Brasil – ¿Qué puedo hacer por mi gente?
https://vimeo.com/162493862
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Promovida por los Jóvenes por un Mundo Unido “De alta resolución –Enfoca la Paz” será una jornada dedicada a la paz. Se trata de un evento que se realiza en Portugal desde el 2002, cada dos años, siempre el 1º de mayo, en el que han participado, además de miles de jóvenes portugueses, también jóvenes de otras nacionalidades. En el 2016, la propuesta es “de alta resolución”: se invita a los jóvenes a que sean protagonistas de fraternidad y constructores de paz, con transparencia. Através de la música, coreografías, testimonios y Expo se presentarán las acciones que ya están desarrollándose con el objetivo de proporcionar respuestas concretas, dando ideas para continuar en esta dirección. Este año, el programa incluirá varios laboratorios que abordarán el tema de la paz en varias áreas como la ecología, el arte, el diálogo intercultural, la economía, el deporte, la comunicación, la ciencia y la tecnología. Esta jornada es parte del proyecto internacional United World Project (Proyecto Mundo Unido), que tiene como meta la fraternidad universal como paradigma de las relaciones humanas, promoviendo la identificación, la organización y la difusión de acciones que a nivel global ya se están ejecutando en favor de la fraternidad. Invitación: 1°de mayo de 2016
Con 367 votos a favor y 137 en contra, los diputados brasileños aprobaron la apertura del proceso de impeachment contra la presidente Dilma Rousseff, mientras que más de 200 millones de brasileños, fuertemente divididos, han seguido en vilo la votación. Ahora es el Senado el que debe definir si se realiza el juicio a la presidente. Si el voto del 11 de mayo es favorable, la presidente será suspendida de sus funciones durante 6 meses, en espera del veredicto final. La Constitución brasileña prevé, en este caso y por ese período de tiempo, que asuma la presidencia el vicepresidente. Los obispos brasileños en una declaración oficial del 13 de abril, expresaron su voz “frente a la profunda crisis ética, política, económica e institucional” que atraviesa el país con “escándalos de corrupción sin precedentes”, que involucran a empresarios, políticos, funcionarios públicos en “un esquema que, además de ser inmoral y criminal, tiene un precio muy caro” que – dicen los prelados- pagan principalmente los pobres. Y centrando la atención en el impeachment, afirman que hay que acompañar “con atención este proceso” augurando que se desarrolle “en el respeto al orden jurídico del Estado democrático de derecho”. Subrayan, además, que “el bien de la Nación exige la superación de los intereses personales, partidistas y de grupo por parte de todos” porque “la polarización de posiciones ideológicas, en un clima fuertemente emotivo, genera la pérdida de la objetividad y puede llevar a divisiones y violencias que amenazan la paz social”. Los obispos piden al “pueblo brasileño que conserven los altos valores de convivencia democrática, de respeto al prójimo, de tolerancia y de sano pluralismo, promoviendo el debate político con serenidad”. Y concluyen afirmando que creen “en el diálogo, en la sabiduría del pueblo brasileño y en el discernimiento de las autoridades en la búsqueda de caminos que garanticen la superación de la crisis actual y la preservación de la paz en nuestro país”.
El Movimiento políticos por la unidad de Brasil (Mppu) – un espacio de diálogo político que se inspira en los ideales de fraternidad típicos de la espiritualidad de los Focolares-, afirma a través del Presidente Sergio Previdi “la propia convicción en la fuerza del diálogo libre de prejuicios”. Previdi invita además, a los ciudadanos “a promover un diálogo inclusivo” para que “juntos, ejercitando la democracia, se puedan poner en práctica las acciones necesarias para el bien de todos”. “Se puede hacer mucho – dicen- si ponemos en práctica la cultura de la fraternidad, superando las fronteras partidistas y participando positivamente en la vida política cotidiana del país”. En este delicado momento la principal preocupación para el Mppu de Brasil, es la de “dispersarnos, y permitir que las diferencias ideológicas y partidistas nos dividan”, sino que al contrario “aceptemos las diferencias para profundizar el diálogo”. Y sobre todo “tratemos de informarnos de distintas fuentes para acercarnos mejor a la verdad”. Los numerosos miembros del Movimiento de los Focolares de Brasil, siguiendo la línea de la Conferencia episcopal brasileña, se comprometen a ofrecer lo que consideran “la principal contribución que podemos dar en este delicado momento: el anuncio y el testimonio de la fraternidad vivida. Esta es la específica característica de la unidad que nos anima”.
https://vimeo.com/162494300
Foto: Jose Jacome
Azione per un Mondo Unito ONLUS (AMU) | Azione per Famiglie Nuove ONLUS (AFN) |
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Los montos depositados en estas dos cuentas corrientes con este objeto, serán administrados de forma conjunta por AMU y AFN. Para dichas donaciones, muchos países de la Unión Europea y otros países del mundo prevén beneficios fiscales, según las distintas normativas locales.
Cuando en el ’49 Giordani se encontró con el Movimiento de los Focolares, él era diputado del nuevo Estado italiano después de una vida ya madura de luchas conducidas con vigor tanto por su fe como por su visión religiosa de la vida pública. Su compromiso en este último campo se cobró un precio: la marginación profesional. Su forma de ver el Evangelio detestaba los dos extremos: el espiritualismo desencarnado y la tendencia a reducirlo sólo a un mesianismo terrestre. En su entereza humano-divina, el mensaje evangélico es la semilla de una revolución (“la” revolución) que ha trasformado la historia y continúa hoy su obra en pos de una libertad del ser humano cada vez más profunda. Su concepto de fondo, el “leit motiv” de muchos de sus libros, era la conexión entre lo divino y lo humano, necesaria para los intereses del ser humano: según su parecer la libertad y la dignidad del hombre tiene origen a partir de la aceptación de Cristo en la vida de los pueblos. Libertad, igualdad, solidaridad, uso social de la riqueza, dignidad laboral, armonía entre Estado e Iglesia, animación moral de la vida pública y de la actividad económica, antimilitarismo y pacifismo en el plano internacional: eran los puntos fundamentales de su pensamiento. Era por lo tanto ésta su posición, cuando se produjo el encuentro que imprimió a su vida –que ya tendía decididamente hacia Dios- una empinada vertical. Había plasmado en las páginas de su diario también la angustia por la incoherencia entre su propia fe privada y la vida pública, por la fragilidad de una “ascética” personal frustrada por «fracasos en la política, en la literatura, en la vida social». Había señalado de sentirse incapaz de responder a su propio deseo de «difundir la santidad desde las pobres páginas de un periódico» (en ese entonces era el director de “Il Popolo”), de «difundir la santidad en el pasillo de los pasos perdidos» (la recepción del Parlamento Italiano). «¿Quién podrá hacer este milagro?», se había preguntado en agosto de 1946. La respuesta a tales angustias y a este interrogante se había perfilado en ese encuentro con Chiara Lubich, casi como un “llamado” providencial. Ella le había permitido encontrar la forma de llevar su ya vivo cristianismo a una profundidad todavía más divina, y por otro lado todavía más social. Ese encuentro fue para él el impacto con un carisma. Su espíritu nutrido de profundos conocimientos de las espiritualidades surgidas a lo largo de la historia de la Iglesia, vio inmediatamente en ese carisma su amplia dimensión e implicaciones teológicas e históricas. La espiritualidad de la unidad enseguida le pareció una enorme energía utilizable más allá de la Iglesia, también en la comunidad civil para «transformar la convivencia humana en co-ciudadanía con los santos, para introducir la gracia en la política y hacerla un instrumento de santidad». Así maduró uno de los aportes fundamentales que Giordani tenía que dar al desarrollo del Movimiento de los Focolares: ayudar al pequeño grupo inicial a tomar conciencia de la eficacia también humana del carisma que se estaba manifestando. Ahora que el árbol del Movimiento de los Focolares ha florecido en todos los continentes, le queda como linfa vital, además de la vida de Giordani, su visión del cristianismo social, por el cual trabajó y luchó durante toda su vida, alcanzando la estatura de un profeta bíblico contra la separación entre la fe y las obras y contra todo «liberticidio» que de allí se deriva. Le queda al Movimiento de los Focolares un precioso patrimonio por profundizar, a partir de su pensamiento y de su método. Pienso que sea válido para todo el mundo cristiano el camino por él indicado, en su penetrante atención a las experiencias históricas del Cristianismo y de su equilibrada lectura del Evangelio, lejana de la ingenuidad fideísta y de los integralismos, abierta a la búsqueda de una “colaboración racional” entre las dos ciudades, la de Dios y la del hombre. Tomado de: Tommaso Sorgi, La herencia que nos ha dejado, Città Nuova n.9 – 10 de mayo de 1980
El Papa Francisco visita el campo de refugiados de Moria, en Mytilene, Lesbo, 16 de abril de 2016.
«Cuando empezaron los conflictos en Siria, viendo que el futuro no prometía nada bueno, pensé que era más prudente dejar el país. Esta decisión la reforzaba el hecho que me llegó una posibilidad de trabajo en Líbano. Así reservé los boletos para viajar y empecé los preparativos para trasladarnos con toda la familia. Dentro de mí surgían muchas dudas; ¿era justo irnos para asegurarle un futuro a mi familia o era más oportuno permanecer en el país que tanto amaba para ayudar a mi gente? Hablando con mi esposa entendí que ella estaba más propensa a quedarse, pero me apoyaba a mí, para ella lo más importante era que permaneciéramos todos juntos. Me sentía muy angustiado y confuso. Hasta que un día –estando en la Iglesia- advertí claramente que nuestro lugar era aquí, en Alepo, para compartir la suerte de nuestro pueblo. Un pueblo muy variado por etnias, religiones y confesiones distintas, pero que sin embargo había sido capaz de vivir en armonía. Un pueblo tan generoso que había acogido en las últimas décadas, a pesar del embargo, a palestinos, libaneses, iraquíes, dándoles igualdad de derechos y posibilidades de trabajo. Decidimos quedarnos. Trabajaba en mi negocio propio y ganaba bien. Pero después de lo sangrientos eventos que empezaron a devastar el país, mi taller fue saqueado y después destruido. Sin embargo, son innumerables las posibilidades de prestar ayuda, en primera persona y también a través del Centro de sordomudos que empezamos a atender mi esposa y yo. Seguidamente se encaminó una sinergia con otras organizaciones humanitarias para llegar, con la ayuda de la providencia que prodigiosamente siempre nos ha asistido, a ofrecer lo indispensable a más de 1500 familias. En estos cinco años de guerra, debido a los bombardeos lanzados ‘por accidente’ en nuestros barrios, hemos visto a muchas familias perder a sus seres queridos y a muchas personas quedar discapacitadas permanentemente. Un día el chofer del Centro para sordomudos donde trabajamos, mientras caminaba por la calle con su familia, perdió a su esposa y a su hija, heridas por un mortero. También él quedó gravemente herido y fue llevado en estado de shock al hospital. Les pude contar de esta grave situación a un sacerdote y al obispo, que al enterarse se hicieron cargo del funeral de la esposa y la hija. Por mi parte empecé a buscar la cifra necesaria para la operación del papá. El hospital, viendo la solidaridad de tantos, disminuyó los costos y algunos médicos renunciaron a su paga. Así logramos cubrir todos los gastos, y nos quedó dinero para las sucesivas operaciones a las que tuvo que someterse el chofer para poder recuperarse. Otra vez me llamó un musulmán que trabaja en la iglesia a la que asistimos, para pedirme que lo ayudara a conseguir una casa donde vivir. Había visto entrar a rebeldes armados en su barrio y estaba preocupado por la seguridad de sus tres hijas. Después de muchas llamadas finalmente logré encontrar una habitación para ellos. Cuando se pasó a la casa nueva se dio cuenta de que necesitaba urgentemente un tanque de gas, pero no lograba encontrarla. Entonces me llamó a mí. “Te pido esta ayuda –dijo- porque eses mi hermano ¿verdad?”. Yo le respondí: “Cierto somos hermanos”. Después del reciente ‘cese al fuego’ estamos atravesando un período de aparente calma, aunque de vez en cuando se escuchan retumbos que nos dejan inquietos y no logramos dormir durante la noche. Con respecto a mi actividad económica, hasta que las armas no callen del todo es imposible pensar en retomarla. En esta situación precaria y sin futuro nos sostiene la comunidad del Focolar y una fe incondicionada en el amor de Dios que nunca nos abandona. Delante de cada problema, sentimos que no estamos solos. Seguimos experimentando que en la donación a los demás encontramos la paz. Una paz que es siempre un desafío, porque es un don que hay que conquistar todos los días».
Luego de dos Sínodos sobre la familia, con Amoris Laetitia llega por fin el pronunciamiento del Papa. De este Papa. El Papa de la misericordia, que ha sido aprobado también por los que afirman que ‘cerraron’ con la Iglesia, o que no creen en absoluto. La reciente exhortación, de más de 100 páginas, responde a las expectativas tanto de quienes esperaban un cambio – muy evidente por el aspecto pastoral, mientras que el plano doctrinal se mantiene invariado – como quienes están más vinculados a la tradición. Una mano extendida hacia todos, también hacia quienes se encuentran en situaciones así llamadas ‘irregulares’. Para el Papa Francisco “ninguna familia es una realidad celestial y confeccionada de una vez para siempre, sino que requiere una progresiva maduración de su capacidad de amar” (AL 325). De manera que vemos casi derrumbarse la tendencia a distinguir entre ‘regulares’ e ‘irregulares’ para subrayar que nadie está condenado y excluido sin remedio. La apertura más significativa de Amoris Laetitia es seguramente la que se refiere a los divorciados en nueva unión, para quienes se prevé una trayectoria de crecimiento en la capacidad de discernimiento, acompañados por pastores o, como también se menciona, por “laicos que viven entregados al Señor” (AL 312) conscientes de estar llamados a “formar las conciencias, pero no a pretender sustituirlas” (AL 37). Una trayectoria que en ciertos casos, como se dice en la nota 351 de la exhortación, podría desembocar también en el acceso a los sacramentos. Porque, remarca el Papa, la Eucaristía “no es un premio para los perfectos sino un generoso remedio y un alimento para los débiles”. Si bien la ‘apertura’ hacia los que se han vuelto a casar, es lo que llama la atención de los medios de comunicación, el mérito del documento va más allá en los capítulos 4 y 5, que se refieren a la belleza de la familia que se basa en el designio trinitario y que se alimenta de esa caridad de la que habla S. Pablo en Cor 1,13. Como tal vez nunca antes, se presenta aquí la centralidad de la vida de pareja: “Es el encuentro con un rostro, con un ‘tú’ que refleja el amor divino y es el el bien mayor. O como exclamará la mujer del Cantar de los Cantares en una estupenda profesión de amor y de donación en la reciprocidad: ‘Mi amado es mío y yo suya. Yo soy para mi amado y mi amado es para mí’” (AL 12-13). «… con frecuencia presentamos al matrimonio de tal manera que su fin unitivo, el llamado a crecer en el amor y el ideal de ayuda mutua, ha quedado opacado por un acento casi excluyente en el deber de la procreación» (AL 36). Una expresión casi autocrítica, que manifiesta la intención de valorar el eros inscrito en las criaturas, mostrando el matrimonio en su realidad concreta de « combinación de gozos y de esfuerzos, de tensiones y de descanso, de sufrimientos y de liberaciones, de satisfacciones y de búsquedas, de molestias y de placeres» (Al 126). Se pone de relieve cada momento de la vida cotidiana, superando la contraposición entre sagrado y profano, entre evento el solemne y el insignificante, porque no hay nada secundario ante los ojos del amor y de la fe. El Papa tiene en cuenta también el hecho de que las expectativas de vida se han incrementado y los cónyuges deben “volver a elegirse una y otra vez” (AL 163), en una continua regeneración y cambio de los registros del amor: «No podemos prometernos tener los mismos sentimientos durante toda la vida. En cambio, sí podemos tener un proyecto común estable, comprometernos a amarnos y a vivir unidos hasta que la muerte nos separe, y vivir siempre una rica intimidad» (AL 163). ¡Gracias Papa Francisco! Sentíamos la necesidad de una mirada de la Iglesia que sigue presentando a los esposos el ideal alto y jamás alcanzado de la armonía trinitaria. Así como de una mano fraterna, la Iglesia, que se hace próxima a todos, sin descartar a nadie.