperado e inédito florecimiento provocó»; de su aprobación, a menudo fruto de un camino largo y difícil, ahora los Movimientos–dijo Mons. Piero Coda, Rector del IUS- «están a las puertas de una tercera fase, en donde la efervescencia carismática está trabajando para buscar los canales oportunos para una equilibraba institucionalización (…) con el objetivo de expresar de la mejor forma posible su aporte específico». Una cuestión que está todavía abierta se refiere a la naturaleza de los movimientos eclesiales, que en virtud de sus carismas fundantes no sólo tienen necesidad de una nueva forma jurídica de asociación (en el Código vigente de Derecho Canónico no existen los términos “movimientos ni comunidades eclesiales” y los mismos han sido colocados jurídicamente entre las “asociaciones de fieles”), pero tampoco existen categorías de naturaleza jurídica aptas para sostener de la mejor forma posible las riquezas y especificidades carismáticas de cada uno. De hecho, es necesario tener en cuenta de que son miembros de estas “asociaciones”, a todos los efectos, laicos, sacerdotes y religiosos, conformando la que Mons. Christoph Hegge, Obispo auxiliar de Muster, define como “unidad comunional”, refiriéndose al “testimonio comunitario” que ofrecen todos los miembros de los Movimientos, si bien con “elasticidad y flexibilidad según su pertenencia”. Un testimonio que ofrecen juntos, como pueblo de Dios, acogiendo y viviendo el anuncio de la Iglesia de nuestro tiempo. Sobre la necesidad de diferenciar los estatutos jurídicos en relación con la variedad y peculiaridad de los carismas se expresó también Mons. Luis Navarro, Rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, para quien «no existe una solución jurídica unitaria. Es necesario hacer para cada uno un vestido a la medida». Pero, para hacerlo, es necesario «conocer e indagar cada carisma en su vida eclesial concreta». «En la historia de la Iglesia, los Movimientos han sido siempre la respuesta concreta a una necesidad» afirmó Laurent Landete, casado y padre de seis hijos, responsable en Francia de la Comunidad Emmanuel, quien estuvo entre los participantes en la mesa redonda de la tarde, dedicada a la presentación de los Movimientos y de las realidades eclesiales que trabajan en todas las latitudes. El porvenir de sus Estatutos fue el tema de fondo de la reflexión. La frescura, actualidad y variedad de formas con las que trabajan, movidos por el Espíritu, en las calles del mundo, suscitaron maravilla y sorpresa, así como cuando se está ante los colores y perfumes de un inmenso jardín en primavera.   Lee el adjunto

Día de la Memoria

El aniversario internacional del 27 de enero, establecido mediante una resolución de la Asamblea general de la Naciones Unidas, se celebra en conmemoración de todas las víctimas de la Shoah. El 27 de enero de 1945 las Fuerzas Aliadas derribaron el portón de Auschwitz y liberaron a los prisioneros sobrevivientes al exterminio del campo nazi Más allá de ese portón, además del lema «Arbeit macht frei» (El trabajo hace libres), el mundo vio con horror lo que había sucedido y conoció el alcance de un proyecto de eliminación masiva que causó la muerte de seis millones de personas. 73 años después del fin de la Shoah, en varias partes de Europa y del mundo, se proponen cada año encuentros, ceremonias, iniciativas y momentos de relato de los hechos por parte de los sobrevivientes, en especial en las escuelas, en todos los niveles, para “no olvidar” uno de los más terribles ejemplos de odio racista y para que símiles atrocidades no se repitan en ninguna parte del planeta.

Un médico luterano en focolar

Un médico luterano en focolar

Peter-720x0-c-defaultUn rostro redondo, con dos ojos azules y atentos. Encuentro por primera vez a Peter Grimheden en Lund, Suecia, en el histórico encuentro entre católicos y luteranos para celebrar los 500 años de la Reforma. Peter es un joven pediatra muy apasionado de su trabajo al que se dedica con gran entusiasmo. Su particularidad es la de ser sueco, luterano y focolarino. Eligió  un camino de donación total a Dios. Vive en Estocolmo en una pequeña comunidad con otros 4 focolarinos católicos: un belga, un argentino, dos italianos. ¿Creciste en un ambiente y en una familia cristiana? Formo parte de la Iglesia luterana sueca y provengo de una familia muy ligada a las tradiciones. Cuando era chico tenía la costumbre de ir a visitar a los abuelos. Antes íbamos a la Misa y después cenábamos juntos. Durante la cena, después de que la abuela había lavado los platos, nos sentábamos y debíamos escuchar a mi abuelo que nos leía un sermón de Lutero. ¡Como si el de la Misa no hubiera alcanzado! Lo único que me acuerdo es que jugaba a mantener la respiración. Mi récord fue el de resistir sin respirar durante un minuto seguido. Era una educación rígida y severa. Todo era o blanco o negro y no podía nunca ir al cine ni a jugar al hockey en el hielo. ¿Cómo conociste a los Focolares? Era muy amigo de una chica que me invitó a un concierto del Gen Verde, una banda musical inspirada en la espiritualidad de los Focolares. Me gustó la música, las palabras, la atmósfera que se construyó. El hermano de una de las que cantaban había muerto en una guerra civil y ella fue capaz de perdonar. Me gustaba un cristianismo positivo, no basado en las prohibiciones y en lo que no hay que hacer. Las personas de los Focolares se convirtieron en mis amigos y los visitaba junto con mi novia. Pero después de poco tiempo me sentía limitado en la relación con mi novia y terminamos. Seguí visitando a los Focolares y me sentí muy atraído por las personas que se donaban completamente a Dios viviendo en una comunidad. Para mí fue como resbalar en una cáscara de banana más que hacer una gran elección. Fue como enamorarme. Así, a los 21 años, viajé a Italia a Loppiano, cerca de Florencia, para asistir a la escuela de formación para focolarinos. Fue una ocasión única para conocer personas de todo el mundo aunque me sentía un poco “exótico” porque casi todos eran católicos. Hoy vives en un comunidad de Estocolmo. ¿Significa una dificultad convivir con personas de otra Iglesia? Tendríamos más o menos las mismas dificultades si viviéramos con personas de la misma Iglesia. El pertenecer a una Iglesia u otra no tiene un impacto en la vida cotidiana porque compartimos los mismos ideales. Tenemos en común la vida cristiana y no advierto diferencias entre nosotros. Me sentía un poco solo cuando asistía a mi iglesia luterana, pero, ahora mis amigos, de vez en cuando me acompañan porque están interesados en conocer mejor mi Iglesia, como yo también estoy interesado en conocer la de ellos. Tratamos de vivir con la presencia de Jesús entre nosotros y todos somos sus discípulos.   Fuente: Città Nuova

El Evangelio vivido: la verdadera potencia es el amor

Arresto domiciliario Los primeros días de diciembre de 2016 recibí una llamada telefónica de una madre desesperada que me pedía auxilio para uno de sus hijos. La justicia había concluído su causal y había sentenciado 11 meses de arresto domiciliario. Ella no podía recibirlo porque no tenía una casa y nadie lo quería recibir. Yo era la única esperanza para ella y no podía cerrar los ojos ante esta solicitud. ¿Qué hacer? Tres días después, mientras me preparaba para hacer alguna llamada telefónica para encontrar a alguien que pudiera ayudarme , alguien golpeó en mi puerta. Era una persona que a menudo viene a visitarme. Lo recibí, le preparé un cafe y comenzamos a conversar. En un determinado momento me preguntó: «¿qué estabas haciendo?». Una voz interior me impulsó a hablarle de lo que me estaba pasando. Y él dijo: «Pero ésto, ¿puedo hacerlo yo?». Le pregunté si había entendido bien de qué se trataba el asunto. Sí, comprendió bien y sabía qué hacer y cómo hacerlo. Tiene un pequeño apartamento, pero él se mudaría a dormir a la sala para dejarle su cama al muchacho. Al día siguiente se ocupó de concluir los trámites burocráticos. Los meses pasaron volando, todo salió muy bien, tanto que el joven tuvo un descuento de su prisión domiciliaria. Durante todo el período, fuimos dos veces por semana a llevarle lo que precisaba para comer, dado que este amigo un tenía una situación económica muy aliviada. Alcanzó con que yo diga mi „Sí” para permitirle a Dios que haga milagros. (N.C. – Italia) Podía mirarlo a los ojos Un día, mientras iba a la escuela, fui agredido por una banda de muchachos en un túnel. Me agarraron a patadas y a los piñazos y me tiraron al piso. Querían mi celular. Cuando finalmente se fueron, no lograba levantarme del dolor que sentía en el cuerpo y en el alma. Me preguntaba «¿por qué me pasó justo a mi?». Sentía mucho rencor. En la escuela conté a algunos compañeros el incidente que me había ocurrido, pero nadie comprendió mi dolor y ésto me hirió más aún. Durante algunas noches no podía dormir, lloraba de rabia, mientras que, como en una película volvía a ver la escena del túnel. Solamente después de un poco de tiempo logré hablar con algunos amigos, que como yo, viven el Evangelio. Confiarme a ellos me ayudó a hacer lo que antes consideraba imposible: perdonar a los agresores. Cuando fui al tribunal para reconocerlos y para el proceso, sentía en mi corazón que los había perdonado, y, sin didicultad, podía mirarlos derecho a los ojos. (Dal blog di T. Minuta) La apariencia engaña Tenía que ir al shopping que queda en el centro. No tenía mucho tiempo. Imprevistamente sentí que alguien me pedía una moneda. En general nunca doy plata, no es posible ayudar a todos, y además ¿si con esa plata compran droga?. Ese muchacho tenía la cabeza rapada y la mirada oscura. Tuve la impresión de que era parecido a uno de esos muchachos que años antes me habían agredido. Me apuré. Cuando estaba solo, me pregunté: “¿Cómo hago para cultivar mi unión con Dios, y descuidar a este joven que me pidió ayuda?”. Volví atrás a buscarlo. “¿qué precisás?. Sorprendido, me respondió que tenía sed. Lo invité a sentarse en un bar. El respondía a mis preguntas con un seco “sí” o “no”. Entonces empecé a contarle mis experiencias y el esfuerzo que estaba haciendo adaptándome en un país nuevo. Parecía que no estuviera interesado y estaba un poco desanimado. Cuando me levanté para concluir me dijo: “¿por qué no sigues?”, Nunca nadie me contó de su vida. Es una experiencia nueva para mi y tengo que acostumbrarme a eso. Cuéntame de tu país. ¿Por qué viniste aquí?”. Pedí otra Coca y nos quedamos juntos otras dos horas. Al final nos abrazamos. Volviendo a casa le confié a Jesús este muchacho, de quien ni siquiera sabía su nombre. (U.K. – Argentina)

Sobre dos ruedas por la paz

Sobre dos ruedas por la paz

20180123-01Un espectacular río de bicicletas atraviesa las calles de la ciudad, despertando la curiosidad de los peatones. Estamos en Foggia, ciudad comercial del Sur de Italia. Muchos ciudadanos, aprovechando la jornada de sol, andan por la calle, en el tradicional paseo dominical, y las señoras, ocupadas con el almuerzo del feriado, se asoman por los balcones. Bicicletas familiares, acondicionadas con sillas para los más pequeños, tándem que llevan a bordo no videntes como segundos pedaleadores, dos ruedas dotadas de micrófonos, amplificadores y carteles, bicis de todas formas y dimensiones, una larga y colorida manta con cascos y casquitos y una alegre campanillazo. Se trata de la bicicleteada ecuménica organizada por el Consejo Ecuménico de Foggia junto a los franciscanos de la parroquia de Jesús y María, al Consejo de Agrupaciones Laicas, del que forma parte el Movimiento de los Focolares, a la Asociación Fanny Bike y a la Asociación de Cicloamigos, con motivo del aniversario del “Espíritu de Asís” y de la Jornada para la Defensa de la Creación. 20180123-02La iniciativa –que se remonta a algunos meses atrás- ofrece a la ciudad pugliesa la posibilidad de reflexionar juntos, personas de buena voluntad y creyentes de distintas confesiones religiosas, sobre la importancia de custodiar lo Creado, como don de Dios, confiado al ser humano para el bien de todos, y para sensibilizar a la ciudadanía para que asuman un estilo de vida más ecológico, a partir de su cotidianidad, y comprometer a la administración comunal a asumir decisiones políticas que permitan sanear la ciudad haciéndola más bella, más vivible, menos contaminada. Simbólicamente el recorrido de la bicicleteada empezó en la plaza donde tiene la sede la Curia Arzobispal, con la entrega al Alcalde de un convenio entre los ciudadanos y la administración, que contenía el compromiso recíproco, según las propias competencias, de realizar los motivos inspiradores de la manifestación, prosiguió el recorrido visitando los lugares de culto de todas las confesiones cristinas presentes en el territorio de la ciudad que adhirieron a la iniciativa: la Iglesia de Santo Domingo de la comunidad ortodoxa griega, la Iglesia de Jesús y María de la comunidad ortodoxa rumana, la Iglesia Evangélica ADI, la Iglesia Valdense, hasta el Parque de San Felice, pulmón verde y lugar de encuentro de la ciudadanía para un breve momento de oración ecuménica.