El relato de estar juntos durante toda una vida pasada juntos es natural en las palabras de Anna como en las de Claudio, casi como si se hubiesen convertido, después de tantos años de matrimonio, en una sola persona. «Cuando nos casamos nos unía el entusiasmo – comienza ella- y la alegría de ver nacer a nuestra familia. En la pequeña ciudad del norte de Italia, a la cual nos mudamos por razones de trabajo, no conocíamos a nadie. Yo me ocupaba de las tareas de casa, y esperaba que él volviera de noche. Éramos felices, pero… nos faltaba algo. Un domingo nos acercamos a un sacerdote, fuera de la iglesia. Lo invitamos a casa y él llego trayéndonos una revista “Cittá Nuova”. Después nos habló de la Palabra de Vida. Nos pareció que nosotros también nos podíamos comprometer en vivir el Evangelio». «Tenía un buen trabajo – explica Claudio-, construíamos autos para el desarrollo y la impresión de películas cinematográficas. Pero después de la muerte del dueño de la empresa, comenzaron a aparecer algunas dificultades con los herederos. En un determinado momento me lelgó una propuesta muy atractiva. Un trabajo bien pagado pero, me enteré, por los contenidos de la propuesta que era algo éticamente inaceptable. Mi esposa y yo estuvimos de acuerdo en no aceptar. Poco tiempo después, apareció otra oportunidad, esta vez con un sueldo más bajo. Mientras tanto había nacido el segundo hijo, y las exigencias de la familia crecían. Aceptamos, confiándonos que no nos habría faltado nada. El trabajo era demasiado y precisaba un ayudante. La oficina del personal me propuso una persona con problemas de carácter, que en el primer contacto, efectivamente, respondió: “Si usted piensa hacerme trabajar, se está equivocando mucho”. Era consciente que iba a tener que compensar su incapacidad, pero nos comprometidos a amar a todos, por lo tanto no podía echarme atrás. A continuación, también él se entusiasmó con el trabajo, y en Navidad, adentro de un paquete envuelto en un papel de diario, me regaló un trencito para mi hojo» «Estaba esperando el tercer hijo –continúa Anna– cuando llegó para Claudio una nueva oportunidad de trabajo. En la nueva ciudad a la cual nos mudamos nacieron los otros cuatro hijos. Una pequeña “tribu”, que crecía amando con gusto nuestro estilo de vida y la armonía que tratábams de mantener entre nosotros. También yo trabajaba, enseñaba alemán en el liceo, y ésto me significaba mucho compromiso, pero los muchachos colaboraban, ayudándose en las tareas escolares o preparando la cena. Una noche estaba en el ómnibus, vulviendo del liceo, que estaba a casi 30 km. Llovía, y ya pensaba que me iba a mojar completamente. No existían en aquella época los celulares. En la parada del ómnibus, encontré a uno de los hijos, todavía muy chiquito, esperándome con un paraguas. Algunos años después, cuando ya éramos nueve (más un gato), debido al trabajo de mi marido se pensaba en otro traslado. Yo dudaba mucho. Pero comprendía que él sufriría si tenía que vivir en un hotel durante cinco días a la semana. Por amor a él, nos convencimos que teníamos que hacer nuevamente las valijas. Comprendíamos la importancia de estar siempre unidos, y a menudo rezábamos juntos en los momentos de dificultades. Durante el día estaba sola, pero sabía que él estaba conmigo. Algunas veces, después de la cena, dábamos una vuelta por el barrio, cuatro pasos juntos para estar solos nosotros dos» «Ahora nuestros hijos están casados – continúa Claudio-. Uno de ellos se separó de su esposa, y para nosotros fue un gran dolor. Durante una reciente peregrinación, le confiamos a María esta situación. En primer lugar rezamos para que se recompusiera su familia. Después de un poco, nos pareció que era más justo pedir, por ellos, conversión del corazón. Finalmente comprendimos. La gracia de pedir era otra: pedir nuestra conversión. Nos fuimos de allí, con el deseo de estar atentos a los que Dios nos habría pedido. Porque quisiéramos no dejar nunca de ser instrumentos de Su amor. Es el amar la única cosa que en una familia no se debe mudar nunca».
Hace algunos meses, en Milán, los Jóvenes por un Mundo Unido se reunieron para pensar juntos en una iniciativa que estuviera en línea con el Genfest 2018 de Manila, en Filipinas. Fue así que retomaron la idea de vender café, como lo hicieron con ocasión del Genfest del 2012 en Budapest. Habiendo obtenido un precio especial de un distribuidor mayorista, diseñaron y realizaron las etiquetas con los lineamientos de la actividad y con el logo del evento. Después decidieron destinar los fondos obtenidos para, apoyar a la población filipina, afectada por el tifón Vinda en diciembre pasado, para ayudar a quien llegará a Manila de los países más lejanos y para los gastos generales de la organización del Genfest. Uno de los jóvenes de Milán relata que la idea nació cuando «nos preguntamos cómo difundir la idea del Genfest aquí en nuestra tierra. Siendo un evento que pretende promover la fraternidad entre las personas, entendida como relaciones materiales e interpersonales, nos pareció que uno de los elementos que más representaba este deseo de socializar, de estar juntos y al mismo tiempo compartir, en nuestra cultura, es la bebida y el rito del café, ese período de pausa que, dentro de la jornada, se convierte en un momento de intercambio y compartir, una ocasión para ir más allá…». Esta vez, fue más sencillo con respecto al 2012, porque ya teníamos los contactos. Después de que decidimos juntos qué hacer, nos pusimos en contacto con el proveedor que en un mes nos hizo llegar 4000 paquetes de café al depósito central de Milán. Mientras tanto en distintos territorios de la región unas veinte personas ofrecieron su disponibilidad para hacer un pequeño depósito en sus casas. El proceso de etiquetado fue hecho por ellos «y se convirtió en una ocasión para cenar juntos, encontrarnos (…). Lo hicimos en Milán, pero también en los otros territorios en donde los jóvenes y sus familias están ayudando. Finalmente, esta actividad ha creado muchas oportunidades para ir a visitar a personas que hacía tiempo no veíamos, consolidando relaciones de fraternidad». Para más informaciones:caffe2018manila@gmail.comFonte:United World Project
Lo vi de pasada mientras entraba de prisa al supermercado. Estaba allí, casi escondido detrás de un árbol, como si se ocultara de algo o alguien. Me di cuenta de todo esto cuando, saliendo, me topé con él, y lo tuve delante. Yo ya había preparado dos euros para él, pero me sentía mal cumpliendo el rol de “donante” que regala una monedita al “mendigo”. ¿Acaso no somos hombres los dos? A lo sumo con diferente suerte. Me surgió espontáneamente, mientras le daba el dinero, presentarme: “Hola, me llamo Luis, ¿y tú?”. “Sylvester”, respondió con voz tímida. “¿Tienes algún problema?”, pregunté. Tras un momento de silencio – después entendería yo que esa demora en hablar se debía más a la comprensión del idioma que a su falta de desenvoltura – , “No, está todo bien”, me respondió. Pero yo no me quedé convencido y lo interpelé una vez más: “Mírame a los ojos y dime si te pasa algo”. Nuevamente: “todo bien” fue su respuesta. Pero mientras me marchaba hacia el coche, oí su voz: “Sí, tengo un problema; quiero trabajar”. Le di la mano, como signo de comprensión y me fui llevándome en el corazón su mirada y su dignidad herida. Pero antes nos intercambiamos los celulares, no queríamos perdernos. Así nos hicimos amigos, más allá de la lengua y de la diversidad cultural, Sylvester y yo. Un encuentro de personas, cada una con su propia dignidad. Desde ese día me esforcé de varias maneras con la conciencia de que lo primero que tenía que afrontar era ayudarlo a superar la barrera del idioma. Por más que sus documentos estuviesen en regla, no era realista pensar que pudiera encontrar un trabajo si no conseguía expresarse y entender. ¿Cómo se lo decía sin conocer su lengua y viceversa? Recordé entonces a un amigo que viene de su tierra y le pedí si podía ser mi intérprete. Nos encontramos así sentados ante una mesita del bar frente al supermercado, hablando, con traductor y una cerveza, para conocer mejor su situación. Antes de separarnos, le dejé una invitación: “Recuerda, Sylvester, que ningún trabajo es pequeño si se hacer por amor. Tú no estás aquí para pedir, sino para ofrecer una ayuda a quien la necesita, compartir el peso de la bolsa de las compras, encontrar estacionamiento o simplemente un carrito. Dios te ama inmensamente, a ti, a mí, a todos. Ahora empezaremos a golpear juntos, como nos lo enseña el Evangelio. Veamos si se abre alguna puerta. Pero mientras tanto éste es tu trabajo, hazlo con la frente bien alta, sin perder tu dignidad”. Esa noche me llegó su mensaje via whatsapp: “Buenas noches, Luis, ¿cómo estás? Espero que estés bien junto a tu familia. Gracias por lo que estás haciendo por mí. Dios te bendiga porque te estás ocupando de mí. No veo la hora de encontrar un trabajo en serio, pero mientras tanto haré como me dijiste, manteniendo la mirada alta y limpia. Te espero”. Tuve que usar el traductor de ‘google’ para entender el mensaje y contestarle: “Querido Sylvester, gracias por tus saludos. Hoy he buscado informaciones sobre cursos gratuitos de lengua. Espero pronto poder darte buenas noticias”. En los días que siguieron hice la experiencia, ya conocida, de lo difícil que es ayudar a alguien. Por algún motivo que aún no entiendo prevalece siempre la “mega-burocracia”. Pero he tomado la decisión de no bajar los brazos, ayudado por otras personas que están dispuestas como yo a hacerse prójimos de Syvester. Ahora no estoy solo, y él tampoco lo está. Mañana empezarán sus clases, un primer paso para poder encontrar un trabajo y así lograr enviar un poco de dinero a su esposa y a sus dos hijos pequeños, que han quedado en el país natal. Ojalá un día puedan reunirse. ¡Espero que sea así, amigo Sylvester! Gustavo Clariá
Está dedicada a las redes sociales y a la web la intención del Papa Francisco, para la oración de este mes de junio, difundida hoy a través de un video-mensaje realizado en español por la Red mundial de oración por el Papa, traducido en otras siete lenguas y lanzado por Vatican News. En el vídeo el Pontífice invita a pedirle a Dios que las redes sociales “no anulen nuestra personalidad, sino que favorezcan la solidaridad y el respeto del otro en la diferencia”. Con el título “Para que las redes sociales favorezcan la solidaridad y el respeto del otro en su diferencia”, Francisco subraya que “Internet es un don de Dios, y es también una gran responsabilidad”, y explica que “la comunicación, sus lugares y sus instrumentos han traído consigo una ampliación de los horizontes para muchas personas”. La invitación de Francisco, ya formulada en el mensaje de la Jornada de 2014, es a aprovechar “las posibilidades de encuentro y solidaridad que nos ofrecen las redes sociales”, y el deseo de que “la red digital no sea un lugar de alienación” sino “un lugar concreto, un lugar rico de humanidad”. “Recemos juntos – es la intención del Pontífice – para que las redes sociales no anulen nuestra personalitá, sino que favorezcan la solidaridad y el respeto del otro en su diferencia”. Fuente: SIR https://youtu.be/Tuz6zE4bd9w
La Creación es “un don compartido y no una posesión privada”, y cuidar de ella “implica siempre el reconocimiento de los derechos de todas las personas y de todos los pueblos”. Es uno de los pasajes centrales del mensaje con el que el papa Francisco quiso estar presente en el Simposio internacional sobre la tutela del ambiente promovido en las Islas Sarónicas (Grecia), del 5 al 8 de Junio, por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, guiado por Bartolomé I.Sobre el tema .“Hacia un Ática más verde. Preservar el planeta y proteger a su pueblo”, el encuentro – que se llevó a cabo a los tres años de la Encíclica Laudato Si’ y en coincidencia con la Jornada mundial del medio ambiente – contó con la presencia de unas 250 personas entre líderes religiosos, políticos, expertos del medio ambiente y clima, académicos y periodistas provenientes de distintos continentes, llamados a buscar respuestas compartidas para la actual crisis ecológica. Hija – es el pensamiento común – de una profunda crisis antropológica y espiritual. Entre los invitados estaba también la Presidente del Movimiento de los Focolares, María Voce, que observó: “Es hermoso ver a personas que vienen de todo el mundo, y entre éstas muchas autoridades religiosas de las distintas iglesias, muchas motivadas para buscar juntos soluciones para que el planeta pueda vivir una vida más serena y pueda ser tutelado y conservado para las futuras generaciones”. Y luego: “Me gusta oír que se pone mucha atención en todos los aspectos de la ecología, desde la del ambiente a la de la gente, y también que haya venido de relieve que todo el planeta participa de esta ecología, y que toda la naturaleza es un don que recibimos de Dios y en cuanto tal debe ser recibido con respeto y gratitud, y transmitido de la mejor manera a nuestros hermanos que vendrán después”. Asimismo, la fórmula del Congreso – añadió la Presidente del movimiento fundado por Chiara Lubich, comprometido desde hace tiempo con la salvaguardia del planeta en todo el mundo – expresa un enfoque ‘ecológico’: “las sesiones son continuas pero al mismo tiempo intercaladas con viajes a las islas cercanas y en esas excursiones se da la posibilidad de encontrarse, hablar los unos con los otros, y así es más fácil establecer relaciones en esta atmósfera un poco de estudio, un poco de descanso y de amistad internacional. Me parece que este Congreso es una esperanza para el futuro del planeta”.Una respuesta a las preocupaciones del Santo Padre, quien en su mensaje – transmitido en el Simposio por el Cardenal Peter Turkson, Prefecto del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral – subrayó el riesgo de que las futuras generaciones estén condenadas “a vivir en una casa común reducida a ruinas”, o a dejar la tierra natal a causa de los cambios climáticos y los desastres producidos también por la ávida explotación de los recursos ambientales. Citando el Mensaje para la Jornada mundial de oración por la Creación (1 de septiembre) escrito junto a Bartolomé I, Francisco recordó que “el deber de cuidar la Creación desafía a todas las personas de buena voluntad e invita a los cristianos a reconocer las raíces espirituales de la crisis ecológica y cooperar ofreciendo una respuesta inequívoca”. Objetivo prioritario entonces – es lo que dice el Patriarca – es volver a pensar el actual sistema económico que “ignora las necesidades de los seres humanos y lleva inevitablemente a la explotación del ambiente natural”, pero sobre todo – agrega – el verdadero cambio puede nacer sólo del corazón del hombre: “la destrucción del ambiente natural puede revertirse sólo a través de un cambio radical de nuestra perspectiva hacia la naturaleza que nacerá de un cambio radical de nuestra auto-comprensión como seres humanos”. Claudia Di Lorenzi
Economía Profética… entre el “ya” y el “todavía no”. El evento internacional promovido por la EdC junto con distintas asociaciones y movimientos que quieren dar respuesta al clamor de la tierra y de los pobres. Tendrá lugar en Castelgandolfo (Roma). Prophetic Economy” nace del deseo de acercarnos a todos aquellos con los que compartimos un mismo objetivo, para aprender unos de otros, encontrar nuevas fórmulas de colaboración, lanzar un potente mensaje de esperanza, sobre todo a las víctimas de la injusticia social y medioambiental, y descubrir juntos cómo actuar a nivel macro. Éramos conscientes de que no podíamos iniciar un proceso como este en solitario. Desde el principio debíamos hacerlo junto con otros movimientos. Al grupo de trabajo de la EdC se han ido incorporando ATD Cuarto Mundo, Asociación Comunidad Papa Juan XXIII, Nomadelfia, Global Catholic Climate Movement, Slotmob, Mondo Comunità e Famiglia y Chicos por la Unidad, que hoy son nuestros compañeros de viaje. Estamos convencidos de que el valor de Prophetic Economy no radica tanto en la realización de un evento como en el proceso de apertura y enriquecimiento recíproco que ya ha comenzado entre todos los promotores. Contemporáneamente a la realización del evento, en distintos países del mundo se organizarán acciones satélite de distinta naturaleza. La más importante consistirá en un Bankmob internacional de desinversión en combustibles fósiles, armas y juegos de azar. Seguimos en contacto en:propheticeconomy.org
«El mundo es la palabra de ese Dios que lo creó.¿Qué sonido tiene esa palabra? Es éste: yo te amo. Y ¿a quién esta destinada esa palabra? Está destinada al mundo mismo, que es justamente esa palabra; está destinada a cada persona que descubre este mundo como quien sabe que es una minúscula parte de él y sin embargo está en condiciones de moverse libremente por encima de sí mismo y hacia el todo; es una palabra destinada a cada hombre. El mundo es la palabra del amor de Dios dirigida a todos los que están en él; es mirada del amor divino hacia él. Y lo que el mundo es en su globalidad, lo es también en cada una de sus partes. Cada detalle del mundo es una mirada del amor de Dios». (Cosmología, antropología, sociología y religión)«Puedo dedicarme completamente a este mundo, porque soy cristiano; de hecho lo que invertimos en amor en este mundo, marcará a este último para siempre, nuestro amor se hará carácter indeleble de todo fragmento de la creación». (diciembre de 1980) «El interés primario del cristiano debe ser llevar adelante, no sólo con los que comparten sus ideales, sino con todos los que tienen responsabilidades en el mundo, la edificación de un mundo humano». (noviembre 1978) «La vida y la unidad de los hombres no pueden ser consideradas como una mera suma de individuos ni como sistema colectivista en el que cada uno es tragado y desaparece. La alternativa es la communio. Yo soy yo mismo, pero en la medida en que soy para ti y contigo y en la medida en la que recibo de ti. Sólo en esta relación es posible definir el Yo del hombre. Sólo en esta relación trinitaria el colectivismo non está en disolución del individuo. Sólo en esta relación trinitaria el individuo no es un medio que se sacrifica por la estructura comunitaria. A partir de aquí, estoy seguro, se abrirán también nuevas perspectivas para un orden económico universal».(Dreifaltigkeit, p. 131)Fuente: Klaus Hemmerle, La luce dentro le cose, Meditazioni per ogni giorno, Città Nuova Ed, 1998, p. 287-293.
¿Qué cultura, qué unidad? La nueva newsletter nace del deseo de contar el recorrido que se está llevando a cabo en doce ámbitos de la cultura que se interrogan, investigan y se desafían teniendo como horizonte la unidad, en el surco del Carisma de Chiara Lubich. Arte, Pedagogía, Derecho, Ecología, Deporte, Economía, Sociología, Medicina, Arquitectura, Política, Psicología, Comunicación. Si nuestro planeta está atravesando un “cambio de época”, como también afirmó recientemente el Papa Francisco, la perspectiva de la unidad abre a los distintos mundos de la cultura un horizonte nuevo, en muchos aspectos aún inexplorado y apasionante. El primer número trae algunas de las iniciativas y eventos más significativos de cada uno de los ámbitos “en diálogo”. Para más información: Centro para el diálogo con la Cultura (Movimiento de los Focolares) centrodialogo.cultura@focolare.org tel. +39.06.945407201 – Via Piave, 15 – 00049 Grottaferrata (Roma – Italia) CONTACTOSComunión y DerechoEconomía de ComuniónSocial-OneEco-OneDiálogos en ArquitecturaNetOneMovimiento Político por la UnidadPsicología y ComuniónHealth Dialogue Culture Clarté SportmeetEDU
El curso tendrá lugar del jueves 14 al sábado 16 de junio de 2018 en el Aula Magna del Instituto Universitario Sophia. Será inaugurado con el discurso oficial del Prof. Romano Prodi, titulado “La Europa de hoy ¿Cuál la Europa del mañana?”. Co-financiado por la Fundación para Sophia, en colaboración con el programa “Cátedra Jean Monnet”de la Unión Europea, se propone analizar el papel de la ciudad como laboratorio de integración europea y de los ciudadanos como protagonistas. En las lecciones se presentará una reflexión sobre la integración, la autonomía, la ciudadanía europea y harán una introducción al sistema de gobernanza europeo, enfocado especialmente en la dimensión local y regional. Particularmente interesantes serán los talleres, en donde los participantes podrán confrontarse y compartir competencias y experiencias en mérito. Serán relatores de primer orden Léonce Bekemans de la Universidad de Padua, titular de la Cátedra Jean Monnet ad Personam, y Luc Van den Brande, ex-presidente de la Región Flamenca y hoy consultor de confianza de la Presidencia de la Comisión Europea, quien presentará el informe “Reaching Out to Citizens” presentado al presidente Junker en noviembre de 2017. Se trata de un documento que representa el más reciente y completo trabajo de análisis de la ciudadanía europea. El curso dará inicio al programa “Europe in a Changing World” (“Europa en un Mundo Cambiante”), activado por el Centro de investigación y formación Sophia Global Studies. “En efecto numerosos hechos confirman nuestro itinerario, – afirma Paolo Frizzi, coordinador académico – también la reciente visita del Papa Francisco a Loppiano, donde tiene su sede Sophia, ha subrayado la urgencia de ‘trazar nuevos caminos para recorrer juntos, para dar vida a una civilización global de la alianza’. Nuestro joven Instituto nació para formar líderes capaces y competentes, para afrontar los desafíos globales y promover el diálogo y la paz”. El curso está dirigido a profesionales, investigadores, administradores y profesionales de la comunicación, así como a docentes de primaria y secundaria y directivos del ámbito educativo, los cuales podrán aprovechar su Carné de docente (MIUR 170/2016). Están previstas 15 becas para jóvenes hasta los 30 años. Pueden encontrar el programa completo en www.sophiauniversity.org
Se renueva también este año, la iniciativa de “Un minuto por la paz”, promovida por el Forum Internacional de Acción Católica, junto con la Acción Católica italiana, Acción Católica argentina, Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal argentina y otras asociaciones. Se conmemora el cuarto aniversario del encuentro del Papa Francisco con el Presidente Israelí Shimon Peres y el Presidente Palestino Mahmoud Abbas, el cual tuvo lugar en los Jardines del Vaticano el 8 de junio de 2014. Para volver a lanzar el mensaje de paz de aquella jornada, se propone detener todas las actividades a las 13.00 horas (de cada huso horario) el día viernes 8 de junio, para realizar un minuto de oración o de silencio, ya sea estando solos o en grupo. Esta propuesta está dirigida tanto a los creyentes como a los no creyentes. «En el trabajo, en la calle, en la casa, todos están invitados durante un minuto, a realizar una oración que “llegue muy lejos” abrazando a todo el mundo. Es un modo sencillo –afirman los promotores de la iniciativa– para recordar que cada uno de nosotros puede ser cada día un instrumento de paz»
Las imágenes que llegan desde Guatemala son impresionantes. Las últimas noticias hablan de casi 200 personas desaparecidas, 3.000 personas desplazadas y por lo menos 75 muertos por la erupción del Volcán del Fuego. Ocurrió el 3 de junio pasado y significó una trágica sorpresa para los habitantes de los pueblos limitrófes. Un balance que, según lo que transmiten las autoridades civiles, irá lamentablemente, incrementándose. La catástrofe, asociada por muchos a la de Pompeya, ocurrida en el año 79 d.C., resulta de tal magnitud que hace que el trabajo de los socorristas sea muy difícil. La búsqueda de los cuerpos continúa sin interrupción, bajo grandes cantidades de lava y cenizas. El Volcán del Fuego (a 3.763 metros) se encuentra a 40 kilómetros al suroeste de la ciudad de Guatemala. Según los vulcanólogos, es la erupción más grande registrada en el país en los últimos 40 años y forma parte del período de mayor actividad volcánica que comenzó en los últimos 15 años. El Papa Francisco expresó su “cercanía y consuelo hacia los familiares de las víctimas, dolor por el imprevisto desastre natural, oraciones por todos los que fueron dramáticamente dañados y agradecimiento hacia todos los que trabajan como socorristas”.
En el Focolar de Ciudad de México, la “Iglesia en salida” que el Papa Francisco tanto desea, tiene su voz y rostro en Reina Cruz, salvadoreña, animadora de una comunidad que comparte la Palabra de Vida en situaciones difíciles, a pocos quilómetros de la capital mexicana. En el grupo que ella formó para que la acompañe en esta actividad, hay también algunos que despachan y consumen droga. Las focolarinas llevan la voz del Papa a las periferias, como él con frecuencia exhorta a que se haga, yendo a los barrios suburbanos difíciles, pobres, poblados por millones de personas, que, gracias a ellos, por primera vez pueden escuchar una página del Evangelio. No es fácil, confiesa Reina, «pero ir a un contexto en el que jóvenes de 13-14 años viven prácticamente sin familiares, nos hace comprender que debemos llevar por lo menos, nuestra presencia. Un acompañamiento que se extiende a las zonas más lejanas, como la visita a los “Misioneros Xaverianos”, presentes en la selva de Santa Cruz, visitas intensificadas en Semana Santa y en Pascua. La catequesis y la ayuda material crearon un fecundo clima comunitario en las parroquias que visitamos» En estos ángulos de la Tierra, a menudo olvidados, las chicas presentaron la espiritualidad del Focolar, muy difundida ya en ciento ochenta y dos países del mundo, con centros en ochenta y siete naciones, también en México, y en ciento diez miel miembros. Con la óptica de acompañar a los hermanos, característica del Movimiento fundado por Chiara Lubich (que con la visita del 10 de mayo del Papa Francisco a Loppiano , se siente muy alentado a continuar el camino iniciado por la Sierva de Dios), los grupos mexicanos se insertaron en diversas experiencias sociales. «Con otras once personas – relata Reina- vamos a visitar Santiago de Anaya, Actopan, en el Estado de Hidalgo, en el corazón de México». Sin esperar nada como cambio, ni siquiera el interés por su espiritualidad, comenzaron un camino con los Padres Misioneros del Verbo Divino. Su único objetivo es el de ofrecer puntos para la reflexión comunitaria en la vida cotidiana: la palabra de Dios y sus consecuencias en la vida gracias a las parejas de laicos comprometidos.El fenómeno del despacho y consumo de droga entre los adolescentes ha alertado a los miembros del Focolar, empujándolos a escuchar las terribles experiencias y compartiendo el mensaje evangélico también con los jóvenes que viven aislados en las calles. «El 6 de mayo, por ejemplo, se acercaron dos jovencitas, de 14 y 17 años, para contarles, entre lágrimas, el crecimiento del consumo de droga entre sus amigos». La joven de 17 años había sido echada de la casa por su mamá, recuerda Reina, y la chica estaba desesperada por la ruptura de su vínculo con su madre. ¿Qué hacer? ¿Cómo ayudar? Recibir los problemas de las heridas familiares es parte de la tarea de acompañamiento que viven los seguidores de Chiara Lubich. Desafíos cada vez mayores que describen una sociedad con valores cada vez más frágiles, vínculos familiares débiles y muchas veces ausentes. De este modo, su presencia permanece frecuentemente como el único punto de referencia para personas que, en el momento de su crecimiento, necesitan un “mástil”, al cual aferrarse para no arriesgarse a ahogarse en la droga o en la desesperación. Aquí está la importancia de saber escuchar, explican al Focolar de Ciudad de México, proponer la oración, y realizar encuentros de espiritualidad para que renueven su vida de unidad con Dios. El objetivo es la unidad y el diálogo con los sacerdotes del lugar para trabajar juntos, evitando las fracturas y apuntando a proyectos de desarrollo, como la Economía de Comunión, posibilidades para salir de la pobreza y caminar hacia la dignidad. Un viaje que hay que emprender en compañía de la Virgen María, una Madre que no abandona a sus propios hijos «ni siquiera a los que están más solos» Fuente: Osservatore Romano http://www.osservatoreromano.va/vaticanresources/pdf/QUO_2018_119_2705.pdf
Gran satisfacción también en el Instituto Universitario Sophia de Loppiano. El nuevo rector de la Pontificia Universidad Lateranense (PUL), que acaba de ser nombrado por el Papa Francisco, es también “visiting professor” del Instituto Universitario. Vincenzo Buonomo, jurista e internacionalista se ha convertido, desde el 1° de Julio, en el primer laico en la conducción de esa universidad pontificia, siendo el sucesor del obispo Enrico dal Covolo. Nacido en 1961, casado y con dos hijos, Buonomo tiene un vínculo de muchos años con esa Universidad, primero como estudiante, con un doctorado en Utroque Iure, luego se especializó en Derecho Internacional, con un Diploma de Preparación a la Carrera Diplomática; y luego como docente desde 1984, obeniendo el cargo de Profesor Ordinario en 2001. Decano de la facultad de Derecho Civil, desde 2006 hasta 2012, es actualmente coordinador de los Doctorados de la misma Facultad. En 2007 Buonomo desempeñó el cargo de jefe de la Oficina de la Representación de la Santa Sede ante Organizaciones y Organismos de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (Fao, Ifad, Pam), con las cuales empezó a colaborar en 1983. Desde 2000 hasta 2005 fue, además, consultor de la Comisión para el diálogo con los musulmanes del Pontificio Consejo para el diálogo interreligioso. Desde 2014, es consejero del Estado de la Ciudad del Vaticano.
La torta No siempre todo es fácil en la familia. Cuando menos te lo esperas, puede estallar una discusión. El fin de semana pasado fuimos a visitar una familia. Mi esposa había pasado todo el día en la cocina preparando una torta. Estábamos en el auto, casi por llegar, cuando me di cuenta, demasiado tarde, que tenía que girar. Frené bruscamente y la torta terminó en el suelo. Se encendió una discusión. Quería argumentar que ese no era el lugar apropiado para llevar una torta, que se podía caer, como de hecho había sucedido. Pero me detuve y pedí disculpas. Poco a poco la tensión bajó. Cuando llegamos donde nuestros amigos, sin traer nada y sucios de torta, la armonía ya había regresado. Enrique – EspañaUn hermano desafortunado Acababa de bajar del tren cuando me embistió un chico de color, al que estaban persiguiendo tres hombres que gritaban: «¡Es un ladrón, deténganlo!». Los tres lo alcanzaron y empezaron a golpearlo. Viendo la escena me precipité y me puse como escudo: era un chico, que podía tener dieciséis años. Hecho un puño, en el piso, trataba de explicar, con su pobre italiano, que había robado porque había días que no comía. A la policía, que llegó mientras tanto, le explicó que había huido del Congo, y era el único sobreviviente del exterminio de su familia. Obtuve el permiso para acompañarlo al hospital. «Tú me salvaste la vida, ¡tú eres mi mamá italiana!», me decía a lo largo del camino. El diagnóstico fue un trauma craneal y tres costillas rotas. Era necesario internarlo. Como estaba desprovisto de la ropa apropiada, fui a comprársela. Al regresar, alguien me preguntó por qué me prodigaba tanto por un desconocido, que además era un ladronzuelo. Respondí: «Soy cristiana, es mi deber ayudar al hermano menos afortunado». Anna Maria – ItaliaBendición negada Había concluido su existencia del modo más triste y vergonzoso, después de una noche pasada entre alcohol y prostitutas. No sólo: la noche antes de morir se había llevado a su hijo quinceañero y lo había conducido a ese mondo que solía frecuentar para “enseñarle a ser hombre”. Fui llamado para bendecir sus restos. Respondí que no se merecía la bendición de la Iglesia. Me parecía que haciendo así estaba defendiendo la justicia, y estaba dando un buen ejemplo. Pero después ya no tuve paz. Pensaba en la viuda, en los hijos. Les había negado un poco de consuelo, había condenado a un prójimo que conocía sólo por la historia exterior, convirtiéndome en su juez, en lugar de Dios. Después de una noche sin dormir, me decidí. Fui a visitar a la viuda y a los hijos de ese hombre, para pedirles perdón y ponernos de acuerdo para la misa en sufragio de su ser querido. Quizás este gesto les dio un poco de paz. E. P. – ItaliaNariz aguileña Entre nosotras chicas hablamos mucho de lo que forma parte de nuestra vida, de cómo vestirnos, maquillarnos y demás. Un día una de ella se me burló de mí, haciendo notar mi nariz aguileña. Estalló una carcajada general. Me fui desesperada y por varios días estuve de mal humor. En casa mis padres me veían en ese estado sin poder hacer nada. Una noche, mi hermana me invitó a participar con ella en un grupo que ponía como base de cada acción el Evangelio. La acompañé. Me pareció que estaba entrando en otro mundo, donde lo que contaba eran las cosas realmente valiosas y no necedades como la nariz o el vestido. A partir de entonces siento una gran paz dentro de mí. Ahora me siento realmente yo misma. G. K.. – Polonia
«El flujo de emigrantes en la frontera crece cada hora. La crisis económica, que coloca de rodillas al país , une en el dolor tanto al que permanece como al que decide escapar». En las palabras de Silvano Roggero, venezolano, hijo de italianos, se percibe el drama que vive todo un pueblo. Desde hace tres años está en el focolar de Lima, Perú. «Los países vecinos, con la generosidad típica de estas tierras, a pesar de las enormes dificultades provocadas por el ingreso imprevisto e inesperado de centenares de millares de personas, tratan de ofrecerles acogida. Soy testigo directo de uno de tantos dramas que hoy está viviendo la “humanidad de la periferia”. Justo ayer me escribió la directora de una escuela de la península de Paraguaná, del norte de Venezuela. Hay un insólito movimiento en la secretaría, varios papás se han presentado para retirar a sus hijos. ¡Se ven obligados a irse!». Es un éxodo de proporciones bíblicas, causado por una crisis económica y social gravísima, que está transformando la misma fisionomía de Venezuela. La inflación está por las nubes y escasean dramáticamente la comida, las medicinas y la materia prima. «Desde el pasado mes de diciembre, también Ofelia y Armando, de la comunidad de los Focolares de Valencia (la tercera ciudad de Venezuela), llegaron a Lima. Antes administraban un prescolar. Con Ofelia cultivamos un sueño: encontrar un local en el cual ofrecer una primera acogida a los migrantes que llegan, después de un viaje por tierra de más o menos siete días. ¡Se habla de alrededor de 300 mil venezolanos que han llegado a Perú en el último año y medio! Con Ofelia –prosigue Silvano- organizamos una cena de acogida en el focolar para un pequeño grupo de venezolanos. Algunos ya conocían el Movimiento, pero había quien no conocía nada de nuestro grupo. Los huéspedes llegaron desde distintos puntos de la ciudad, desde tan lejos como una hora o dos. Todavía no se orientan muy bien en esta metrópolis de casi diez millones de habitantes». Parece una gota en el mar, pero el deseo es el de recibirlos como si fuera Jesús personalmente quien se presentaba a la puerta. «Como podemos imaginar, frente a sus difíciles situaciones, no teníamos soluciones “preconstituidas”. Ni siquiera sabíamos por donde empezar, pero, eso sí, podíamos ofrecerles una comida caliente y ¡escucharlos! A uno de ellos lo habían robado: hábiles rapiñeros le sacaron de la mochila el celular y todo lo que tenía para sobrevivir. Otro no sabía qué documentos había que presentar para obtener el permiso de estadía. Ofelia, ya conocedora de los trámites, habiendo ya hecho el trámite completo, ofreció su experiencia. Otro contó que había encontrado un trabajito, a más de dos horas de distancia, por 10 euros al día (pero existen algunos que están dispuestos a trabajar aunque sea por 4 euros). Alguno tenía un “curriculum” demasiado excelente y por esta razón, no era considerado, por el temor de que quisiera sacarle el puesto de trabajo al responsable de turno. Pero, lo que más nos ha conmovido, fue compartir las historias, ver las fotos y escuchar a cada uno hablando de su propia familia». «Para todos, la primera necesidad ahora es la de encontrar un trabajo. No les importa si duermen en el suelo, sin colchón o si comen poco. El sueño más grande es el de mandar de vez en cuando a la casa unos veinte euros. Nos pusimos de acuerdo para permanecer vinculados entre nosotros. Al focolar había llegado hacía poco, de una colecta hecha por la comunidad, que llamamos “montañita”, una pequeña cantidad y dos chaquetas abrigadas. Fueron providenciales, porque está por comenzar la estación del frío. Repartimos todo. Cuatro horas después, mientras estábamos por levantarnos de la mesa, llegó un nuevo SOS, esta vez provenía de una persona que vive en las Islas Canarias. “Once jóvenes se habían encaminado a pie, desde Venezuela, directamente a Lima. Estaban desesperados, sin plata y sin teléfonos, tenían sólo lo que llevan puesto. Entre ellos estaba el primo de una amiga mía. ¿Podrían ayudarlos?, preguntó. Principalmente para evitar que cayeran en manos de algún malhechor o de algún grupo organizado que se quiera aprovechar de su fragilidad. Calculamos que emplearán casi 30 días”. Nuevas llegadas, nuevas personas tocando a la puerta. Pero todas tienen el mismo nombre, Jesús. Un huésped excepcional. Lo esperamos». Chiara Favotti
El 19 de mayo pasado, Vigilia de Pentecostés, tuvo lugar en la Diócesis de Estocolmo un encuentro entre Movimientos de la Iglesia Católica, entre los cuales el Movimiento de los Focolares, el Camino Neocatecumenal y el Movimiento Carismático. Fueron un centenar los participantes. Durante la jornada se ofreció una presentación de la exhortación apostólica del Papa Francisco “Gaudete et exsultate”, y se prosiguió con un intenso intercambio. Es sus palabras de saludo, durante la misa conclusiva, el cardenal Anders Arborelius de Estocolmo subrayó cuán preciosa considera él la presencia de los Movimientos en la Iglesia local. Escriben de la comunidad de los Focolares: “Nos sentimos todos co-responsables del evento. Al final de la jornada se sentía una gran alegría y agradecimiento, un signo, nos parece, de la presencia tangible de Jesús que guía a su pequeña grey. Nos pareció percibir que estos momentos, año con año, son cada vez más esperados, y que está creciendo la comunión entre todos”.
“Puerta”, no “frontera”, por lo menos hasta cuando Francia suspendió los tratados de libre circulación. Así, Ventimiglia pasó a ser un embudo, en donde se recogen los migrantes que consideran nuestro país sólo una etapa, antes de alcanzar otras metas más allá de los límites geográficos. «Por Ventimiglia pasaron más de 20 mil personas el año pasado». Lo cuenta Paola, de la comunidad de los Focolares. «Prácticamente otra Ventimiglia, porque nuestra población es de alrededor de 24 mil habitantes». Ella es profesora en el Seminario del Obispado, y recuerda: «En los meses de febrero y marzo de 2015, los seminaristas habían empezado un servicio de distribución de alimentos a los que vivían en la estación de tren. Pero, con el pasar de los días, esta gente se multiplicaba». De hecho, a éstos se le agregaban los migrantes que habían desembarcado en las costas italianas y que querían atravesar la frontera con Francia para llegar a los otros países europeos. «Desde entonces empezó una “emergencia” que no ha terminado. Al comienzo nos esforzamos, con otras instituciones locales, por distribuir en forma voluntaria comida por la calle». Un voluntariado que desarrollábamos en colaboración con la Caritas diocesana. «Nos pusimos en contacto con la comunidad de los Focolares del otro lado de la frontera, que compartió con nosotros los turnos, y nos sostuvo con fondos recogidos en ventas de beneficencia durante el Grand Prix de Mónaco». «En junio de 2015 – continúa contando – surgió un campamento de la Cruz Roja cerca de la estación. El acceso era limitado, pero algunos, con una debida autorización, pudimos entrar para colaborar de distintas maneras». Al lado de este campamento “oficial”, durante el verano nació un campamento “informal” justo en la frontera con Francia. «Muchos migrantes llegaban sin documentos, y como en el campamento gestionado por la Cruz Roja era obligatoria la identificación, muchos preferían acampar allí, para tratar de pasar enseguida la frontera». Luego, en los primeros días de octubre, este campamento fue desmantelado y desalojado, “diría brutalmente”. «Cuando en mayo de 2016 se cerró también el Campamento de la Cruz Roja nos encontramos de golpe con más de mil personas en la ciudad. Una situación insostenible, agravada por una ordenanza municipal que prohibía la distribución de alimentos y bienes de primera necesidad a los migrantes, con sanciones penales y multas. Hasta que la Caritas intervino y pudo mediar. Así nació una realidad de acogida en la iglesia de San Antonio. Iglesia de día, dormitorio de noche. Las familias con niños y las personas más frágiles eran hospedadas en la iglesia; se quitaban los bancos, se ponían mantas y, de mañana, se limpiaba todo». A mediados de julio de 2016 se abre un nuevo campamento de la Cruz Roja, fuera de la ciudad, reservado a los hombres; las mujeres y los menores siguen siendo alojados en la iglesia. «En 2017 empezó la llegada de una serie infinita de menores, que sobre todo se quedaban a lo largo del río Roya. Entonces, el Prefecto le pidió a la Cruz Roja si podía abrir una sección dedicada a ellos. Mientras tanto había rastrillajes continuos, con cientos de migrantes cargados en los buses hacia Taranto. Pero después de pocos días, estaban de nuevo aquí». Lo cierto es que – explica – estas personas quieren reunirse con sus familiares que se encuentran en otros países, y están dispuestas a todo para lograrlo: «Desde aquí pueden intentar pasar la frontera. Hay gente que lo intentó incluso hasta diez veces antes de conseguirlo». La frontera está presidiada día y noche. . «Desafortunadamente lo que estamos haciendo no es más que asistencialismo. Pero ellos no tienen necesidad de ropa o un par de zapatos. Tienen necesidad de ejercitar esa libertad de autodeterminación que debería ser de todo el género humano». Tal vez, la solución podría ser crear un campamento de tránsito, sugiere Paola, «un lugar en donde el migrante, durante el viaje, pueda detenerse, nutrirse, lavarse y cambiarse de ropa; en donde pueda recibir atención médica, asistencia legal». Paola llama a esta atención con el término “rien du tout”, cosas sin valor, detalles que los hacen sentir, a estos viajantes, nuevamente personas: «Cocinamos recetas africanas o árabes a base de cous cous y arroz, hemos aprendido a mezclar las especias y presentar platos como en sus tradiciones. Un día, notamos que una mujer siria se lavaba cada vez que venía a Caritas, pero seguía poniéndose el mismo vestido. Llevaba una túnica, con debajo unos pantalones. Siempre revisaba en la pila de ropa, pero se iba con las manos vacías. Al final entendimos, le pedimos a unas amigas marroquíes si tenían ropa de ese estilo. Y se cambió, se marchó feliz». Fonte:United World Project
«Un espacio de encuentro entre cristianos, donde desaparecen los prejuicios y se pueden establecer relaciones de estima recíproca». Beatriz Sarkis definió así la III Asamblea del Global Christian Forum (24-27 de abril del 2018) que reunió a más de 250 cristianos pertenecientes a iglesias, organizaciones y movimientos cristianos de todo el mundo. La teóloga brasileña, graduada en Inglaterra y con una Maestría en la Universidad luterana de su país, vino en representación de María Voce, la presidente de los Focolares, y habló sobre la contribución del Movimiento de los Focolares al ecumenismo. En una entrevista, Sarkis, quien desde el 2009 al 2016 participó, siendo la única mujer laica, en la Consulta entre el Consejo Pontificio para la Promoción de la unidad de los Cristianos y la World Evangelical Alliance, nos explicó la finalidad del GCF. «La idea de crear un Foro nació en 1998, como fruto de un profundo intercambio entre la Alianza Evangélica Mundial, el Consejo Ecuménico de las Iglesias, la Fraternidad Mundial Pentecostal y el Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos. Estas cuatro instituciones, juntas, lo siguen sosteniendo como un espacio abierto a todos.Después de un primer encuentro a nivel mundial, en Kenia (2007), se realizó otro en Indonesia (2011). Esta vez en Bogotá proveníamos de 55 países, estábamos presentes anglicanos, adventistas, bautistas, católicos, cuáqueros, discípulos de Cristo, miembros del ejército de salvación, evangélicos, independientes, luteranos, menonitas, metodistas, neo-carismáticos, ortodoxos, ortodoxos orientales, pentecostales, reformados/presbiterianos, pertenecientes al movimiento de santidad, al African Instituted Churches valdenses, vetero-católicos y un representante de los judíos mesiánicos». El Global Christian Forum tiene como objetivo que cristianos e iglesias de tradiciones muy distintas mantengan un diálogo. «El Forum no sustituye el precioso e insustituible trabajo de los teólogos, en las distintas comisiones –explica Sarkis-, pero es uno de los caminos que hoy se transitan para reunir al pueblo de Dios y ponerlo en marcha enseguida por el camino de la unidad. Si el amor fraterno está vivo, las cuestiones teológicas se irán afrontando más fácilmente. Durante la Asamblea tuvieron lugar muchos momentos de intercambio y reflexión común sobre el futuro y sobre los desafíos que los cristianos tienen que afrontar hoy. No faltaron los momentos de oración común, al inicio y como conclusión de cada jornada. Personalmente yo participaba todos los días, junto con los otros católicos, en la Santa Misa del cercano Monasterio de la Visitación. El tema elegido, “Perseveren en el amor fraterno” (Heb. 13, 1), nos llevó a todos al corazón del cristianismo. Subdivididos en pequeños grupos, nos donamos recíprocamente el relato de nuestro encuentro con Jesús. Esta práctica, que es típica del Forum desde un inicio, encuentra una especial consonancia con la espiritualidad del Focolar, por la comunión de las experiencias que tiene lugar dentro del Movimiento. Fue un intercambio profundo que abrió nuestros ojos y nos permitió descubrir el trabajo de Dios en la vida de cada uno, haciendo caer muchos prejuicios. Nos descubrimos todos sencillamente cristianos. Además de esto, tuve la gran alegría de poder compartir la experiencia, aunque en forma breve, con la comunidad de los Focolares del lugar, que me acogió, dato que se me presentaron algunos contratiempos en mis documentos que me impidieron regresar enseguida a Italia. El mensaje final de la Asamblea contiene una invitación a unirnos en el amor recíproco en Cristo para seguir caminando juntos, porque las divisiones entre los cristianos contradicen la voluntad de Jesús, escandalizan al mundo y dañan la misión común de anunciar el Evangelio a todas las gentes. Todos juntos debemos seguir construyendo y reforzar esta red. También éste es el objetivo del “Centro Uno” para la unidad de los cristianos (Roma), fundado por Chiara Lubich en 1961, para contribuir, con la espiritualidad de la unidad, a la comunión plena y visible entre las Iglesias».
« “Tú nos enseñaste que el matrimonio significa apertura, realización del proyecto que Dios tiene sobre nosotros. Haremos todos nuestros esfuerzos para que la familia y el mundo lleguen a ser como deben ser”. Maria da Conceição, para todos simplemente São, había escrito estas palabras a Chiara Lubich, nada más haber comenzado nuestra aventura. Nos casamos en Braga en 1981 – cuenta Zé Maia – y de nuestra unión nacieron seis hijos. Luego llegaron los nietos, que ya son nueve. La misma Chiara Lubich, un tiempo antes, le había indicado una frase el Evangelio como programa de vida: “Es necesario que Él crezca y que yo disminuya” (Jn. 3, 30). ¡Cuántas veces me la había repetido!» Zé y São, ambos portugueses, en 2002 se habían ido a vivir junto con sus hijos a la ciudadela de los Focolares “Arco Iris”, a 50 kilómetros de Lisboa, para dar su aporte concreto a la construcción de ese Centro. En noviembre de 2016, São se encontraba en el Centro Mariápolis de Castelgandolfo (Roma), participando en un Congreso de “Juntos por Europa”. «Antes de partir – prosigue Zé – me había confiado: “Estoy contenta de participar en este Congreso, creo que será éste el camino que tendremos que recorrer”. Fue su último acto de amor, en la alegría de dar su propia vida por los demás. El día 11, de improviso, por un infarto, Dios la llamó consigo. ¿Y ahora? Estoy haciendo la experiencia de vivirla a ella, que está en mí, en esa “sola carne”, entre el cielo y la tierra. No puedo perder la frescura de sus últimas palabras, ese reto a “ir adelante juntos y con coraje”. Vuelvo a comenzar todos los días, con el estímulo y la ayuda de la vida del focolar. En casa, en mi familia, estamos descubriendo un “nuevo nosotros” y experimentamos que lo que hemos construido con el amor permanece. Y continúa, porque la eternidad es el perfecto amor. Vivo en la búsqueda constante de cómo ser, al mismo tiempo, padre y madre. Vivo como si São estuviera aquí conmigo, acogiendo a los demás, o haciendo las compras. Junto con ella compro flores, preparo una buena comida para mis hijos, o lo que les gusta a mis nietos. Junto a ella digo una palabra que corrige, construye, o incentiva. Es un diálogo continuo, entre el cielo y la tierra. He hecho un nuevo descubrimiento, Jesús Eucaristía. Allí se da “nuestro” encuentro. Los momentos de dolor existen, pero nos hacen dilatar el corazón hacia el prójimo. La soledad está, es una sombra real. Hay que darle la espalda y mirar la luz. Al final de cada jornada descubro la gratitud, cuando levanto la mirada para lograr ver lo invisible, aunque el miedo se presenta como un ladrón, a escondidas, para robarnos la paz. A veces el alma desea volar, irse a otro sitio. Pero luego dejo que ese rayo de luz me hable, me salude y me acompañe». «A veces escribo dos líneas a los hijos, para contarles lo que estoy viviendo con su madre: “Todos los días, en el caleidoscopio del alma, ella se muestra con nuevas bellezas, con todos los matices del cielo azul. Y entonces la contemplo en su misterio”. La vida continúa, hecha de momentos de familia y vida de comunión con todos. Sí, es verdad, siento la necesidad de ella, de su compañía, de su complicidad, de su compartición. Nunca estamos preparados para ver partir a nuestro compañero, a quedarnos solos, sin su palabra o su mirada, bajo todos los aspectos, afectivo, psicológico, relacional. Pero también, concretamente, con los hijos, la familia, el trabajo. En el año 1967 Chiara Lubich les dio a las familias esta reflexión: cuando uno de los dos “parte” para el cielo, “se da que el matrimonio, que había hecho de dos criaturas una sola, no sólo física sino también espiritualmente, por el sacramento del matrimonio, se rompe, por voluntad de Dios. Es algo divino – si así se puede decir – como una pequeña Trinidad que se parte”. Se vive en esos momentos una verdadera purificación, que se afronta poniéndose a amar a quien está a nuestro lado. Este año descubrí qué significa Dios-Amor, el Amor: más que las cosas de Dios, es Dios mismo. Sólo el amor permanece. Hemos vuelto a encontrar una breve oración escrita por São: “Ayúdanos a ser la familia que tú has pensado. Dame la gracia de superar las dificultades con sabiduría, ingenio, inteligencia y bondad. Ayúdanos a verlo todo con tu luz”». Gustavo Clariá
El Evangelio de Mateo inicia el relato de la predicación de Jesús con el sorprendente anuncio de las bienaventuranzas. En ellas, Jesús proclama «bienaventurados», es decir, plenamente felices y realizados, a todos los que a los ojos del mundo son considerados perdedores o desventurados: los humildes, los afligidos, los mansos, los que tienen hambre y sed de la justicia, los limpios de corazón, los que trabajan por la paz. A ellos Dios les hace grandes promesas: serán saciados y consolados por Él mismo, serán herederos de la tierra y de su Reino. Es, pues, una revolución cultural en toda regla, que trastoca nuestra visión, a menudo cerrada y miope, para la cual estas categorías son una parte marginal e insignificante de la lucha por el poder y el éxito. «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios». Según la visión bíblica, la paz es fruto de la salvación que Dios realiza; o sea, es ante todo un don de Dios. Es una característica de Dios mismo, que ama a la humanidad y a toda la creación con corazón de Padre y tiene sobre todos un proyecto de concordia y armonía. Por eso, quien se prodiga por la paz demuestra cierta «semejanza» con Él, como un hijo. Escribe Chiara Lubich: «Puede ser portador de paz quien la posee en sí mismo. Es necesario ser portador de paz ante todo en nuestro comportamiento de cada instante, viviendo de acuerdo con Dios y su voluntad. […] “…serán llamados hijos de Dios”: recibir un nombre significa convertirse en lo que ese nombre expresa. Pablo llamaba a Dios “el Dios de la paz” y saludaba a los cristianos diciéndoles: “El Dios de la paz esté con todos vosotros”. Los que trabajan por la paz manifiestan su parentesco con Dios, actúan como hijos de Dios, dan testimonio de Dios, quien […] ha imprimido en la sociedad humana el orden, que da como fruto la paz» . Vivir en paz no es simplemente la ausencia de conflicto; tampoco es una vida sosegada, contemporizando con los valores para buscar la aceptación de los demás siempre y como sea; más bien es un estilo de vida exquisitamente evangélico que requiere la valentía de hacer opciones a contracorriente. «Trabajar por la paz» es sobre todo crear ocasiones de reconciliación en la vida de uno mismo y de los demás, en todos los niveles: ante todo con Dios, y luego con quienes tenemos cerca, en la familia, en el trabajo, en clase, en la parroquia y en las asociaciones, en las relaciones sociales e internacionales. O sea, es un modo decisivo de amar al prójimo, una gran obra de misericordia que sanea todas las relaciones. Eso es precisamente lo que Jorge, un adolescente de Venezuela, decidió hacer en el colegio: «Un día, al final de las clases, vi que mis compañeros se estaban organizando para una manifestación de protesta durante la cual tenían la intención de usar la violencia, incendiando coches y tirando piedras. Inmediatamente pensé que ese comportamiento no cuadraba con mi estilo de vida. Así que les propuse escribir una carta a la dirección del colegio: así podríamos pedir de otro modo lo mismo que ellos pensaban conseguir con la violencia. Entre unos cuantos la redactamos y se la entregamos al director». «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios». En este tiempo se revela especialmente urgente promover el diálogo y el encuentro entre personas y grupos diversos por historia, tradiciones culturales o puntos de vista, y así mostrar aprecio y acoger la variedad y riqueza que supone. Como dijo recientemente el papa Francisco: «La paz se construye en el coro de las diferencias […] Y a partir de esas diferencias uno aprende del otro, como hermanos… Uno es nuestro Padre, nosotros somos hermanos. Querámonos como hermanos. Y si discutimos entre nosotros, que sea como hermanos que enseguida se reconcilian, que siempre vuelven a ser hermanos» . También podremos esforzarnos por conocer los brotes de paz y fraternidad que ya hacen nuestras ciudades más abiertas y humanas. Preocupémonos de ellos y hagamos que crezcan; así contribuiremos a curar las fracturas y los conflictos que las invaden. Letizia Magri
El enfermero Soy albanés. Tras mucha búsqueda de trabajo me habían tomado como enfermero en un hospital de Macedonia. Un día, para ser coherente con mis principios religiosos, rechacé el pedido de asistir durante un aborto, con gran sorpresa de mis compañeros, porque si hacía así corría el riesgo de que me echaran. Siendo bien consciente de que mi familia, que vive de mi sueldo, iba a sentir el efecto, permanecí fiel a mi posición. Después de algunos días, en privado, el director del hospital me transmitió su admiración por ese gesto. Él también pensaba que había que luchar contra la práctica de los abortos, pero no tenía el coraje de arriesgar su trabajo. S. E. – MacedoniaEl gallinero Queríamos montar una empresa que fuera al encuentro de la necesidad de los pobres. Juntamos un poco de dinero y empezamos a criar gallinas ponedoras. El primer trabajador que contratamos era un joven de veinte años que, como se demostró después, tenía un comportamiento deshonesto. Una vez, de hecho, desapareció una gran cantidad de huevos y él había sido el único que se había ausentado durante el horario de trabajo. Todas las veces que me disponía a despedirlo, sin embargo, me frenaba: “Es fácil despedir a alguien – me decía yo –; ¿no sería mejor ayudarlo?”. Le pedí ayuda a Dios, y traté de darle confianza a ese joven. Hace algunos meses se estaban muriendo muchas gallinas y el veterinario no conseguía entender qué pasaba. Ese joven, observándolas, se dio cuenta de que dependía de una equivocada disposición de los nidos: las gallinas que iban a poner los huevos no quedaban protegidas de los picotazos de las otras. Cambiamos entonces la disposición y desde ese momento ya no hubo más problemas. P. L. – CamerúnTurno nocturno Un colega que hace el turno nocturno en el centro electrónico del banco en donde trabajo, después del enésimo inconveniente, me llama por teléfono desesperado para pedirme que vaya en su ayuda. Aunque me cuesta salir de casa y dejar a mi familia, decido ir a darle una mano. Como primera cosa, trato de absorber su enojo, luego, poco a poco se va calmando, y juntos logramos reconstruir todos los datos que se habían perdido. En ese momento, mi tarea había terminado, pero recordando las palabras de Jesús: “Si alguien te pide que lo acompañes una milla, acompáñalo dos”, le propongo que vuelva a su casa y que yo podía cubrir su turno. Él prefiere quedarse y entonces lo acompaño hasta la medianoche. Más allá del cansancio, experimento también una gran alegría. F. S. – SuizaIncomunicación Después de años de matrimonio, con mi esposa habíamos llegado a una situación de grave incomunicación. Cualquier cosa que dijésemos para aclarar nuestras posiciones y las motivaciones de nuestro comportamiento, era como ponerle más combustible al fuego, hasta incluso llegar a echarnos en cara que entre nosotros, en el fondo, nunca había existido una verdadera comunión. Fueron días de infierno que llenaban toda nuestra vida. Nuestros hijos, por más de que vivieran fuera de casa, se daban cuenta, ellos también, del gran malestar que reinaba entre nosotros. Un día, en el que me sentía particularmente con una gran opresión interior, pedí ayuda a Dios. Después de un rato, me encontraba hojeando una revista en el tranvía y me llamó la atención un artículo sobre la importancia de dar confianza al otro. ¡Era exactamente lo que estaba necesitando! Comprendí que más que analizar acciones y palabras, tenía que volver a darle confianza a mi esposa, demostrándole que creía en ella. Hice la prueba y ese cambio de actitud en mí dio sus frutos. Tras días de silencio, mi esposa y yo volvimos a retomar un nuevo diálogo. F. T. – Hungría
El Instituto Universitario Sophia inaugurará el próximo mes de junio el primer módulo del curso: “Las transformaciones globales y Europa”. El curso, con un total de 18 horas, conducido por Léonce Bekemans, titular de la Cátedra Jean Monnet Ad Personam “Globalización, Europeización y Desarrollo Humano”, se propone indagar el rol de las ciudades como laboratorios de integración y de los ciudadanos como primeros actores en el proceso de relanzamiento del proyecto europeo. Las clases presentarán el estado del proceso de integración reflexionando sobre conceptos como autonomía, inclusión y ciudadanía europea. Particular atención será puesta en los sistemas de governance y en su dimensión local y regional. El curso se abrirá con una prelusión de Romano Prodi cuyo título será: “Europa hoy. ¿Qué Europa mañana?”. El módulo está dirigido a profesionales, docentes de escuelas primarias y secundarias, estudiosos, administradores y comunicadores. Docentes y dirigentes pedagógicos podrán hacer uso de la Carta del docente (MIUR 170/2016). Están a disposición 15 becas de estudio, para jóvenes hasta los 30 años. Para información e inscripciones: www.sophiauniversity.org, globalstudies@iu-sophia.org.
«Hace dos semanas estábamos con el Papa en Loppiano. Han pasado dos semanas y nos preguntamos: “¿De verdad sucedió esto?”. ¡Sucedió realmente! Y no sólo sucedió sino que nos dejó una tarea para vivirla. Por ello, en este momento me pregunto: “¿Hemos comprendido profundamente lo que ha sucedido?”. Tal vez lo vamos descubriendo poco a poco, conforme vamos profundizando su maravilloso discurso, porque el Papa nos lanzó un desafío, nos dijo que estamos al inicio de nuestra historia, al inicio de Loppiano, al inicio de todo, digamos. Y si estamos al inicio, significa que debemos mirar adelante, que algo hay que hacer para seguir adelante. Pero el Papa nos dijo lo que tenemos que hacer: debemos transformar la sociedad, no sólo debemos contentarnos –dijo cosas fuertes– con favorecer las relaciones entre las personas, entre las familias, entre los grupos, entre los pueblos, sino más bien ponernos juntos para vencer el desafío de esta sociedad que va mal y que tiene necesidad del Evangelio, que tiene una necesidad enorme de semillas de vida evangélica que luego florezcan y la transformen.En esto nos sentimos realmente al inicio y verdaderamente estamos al inicio, pero no podemos detenernos, precisamente porque el Papa al decirnos esto nos retó y nos dijo: “Ustedes pueden hacerlo”. Y también nos indicó cómo, porque nos dijo: “…transmitiendo a los demás esta espiritualidad del ‘nosotros’, esta ‘cultura del nosotros'”, que puede favorecer una alianza global, universal, una nueva civilización, una civilización que nazca de este “nosotros”. Y nos dijo también que tenemos una ayuda y un estímulo potente en el carisma. El carisma es un don de Dios, por ello no tenemos que enorgullecernos de haberlo recibido, sin embargo, con la humildad que él nos recordó, tenemos que ser conscientes de este carisma y hacer todo lo posible para transmitirlo a la sociedad que nos rodea. Éste es un camino largo, arduo, pero el Papa dijo: “Tenemos necesidad de hombres y de mujeres capaces de hacer esto”. Entonces: ¿Queremos responder a la apelación del Papa? Pienso que sí, queremos responder, y nos ponemos con todo nuestro ser a ir descubriendo, allí donde estamos, el modo para transformar la sociedad que nos rodea. Éste es, creo yo, un compromiso que asumimos hoy pero que durará toda la vida».
El Instituto Universitario Sophia inaugurará el próximo mes de junio el curso, con un total de 18 horas, conducido por Léonce Bekemans, titular de la Cátedra Jean Monnet Ad Personam “Globalización, Europeización y Desarrollo Humano”, se propone indagar el rol de las ciudades como laboratorios de integración y de los ciudadanos como primeros actores en el proceso de relanzamiento del proyecto europeo. Las clases presentarán el estado del proceso de integración reflexionando sobre conceptos como autonomía, inclusión y ciudadanía europea. Particular atención será puesta en los sistemas de governance y en su dimensión local y regional. El curso se abrirá con una prelusión de Romano Prodi cuyo título será: “Europa hoy. ¿Qué Europa mañana?”. El módulo está dirigido a profesionales, docentes de escuelas primarias y secundarias, estudiosos, administradores y comunicadores. Docentes y dirigentes pedagógicos podrán hacer uso de la Carta del docente (MIUR 170/2016). Están a disposición 15 becas de estudio, para jóvenes hasta los 30 años. Para información e inscripciones: www.sophiauniversity.org, globalstudies@iu-sophia.org.
En 1956, invitado por Igino Giordani, un colega diputado, Tommaso participó en una de las primeras Mariápolis que se realizaron en Fiera de Primiero (Trento). Estaba casado con Assunta, a quien amaba tiernamente y quien lo hizo padre de cuatro hijos, pero allí, a las Dolomitas llegó solo, sólo para complacer al amigo. De hecho no pensaba que el evento sería tan comprometedor. Fue para él una fulguración.“El encuentro con el carisma de la unidad –cuenta él mismo-, me devolvió el cristianismo, la vida interior y quizás también aquella física, el sentido de la vida. Antes veía al prójimo como un nombre colectivo, una multitud, un grupo, sin que existiera un rostro específico; por lo tanto era nadie. Ahora el prójimo era un hermano o hermana que estaba o pasaba cerca de mí”. Y mientras Tommaso estaba todavía en la montaña, formuló este propósito: “Jesús, quiero ser tuyo, tuyo así como lo entiendes Tú; haz de mí lo que quieras”.Nacido en la provincia de Teramo, el 12 de octubre de 1921 en una familia de artesanos. En la Universidad se graduó con la nota más alta, -se convirtió en un estimado profesor de Sociología de la Universidad de su ciuda. Fue consejero comunal (1946-1964) y provincial (1960-1964), presidente de los Institutos y Hospitales asociados (1953-1972). Su inteligencia y su espíritu de servicio desde donde interpretaba su función pública le permitieron ganarse la confianza y el consenso electoral. Su iniciativa política –estuvo en el Parlamento de 1953 a 1972– se destacaba por su sensibilidad hacia los sectores más débiles, que se acentuó al poner en práctica el Ideal de vida que conoció en en la Mariápolis. Escribe: “Estoy experimentando que se puede ‘vivir a María’ también en el rumoroso mundo de la política”.En 1985 con Assunta, quien también era una focolarina casada, se trasladó al centro del Movimiento para iniciar el “Centro Igino Giordani”, una tarea que le permitió profundizar y poner en evidencia múltiples matices espirituales y humanos y el modelo de vida del amigo y su modelo de vida, ahora Siervo de Dios. Inspirándose en la Palabra que Chiara Lubich le sugirió como guía de su camino espiritual: “Levántate y camina” (Jn. 5,8), se dedicó al desarrollo del Movimiento Humanidad Nueva, con numerosas iniciativas entre ellas el “Triple Pacto” –moral, programático y participativo- elaborado para favorecer la interacción entre elegidos y electores, y el “Llamamiento a la unidad de los pueblos”, presentado en la ONU en 1987. Escribió muchos libros y ensayos que van desde la Sociología a la Historia del cristianismo, de la Teoría Política a la figura y pensamiento de Igino Giordani. Repasando las etapas de su larga vida (96 años) resaltan la constante tensión a la santidad, vivida en plena unidad con Assunta –quien lo precedió en la Otra Vida en el 2014- y al final, la vigilante espera “del encuentro total” con Dios quien lo llamó a Sí el 24 de abril pasado. En el funeral, entre los numerosos testimonios, fueron significativas las palabras de su hija Gabriella en nombre de sus hermanos: “Te agradecemos por el amor que nos has donado, por la energía ofrecida a la comunidad civil con competencia, honestidad y pasión. Por el compromiso donado al servicio de la Iglesia y de la humanidad en la Obra de María en vista del mundo unido. Por habernos transmitido un gran ideal y por tu coherencia de vida que te empujó a rechazar los privilegios, los cargos públicos y a preferir el dar que el tener. Gracias por los tantos dones recibidos de ti, de los cuales no siempre fuimos conscientes pero que hoy adquieren un valor y espesor nuevos para nosotros, para nuestros hijos y nietos”.El Movimiento de los Focolares en el mundo se une a la familia para dar gracias a Dios por el ejemplo de esta gran figura de hombre, de brillante político, de sencillo focolarino totalmente entregado a Dios, en la certeza de saberlo acogido por siempre por la inmensidad de Su Amor.
El 16 de mayo pasado, se desarrolló, en el Centro Mariápolis Arnold del Movimiento de los Focolares en São Leopoldo (en el sur de Brasil), la 18ª edición de “Noite Musical ecuménica”, en ocasión de la Semana de oración por la unidad de los cristianos. Participaron en este festival siete coros de varias confesiones cristianas provenientes de Vale dos Sinos y Porto Alegre. “La Velada musical – explica Marines Silva, responsable del Centro Mariápolis- representa un momento de comunión entre coros de distintas Iglesias cristianas, dentro del ámbito de diálogo ecuménico por el cual trabajamos cada día”. En un clima fraternal y alegre, el evento reunió a casi 400 personas, pertenencientes a la Iglesia Adventista del 7º día, la Evangélica Luterana, la Iglesia Católica, Bautista, al JUAD, a las Misioneras de Cristo Resucitado y a la Comunidad de alabanza y adoración Emanuel. Participó también la “Coral Integración”, escuela de canto para la Tercera Edad. El tema elegido para esta edición fue “La mano de Dios nos une y libera” (Ex. 15, 1-21). En el transcurso de los años, la velada musical ecuménica ha reunido a más de 5 mil personas.
En presencia de autoridades civiles y religiosas de la capital de Sicilia, con expositores del mundo de la cultura y de la información, se desarrolló el Congreso ecuménico “Juntos en la Caridad, desde el Diálogo a la Cooperación”. Los protagonistas fueron varios Pastores y responsables de distintas Iglesias históricas y de otras iglesias de reciente fundación, junto con María Voce y Jesús Morán (presidente y copresidente de los Focolares). He aquí algunos fragmentos de la intervención de María Voce:“Este Congreso bajo el lema “Juntos en la caridad, del Diálogo a la Cooperación”, es singular y nuevo en su género: aunque no se centra de manera explícita en el diálogo ecuménico, quiere crear las condiciones para ello trabajando juntos como Iglesias a partir de las relaciones personales construidas a lo largo del tiempo entre los miembros de las mismas. El Congreso pretende ser, así, una plataforma desde donde relanzar y valorizar esta reciprocidad, un espacio de reflexión y de estímulo para trabajar juntos por el bien de la humanidad. Veo en este especial compromiso de nuestras Iglesias, una respuesta concreta a uno de los imperativos de la declaración de la Comisión internacional luterano-católica, Del conflicto a la comunión (de 2013), confirmado sucesivamente por católicos y luteranos en Lund, el 31 de octubre de 2016.
Foto: Federico Patti
Es una llamada a “dar testimonio juntos de la misericordia de Dios en el anuncio del Evangelio y en el servicio al mundo”. El punto de partida tiene que ser, pues, el de la unidad y de la comunión, para testimoniar juntos la fe en Cristo y prestar un servicio útil a toda la humanidad. ¡El mundo espera este testimonio nuestro! […] ¿qué puede ofrecer la espiritualidad el Movimiento de los Focolares, llamada también “espiritualidad de la unidad” o “de comunión, para la realización de este objetivo? Dios utilizó con Chiara Lubich, fundadora de nuestro Movimiento, y con sus primeras compañeras desde 1943, una especie de pedagogía divina, enseñándoles paso a paso como realizar la unidad. Ante el desmoronamiento de todos los ideales, incluso de los más sublimes, las llevó a descubrir que el único que no pasa es Dios y Él es Amor. Para responder a su Amor, ellas quisieron vivir al pie de la letra las palabras de Jesús y Él mismo les enseñó que todos los hombres son hijos de un único Padre y, por consiguiente, son todos hermanos unos de otros. Al identificarse con cada criatura, Jesús les explica que hay que amar a cada prójimo, sin distinción, con hechos. Pero si las dificultades, los obstáculos, los dolores no faltan en el camino, Jesús le desveló a Chiara el secreto para transformar cada dolor en una nueva vida. Si nos unimos a Él, cuando crucificado y abandonado tomó sobre sí todos los males y divisiones de la humanidad para redimirla, experimentaremos que en nosotros renace la fuerza y la luz para recomenzar a amar siempre. Además, si este amor lo viven dos o más, se hace recíproco, actuando así el “ámense unos a otros como yo les he amado” (Cf. Jn 15, 12). Sucede entonces que Jesús se siente atraído por este amor y viene a establecerse en medio de esos “dos o tres reunidos en su nombre” (Cf. Mt 18, 20). Es así. Es Jesús mismo presente en medio de nosotros el que puede hacer de todos “una sola familia cristiana, una familia que nadie podrá separar, porque es Cristo quien los une a todos” Esta presencia suya entre cristianos de Iglesias diferentes ha abierto desde hace años un nuevo tipo de diálogo: el diálogo de la vida, el diálogo del pueblo, que incluye a todo el pueblo de Dios, laicos y responsables de las Iglesias, actuando como levadura en el gran Movimiento ecuménico para despertar y hacer crecer en los cristianos el deseo de la unidad. […] Si el mundo encuentra a Jesús presente entre nosotros por el amor recíproco, la fe renacerá en muchos, cambiará el modo de pensar y de comportarse, la búsqueda de la paz y de soluciones de justicia vencerá y florecerá el compromiso la solidaridad entre los pueblos. […] Mi deseo es que juntos podamos seguir caminando con Jesús entre nosotros “para que el mundo crea”. Lee la intervención completa
«Fui a Budapest por sugerencia de mi tía. Nuevamente confié en ella, una persona especial, abierta y bien dispuesta, que siempre estuvo cerca de mí en esos años difíciles. Todo empezó en el primer año del liceo. La escuela era difícil, había entrado en una nueva fase, con los primeros problemas de la adolescencia, los amigos que tomaban otros caminos, incomprensiones en la familia, una transformación que quizás ocurrió demasiado de prisa. Había conocido a un chico, era mi único amigo verdadero. Sentí que en mi interior crecía un abismo de angustia. Siempre estaba sola, con excepción de algunos momentos en los que alguno, sin hacer preguntas, acogía mis silencios y compartía algo de ese dolor. Al concluir la escuela las amistades disminuyeron y aumentaron los conflictos en la familia. Yo adelgazaba. Tenía un problema emocional y con la alimentación que trataba de esconderle a todos, y que con el tiempo se estaba convirtiendo en una auténtica patología. Me estaba quitando la alegría de vivir, los colores, el amor, la luz. Estaba encerrada en mí misma y permanecía en una soledad que me había impuesto a mí misma. Fue en ese momento que mi tía, de la comunidad de los Focolares, me propuso que fuéramos juntas a Loppiano, la ciudadela de ellos en Toscana. Pensé: “Tres días quién sabe dónde, sin estudiar, sin escuela, lejos de mi realidad, tan cerrada. Tres días en los que sólo tengo que pensar en cómo esconder la comida. ¡Intentémoslo!”. Fue casi una caricia después de meses de aridez. Por doquier había personas que me acogían y abrazaban con respeto y delicadeza. Una de ellas, después de escucharme, me habló de Chiara Lubich. Me di cuenta de que me había olvidado de mí misma, de mis problemas, y sobre todo del tema de la comida. ¡Era libre! Durante el viaje de regreso, pensé en que me gustaría vivir siempre así, como en una gran familia. Pero volver a la cotidianidad no fue para nada fácil, me di cuenta de que estaba queriendo recaer. Y así sucedió. Con la cabeza siempre metida en los libros, y la mente lista para hacer programas y cálculos y engaños para que todos cayeran. Mi peso disminuía, mi familia no me reconocía. Pero había alguien que estaba rezando por mí, lo sabía. Empecé a ir a la misa los domingos, en parte con la excusa de salir a caminar, en parte para alejarme de casa. Siempre había sido creyente, pero sólo entonces empecé a creer que Jesús me podía comprender y acoger sin prejuicios. Durante el segundo y tercer año del colegio la situación empeoró todavía más. Cada vez era más intolerante con mis padres y con los demás. La terapia psicológica que había empezado no estaba dando el resultado esperado. Hábilmente lograba tejer muchos engaños que me llevaban cada vez más fuera del camino. El único período de distracción era el verano, lejos de la casa, con los amigos. Pero el verano era breve, y no podía estar bien sólo un mes al año. Al final de ese verano mi tía me hizo una nueva propuesta: Budapest, el Genfest 2012. Acepté, y partí con otros cinco chicos, entre los cuales estaba una compañera de clase. Para mí fue una emoción continua; miles de chicos daban voz a una sola alma. Un auténtico puente, no sólo entre naciones y culturas, sino también entre mí misma y la nueva vida que me esperaba. Tenía delante una mar de chicos, doce mil, dispuestos a compartir conmigo el inicio de una nueva vida. El “flashmob” con los pañuelos, en los que habíamos escrito mensajes, el intercambio con tantos chicos de otros países, en las filas para buscar la comida, la marcha de la fraternidad; me sentía parte de una unidad. Habría podido ir dondequiera y dondequiera me habría sentido en casa. Una vez que regresamos, con mi compañera de clase, nos pusimos en contacto con la comunidad de los Focolares en nuestra ciudad. El camino que quería recorrer era el de Jesús. No todo era fácil. Mi problema con la comida tenía raíces profundas, y las preocupaciones de mi familia no se habían terminado. Pero sentía que era portadora de una nueva luz. Viviendo una a una las palabras del Evangelio, poco a poco retomé las riendas de mi vida. Al donarme a los demás con todo mi ser descubrí que Dios me ama inmensamente y tiene un gran proyecto para mí».
Nace un sueño, como las otras ciudadelas de los Focolares esparcidas por el mundo. En los años de la década de 1950, en Suiza, tras haber contemplado desde lo alto de una colina la maravillosa abadía benedictina de Einsiedeln, Chiara Lubich tuvo la idea de que un día la espiritualidad de la unidad también expresaría algo similar: «Una pequeña ciudad, con todos los elementos de una ciudad moderna, casas, iglesias, escuelas, negocios, empresas y servicios. Una convivencia de personas de distintas condiciones, unidas por el mandamiento de Jesús: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado». Esas palabras se convirtieron en una realidad primero en Loppiano, Italia, luego en otras 24 pequeñas ciudades, las “ciudadelas” justamente. Entre éstas la “Mariápolis Lía”, en el medio de la “pampa” argentina. Carlos Becaría, uruguayo, actualmente uno de los responsables de la ciudadela, formaba parte del grupo de pioneros. «No había nada aún. Pero había, sí, una inspiración profética. Vittorio Sabbione, uno de los primeros focolarinos, nos dijo: “Estáis aquí porque habéis elegido a Dios. No faltarán las dificultades, entonces tendréis que pensar en Jesús en la cruz. No os ofrezco nada ya hecho, debéis construir todo vosotros”. Y nos quedamos, porque en esa utopía creíamos». La “Mariápolis Lía”, en la localidad de O’Higgins (Provincia de Buenos Aires), lleva el nombre de Lía Brunet (25 de diciembre de 1917 – 5 de febrero de 2005), una de las compañeras de la primera hora de Chiara Lubich, invitada por ella misma a llevar “en primera persona” el carisma de la unidad a Latinoamérica. Originaria de la ciudad de Trento, como la fundadora de los Focolares, fue definida una “revolucionaria” por la pasión con la que vivió el Evangelio en un continente marcado por fuertes problemas sociales. Ciertamente no imaginaba, mientras daba un fuerte impulso al nacimiento y desarrollo de la ciudadela de O’Higgins, que un día ésta llevaría su nombre. “Lía”, como Loppiano en Italia, recientemente visitada por el Papa, y como las demás ciudadelas del mundo, quiere ser el signo tangible de un sueño que se está realizando, el de una humanidad más fraterna, renovada por el Evangelio.Hoy alberga a alrededor de 220 habitantes estables, pero recibe cada año cientos de visitantes, especialmente jóvenes, por períodos más o menos largos de formación. Dentro de sus fronteras surge el polo industrial “Solidaridad”, inspirado en el proyecto de la Economía de Comunión. Más de 250 personas han participado a fines del mes de abril de los festejos, que proseguirán durante el año, por el 50° Aniversario de la fundación de la “Mariápolis”, en presencia de autoridades eclesiásticas, representantes de distintos movimientos, iglesias cristianas, fieles judíos y personas de convicciones no religiosas. «Llegamos de noche – recuerda Marta Yofre, una de las primeras chicas que “aterrizaban” adonde estaba surgiendo la ciudadela – .Tuve una sensación de impotencia, pero al mismo tiempo una certeza: María la construiría». Nieves Tapia, fundadora del Centro Latinoamericano de aprendizaje y servicio solidario, estuvo allí viviendo en los años ’80, en la escuela de formación para jóvenes: «Aquí aprendí a amar a mi patria como a la de los demás y a ampliar mi corazón a toda América Latina». Adrián Burset, músico y productor artístico, creció en la Mariópolis Lía. «Sin ser consciente de ello, recibí el regalo de vivir como si fuera normal algo que, en cambio, es revolucionario: el amor al prójimo». Para Arturo Clariá, psicólogo, máster Unesco en Cultura de la Paz, lo que vivió en la ciudadela hace veinte años es «una marca que jamás podré borrar, la demostración de que el amor trasciende la vida». El obispo de Mercedes–Luján, Mons. Agustín Radrizzani: «Conmueve constatar el significado que ha tenido para nuestra país y para el mundo. Nos une la paz universal y el amor fraterno, iluminado por la gracia de este ideal». Mientras Eduardo Leibobich, de la Organización Judía para el diálogo interconfesional, recuerda las numerosas “Jornadas de la paz” realizadas en la Mariápolis, el pastor metodista Fernando Suárez, del Movimiento ecuménico de los Derechos Humanos, subraya que «la tradición metodista siempre ha trabajado por la unidad, tratando de realizar el mensaje de Chiara». Por último, Horacio Núñez, de la Comisión internacional del Diálogo entre personas de convicciones no religiosas: «Invito a unir las fuerzas, es demasiado bello el ideal de una humanidad libre e igual, hermanada por el respeto y por el amor recíproco». Gustavo Clariá
La fiesta cristiana de la efusión del Espíritu Santo sobre María y los discípulos de Jesús se celebra en “Pentecostés”, o sea 50 días después de la Pascua. Se lee en los Hechos de los Apóstoles: «Al llegar el día de Pentecostés estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impeuoso, que llenó toda la casa en la que se encontraban (…) y ellos quedaron todos llenos del Espíritu Santo» (Hechos 2,1-4). Escribe Chiara Lubich, refiriéndose al carisma de la unidad: «El Espíritu Santo es el don que Jesús nos hizo para que fuésemos uno como el Padre y él. Sin duda el Espíritu Santo estaba en nosotros antes también, porque somos cristianos; pero con este carisma hubo una nueva iluminación, una nueva manifestación suya dentro de nosotros, que nos hace partícipes y actores de un nuevo Pentecostés, junto con todos los movimientos eclesiales, que dan un nuevo rostro a la Iglesia».
«Al no estar más Jesús en la tierra, María convive con la Iglesia, en donde Jesús continúa. Externamente no se presenta como madre de Jesús, quien desapareció de la vista; se presenta como madre de Juan, que representa la figura del discípulo. Y así María está en el vientre de la Iglesia, en el Cenáculo. Allí, en el monte de los olivos, donde tuvo lugar la ascensión, ella se une al grupo de los apóstoles y de los discípulos, y de las pías mujeres. Y allí los apóstoles «perseveraban concordes en la oración, junto con las mujeres, y con María, la madre de Jesús» (Hch, 1, 14). La primera Iglesia – dice san Lucas – conformaba «un solo corazón y un alma sola» y «no había ningún indigente»; había un solo comedor. ¿Por qué había tanta comunión, al punto que hacía de todos uno? Porque estaba María y por lo tanto el Espíritu Santo. Se realizaba por lo tanto el ideal del Hijo y reinaba allí el Padre. Había venido su Reino: estaba el Padre nuestro de los cielos y el pan nuestro de cada día. Se repetía el Magníficat y se realizaba la diakonia, el servicio. La función de María –función de amor, y por lo tanto de Espíritu Santo- era, y es unificar, reuniendo bienes celestes y terrestres y así contribuir a suscitar el cuerpo místico de Cristo; colaborando así a generar a Jesús en el mundo; unificando y acomunando almas en Él, según el orden de la Sabiduría. Es el modelo de quien debe ser la madre en la casa cristiana: un corazón que unifica, una mente que vivifica (…) volviendo a encender, día tras día, la atmósfera del focolar, donde todos se sienten uno, células de un único cuerpo. Consciente de esta misión, que es participación en la obra de Cristo, la mujer –asociada más que cualquier otra criatura a la obra de la creación- se dirige más fácilmente al Creador, y más tiernamente se confía a María, mientras que sobre su ejemplo ella confiere a la intimidad de la ama de casa una pureza virginal con calor materno, siendo copia de la Virgen Madre. María en el Cenáculo representaba a Jesús y por lo tanto significaba la dignidad más alta, que sostenía espiritualmente la preminencia jurídica de Pedro. Pero con su apoyo aparecía como el alma ensimismada con la Iglesia, que hace suya, la vive como fruto bendito de su vientre, perdida en ella, escondida, verdadera esclava del Señor. Y es éste el sentimiento con el que deben vivir la Iglesia, en la Iglesia, con la Iglesia, todos los fieles, también los laicos para quienes de ese modo la Iglesia no se presentará como algo extraño, sino que les resultará propia, vida propia, centro de su santidad. No es necesario hablar o vestirse con hábitos especiales; es necesario vivir la santidad. Y el primer fruto será la unidad. María inspira «las distintas formas del apostolado de los laicos… A las almas deseosas de vivir más abiertamente y más enteramente la doctrina de Jesús, a aquellas que arden por el deseo de darla a conocer a los demás, en especial a sus compañeros de trabajo, a quienes quieren devolver el orden de la justicia y de la caridad en los institutos sociales y llevar al orden temporal de la sociedad un centelleo de armonía perfecta que une los hijos de Dios, María obtiene la gracia del apostolado, ella pone en Sus labios las palabras que convencen sin irritar…» (Pio XII). María la reformadora social, modelo de apostolado que convence; símbolo de caridad, fuente de justicia, a quien no pocos movimientos laicos miran para contribuir a constituir la unidad, testamento ideal de Jesús, en un orden mariano de las cosas, preparatorio de la ciudad de Dios en la tierra; y de la que ya fue vista por los santos como la ciudad de Dios.» Igino Giordani, Maria modello perfetto, Città Nuova, Roma, 1967 2012, pp.150-152.
«En este período, antes de la visita del Santo Padre a Loppiano, estuve en estrecho contacto con cinco monjes budistas thailandeses. Hablo su idioma y en esa ocasión les hice de intérprete». El que habla es Luigi Butori, originario de la ciudad de Lucca, Italia, pero que desde hace casi 30 años vive en el sudeste asiático. «Una experiencia fuerte, profunda y exigente. En la visita al Centro internacional de los religiosos del Movimiento de los Focolares, cerca de Roma, se quedaron impresionados por el servicio concreto de dos “ya no tan jóvenes” religiosos, quienes los atendieron con gran dedicación. Allí los monjes empezaron a percibir una “luz”, una armonía, o – como ellos mismos dijeron – una única “voz” dentro y alrededor de ellos». La permanencia de los monjes continuó con una visita a Roma, con una focolarina como guía, que ante sus ojos «tenía la misma sonrisa de los religiosos con quienes había estado antes». Luego, todo un día en la ciudad de Lucca, junto a la comunidad de los Focolares, unas 80 personas entre 2 y 94 años. «Y una vez más la misma luz en sus rostros». Luego una etapa en Pisa, la ciudad de la “torre inclinada”, con una persona de la comunidad del lugar. La misma sonrisa. «En un momento, uno de los monjes más jóvenes exclamó: “Esta hija de Chiara Lubich también tiene el mismo tipo de sonrisa que hemos visto en Roma, en Rocca di Papa y en Lucca: ¿cómo es posible?”».
Y finalmente, Loppiano. «En la ciudadela de 850 personas, en donde todos conocen y esperaban a “Luce Ardente”, así como se lo conoce aquí a su maestro, se crea entre todos, para decirlo con sus palabras, “una armonía especial”: ¡toda una “ciudad de la sonrisa”! Los corazones de los monjes se abren como flores en primavera, con la sensibilidad que ellos tienen al clima espiritual. Pero “el momento por excelencia” se da cuando en el cielo aparece el helicóptero del Papa. Uno de ellos, nuevo en esta experiencia, se conmueve – como me dijo después – interiormente, y luego incluso lágrimas, cosa poco común en los monjes. Alegría, manos que se alzan para saludar al Papa Francisco, contra toda compostura budista. Una alegría espontánea brilla en sus rostros y en sus movimientos. Escuchan las canciones de las bandas Gen Verde y Gen Rosso y asienten con la cabeza, felices de los conceptos que expresan. Trato de traducir las palabras del Santo Padre, pero advierto que las comprenden desde adentro, más allá de mí. “Queremos ser un signo de unidad y de paz en el mundo entero” me dicen. En el momento del saludo al Papa hay en ellos una serenidad increíble. Le dicen: “Santo Padre, somos monjes budistas y somos del focolar: hemos estudiado la espiritualidad de la unidad de “nuestra madre Chiara” y queremos vivirla: amar a todos, ser los primeros en amar, amar enseguida y con alegría. Queremos vivir la unidad como Chiara nos enseñó, como el arco iris del cielo: colores distintos, pero todos unidos. Le regalamos esta tela thailandesa, para que nos recuerde”. El Papa escucha y asiente sonriendo. Como algo fuera de programa, uno de ellos agrega: “Gracias por lo que nos ha dicho, pero sobre todo cómo Ud. se mueve. Es un signo de amor y de paz que llevaré siempre conmigo, por donde vaya”. Uno de ellos me dirá luego: “Un hombre tan importante que se mueve de una manera tan simple y se sienta en una simple silla. Es un impacto para mí. No es casualidad que nos hayamos encontrado: significa que debemos trabajar juntos por el bien de la humanidad”». Chiara Favotti
María Voce, Presidente del Movimiento de los Focolares, cerró estos días, ricos de acontecimientos dedicados a la cultura de la unidad y de la fraternidad, un encuentro de familia dedicado a la comunidad de los Focolares desde la capital siciliana, lanzando un desafío: «Que Palermo se convierta en la capital de la cultura de la resurrección. Capital en el sentido de “la cabeza”, de la cual parte esta cultura de la resurrección para invadir al mundo entero». Hace 20 años Chiara Lubich recibió la ciudadanía honoraria de la capital de Sicilia. Desde aquel momento la comunidad ha trabajado en este programa para realizar las palabras pronunciadas por Chiara en aquella oportunidad: «Prometemos que Palermo estará siempre presente en nuestros corazones, a fin de que, por la audacia y el valor de sus ciudadanos, sepa ser modelo para muchas otras ciudades de Italia y del extranjero, como verdadera “ciudad sobre el monte”». Las iniciativas, – dentro del programa de “Palermo Capital de la Cultura 2018”, promovido por la Municipalidad-, cubrieron distintas áreas: el derecho y la legalidad, el diálogo ecuménico, la música y el espectáculo con el Gen Verde, talleres, flashmob y mesas redondas promovidas por los jóvenes. En la sede del parlamento Regional, el “Palazzo dei Normanni”, el sábado 11 de mayo, más de 120 personas asistieron al Congreso “Relacionalidad y derecho. El bien relacional y los bienes comunes”. Después de las intervenciones de algunas personalidades del mundo de la Justicia, jueces, abogados, estudiantes, docentes, los trabajos fueron concluidos por María Voce quien afirmó que el ámbito del Derecho y la Justicia tiene «extrema necesidad de personas que tengan el corazón abierto al gran ideal de la unidad de la familia humana y que en esta tarea deben comprometer todo su ser trabajando concretamente para cuidar cada relación, sin miedo y sin componendas». Por la tarde, más de 300 jóvenes fueron los protagonistas del programa sobre la “Identidad digital”, promovido por el Instituto Universitario Sophia, y “Somos lo que elegimos. El coraje de arrancar, el coraje de permanecer”. Estuvieron presentes Jesús Morán, copresidente de los Focolares, y el Intendente Leoluca Orlando. Los jóvenes ofrecieron testimonios sobre una elección que frecuentemente los pone en crisis: quedarse en Sicilia o ¿desarrollar su propia vida en otras ciudades o países? Jesús Morán alentó a los jóvenes, que estaban muy atentos, para que encuentren el camino en el “saberse donar”. La elección recae sobre «donde puedo donarme más y donde puedo desarrollar mejor mis talentos […]. Si me voy, no puedo irme para escapar, y si me quedo no puedo quedarme por miedo». El Intendente Orlando subrayó lo difícil que resulta cambiar a una ciudad que desde hace años sufre la sumisión a reglas y comportamientos mafiosos, pero que trata de rescatarse a través de un cambio cultural. Durante la mañana del domingo 13 de mayo, tuvo lugar un momento “de familia”, con la Santa Misa, que se celebró después del encuentro con las familias del barrio del centro histórico “Albergheria/Ballarò”, con momentos artísticos realizados por los niños. Durante la tarde, 500 representantes de casi 20 iglesias cristianas participaron, en el Teatro Golden, en el Congreso “Juntos en la caridad, desde el diálogo a la cooperación”. Las intervenciones estuvieron a cargo del Arzobispo de Palermo, Corrado Lorefice, María Voce y la Directora del Departamento Regional del Ecumenismo, Erina Ferlito. Los testimonios que continuaron, relataron el camino ya emprendido con decisión en varias ciudades de Sicilia: desde la atención a los presos, la atención a los pobres, a los sin techo, a los emigrantes. Posteriormente, “On the other side”, el concierto del Gen Verde, con más de 800 participantes. El día anterior, se presentaron los jóvenes que participaron en los talleres promovidos por la Banda y que participaron posteriormente en el flashmob en una de las calles principales de la ciudad. También ésta fue una experiencia fabulosa, que entusiasmó a los jóvenes y a los adultos, bajo la consigna del mensaje de fraternidad que la Banda internacional lleva a todo el mundo. Discurso de María Voce
El 15 de mayo empezó el mes sagrado del Ramadán y terminará el 14 de junio, es un período de 29 o 30 días. Durante este tiempo los fieles musulmanes recuerdan «el mes en el que fue revelado el Corán como guía para los hombres y prueba clara de la recta dirección y salvación» (Corán, Sura II, verso 185). Durante dicho período, se intensifican la oración y las obras de misericordia, el ayuno desde el alba hasta el ocaso, para todos los fieles que pueden sostenerlo, y constituye el cuarto de los cinco pilares del Islam. El significado espiritual del ayuno, unido a la oración y a la meditación, va de la abstinencia sexual a la renuncia en general, y según muchos teólogos, se refiere a la capacidad del hombre de autodisciplinarse, de ejercitar la paciencia y la humildad y recordar la ayuda a los más necesitados y a quienes son menos afortunados. El Ramadán es por lo tanto una especie de ejercicio de pureza contra todas las pasiones mundanas, cuyos beneficios recaen en el fiel todo el año.
Veinte años atrás, Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, recibía de manos del alcalde Leoluca Orlando la ciudadanía honoraria de Palermo. Hoy, con ocasión de las celebraciones organizadas en Palermo, nombrada en 2018 la “capital italiana de la cultura”, el Movimiento consolida ese vínculo en nombre de la acogida y la fraternidad universal, como contrapartida de las acciones negativas que se registran a diario en una ciudad con fuertes contrastes. Un programa de conferencias, congresos, espectáculos artísticos y talleres marcados por el diálogo entre generaciones, culturas e Iglesias de Sicilia. La conferencia de María Vocea la Pontificia Facultad Teológica de Sicilia está dedicada a este tema: «Llegando a Palermo, en este feliz momento en el que tantos eventos concentran la atención en la ciudad, me pareció oir las palabras de Chiara Lubich que resonaban en mí, esas palabras que dirigió a la ciudad: ‘prometemos que Palermo estará siempre en nuestros corazones, para que, por la audacia y el coraje de sus ciudadanos, sepa llegar a ser modelo para muchas otras ciudades de Italia y fuera de Italia, como verdadera ‘ciudad sobre el monte’». «Chiara Lubich – prosigue María Voce – nos ha dejado un signo indeleble de su compromiso con la comunión en la Iglesia, con el diálogo ecuménico y la fraternidad entre todos los pueblos. Desde la década de 1940, Chiara manifestaba este anhelo suyo con expresiones ricas de vivacidad y pasión. “Miremos aldedor de nosotros, todos somos hermanos, ¡sin excluir a nadie!”, exhortando así a vivir por “la fraternidad universal en un solo Padre, Dios, que está en los Cielos”. Es un programa que se puede poner en práctica en toda ciudad, pero que encuentra un terreno particularmente fértil justamente aquí, en Palermo, lugar “de encuentro entre los pueblos a lo largo de los siglos, entre culturas y civilizaciones diferentes”, que tiene en sus raíces “los valores de la acogida de la diversidad,la solidaridad y la generosidad”». ¿Qué aporte da este carisma a la Iglesia universal y a las Iglesias particulares, de Sicilia también? Responde María Voce: «Con el carisma de la unidad nació un “camino nuevo” en la Iglesia», una espiritualidad que también encuentra plena consonancia en el Concilio Vaticano II. «De esta espiritualidad de comunión hemos visto florecer la comunión dentro de la Iglesia entre los varios Movimientos eclesiales que la enriquecen, entre los varios carismas antiguos y nuevos. Hemos visto además cuán útil es para favorecer la unidad de los cristianos y asimismo para abrir el diálogo con personas de otras religiones, ese diálogo que representa una de las fronteras más exigentes y urgentes del tercer milenio. Es una realidad que también hemos podido experimentar en las iglesias particulares». «A pesar de las innumerables emergencias de estos últimos años, y justamente a través de estas emergencias, el compromiso de los miembros del Movimiento, en Sicilia, está profundamente orientado a dar testimonio y a construir la unidad de la familia humana allí donde se encuentra más amenazada y precaria. Ellos tratan de responder así a ese llamado lanzado por Chiara, cuando los instó a “construir una cultura nueva que sea la cultura de los derechos humanos, la cultura de la legalidad, la cultura del amor, la cultura de la vida y no de la muerte”». «Me parece poder afirmar – dice María Voce – que para la realizaciónm de este objetivo algunos pasos se han dado. Ciertamente hay mucho camino por hacer aún, pero éste es un compromiso que hoy también, con todo el Movimiento, queremos renovar: el de dar nuestro aporte para crear esa “civilización nueva”, que contiene todos esos valores que lamentablemente muchas veces son pisoteados, y crecer cada vez más “sin olvidar – como recordaba Chiara – a todos los hermanos cristianos, sin olvidar a las otras religiones, sin olvidar a nadie”. De esta manera se podrá verdaderamente dar vida a una “cultura de la unidad”, definida muchas veces por Chiara Lubich como la “cultura de la resurrección”». Y concluye; «con el deseo de que esta ciudad pueda de veras ser “capital italiana de la cultura”, pero de una “cultura de la resurrección”». Lee el discurs: Leyendo el Carisma de la unidad en diálogo con las iglesias de Sicilia (Maria Voce)
“El 15 de mayo pasado se festejó en todo el mundo, la Jornada Internacional de la Familia, decretada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1994. Contemporáneamente, se está preparando para realizar desde el 21 al 26 de agosto de 2018, en Dublín, Irlanda, el IX Encuentro Mundial de Familias. El tema a tratar será, “El Evangelio de la familia: alegría para el mundo”. Dado que la familia encuentra hoy numerosas dificultades en llevar adelante sus funciones, auguramos que la Jornada sirva para la promoción de políticas y acciones de apoyo a la familia, reconociendo en ella el rol esencial como “primera célula” de la sociedad. «Salvar la familia – escribió Igino Giordani, político, escritor y considerado por Chiara Lubich cofundador del Movimiento de los Focolares – es salvar la civilización. El Estado está constituido por familias; si éstas declinan, también la civilización vacila». Y es más: «Los esposos se convierten en colaboradores de Dios al dar a la humanidad vida y amor. Amor que desde la familia se dilata a la profesión, a la ciudad, a la nación, a la humanidad».
Promovido por el Centro de Estudios e Investigaciones A. Rosmini – Universidad de Trento y por el Centro Chiara Lubich se desarrollará (en Trento, Italia) un Congreso sobre las Raíces e Intersecciones históricas de Antonio Rosmini y Chiara Lubich. No sólo pretende ofrecer una posibilidad de profundización y descubrimiento de dos grandes personalidades trentinas de los últimos dos siglos, sino preparar el terreno para el centenario del nacimiento de la fundadora de los Focolares (1920-2008) ofreciendo un aporte original e inesperado. El congreso se realizará, el 24 de mayo, en la Sala de los Espejos de la Casa Rosmini; y el 25 de mayo en la Sala de Conferencias de la Fundación Caritro.
Vive y trabaja en la provincia de Génova, ciudad del Noroeste, en un territorio agradable, entre el mar y los montes circundantes. Trabaja como presidente de uno de los consorcios de la red de empresas sociales, con casi setecientos empleados en el sector de atención social, asistencial y de inserción laboral de personas discapacitadas. Es una referencia nacional de la AIPEC (Asociación Italiana de Empresarios para una Economía de Comunión). A pesar de su comprometido trabajo no perdió nada de su rapidez mental y sencillez. Su testimonio fue escuchado muy atentamente durante un Convenio de la Embajada de Italia en la Santa Sede, el 3 de mayo pasado, que tuvo por título “Chiara Lubich y la Economía de Comunión”: «Tenía el deseo de desempeñar un trabajo que fuera útil para los demás. Apenas me recibí, gané un concurso público como educadora para la integración social de los niños discapacitados. Me sentía útil, pero el trabajo era zafral, con un contrato a término. En esa situación había otras jóvenes que tenían mi mismo deseo de crecer en la profesión social. Una de ellas nos habló de algunas personas que hacía algunos años trabajaban en una cooperativa del territorio y se ocupaban de personas discapacitadas. El encuentro con ellos fue determinante: pusieron a nuestra disposición un espacio, nos dedicaron tiempo y nos ofrecieron su experiencia. Nuestra cooperativa nació así, como un don, por un gesto de gratuidad que recibimos y a continuación lo aplicamos. Comprendimos más adelante que ese gesto fundaba sus raíces en los valores de la Economía de Comunión. Esta experiencia de vida, antes que de trabajo, marcó y caracterizó el estilo de nuestra empresa».
Así fue que nació, en 1996, “Il sentiero di Arianna”, una cooperativa formada al comienzo por nueve jóvenes mujeres, que ponen en común los recursos ganados y los reinvierten en formación y desarrollo de la empresa. De ese núcleo inicial, hoy la empresa cuenta con más de 130 socios, el 85% son mujeres. «Cuanto más fieles éramos a los valores de la Economía de Comunión, más se desarrollaban nuestras cooperativas, convirtiéndose en un valor para toda la comunidad. Cuanto mayor contenido le dábamos a palabras como trabajo, dignidad de la persona, reciprocidad, formación, ayuda recíproca, tanto más lográbamos superar los infaltables períodos críticos. La fuerza de las mujeres empresarias fue determinante. Chiara Lubich nos indicaba un camino concreto, generador de posibilidades de cambio. Su visión de un mundo más igualitario y su idea de la economía nos atraía inmensamente» “Il Sentiero di Arianna” – explica- es una organización que da a las mujeres la posibilidad de que sean protagonistas. «Aquí la noticia de un embarazo es siempre una hermosa noticia. Muchas de nosotros pudieron y pueden hoy vivir con serenidad la maternidad y el regreso al trabajo. Pero también las mujeres que no son madres son generadoras de cambios y de innovación, porque saben procesar etapas positivas para mejorar organizativamente a fin de armonizar mejor los tiempos de trabajo y los tiempos de atención a sus familias. Porque las necesidades son muchas. Y nosotros partimos realmente de las necesidades de nuestras familias y de la comunidad, proponiendo soluciones, entrelazando desafíos de relación social y económica con los entes, las instituciones y las otras empresas».
Con este espíritu, el Grupo Tassano contribuyó a sostener el desarrollo de otras realidades empresariales. «La empresa más fuerte es la que nace como expresión de un territorio. A través de las redes nacionales a las que pertenecemos como cooperadores, nos estamos comprometiendo en temas del desarrollo económico fundado en los valores éticos, respetuosos del hombre y del ambiente. A través de AIPEC encontramos empresas y empresarios que pertenecen a sectores diferentes, pero que comparten el mismo sentido de responsabilidad social. Juntos estamos comprometidos en proponer un modelo económico nuevo: inclusivo, solidario, de desarrollo sustentable». ¿Qué significa para Simona ser una empresaria de Economía de Comunión? «Quiere decir ser siempre sí mismos. Acogedores, respetuosos, coherentes, atentos al uso de los recursos, vinculados a los demás y al mismo tiempo libres. Una persona es siempre la misma, aún en tiempos y espacios distintos. Lo mismo vale para una empresa». Chiara Favotti
: palabra divina. Si en un momento dado fuese pronunciada por el Omnipotente y los hombres la llevasen a la práctica en sus más variadas aplicaciones, veríamos el mundo pararse de golpe en su marcha general y, como en una moviola, reanudar la carrera de la vida en dirección opuesta. Innumerables personas desandarían el ancho camino de la perdición y se convertirían a Dios, encaminándose por la senda estrecha… Familias desmembradas por peleas, heladas por la incomprensión y el odio y como muertas debido a los divorcios, se recompondrían. Y nacerían niños en un ambiente de amor humano y divino y se forjarían como hombres nuevos para un mañana más cristiano. Las fábricas, normalmente llenas de «esclavos» del trabajo en un ambiente de tedio, si no de blasfemia, se convertirían en lugares de paz, donde cada cual trabaja en su parcela para bien de todos. Y las escuelas reventarían los muros de la limitada ciencia para poner conocimientos de todo tipo al servicio de la contemplación eterna, aprendida en los pupitres como en un continuo desvelarse de misterios intuidos a partir de pequeñas fórmulas, de leyes simples, hasta de los números… Y los parlamentos se transformarían en un lugar de encuentro de hombres a los que les apremia, más que la idea que cada uno sostiene, el bien de todos, sin engaños a hermanos ni a patrias. En definitiva, veríamos el mundo hacerse más bueno y el Cielo bajar como por encanto a la Tierra, y la armonía de la creación serviría de marco a la concordia de los corazones. Veríamos… ¡Es un sueño! ¡Parece un sueño! Y sin embargo, Tú no pediste menos cuando rezaste: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo». Chiara LubichFuente: Lubich, Chiara Fermentos de unidad, Ed. Ciudad Nueva, 1969.
“Quiero alzar la mirada hacia el horizonte e invitaros a alzarla junto a mí, para mirar con fidelidad confiada y con generosidad creativa al futuro que ya empieza hoy”. En su primera visita a Loppiano, primer pontífice que se encuentra con la Ciudadela del Movimiento de los Focolares, cerca de Florencia, Papa Francisco lanza un desafío a la comunidad presente, para la iglesia universal y para la humanidad entera: “construir una cultura compartida del encuentro y una civilización global de la alianza”. Una cultura que sea respuesta a las llagas de este tiempo, caracterizado por una pobreza creciente y el drama de las migraciones forzadas. “En el cambio de época que estamos viviendo” –señala de hecho el Papa- es necesario “comprometerse” para “trazar nuevos caminos para recorrer juntos”, y sirven “hombres y mujeres, jóvenes, familias, personas de todas las vocaciones y profesiones” que estén a la altura de esta tarea Desde la entrada al Santuario dedicado a María Theotokos, Madre de Dios, a los siete mil presentes, hijos espirituales de Chiara Lubich, fundadora de los Focolares, el Santo Padre propone el desafío de la “fidelidad creativa: ser fieles a la inspiración originaria y juntos estar abiertos al soplo del Espíritu Santo y emprender con valor los nuevos caminos que Él sugiere”
Para hacer esto –señala Francisco- es necesaria “humildad, apertura, sinergia, capacidad de riesgo”, y además practicar el “discernimiento comunitario”, esto es: “es necesario escuchar a Dios hasta sentir con él el grito del pueblo, y hay que escuchar al pueblo hasta transmitirle la voluntad a la que Dios lo llama”. Un reto para el que se pide fidelidad también cuando el entusiasmo de los comienzos deja paso –para los movimientos- a la búsqueda de nuevas vías para actualizar el carisma. Respondiendo a las preguntas de los Focolares el Papa cita entonces a San Pablo e invita a tener en cuenta dos palabras clave: parresía y hyponomè. La primera expresa “el coraje y la sinceridad en el dar testimonio de la verdad y junto a la confianza en Dios y en su misericordia”, el antídoto contra “cada falso temor, cada tentación de esconderse en el vivir tranquilo, en ‘lo correcto’”. La segunda traduce la perseverancia en las “situaciones complicadas que la vida nos presenta”, y encuentra fundamento en la conciencia del amor de Dios que “nos hace capaces de vivir con tenacidad, serenidad, positividad, fantasía… y también con un poco de sentido del humor”. El Pontífice invita por tanto, a traer a la memoria los primeros días, cuando Chiara imaginó Loppiano como “un boceto de ciudad nueva en el espíritu del Evangelio”, expresión de un pueblo unido en la diversidad y con el corazón en la Eucaristía, fuente de vida nueva. Un pueblo que el Papa insta a salir “para lanzar la levadura del Evangelio en la pasta de la sociedad” sobre todo donde hay pobreza, sufrimiento y búsqueda. “El carisma de la unidad – es un estímulo providencial y una ayuda potente para vivir esta mística evangélica del Nosotros”.
Pero la renovación de la cultura no puede no pedir una formación nueva. En Loppiano, que nace también como ciudad-escuela con centros de estudio como la Universidad Sophia, el Papa insta a inaugurar un “pacto formativo” basado en el diálogo y la proximidad, para “ejercitar juntos los tres lenguajes: de la cabeza, del corazón y de las manos”. En esta perspectiva –añade- “es importante que Loppiano sea un centro universitario destinado a quien busca la Sabiduría y se pone como objetivo la construcción de una cultura de la unidad”: una experiencia académica “de frontera”. Pero es María sobre todo – concluye Francisco- “la escuela a seguir (…) para aprender a conocer a Jesús, a vivir de Jesús y con Jesús”: “y no olvidéis que María, la primera discípula de Jesús, era una laica. Ella es la mujer de la fidelidad, del coraje, de la parresía, de la paciencia”. En la ciudad de Loppiano la invitación del Papa hace eco a la intuición de Chiara Lubich, “primera piedra” de la Obra de María, y resuena consolidando un recorrido: “Nuestro deseo –son las palabras de Maria Voce, Presidente de los Focolares- es que quien visita esta ciudad, encuentre una casa, una familia, una madre: ¡María! Es ella que forma e informa cada expresión de la vida social del Movimiento de los Focolares (…) Es ella quien en el Magníficat nos señala un programa de vida y de acción y nos empuja a abrir de par en par la puertas del corazón a todos aquellos que sufren, que buscan la felicidad”. Discurso completo del Santo Padre
En las calles aún envueltas en la niebla matutina, desde las primeras horas de la jornada, “el pueblo de Loppiano” sube hacia la Ciudadela, a veinte kilómetros de Florencia. Las formas de los vestidos y sombreros de distintos colores revelan proveniencias también muy lejanas. Pero ninguno puede decirse “lejano” de este boceto de mundo que está por acoger y hacer propias las palabras del Papa. Roger, veintiséis años, es de Costa de Marfil. Vive en la Ciudadela Internacional desde hace poco más de un año. “Cuando se anunció la visita del Papa, como ciudadanos de Loppiano no preguntamos cómo acogerlo para hacerle encontrar el pueblo del Evangelio. Nos dividimos en pequeños grupos para poner en común las experiencias cotidianas de Evangelio vivido. Éste es el regalo que queremos hacerle. Ha sido bonito acogerlo, pero aún mejor será, después, vivir lo que nos dirá”. Y Franco Galli, corresponsable de la Ciudadela junto a Donatella Donato Di Paola: “Este tiempo ha sido la ocasión para asistir a la acción de Dios.
Ahora esperamos escuchar las palabras que él tiene en el corazón para decirnos. Existen grandes transformaciones en acto en el mundo. El Papa nos hará ver la realidad con sus ojos”. Rodeado por el grupo de monjes budistas que, como él, han llegado desde Tailandia, con la típica túnica naranja, se encuentra Prahama Thongratana Tavorn, conocido aquí como Luce Ardente. Un “monje itinerante” que recorre su país visitando escuelas, cárceles, llevando a todas partes un mensaje de paz. En Italia y especialmente en Loppiano, Luce Ardente está en casa. Acercándose a él no se puede no quedar fascinado por la alegría que transmiten sus palabras, en una lengua dulce y muy musical. Gracias a la ayuda del traductor nos explica: “en el budismo decimos que nos hemos conocido ya en nuestras vidas precedentes. Por esto, cuando nos vemos, no nos conocemos, pero nos reconocemos, porque ya somos hermanos, hay algo que nos une desde siempre”. Han pasado solo veinte minutos desde que aterrizó el Papa Francisco en la Ciudadela Internacional. Pero parecen una eternidad. Minutos densos de emoción, con el festivo repiqueteo de las campanas, interpretando una acogida que no encuentra palabras para expresarse. “Ha vuelto el sol” canta Gen Rosso, y de verdad vuelve el sol, inesperado, tras las lluvias torrenciales del día anterior. Papa Francisco, tras pasar junto a la alegre multitud, entra en el Santuario dedicado a la “Madre de Dios” a la que, al mismo tiempo, en el lugar sagrado, le vienen dedicadas unas notas musicales que la saludan como “Madre dulcísima”. Hace cuatro años, con ocasión del cincuenta aniversario de Loppiano, Papa Francisco deseó a la Ciudadela “mirar hacia adelante, siempre, y aspirar a lo más alto con confianza, coraje y fantasía”. Recordando estas palabras Maria Voce toma la palabra: “Hemos intentado el guiarnos por sus palabras. Gracias, Santidad, en nombre de todo el Movimiento de los Focolares, que ve en esta visita suya una mirada del amor de Dios”. Tras una presentación del variado perfil de la Ciudadela, le dirigen algunas preguntas y, en su responder, Papa Francisco comienza diciendo, entre otras cosas: “En Loppiano todos se sienten en casa. He querido venir a visitarla porque quiere ser una ilustración de la misión de la Iglesia hoy”. El Papa invita a la perseverancia, con tenacidad, serenidad, positividad, y también con sentido del humor, “el comportamiento humano que más se acerca a la gracia de Dios”. “El carisma de la unidad es una ayuda para vivir la mística evangélica del nosotros, esto es, a caminar juntos en la historia de los hombres. Lo opuesto al individualismo es el ‘nosotros’. En Loppiano –continúa el Papa- se vive la experiencia de caminar juntos”. Pero advierte, “la historia de Loppiano no está más que en sus inicios, una pequeña semilla lanzada en los surcos de la historia. Dramáticas urgencias piden el máximo. Es necesario empeñarse no solo por el encuentro entre las personas, las culturas y los pueblos, sino para vencer todos juntos al reto enorme de construir una cultura compartida del encuentro en una civilización global de la alianza”. “Cambia la realidad, el miedo no me para, yo vuelvo a empezar desde aquí”. Sobre las notas de los conjuntos musicales de Loppiano se ha lanzado, y superará sus pequeños confines, el llamamiento a construir una cultura del “nosotros”. Chiara Favotti
“Construir una cultura compartida del encuentro” Éste es el desafío que el Papa Francisco ha lanzado esta mañana desde el Centro Internacional de Loppiano (Florencia, Italia) no solo a las siete mil personas presentes en el Santuario María Theotókos, sino también al mundo entero. Haciendo referencia a las “urgencias a menudo dramáticas que nos interpelan desde todas partes y no pueden dejarnos tranquilos” –el Santo Padre ha subrayado que no es suficiente con “encuentro entre las personas, las culturas y los pueblos”. Son necesarios hombres y mujeres “capaces de trazar caminos nuevos para recorrer juntos” para dar vida a una “civilización global de la alianza” Papa Francisco llegó puntual a la Ciudadela de los Focolares a las 10 h. donde le esperaban Maria Voce, Presidente del Movimiento, Jesús Morán, Copresidente, y el Obispo de Fiesole, Mons. Mario Meini. Tras una breve oración en el Santuario, ha encontrado a los ochocientos cincuenta habitantes de Loppiano provenientes de sesenta y cinco naciones y a las miles de personas llegadas de toda Italia y otros lugares, en su mayoría cercanos al Movimiento de los Focolares. Es la primera vez que un pontífice visita esta “pequeña ciudad” que –como la ha definido Maria Voce en su saludo de bienvenida- quiere ser un “laboratorio de convivencia humana, boceto de mundo unido y testimonio de cómo podría ser la sociedad si estuviera basada en el amor recíproco del Evangelio”.
Ha continuado un diálogo abierto y sincero, articulado en torno a algunas preguntas de un grupo de ciudadanos de Loppiano. Las preguntas han tocado desde varias perspectivas, el argumento del desafío cristiano ante la modernidad. El Santo Padre ha animado a no “esconderse en el vivir tranquilo, en “lo correcto” o, es más, en una sutil hipocresía, (…) sino a vivir como discípulos sinceros y valientes en caridad y verdad” y a afrontar las dificultades “con tenacidad, serenidad, positividad, fantasía… y también con un poco de sentido del humor”. Y haciendo referencia a la misión de un proyecto original como Loppiano en el actual contexto social, el Papa ha invitado a levantar la mirada junto a él “para mirar con fidelidad confiada y con creatividad generosa, al futuro que ya empieza hoy”. Tras impartir su bendición, treinta y siete ciudadanos de Loppiano de distinta proveniencia, religión, edad y condición social, han saludado personalmente a Papa Francisco. En respuesta a las palabras del Santo Padre, el Copresidente de los Focolares, Jesús Morán le ha entregado un regalo simbólico: un “pacto” firmado por todos los habitantes, con el empeño de vivir de manera que Loppiano sea cada vez más un lugar de fraternidad y reciprocidad. A la invitación a firmar a su vez el “Pacto de Loppiano”, el Santo Padre ha adherido con alegría, entre los aplausos de todos los presentes.
«¿Qué hacías cuando tenías mi edad? ¿Qué juegos me aconsejas?». Es la pregunta que Luis Francisco, de 10 años, mexicano, le quiere hacer al Papa Francisco mientras espera su llegada. Como él, todos los habitantes de la ciudadela internacional han estado haciendo la cuenta regresiva. Una espera iniciada en los primeros días de febrero, cuando llegó de la secretaría del Papa Francisco el anuncio de su visita, el 10 de mayo, a las ciudadelas de Nomadelfia y de Loppiano. En la primera de las 24 ciudadelas de los Focolares, surgidas en el tiempo en varias partes del mundo, el Papa Francisco vendrá a ver personalmente cómo se vive “en la escuela del único Maestro”, como él mismo la definió. “Sorpresa y profunda alegría”, exclamó María Voce, presidente de los Focolares, cuando supo la noticia totalmente inesperada de esa visita. Loppiano en estos días, su gente, muchísimos jóvenes de paso, todos están en ebullición. Caras sonrientes, felices. Ha concluido hace muy poco el evento del Genfest, que desde toda Italia, pero también de otros países, ha llamado a cientos de jóvenes, a finales de abril, y a miles la mañana del 1 de mayo, radiantes a pesar de la lluvia que amenazaba. El clima de fiesta continuó en una espera llena de entusiasmo y esperanza, como es natural ante la inminencia de un acontecimiento que se recordará por mucho tiempo. Hemos estado, con la telecámara, realizando breves entrevistas a la gente de Loppiano, en sus puestos de trabajo, o en las normales actividades, para sondar qué se piensa. Benedetta se encuentra en la ciudadela por un período de formación en la escuela de las focolarinas. Para ella la visita del Papa es también un regalo de Dios, porque cae justo en el día de su cumpleaños: «Aunque se quedará poco tiempo, espero que pueda encontrarse con una familia, la que tratamos de construir cada día». Desde 1966 en Loppiano tiene su sede el grupo musical Gen Rosso, nacido por un deseo de Chiara Lubich para difundir con la música el mensaje de un mundo más justo, pacífico y solidario. Sus integrantes viven en primera persona este espíritu, un estilo de vida con la impronta de la comunión y la fraternidad. Desde hace algún tiempo forma parte del grupo también Michele Sole, que en el atrio delante del santuario dedicado a la Madre de Dios (Theotokos), en donde todo está preparado para este histórico encuentro, él cantará “Madre dolcissima”. Al Papa le envía un mensaje de agradecimiento «por haber tenido el coraje de llamarse Francisco. Creo que no fue fácil elegir un nombre que significa una opción preferencial por los pobres, por los últimos». Desde la sala de ensayo, mientras tanto, salen las notas de “Accendi la pace”, que los componentes del Gen Rosso están ensayando junto con la otra banda internacional de Loppiano, el Gen Verde, un grupo multidisciplinario, formado por artistas, profesionales de la música, que se distingue por su perfil claramente internacional. Roberto Cipollone, con su seudónimo artístico Ciro, que vive en Loppiano desde 1977, tiene el talento de saber usar la imaginación y la habilidad para transformar objetos ya en desuso o material de descarte en obras que llegan a tocar el corazón y lo llenan de maravilla. Es el “artista que les da nueva vida”. Con su arte hizo nacer un taller, expresión de originalidad y amor por la naturaleza a través de la escultura, la pintura y la artesanía. «Espero que el Papa pueda encontrar aquí sus deseos más recónditos realizados». Aranza, mexicana, está participando con su familia de la “Escuela Loreto” en donde las familias de países e idiomas diferentes profundizan la espiritualidad de la unidad. La internacionalidad y la inmersión “full time” en los cursos, que empiezan todos los años en septiembre y terminan en junio, hacen de esa escuela una experiencia única de intercambio y enriquecimiento entre culturas. Del Papa quisiera una respuesta a una pregunta, breve pero exigente: «¿Qué podemos hacer, nosotros los jóvenes, para vencer las imposiciones y los estereotipos del mundo?». Natalia, en cambio, es una estudiante brasileña que en Loppiano cursa en el Instituto Universitario Sophia. Del Papa espera conocer el rol de los jóvenes casados en la Iglesia. Mucha preguntas, interrogantes y expectativas. Pero la misma, gozosa espera. Chiara Favotti
El 9 de mayo se celebra en Europa la paz y la unidad. La fecha recuerda la histórica “Declaración Schuman”, con la cual el 9 de mayo de 1950, el Ministro de Relaciones Exteriores de Francia de aquel momento, propuso la creación de un primer núcleo económico, que finalizó con la gradual construcción de una federación de Estados Europeos indispensable para el mantenimiento de relaciones pacíficas. Como primera etapa, Robert Schuman indicaba la gestión común del carbón y del acero, para Francia y Alemania Occidental, pero dentro de un marco de organización al cual podrían adherir posteriormente otros países. Se sentaban así las premisas para una integración mucho más amplia y comprensiva, al punto que la Declaración es considerada simbólicamente como la fecha de nacimiento del largo proceso de paz y estabilidad que dio inicio a la Unión Europea. La fiesta es una ocasión para acercar las instituciones a los ciudadanos y a los pueblos entre ellos, profundizando la conciencia de que los valores de la paz, de la integración y de la solidaridad deben ser puestos en la base de la convivencia humana.